jueves, 31 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Por la "gracia" de Dios

BAJO ESTAS LINEAS: Foto de Julián Cortés-Cavanillas hacia 1970, tomada de la solapa de su libro "Psicoanálisis". Este escritor (como puede verse en su fisionomía), era un "tipo" de una simpatía e ironía genial; pudiendo a sus "casi ochenta años", mantener los ambientes y tertulias más divertidos y entretenidos imaginados. Entre estos "ambientes" narramos al final de esta entrada, un "sonoro" suceso que se aconteció en el Palacio de la Zarzuela, protagonizado por este divertido hombre, quien fuera el biógrafo de la Casa Real.
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BAJO ESTOS PÁRRAFOS: Foto de Alfonso XIII, en los brazos de su madre (la Reina Regente, Ma.Cristina); imagen que le encantaba a Julián Cortés-Cavanillas y que publica en algunos de sus libros. En ocasiones le manifesté que -yo personalmente- no consideraba al el rey Alfonso, un buen monarca (tal como lo había sido su padre o -quizás- hasta su abuela). A lo que su biógrafo me respondía con la mayor educación: -"Pues no sabes que buen hombre y qué simpático era; tenía una "casta" y una "clase" que ya me gustaría hubieras visto de cerca. Para que te hagas una idea,  parecido a Leandro, pero aún más flemático... Y con eso te lo digo todo"-.

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Julián, fué nombrado biógrafo de Alfonso XIII hacia 1935, cuando el rey - ya en el exilio- apadrinó su boda y el escritor tenía solo veinticuatro años. Tras ello, parece que le asesoraba y ambos compartían largas horas de "charla", de las que Cortés-Cavanillas siempre nos mencionaba, lo irónico que era el monarca. Muchas veces le comenté al periodista que él debía escribir un "anecdotario real" (y nunca mejor dicho); recogiendo dichos, frases y chistes, que había oido del rey. Pero comentaba que habiendo publicado uno sobre Alfonso XIII, las verdaderamente divertidas eran convesaciones privadas y no se podían transcribir, ni dar a conocer. Yo le transmití que realmente era una pena, pues normalmente se escriben unas biografías, que a veces son unos "ladrillos", plenos de noticias y hechos históricos (conocidos por todos). Dejándo al margen el lado humano, que verdaderamente es el que a todos puede interesarnos.

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Hace pocos días, charlando sobre Cortés-Cavanillas con Cristina Caro -cuyo padre, Ignacio Caro, fue un amigo cercano al rey -  le comentaba lo mismo. Preguntando si su progenitor le había dejado un anecdotario (o un cuadernillo con anotaciones), sobre cosas y casos comunes y divertidos ocurridos junto a D. Juan Carlos. Historias en que se mostrase su lado humano y que pudieran interesar de veras a la gente. Tristemente, parece que los biógrafos se inclinan más hacia el lado serio y oficializado de la vida real, algo que en el caso de "los Borbón" es una pena, pues hasta Fernando VII tiene anécdotas de partirse de risa (alguna de ellas me las contó Julián y las intentaremos relatar, cuando podamos). 
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Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos comunmente cada entrada de nuestro blog con el recuerdo a los damnificados de este trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF (para enviar  dinero, objetos y hasta alimentos).
Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.

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Tras la entrada anterior, he recibido alguna llamada (o comentario), exponiendo que quizás en el pasado artículo, me he excedido en la crítica de la Alta Sociedad Madrileña de hace más de treinta años. Pues "normal parece" que un hombre de setenta y cinco años  (como era en esta época Julián Cortés-Cavanillas) esté ya en edad de retirarse, viviendo el "tramo final"  de su vida. Evidentemente, ello es así y nada decimos sobre la falta de trabajo, publicaciones o colaboraciones de este autor en aquellas épocas. Es más, hay que entender y añadir a ello, el hecho de que en 1982 entra a dirigir España un Gobierno de Izquierdas (algo, que para nada había sido Cortés-Cavanillas). Lo que, evidentemente, supone una lógica "pérdida de importancia" para quienes han "apoyado" un lado un "tanto diferente". Por lo demás, en esa época, tener setenta y cinco años, era ser considerado un verdadero anciano. Incluso, hemos de añadir, que a principios de "los ochenta" (cuando España era gobernada por el Socialismo, tras cincuenta años de "paréntesis"), pudiera ser "más recomendable" que los monárquicos fueran encabezados y representados por personas más integradas en la Transición y con una trayectoria "menos definida" (como la que tenía Cortés-Cavanillas).
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Por cuanto decimos, nada nos referíamos en la anterior entrada a la falta de trabajo y de publicaciones, que desde 1985 vivía Julián; siempre deseoso de hacer colaboraciones y proyectos (para los que me solicitaba ayuda). Sino que nuestra crítica se refiere a quienes le habían cerrado sus casas y su cariño, siendo incapaces de enviarle ni un "christmas" en Navidades -pese a que pocos años antes (cuando este periodista era famoso), se deshacían en abrazos y elogios, en cuanto le veían entrar por una puerta-. De tal manera, mi comentario referido a ello en la anterior entrada, se centraba en una "Sociedad" madrileña entonces existente ( bastante dura y rígida) y que hace treinta años aún ocupaba las más importantes "capas sociales hispanas". Una "élite" que en su gran mayoría ya ni existe, habiendo dando paso a grupos mucho más tolerantes y  -sobre todo-, menos rígidos y endogámicos.  Habrá quienes se pregunten sobre una cierta animadversión, que se delata en mi persona, hacia la Alta Sociedad del Madrid de finales de los años setenta. A ellos les contestaría esto se debe tan solo "a que la sufrí".
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La sufrí y la viví en "mis carnes"; pudiendo asegurar que en gran parte, aquella "gente", tenía muchos mas parecidos y similitudes con el ambiente de la "clarina" Vetusta (ciudad de La Regenta), que con el Madrid actual. Tanto era así, que la pedantería y estiramiento de algunos círculos cerrados y "superbien" de fines de los ochenta, habían fracturado altamente el "clima social". De esa situación de "Sociedad cerrada", quizás los "de Izquierdas", se negaban siquiera a ponerse una simple corbata ni en Las Cortes, o a vestirse de manera similar a aquellos "tan importantes" (por no parecerse en nada a estos). Lo que provocaba que en la "calles capitalinas", se supiera quien era de Derechas o de Izquierdas, tan solo por el aspecto o el "uniforme"; llegándose a distinguir su filiación política hasta en el afeitado (siendo los de barba larga y jersey de punto muy ancho, los más "izquierdosos"...). Este clima había surgido en parte, "gracias" a una Sociedad altamente impermeable, dirigida en gran  parte desde la capital, cuya endogamia y rigidez mental era solo comparable a su falta de interés por añadir a nadie nuevo en sus listas de "conocidos" o "amigos".
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Lo que relato, llegó a ser cómico, puesto que hacia 1980, en las calles de Madrid podía saberse qué votaba cada ciudadano con quien nos cruzábamos, tan solo con observar cómo vestía (en un pueblo o ciudad pequeña era más difícil, ya que aquellos de "aspecto izquierdoso" podían tratarse de simples aldeanos...) . De tal manera, la filiación política y su relación con el aspecto (por lo general), eran más o menos como a continuación los describimos -tomando como modelo el "uniforme" de ciudad, de otoño a primavera, por aquello de que en verano, todos vamos mas o menos "hechos unos cerdos"...-.
