viernes, 31 de diciembre de 2010

"Recuerdos y Añoranzas, mi vida y mis amigos"

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Retrato de Mario Gómez-Morán y Cima, por Sebastián Miranda (hacia 1973). Fue una de las últimas obras de este escultor asturiano.
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Cuanto hoy voy a relatar, sucedió hace casi cuarenta años.... Debió de ser en las Navidades de 1972 o de 1973. En aquellos años, la Navidad era algo muy importante; prodigioso y mágico, cargado de misterios y de belleza. Por aquel entonces (en 1973), yo no tenía mas doce años y durante las semanas navideñas, en todas las casas se convivía de una forma muy diferente al resto del año. Después, cuando la vida me llevó a estudiar el origen de las religiones, comprendí que hace cuarenta años (aún en esos días), los hombres celebraban que el Sol volviera a nacer cada 24 de Diciembre... . Y que la única salvación era creer que el astro rey nunca nacía (solo permanecía en su lugar). Pero en cambio, comprender; que quien sí venía al Mundo, era el Mesías -hecho hombre y no estrella-.
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Una mañana fría de ese año, me despertó mi padre diciendo que me arreglase y me vistiera bien, pues me iba a llevar a la casa de un personaje que nunca olvidaría. En ese tiempo, aún los niños se ponían corbata y chaqueta para visitar a la "gente de bien" (vestidos de "sport", como  se llamaba). Aderezado con mis "mejores galas de mañana", salí de casa y mi padre me abrió contento el coche, para llevarme a conocer a aquella personalidad. Me contó durante lo que el viaje duró, que íbamos a casa de un escultor ovetense que él había conocido hacia unos meses, de quien mi madre deseaba regalarle un retrato por Navidades. Llegando a destino, subimos por la Ciudad Universitaria de Madrid y junto a la Colonia Wellingtonia (en lo que hoy es el cruce de la calle de los Colegios mayores); en aquella subida cargada de curvas, paró y aparcó.
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Salimos de él y me señaló hacia un  extraño chalet de forma cuadrada, construido con ladrillos rojizos (algo deteriorados y manchados por el humo de la ciudad). Me dijo, que aquel era el estudio del escultor que iba a realizar el "busto" que mi madre deseaba regalarle. Antes de entrar, me explicó que esa casa la había diseñado un profesor -admirado, amigo suyo-, llamado Secundino Zuazo y que se trataba de un edificio Racionalista. Mi padre era arquitecto y como tal sufría "el mal del constructivismo"; por lo que ante un edificio moderno e importante (como este), debía explicarme todos los parámetros, su historia y su estructura plasmada en esos muros. Aguanté aquella exposición "como haciendo que me enteraba de algo" y luego pasamos al interior de esta casa de ladrillo, esquinera en la Avenida de Moncloa.
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Allí nos recibió una señora agradable, diciendo que el escultor, nos esperaba en el estudio. Tras ello, nos pasó hacia un ala del chalet, donde había una gran habitación llena de ventanas y entonces apareció en escena un hombre muy viejo, calvo -completamente- y como con melenita morena (bajo los pocos pelos que lucía junto a la línea de las orejas). Tenía dos juegos de gafas colgados de su cuello y venía vestido con un delantal, dispuesto a trabajar el barro. Era Sebastián Miranda, quien entonces tendría mas de ochenta años...
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Entró en la habitación y dispuso a mi padre en una banqueta para que se sentara, para hacerle la escultura. Tras ello, tomó de una mesa un libro y me preguntó cómo me llamaba. Le dije que: Angel Gomez-Morán. Se sonrió, por haberle dicho nombre y apellido. Luego puso aquel ejemplar que había cogido antes en mis manos, y me dijo:
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-"Mira, Angel. Este es mi último libro. Se llama `Recuerdos y Añoranzas, mi vida y mis amigos´. En él he intentado resumir algunas anécdotas de mi vida. Te lo voy a dedicar, y para ello solo te pongo como condición que cuando seas tú muy viejo (como ahora lo soy yo) escribas otro de nombre parecido; y en aquel, cuentes este momento en el que yo te entrego mis `Recuerdos y Añoranzas´. Eso, para que dentro de muchos años, tú hagas otra historia con tus recuerdos y tus añoranzas..."-
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Entonces, miré hacia mi padre, que estaba en la banqueta posando para la escultura y pude observar cómo se le saltaban las lágrimas al oír lo que Sebastián Miranda me decía. Por todo ello, nunca he olvidado ese momento; a cuya memoria he decidido  hoy (final del año de 2010) comenzar mis  "Añoranzas, Recuerdos y Semblanzas". En memoria de mis padres y de cuantos amigos tuvieron y vinieron por nuestra casa. Aquella casa de mis padres, que en esos años fue un verdadero paraíso en el que crecí y viví (y que en mi interior nunca morirá....). Así, al comenzar este año de 2011, inicio este blog.