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-VOTANTE DE IZQUIERDA (P.C.;  O.R.T.,  o similar): Jersey de punto grueso y muy ancho, con caída de hombros enorme y sobradamente largo. Pantalón preferentemente de pana (o vaquero), pero siempre de fabricación española. Nunca corbata ni menos pinzas en el pantalón. Camisa de cuadros, tipo campo y en caso de frio, bufanda de punto manual grueso (pocos abrigos usaban, aunque era normal verles con una pelliza -a ser posible usada y vieja-). En los pies, calcetines de lana (estilo mili) y botas katiuskas o de marca Segarra (con suela de goma). Comúnmente, se movían siempre con carpeta de papeles en las manos y un paquete de tabaco nacional, que ponían sobre el cuaderno, al dejarlo sobre las mesas (Celtas o Ducados, aunque de fumar rubio -cosa rara- "gastaban" Fortuna). Siempre con pitillo encendido a cualquier hora y sobre todo en la calle, principalmente "colgado en boca", ello les generaba una "mirada inquietante", producida por  aquel humo del cigarro que "encedía" su rostro delgado y barbado. Pues era común una gran barba sin arreglar ni cortar en años -a la que algunos añadían en las celebraciones: Flores o pegatinas del partido-. Luciendo comúnmente una larga pelambrera, sin cuidar desde hacía años. Por lo demás, de usar gafas, eran común vérselas redondas y finas (del tipo Valle-Inclán, teniendo vetado el bigote "corto" y tan solo tolerados grandes bigotazos peludos, rotos y sin "guías").
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-VOTANTE DE CENTRO IZQUIERDA (PSOE fundamentalmente): Vestimenta de diario, con camisa de sport a ser posible fea y con cuellos peligrosamente picudos, jersey de punto fino (quizás, hasta inglés). Pantalón de pana o sport bueno y sin pinzas; nunca de gabardina o "vestir", pero de pata ancha y corte raro. Chaqueta de sport, cuanto mas rara y hasta fea, mejor Calzaban botas o zapatos de cordón -en cuero y de calidad-, principalmente de ante. En caso de ser jornada de importancia o asistir a celebraciones, lucían traje de pana (fundamentalmente en marrón). Rara vez usaban corbata -salvo que el caso lo exigiera-  y no era tan común, verles con el pitillo en la mano (al menos por la calle). En vez de carpeta sucia y llena de papeles -como los anteriores-, solían llevar un pequeño portafolios en la mano; tanto como podían usar abrigo, tipo trenca hecha con botones de hueso (que parecían mas bien colmillos de un recién cazado, facochero sudafricano). De utilizar bufada, esta era de lana fina, tipo inglesa y de cuadros (en rojo principalmente). No era ta obligada la barba, aunque de llevarla, se lucía medianamente arreglada y aseada, tanto como el pelo podía llevarse largo, pero peinado (teniendo prohibido el bigote corto, tipo "facha").
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-VOTANTE DE CENTRO DERECHA (UCD principalmente): A diario, traje abierto y a ser posible del tipo normal o de confección. Jamás traje cruzado, ni menos con chaleco; sino modelo "simple" y en tonos en azules o grises (sin vueltas en el pantalón). Camisas de confeccion en un solo color  -a ser posible blancas y sin adornos-, con corbata colorida y muy ancha (eso sí, con pasacorbata del partido, del club, o la empresa), las solapas y cuellos de camisa, podían ser peligrosos en día de viento por su extremada anchura . Prohibido tirantes ni barrigas, y solo permitido un buen cinturón de cuero (nunca de cocodrilo), se permitía el traje con pantalón sin "pinzas". Siempre sin pañuelo en la solapa, ni adorno alguno más en la chaqueta; sus zapatos mejor debían ser unos mocasines, no muy relucientes y preferentemente en cuero boscan negro (nunca en ante). Importante es que el calzado nunca tuviera color ni adornos llamativos (negros y de simple antifaz; nada de utilizar zapatos en tono vino o con bocados, flecos, borlas ni mas "aditamentos"). Podían usar abrigo, mas nunca Loden; tanto como si fumaban, no debían hacerlo por la calle y debían sacar siempre una cajetilla de pitillos caros (al menos Winston o Marlboro, nunca Celtas ni Ducados, que era cosa de Izquierdas). Rara vez usaban barba ni bigote; siendo aun mas raro verles con bigotillos recortados, que tanto habían lucido los falangistas (años antes). Pelo recortadillo y especialmente prohibido el uso de la gomina o de la brillantina.  
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-VOTANTE DE DERECHAS (desde A.P. hasta los "difuntos" partidos de la Extrema): Traje caro, en tonos claros de día y oscuros de noche. A poder ser, siempre hecho a medida -o, de lo contrario, "de marca"-; mejor en cruzado (o  con chaleco)  y comunmente con vueltas en la pierna. Pantalón, siempre con pinzas, teniendo prohibido el de "caída libre", a menos que fueran de pana y para el campo. Luciendo pañuelo en el bolsillo alto de la chaqueta, era común también algún adorno o insignia en las solapas. Siempre que se pudiera y fueran vistos, convenía usar tirantes  -los había con la bandera nacional-. Ya que todo este equipamiento  (los tirantes, el chaleco o el traje cruzado), permitían la barriguita, que decían, mejoraba mucho "la pinta". Camisa llamativa, con rallas, o de color y sobre todo, blanca de noche, a ser posible hecha medida, con iniciales y de gemelos. Corbata siempre discreta y nunca colorida ni ancha (pasacorbata, solo si era antiguo o un regalo de familia). Abrigo Loden al ser joven y tras cumplir los cuarenta, de lana muy buena (en azul o beige). Ello, junto al zapato inglés bueno (en invierno) o mocasín llamativo (en verano), tenía unas reglas fundamentales, como la de no fumar en la calle, no llevar bufanda si no se vestía de "sport" o de smoking (bufanda blanca) y lucir algo que nadie pudiera adquirir en España (corbatas, gemelos, o zapatos de importación). Jamás calcetín blanco (solo para deporte) ni convenía llevarlos cortos: Largos, oscuros  y de hilo, en verano. Nunca con pelo largo, a menos que lo llevaran muy engominado, habían de salir a la calle bien peinados (o con brillantina), tanto como muy "encoloniados". De llevar bigote, siempre bien recortado o -de ser largo- con las guias engominadas. De lucir barba, había de ser muy cuidada y de tipo "decimonónica" (nunca larga y similar a la de los retratos románticos).
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Ni que decir tiene, que "un menda" pertenecía al último grupo y (además) era de los más imbéciles. Pero no se preocupen que fue solo una fiebre de juventud, pues la vida (a golpes) me fué rectificando y me encaminó hacia la normalidad -siempre, dentro de mis posibilidades-. Los hechos que me "rectificaron" fueron derivados por la dureza, antes mencionada, que se vivía entonces en la Alta Sociedad Madrileña. Al igual que fácilmente podemos entender que el ser de Derechas (en mi juventud, los años ochenta), significaba oponerse al poder y los mas fuertes de entonces -un "deber" para todo hombre con inquietudes, a los veinte años...-. Por lo demás, las diferencias de ideología y sociales de la sociedad madrileña es claro que se percibían hasta en la forma de vestir que hemos mencionado, siendo tan distintas las ideas como los aspectos de las personas. Algo que hoy puede observarse de igual manera, cuando vemos como los de Derechas y los de Izquierdas asisten a Las Cortes (o a sus mítines), prácticamente vestidos de igual manera. Así, sin apenas grandes diferencias en sus trajes muestran ahora las cercanías entre las formas de pensar hoy. Aunque, muy por el contrario, hace treinta años, las formas de vestir eran tan distintas como lejanas las ideas de quienes lucían las prendas.  Algo que "fracturaba" peligrosamente la Sociedad. Por ello, digo que aquel Madrid de tres décadas atrás era muy diferente, algo que muestra y demuestra que actualmente hemos mejorado y avanzado mucho (aunque no lo creamos).
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Pero pasemos a la "dura Sociedad" de los setenta, que se constituía bastante cerrada (sobre todo en Madrid, Villa y Corte), en la que dijimos que ciertos grupos eran "impermeables", estando muy poco interesados en que nadie ajeno a ellos, despuntase. Un hecho que se hacía más grave, por cuanto cada vez que algún "desconocido" o "ajeno estos círculos", tenía éxito en Madrid, sufría diariamente el examen y observación de aquellos que "desde décadas atrás", se auto-consideraban "los importantes". Siendo consecuencia directa, que cuando el "nuevo triunfador" perdía un ápice de poder -o de fuerza-, la Alta Sociedad madrileña, pasaba rápidamente a prescindir de él y a discriminarle. Esto era así y yo lo ví y lo viví en mis propias carnes. Lo sufrí en mi persona cuando a fines de 1983 -con veintidós años, recién cumplidos- regresé de la mili, y decidí dedicarme a la guitarra y a la Historia. Recibí entonces el primer "toque de expulsión" de los círculos "bien" madrileños; que entonces me fueron avisando que de seguir en mi intención de ser guitarrista (o dedicarme a la cultura), sería expulsado de muchos "grupitos de amigos". Algo que se agravó cuando un año después, decidí dedicarme plenamente a la música y a preparar una tesina sobre arqueología del Derecho (un estudio que me dijeron, era bastante raro e inadecuado). Con la intención de ingresar en el seminario de Historia, entregué mi "paper" llamado "Las Leyes de Tarschisch" -que deseaba fuera el principio de mi tesis de Derecho-  y aquello, fué el hazmerreir de algunos de mis compañeros que se iban a dedicar a las finanzas y con los que desde niño había estudiado (algo que llamaban "la gente bién"...).
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Finalmente (en 1985), desistí de seguir con mis intenciones jurídicas y preferí dedicarme a  componer y tocar la guitarra, lo que supuso ya el final de muchas de mis amistades desde la niñez (quienes dejaron de tratarme, como si tuviera una enfermedad contagiosa e incurable). Las puertas de casi todas las grandes mansiones, que hasta entonces estaban abiertas, se me cerraron y la mayor parte de la "gente bien" me comenzó a tratar como a una oveja descarriada o un individuo "de tercera categoría". Siempre, en cualquier reunión donde te preguntaban por la guitarra, aparecía una sonrisa con mas sorna que gracia. Para colmo, pareció que algún listillo se enteró que no iba a seguir con el Derecho ni  aquella tesina jurídica (escrita par de años antes) y me la vi en publicada por una de las mejores editoriales - evidentemente, firmada por un profesor...- .
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Esta situación personal fue la que viví entre 1984 y 1987; los años en los que compartí tertulias y charlas con Cortés-Cavanillas. Por lo que comprendía muy bien qué sentía Julián al ver como le discriminaban, quienes poco antes le adularon y le debían decenas de favores. Ello, quizás fué lo que me hizo volcarme y atender doblemente a Cortés-Cavanillas, cuando dos amigos suyos (de los incondicionales, como él los llamaba), me comentaron en privado la situación que vivía. Se trataba de Fina y Fernando Calderón, quienes he de reconocer que se portaron muy bien con el escritor hasta los últimos días de su vida. Tristemente, por mi carácter o por mi forma de ver la cultura, no pude congeniar con Fina, quien intentaba "ayudarme", a cambio de integrándome a su "grupo"; lo que me llevó a tristes encontronazos con ella (pido perdón por mi sinceridad, pero lo incluyo para dar a conocer la verdad, tanto como el valor de cuanto hicieron por nuestro común amigo Julián). Ella y su marido Fernando (un hombre educado y bueno), se portaron muy bien con Cortés-Cavanillas, del me pusieron en antecedentes, sobre como estaba sufriendo una fuerte depresión, al ver que tras perder fama y poder, casi todos le daban la espalda. Se lo pregunté a Betsy Westendorp, quien igualmente me lo confirmó, tanto como ella intentó ayudarle y animarle.
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Como digo, todo ello me hizo interesarme mucho por el escritor y aborrecer bastante los círculos de "elite" madrileños de los setenta-ochenta. Una "cierta alergia", hacia estos grupos "bien" de la capital, que pocos años más tarde, se me confirmó definitivamente; al tener  que ver algo muy similar en mi casa. Sucedió hacia 1988,  cuando "jubilaron" a mi padre de todos los cargos y le mandaron para casa, sin más que el agradecimiento (para poner a sus amigos, en los puestos y lugares, que él había creado). Tristemente la situación se repitió, porque fueron muchos de los "más cercanos", los que procuraron hacerle el vacío, para que se marcharse "a su casa" (donde al menos conseguí aficionarle a la arqueología, para que entretuviera sus ratos libres).   Por cuanto viví y me sucedió en esta época, he comentado y escrito de la manera que lo hice sobre los años ochenta. A nadie he mencionado, más que de manera positiva (solo he dado los nombres de quienes se portaron bien con Julián), por lo que no creo que nadie pueda sentirse ni aludido, ni menos citado.
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Así que sigamos con Julián Cortés-Cavanillas, al que pregunté alguna vez el por qué algunos monárquicos -a veces-  le hacían tanto "vacio". Él me contestó, que la razón principal era la "pelusilla", pues el rey (la Familia Real, al completo) le seguían tratando con predilección y mucha diferenciación frente a otros. Así supe que algunos detalles del rey con él, levantaban muchos celos a otros que se sentían más importantes. Como por ejemplo, cuando a veces  le comentaba con sorna y en público una broma como la de:   -"Julián, que me están saliendo canas. A ver si para la proxima vez, me vienes a la Zarzuela, con La Carmela"-.   (La Carmela, era entonces un tinte-agua de colonia de pelo) . Tanto como que la gente supiera que le había cogido en brazos, llevándole en volandas haciendo chistes. O que, a veces el monaca, hiciera  unas "pequeñas" diferencias, mostrándole un cariño muy distinto al que tenía con otros.  Algo que había llegado a manifestarse en darle a Julián, hasta besos en la calva, en público. Todo ello, provocaba algunos "celos" a muchos, porque eran actos obsolutamente fuera de todo protocolo  -en ocasiones, realizados frente a todos, o en recepciones oficiales-.
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Sobre este último hecho del beso en plena calva, hay una anécdota increible, que pudo presenciar "medio Madrid" y que la narro, porque cuando Julián la contaba, no podía parar de reirse. Se refiere a ella Alfonso Ussia, recogiéndola con detenimiento y gracia, en un artículo de la revista Tiempo, publicado el pasado mes de semptiembre, intitulado "Pumba". En este, recoge claramente que en la Recepción del 23 de abril (de 1980 -creo-) en la que los reyes recibían a los escritores y periodistas, habían asistido varios gafes de la profesión. Los presentes en el acto, se separaban de los gafes que allí había, pero  parece ser que Julián -que era siempre correcto y bondadoso- debió sentir pena hacia aquel al que nadie se le acercaba. Tanto fué así, que al subir al salón de la Recepción, Cortés-Cavanillas pidió ayuda al peor de los gafes (pese a estar avisado por varios); atreviéndose a tenderle su brazo con el fin de que este "repartidor del infortunio", le asistiera echándole una mano mientras intentaba llegar arriba (en las grandes escaleras).
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Una vez en el segundo piso, parece que se situaron todos los escritores y periodistas invitados a la celébración del Dia de Cervantes. Allí aparecieron los reyes y fueron saludando uno a uno; pero al llegar frente a ellos Cortés-Cavanillas, este se cuadró como de costumbre, dándo un fuerte taconazo de saludo mientras bajaba la cabeza enérgicamente. Parece ser que con "el esfuerzo" y al hacer tan rítmico movimiento, se le escapó una ventosidad terrible que dicen, se oyó hasta en los montes de El Pardo. No se sabe si aquel "pedillo" (o mas bien habría que decirse "pedazo de pedazo" -según quienes lo oyeron-); se debió a los nervios, a problema fisiológico, o a otro motivo "suprahumano". Más la cosa cierta, es que todos los asistentes a la recepción, dedujeron rápidamente que se trataba de un maleficio del "gafe", que le había ayudado a Julián a subir las escaleras.
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Por lo narrado,  el escritor "apedrentado", parece que tras el  acústico suceso, se encontraba en una doble situación difícil: Primera, la "nota" dada (nunca mejor dicho). Segunda, que acusaban a su acompañante de haberle producido el "airoso maleficio"; algo que le creaba una peor sensación, pues pensaba el escritor, que ninguna culpa podía tener aquel hombre que le había ayudado a subir, de su triste "fallo de escape". El asunto, terminó bien, ya que al acabar el saludo (besamanos); mientras se celebraba el ágape, se acercó el rey hasta Julián y sin  mediar palabra alguna, ni poner el monaca cara de broma (cosa que parece más que difícil, dada la situación). Allí, mirándole con gran cariño, le dió un beso en medio de la cabeza -de la calva, pues el pobre Julián debió perder el pelo, poco después de hacer la Primera Comunión...-. Parece que tras ello, el escritor se volvió a sus compañeros y les dijo que aquel quien le echó una mano en la escalera, no era ningún gafe y muestra de ello era el besito en plena la calva que le habían dado, un honor a pocos concedido por un monarca.
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Recuerdo como contaba Julián este hecho, que le encantaba a mi madre; pues el pobre, ponía una cara de sorpresa tremenda, llevándose las manos a la boca, mientras definía el tipo de "estruendo" emitido en tan regio momento. Diciendo con gran emoción: -"No sabes como fué... . Sonó a la vez que el taconazo; con tal fuerza, que los centinelas que estaban en la puerta, debieron de creer que se trataba de una ráfaga, y hasta montaron el arma... ."-.  Tras ello se echaba a reir y se le saltaban las lágrimas, recordando lo del gafe y la cara de los asistentes (tanto como la de los monarcas). Terminando  poco después  -cuando podía parar de reirse-, con la frase: Menos mal que llegó luego el rey, con gran cara de cariño y me dio el besito en la calva. Porque si aparece con cara de juerga, no sé como hubiera terminado la tarde, ya que el ambientillo de cachondeo que había en la recepción era de cuidado. Así era Julián, un tipo genial, cargado de buen humor, capaz de generar en plena realidad (nunca mejor dicho), una situación mejor y más divertida a las de Peter Sellers en la famosa película, El Guateque... . Y es que dice el Lema Real, que la "gracia" es de Dios... . Y es que Julián; la tenía toda -y con la mayor bondad-.   

domingo, 27 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Señor, entre señores.


SOBRE ESTAS LINEAS: Interesante foto de Don Carlos de Borbón pretendiente al trono español, como Carlos VII, junto a su hijo y heredero (Jaime). De ellos me habló a veces Julián Cortés-Cavanillas, quien pudo oir la historia de Isabel II contada "de primera mano". Me comentaba que el "colmo del infortunio" para esta reina, fue nacer diez años mayor a "aquel rival". Pues, de haber sido algo más joven, la hubieran casado con D.Carlos de Borbón y no con Francisco de Asís ( que fue un mal marido y un peor compañero para la monarca). De haberse casado Isabel y Carlos -afirmaba Julián-, la Historia de España se habría ahorrado varias guerras civiles, decenas de miles de muertos en campaña y hasta -en parte-, el separatismo vasco-navarro y catalán (pues con D. Carlos al frente, los fueros y tradiciones del Norte, se habrían respetado).
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SOBRE ESTAS LINEAS: La famosa reina María de las Mercedes de Orleans, que murió muy joven y al poco de casarse. Su fallecimiento se dice actualmente que se debió a fiebres de tifus, contraídas -al parecer-, por beber agua de los pozos del palacio de San Telmo, en Sevilla (que se encontraban contaminados por su proximidad al rio Guadaquivir, donde se vertían los detritus de la ciudad). Muy amada por su marido y primo, era hija de uno de los enemigos " mas fuertes" de Isabel II (el duque de Montpensier). El padre de su nuera y su hijo (Luis Felipe) también intentaron coronarse como "reyes de España".

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Me decía Julián, hablando de esta época que tanto conocía: -"Por aquel entonces, a nuestro país le salían más pretendientes, que a una sucia bailando entre soldados..."-.   Se refería a los "pretendientes" al trono (evidentemente), pues no solo estaban los carlistas, con "ciertos" derechos. A ellos, les acompañaban otros como: Amadeo de Saboya, Leopoldo de Hohenzollern, el Duque de Montpensier, su hijo Luis Felipe, el general Espartero y largo etc.. Todos, de una forma u otra, "pretendieron" y ocuparon el puesto de la la reina, sintiéndose en el Derecho de hacerlo por ser "el monarca" una mujer  -no tanto por motivos políticos...-.  ¡Qué tiempos!. Pensemos y reflexionemos un poco para comprender que entre 1474 y 1517, en Castilla y Aragón (España) reinaron Isabel I y  Juana I; reconocidas perfectamente  por todos sus caballeros y súbditos. Incluso, Isabel La Católica, "suplió" en el trono a un hombre, que tenía más derechos como legitimo heredero... . Pese a nuestra historia y a tener una de las mas recordadas reinas en Isabel I, cuatrocientos años después (en 1874), tuvieron que sustituir "a la madre", por su hijo Alfonso XII,  principalmente por la falta de reconocimiento general de una mujer como monarca.

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BAJO ESTAS LINEAS: Curiosa foto-lámina de la familia de Alfonso XII, con las infantas Paz y la reina Maria Cristina (a la izquierda). Entre el rey y la reina, María de las Mercedes, la primera hija y "Princesa de Asturias", entonces (1881). Bajo ellos, las infantas Isabel y Eulalia. (imágenes tomadas del libro de Julián Cortés-Cavanillas: ALFONSO XII).

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Como ya hemos comentado, antes de comenzar cada nueva intervención, incluiremos una lineas en memoria y solidaridad de los afectados por el terremoto de Japón. Para todos los que deseen ayudar o donar algo a estos damnificados, les proponemos dos páginas (una de Cruz Roja y otra de Unicef). Del mismo modo, nunca debemos de olvidar que la mejor ayuda a Japón en estos momentos es: Consumir sus productos (sin miedo alguno), tanto como comprar sus máquinas y sus coches (que son magníficos).
http://www.cruzroja.es/pls/portal130/portal.donante.donativo
http://servidorseguro.unicef.es/web/donacion.html
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Como  decíamos ayer, si la buena educación hubiera tenido nombre y apellidos, esta se hubiera llamado: Julián Cortés-Cavanillas. Porque nunca conocí una persona  más agradable y menos conflictiva, siempre dispuesto a escuchar a todos con una sonrisa y a contestar con un chascarrillo o un chiste (si alguien decía algo desagradable, o inconveniente). Así contábamos en nuestra anterior entrada; que durante los años 1985 al 1988, pude compartir con él muchas reuniones, tertulias y fiestas -aunque tras esta última fecha, comenzó a tener problemas de salud, que le obligaron a ausentarse de las celebraciones-. En esa época, tuve la gran fortuna de que se aficionó a venir una vez por semana a casa de mis padres, donde siempre teníamos una "charleta" que comunmente, se amenizaba con historias sobre Japón (debido a que a Julián le encantaba este país, de donde era mi novia de entonces -quien hoy es mi mujer-). Siempre me arrepentiré de no haber tenido entonces una libretita a mano, para ir apuntando todo lo que narraba Julián sobre su pasado, sobre los reyes, sobre sus amistades y sobre lo vivido por él -Porque era verdadera memoria histórica-. Aunque pese a haber transcurrido casi veinticinco años, me acuerdo de algunas de las historietas que nos comentaba (por su importancia y por lo divertidas que eran).
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Siempre que pude, le hice de "chófer", ya que como no conducía y en aquellos años tenía mas de setenta y siete, le venía fenomenal que alguien le recogiera en su casa de General Moscardó y le devolviera a ella (tranquilo y seguro). Mi intención de llevarle y traerle en coche, no era "humanitaria" (como muchos entendían). Para nada, era cultural y se debía a que en estos trayectos, cuando estábamos a solas y sabía que nadie nos oía, comentaba cosas verdaderamente interesantes -a mi mujer le encantaba viajar con él, porque era un hombre increiblemente ameno y con una conversación agradabilísima-. También en estos momentos (dentro de "tapones" de tráfico o durante largos recorridos), entablaba discusiones conmigo, intentando convencerme para que fuera "más" monárquico... .
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Recuerdo que un día de esos en los que ir de un lado a otro de Madrid suponían varias horas de coche, me preguntó: -"¿Oye, pero tú no eres nada republicano?. Lo que pasa es que no te gustan tanto los reyes, porque te caen mal algunos de sus amigos"- .   
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Yo le contesté: -"No Julián. Yo soy... Monarquicano"-.   A lo que repuso: -"Anda y ... ¿Eso, qué cosa es?"-.   Respondiéndole entonces con ahínco: -"Pues... .Que... . Lo que a mí me molestan no son los reyes (que los ha habido buenos y hasta bien inteligentes); a mí lo que me repatean, son muchos monárquicos; todo el día enredando y snobeando."-
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Se quedó el pobre pasmado, pero como era un hombre rápido e inteligente soltó un chascarrillo aseverando mis "duras" palabras con un: -"¡Los monárquicos, somos fatales. El primero yo, que soy el más monárquico de España!"-. Inmendiatamente le expliqué que lo dicho, no iba nunca por él (que era un verdadero amigo). Sonrió con unos dientes de rata que sacaba bajo la boca y luego comentó que bien sabía que por él no lo decía.... . Continuando con un: -"Mira que eres malo... . Ya sé por quién lo dices y quién te cae mal a ti... . Pero los monárquicos no somos todos iguales. Los hay muy buenas personas..."-.
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Tuve entonces que callar lo que pensaba sobre cómo le habían relegado y jubilado (totalmente) "ciertos grupos" y sectores de la Alta Sociedad. Pues era sabido que Julián estuvo sesenta años haciéndo favores y portándose de maravilla con cuantos seguían a los reyes. Pero en su vejez, tuvo que ver como muchos amigos de la nobleza y parte de la burguesía monárquica, le daban la espalda. Solo por haber cumplido años, estar retirado y haber perdido ya la capacidad para hacerles más favores. Nunca tuvo una queja ni un ápice de amargura, pero para quienes sabíamos quién había sido Julián Cortés-Cavanillas, nos sublevaba ver como había tantos de sus amigos importantes, que ya ni se ocupaban de él, por verle anciano y débil. 
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El día que le manifesté mi poco aprecio por algunos monárquicos, quedó pensativo y quizás dolido por mis palabras. Comentando Julián, tras el momento de silencio que se produjo en el coche (al decir yo lo de "monarquicano"); que quizas, la única ventaja que tenían las Repúblicas, frente a las monarquías, era la de que cada cuatro -u ocho- años, las amistades del Jefe del Estado cambiaban y rotaban. Tras ello, se echó a reir, llamándome "el chorra monarquicano"... . Así era Julián Cortés-Cavanillas, un hombre de una educación absoluta, sin nada amargo, al que era imposible cambiar en su buen humor y que contestaba todas las preguntas, e incluso a las impertinencias (aunque vinieran de un chico de veinticuatro años -como yo-, entonces muy herido y enfadado con algunos sectores de gran poder; por haber tenido graves encontronazos con "ciertos ambientes snobs" y malvados, de la Villa y Corte).
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Pese a ello, me reconoció que "los incondicionales" eran su ilusión, al final de su vida. Dos grandes alegrías había tenido en su existencia: La primera fue cuando Alfonso XIII le había nombrado biógrafo dándole un gran abrazo. La última, cuando hacía pocos años entonces (en 1987), el rey Juan Carlos le había cogido en brazos y llevado hasta un sofá en la Zarzuela, como si se tratara del niño de la casa... . Pero entre todas, una de las grandes ilusiones, eran los "incondicionales", los amigos que todavía conservaba en estos días finales,  cargados de penalidades y problemas. "Incondicionales": Así llamaba a los antiguos amigos, que todavía le trataban y quienes eran por aquel entonces, solo "unos pocos", para un hombre que había conocido a media España y ayudado a la otra mitad. Entre estos que siempre le arropaban, se encontraba su admirado y querido amigo Leandro Alfonso Ruiz Moragas (entonces; hoy D. Leandro de Borbón). Decía que era igual a su padre y que una de las mayores ilusiones que tendría sería la de verle apellidado Borbón -tristemente, el reconocimiento de D. Leandro llegó tras la muerte del escritor-. Contaba Julián que su sobrino (el rey) siempre estaba tratando de que por fin inscribieran oficialmente a Leandro, como legítimo tio suyo diciéndole comunmente: -"Leandro, tú lo que tienes que hacer, es firmar y presentarte como Borbón y pasar ya de los abogados y esas cosas"-.
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Pude en esos años conocer al este hijo de Alfonso XIII -por mediación de a Julián- y tras hablar con D.Leandro y ver que realmente era un "tipo" divertido y castizo, le pregunté al escritor, si era verdad que tanto se parecía a su padre. A lo que Cortés-Cavanillas me lo confirmó, diciendo: -" Se parece muchísimo, anque el rey Alfonso era aún más divertido y animado. Había momentos en los que no podías parar en horas de reirte, de las cosas que decía; con la flema y la juerga con las que las pronunciaba..."-. Muy interesado entonces, le pregunté tras ello, qué tipo de persona era Alfonso XIII, y su biógrafo me contestó: -"Parecido a Leandro, muy similar, pero áun con mas gracia y con más estilo y garbo. Para que te hagas una idea, al lado suyo, Jaime de Mora y Aragón sería un soso y un tío sin gracia ni clase".- (¡Cómo debía de ser, pensé yo para mis adentros!).
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No pude comprobar como fué Alfonso XIII, que según lo que contaba en privado Cortés-Cavanillas, era un hombre simpático y lleno de ingenio. Pero lo que  sí puedo afirmar es que Julián era un tertuliano inmejorable y una persona cargada de humor, ironía y de bondad. De ello, aún recuerdo algunas anécdotas que narraba en las reuniones de casa (donde a veces se "explayaba"); historias de las que alguna desearía recoger, pues son "Historia viva" -y precisamente, muchas, historia del humor más refinado-.
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Así nos comentó, que tras haber ido al Japón de corresponsal, con los "todavía" príncipes (en el año 1972) y a su regreso del viaje, le mandó llamar Franco (para tener con él audiencia privada). Llegó a El Pardo el día que concertaron la conversación y dice que le recibió "cordialmente", saludándole con el "efusivo": -"Como anda por allí, Cortés"-. Ello era la manera en la que siempre se dirigía a él, debiendo saberse que el "Cortés" era como llamaba Franco a Julián y el "allí", suponía Italia, donde el escritor llevaba años. "Cortés" le respondió que le iba muy bien por Roma (donde era desde 1945 corresponsal de ABC). Tras lo que el general le preguntó, cómo había encontrado España.
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Parece ser que aquella cuestión, ya la consideró "Cortés" un tanto compleja y no sabiendo qué contestar - y sobre todo, sin querer decir que Italia estaba mejor-, le respondió, que había visto a nuestro país animadísimo y muy alegre. El general (que ya estaba mayor) no acertaba a entender a qué se refería al decir aquello de "muy alegre", por lo que le preguntó a qué se refería concretamente. Así, Julián le explicó que la española, era una alegría que se veía hasta en las calles. Por ejemplo, que todas las noches de verano, a las dos de la mañana, la Gran Via o el Paseo de Recoletos, estaba aún llenos de vida y de gente, tomando copas y cambiando de un local a otro; mientras, a esas horas la ciudad de Roma estaba desierta. Entonces parece ser que Franco se quedó pensativo un momento y le dijo con tono "semi-enfadado":
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-"¿Ahh... Es eso?. ¡Pues yo le digo Cortés, que todos esos que hay allí a ´las tantas`, son señoritos!."   Julian, al ver un tanto alterado al general, se quedó preocupado y tras escuchar su afirmación le preguntó si creía que realmente estas miles de personas que pululaban por La Gran Via, o el centro de Madrid, a altas horas de la noche, eran señoritos. Tras lo que Franco le contestó, incorporándose sobre la mesa y diciendo exactamente: 
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-" Evidentemente: Son señoritos. Población flotante.... . Esos, no cuentan"-.
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Quedó el escritor con cara y corazón admirado al escuchar aquello y viendo que el general estaba molesto al hablar de los trasnochadores -a los que habían dedicado ya demasiada atención-, entendió que debía derivar la conversación hacia otro punto. De tal manera, siguió en ella comentando que de su regreso de Japón había venido admirado de la organización y la calidad humana de aquel país. A lo que Franco le respondió:
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-"¿Japón?. Un país maravilloso. Está a punto de convertirse enteramente al catolicismo. ¿No lo  sabe; Cortés?"-.  Julián me dijo que en ese momento, lo que no sabia era dónde mirar ni qué decirle; por lo que se le ocurrió comentar en tono de despistado, que no tenía esas noticias precisamente sobre el catolicismo y Japón. A lo que ya Franco, un tanto molesto, le advirtió que los gobernantes tenían una información muy superior a cualquier periódico y que -evidentemente-, en pocos años, Japón sería por completo católico... .   Era entonces 1972 o 1973, y parece que fué la última vez que Cortés-Cavanillas habló en privado con Franco. Cuando contaba aquella audiencia, la cara de juerga que "se le ponía" a Julián, era como para haberle tomado cien fotos; porque comentaba que en verdad había sido mucho mas surrealista que cualquiera de sus conversaciones con Dalí (que al parecer, fueron varias y variadas).
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Sobre este último personaje, también me narró una preciosa anécdota que se desarrollaba durante un vuelo Nueva York - Madrid, en el que viajaban en los asientos de primera: Dalí y el hijo de un afamado banquero de los años sesenta, junto a Julian. Decía que durante el vuelo, se les acercó Salvador Dalí para exlicarle que venía de Arizona, donde estaba planteando construir el "Templo Crustaceo"... . Así, al poco de despegar del J.K.Kennedy,  el pintor les dijos si querían ver los planos de su templo crustaceo y el escritor, y el hijo y heredero de un famosísimo banquero, contestaron que sí. Allí mismo, Dalí desenrolló los planos de algo pintado y que mas bien parecía un cangrejo mecánico, andando sobre el desierto, construido de metales (con cruces y símbolos religiosos por doquier). Les fue explicando a los dos españoles las funciones y significado del "Templo Crustaceo de Arizona", lo que parece, era incomprensible para un simple mortal. Pese a ello, al hijo del banquero  le entusiasmó la idea, tanto que pasaron horas hablando del tema. Antes de llegar a Madrid el rico heredero le dijo al pintor que en el aeropuerto le estaba esperando su padre y que tenía mucho interés de que hablara con él, por ver si le patrocinaban el maravilloso proyecto de Arizona, desde el banco familiar.
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De tal manera, aterrizaron en Barajas y al salir de frontera allí estaba el mencionado magnate, que tras saludar a su hijo, recibió la noticia de que había volado junto a Dalí y que deseaba presentárselo, tanto como explicarle el proyecto del Templo Crustaceo (que era la última maravilla daliniana). Así llegó hasta el banquero, Dalí; que junto a Julián, fueron invitados a comer  y a subirse al amplio mercedes que traía para recoger a su hijo. Cargaron el equipaje de todos en un taxi (que les seguía) y llegaron al banco. Allí pidió el presidente que les prepararan el almuerzo para todos (él, su hijo, Dalí y Julián); con el fin de que mientras comían, el pintor expusiera lo que era el Templo Crustaceo, por ver si se podía patrocinar por alguna entidad financiera relacionada con ellos. Contaba Julián, que la reunión y lo concerniente al templo, duró bien poco, pues la conversación entre Dalí y el banquero fue bastante breve.
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Pues el pintor comenzó exponiendo que había encontrado en el hijo del financiero, uno de los hombres mas inteligentes del Mundo; ya que a todos había explicado el Templo Crustaceo y nadie lo entendía. Pero que el heredero de aquel magnate, tan solo en unas horas, e incluso en unos minutos, había captado y comprendido todo el significado, tanto como la importancia del proyecto de Arizona. Ello, lo corroboró Julián, quien dijo que ciertamente, tras haber intentado atender durante largo tiempo las explicaciones de Dalí, poco o nada comprendía; mientras su compañero de asiento, lo entendió todo rápidamente. Tras aquello, comenzó el pintor a exponer de nuevo, qué era y en qué consistía el Templo Crustaceo; explicando detenidamente todos los pormenores a su posible patrocinador (ante el hijo,  quien animaba al artista a que hablara de una cosa y de otra....). Trascurridos unos minutos y antes de que pasaran al segundo plato, dijo el financiero que ya "lo entendía todo y bastante bien".  A lo que Dalí le felicito. Tras eso le preguntó el pintor, qué le parecía la idea y el proyecto. Entonces, y ante el asombro de todos, el anfitrión dijo severamente:
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-"Que, qué me parece lo del Templo Crustaceo.... Me parece una imbecilidad..."-.  Los comensales quedaron mirándose, con un gesto de "horror". Todos, menos el artista, pues Dalí, en décimas de segundo, le contestó al banquero con un acento catalán más marcado que de costumbre:  -"Oiga... Es verdad que el inteligente no es su hijo.... Lo es Usted..."-.   La carcajada fue general (hasta al camarero que les servía, parece que se le cayó la bandeja de la risotada) y la amistad entre el financiero y el pintor parece que desde ese momento se perpetuó.  
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Estas y otras cosas eran las que Julián nos contaba una tarde sí y otra también, haciendo mas que amena cualquier tertulia o reunión en casa. Pudiera parecer fácil ser así, realmente no lo era, porque entonces, Cortés-Cavanillas tenía mas de setenta y siete años, con grandes problemas de salud (y profesionales). Además, entre sus amistades, había sufrido tremendas deslealtades. Pese a ello, nunca tuvo un mal comentario ni un mal gesto hacia nadie. Porque Julián era un verdadero señor (de los pies a la cabeza), para quien lo mas importante era ser educado y fiel, agradable, ameno y culto (hasta límites insospechados). Sean estas palabras a la memoria de quien era tan buena persona y tan divertido amigo; pese a que se distanciaba en casi cincuenta años de edad conmigo y en más de cincuenta y cinco, con mi mujer (la japonesa con la que le encantaba hablar horas y horas sobre el Sol Naciente y sus emperadores).  

sábado, 26 de marzo de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: La lealtad, la bondad y la buena educación.

Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos nuestras entradas pidiendo ayuda y el recuerdo para los damnificados de este trágico suceso (tanto como a los que hoy se han producido en otros seísmo). Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja (para enviar  dinero, objetos y alimentos de primera necesidad a damnificados en estos terremotos).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.
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Sobre este párrafo: Retrato inacabado de Julián Cortés - Cavanillas, pintado por Betsy Westendorp hacia 1985-1986 (ver www.betsywestendorp.com). Poco después de esta fecha, Julián comenzó a sufrir enfermedades que le impidieron ir a posar, para que la pintora terminase la obra. Recuerdo que Betsy se portó maravillosamente con el escritor y periodista; como una gran amiga, siempre atendiéndole, con mucha cortesía y sobre todo en la última etapa de su vida (cuando Cortés-Cavanillas estaba enfermo y apartado de las élites, a las que antes había pertenecido).
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BAJO ESTAS LINEAS Y SOBRE ELLAS: Un ejemplar del libro sobre Alfonso XII escrito por Julián y que me dedicó al poco de entablar amistad. Le conocí hacia 1977 en casa de Betsy Westendorp, pero no sería hasta 1985 cuando volví a verle; tras ello Cortés-Cavanillas, se aficionó a venir semanalmente a comer a casa de mis padres y a tener tertulias allí. De él debo decir, que -tal como mis padres y hermanos afirmaban-: Era una de las personas más educadas y más agradables que nunca habíamos conocido; un tertuliano nato, siempre con una sonrisa y una anécdota curiosa en cada conversación. Se hizo tan acostumbrada su visita a casa, que tristemente nunca nos hicimos fotos con él  (algo que siento profundamente, pues por aquel entonces Julián era un viejecito divertido y entrañable, que a mi mujer le encantaba, ya que siempre le contaba anécdotas de su viaje y experiencias en Japón -junto a los reyes-).
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Si alguien he conocido educado y leal, este ha sido Julián Cortés-Cavanillas. Lo que digo tiene un doble valor: Primero porque vivo en Japón, donde la lealtad y la educación se lleva a límites "insospechados". Segundo, porque nunca he sido monárquico (tampoco republicano). Por ello, la admiración que me despertó  Julián -un hombre entonces, de una ideología distinta a la mía-, goza de un verdadero mérito por su parte. Y es que Cortés-Cavanillas era un hombre de otra época, con el que incluso, pude comprender por qué -o cómo-, el padre de mi madre (y sus hermanos) adoraban a Alfonso XIII.
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Como digo, mi abuelo y sus hermanos tenían pasión por Alfonso XIII y algunos en la familia (muchos, incluso tras haber sido "liberales"). Pero para mí era un rey que tristemente nada me complacía y así se lo hacía saber al pobre Julián, quien fue uno de sus más cercanos colaboradores, y hasta amigo... . Nunca se molestó por aquello y me explicaba una y otra vez anécdotas y razonamientos sobre su reinado, defendiendo a quien él tanto quería, con la mejor cara y con la mayor educación. Recuerdo -por aquel entonces, en mi juventud-, que le manifestaba entender como  Isabel II levantaba algunas pasiones, porque era de "pura raza ibérica" y un personaje interesante. Tan amada por su pueblo -y tan odiada en otras ocasiones-; con una vida de las más tristes que nadie pueda tener y rodeada de gente que se solo se aprovechaba de ella, resultaba un monarca intersante. Incluso, le explicaba a Julián, que comprendía a los admiradores de Alfonso XII: El rey del romanticismo, de la meticulosidad y la "pandemia" de un fin de época, que entonces toda Europa vivía . Pero me costaba creer que Alfonso XIII hubiera sido  un gran rey, como Cortés-Cavanillas afirmaba. Él, una y mil veces, me explicaba los motivos por los que este monarca pudo ser una de las causas vitales para mis abuelos y sus hermanos. Tanto que el padre de mi madre dicen que fué apresado y muerto en el 36, fundamentalmente por manifestar su lealtad a la Corona; mientras poco antes, mi abuelo paterno puso por nombre a su hijo, nacido en el año 1931: Alfonso. -Eso, que algunos, anteriormente habían tenido ideas muy liberales...-.
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Pero pasemos a Julián Cortés-Cavanillas, a quien recuerdo perfectamente como y dónde lo vi por primera vez (debió ser hacia 1978, porque yo aún no conducía y tuve carnet en 1979, tras cumplir los dieciocho). Me acuerdo que fué un sábado, a altas horas de la noche. Sonó el teléfono y me llamaba Betsy Westendorp, pidiéndome si me podía acercar hasta su casa con un disco de música polaca (de los siglos XV y XVI), en el que yo había encontrado por aquel entonces los acordes que posiblemente eran el origen de la Marcha Real (o de Granaderos). Me dijo Betsy que alguien quería escucharlo y se trataba de una persona con la que habían cenado allí ("un señor muy importante, recién llegado de Italia", literalmente), que investigaba todo sobre la Casa Real.  Estaban hablando sobre música, y se había quedado muy interesado por ver si era verdad que el himno pudiera estar entre las partituras polacas del siglo XV (como yo entonces afirmaba....). Pedí a mi hermano que me llevara hasta la casa de la pintora y así conocí a Julián Cortés-Cavanillas, cuando todavía él era un periodista y escritor famosísimo. Oímos el disco que yo llevé y observó, que efectivamente había muchos acordes comunes con los del himno español, aunque concluyó que podía ser quizás un hecho casual, pues le faltaban cadencias o notas más iguales, para considerarlo el verdadero origen de la Marcha Real.
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Para terminar, comentó que igualmente le había pasado con una ópera, que algunos consideraban la fuente de inspiración del "Cara al Sol"; narrando Cortés-Cavanillas que ese himno se había compuesto primero con letra vascuence y se llamaba "Amanecer en Cegama"; siendo obra de Juan Tellería ( compositor nacido en Cegama). No recordaba Julián bién la ópera en la que decían podía estar "inspirado" el Cara al Sol y preguntándome sobre ello, le comenté que quizás se refiriera a la Gran Marcha de Aida. A lo que replicó que,  exactamente era esta; quedándose algo sorprendido por que yo lo hubiera acertado. Más tarde, recuerdo que siguió la conversación y la tertulia hasta altas horas de la madrugada, en la que Julián contó (entre otras) una anécdota verdaderamente divertida. Narrando como en sus primeros días en Roma, cuando llegó como corresponsal de ABC hacia 1945, tuvo que esperar a que le dieran un piso, viviendo en una pensión. Allí, no podía hacerse ni un café por las noches, mientras escribía las redacciones. Así que ya harto de no tener donde poner agua a hervir, salió una de las mañanas a comprar una cazuela eléctrica. Y como todos los españoles creemos que hablar italiano, consiste en acortar las palabras y ponerle "zetas" e "ies", entró en una tienda de electrodomésticos y pidió:
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-"Per favore.... Un cazzo elettrico"-. Ni que decir tiene, que el dependiente de la tienda, hace mas de sesenta y cinco años, cuando vió entrar a un señor bajito y trajeado, preguntando por un "cazzo elettrico" , no sabía donde mirar; menos qué explicación dar a un hecho "tan significativo". Hasta que uno (que al parecer, era cliente) le preguntó para qué necesitaba aquel "cazzo elettrico", a lo que Julián le dijo que para hacer café.... ¿Hacer café, con aquello? -ya sabemos todos lo que significa "esta palabra" en idioma de Petrarca-... Los italianos no podían parar de reirse... Al igual que nosotros, de cuanto nos contaba Cortés-Cavanillas, esa noche  de 1978, en casa de Betsy.
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Recuerdo que al salir de allí, mi hermano me comentó si sabía quien era ese señor tan simpático con el que habíamos hablado horas. Yo lo desconocía y me comentó que se trataba del biógrafo oficial de Alfonso XIII y de gran parte de la familia real, habiendo sido unos de los grandes colaboradores de los reyes en el exilio (a más de Secretario General de ABC).   Yo no podía dar crédito a lo que me comentaba, porque aquel señor con el que habíamos estado hasta altas horas de la madrugada, más parecía un humorista escritor (del tipo de Alvaro de la Iglesia), o un bohemío del Gijón, contando anécdotas y chistes sin parar. Tras lo que mi hermano me apostilló: "-Es que si algo tenía Alfonso XIII, era ser simpático; y este Cortés-Cavanillas, debe ser muy del estilo...-" . De ello tengo guardo una gran pena, pues años después vino mucho Julián por casa, y siempre contaba anécdotas increíbles y divertidísimas. Aunque, tristemente, nunca se me ocurrió hacer un cuadernito con lo que nos narraba -que a veces era genial-. Así, que cuanto ahora escribo, lo guardo en la memoria y es solo lo más relevante de todo lo que nos fué transmitiendo Cortés-Cavanillas, en comidas y tertulias (durante sus últimos años).
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Pues fue unos siete años después (en 1985) cuando volví a encontrárme con Julián en una cena. Allí le comenté que yo era amigo de Betsy Westendorp y que muchos años antes le había conocido en casa de la pintora; afirmaba acordarse de la velada y de lo que hablamos sobre la ópera y la Marcha Real (dejándome admirado de su memoria). Antes de despedirnos, me dijo "que le enviara muchísimos recuerdos a la aquella encantadora dama y conocida común". Al día siguiente telefoneé a Betsy y le comenté mi encuentro con el escritor, tras lo que quiso saber de él, pues se había enterado que estaba ya un poco mayor y muy retirado de la profesión (tenía por aquel entonces mas de setenta y cinco años, Julián). Me dijo Betsy que le quería hacer un retrato, pero que como Cortés-Cavanillas no conducía, debía haber alguien que le trajera y le llevara a su estudio, para que posara. Me ofrecí a hacerlo y a llamarle para comentarle que comenzaría a recogerle semanalmente en su casa de General Moscardó y trasladarle hasta la de la pintora. Entonces recuerdo que Julián se quedó muy pensativo y comentó:
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-"Dile Betsy, que yo ya estoy totalmente retirado y no aparezco ni escribo en ningún sitio. Así que si me hace el cuadro, no puedo corresponder, ni sacarlo en las revistas, ni hacer nada para promocionarla. Y es que un retrato de ella vale millones, así que no puedo ir a posar"-. Le comenté aquello a la pintora, quien se enfadó terriblemente; le telefoneó ante mí diciendo que ese, precisamente, era el momento de hacerle un cuadro; ahora que tenía tiempo para ir y que nadie les molestaba por las tardes. Tras echarle una pequeña bronca la artista, parece que Julián aceptó el retrato e ir a posar, para lo que fui haciendo yo de chófer algunas tardes.
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Así conocí a Julián, quien tuvo una especial predilección por mi amistad, porque le presenté a la que entonces comenzaba a ser mi novia (mi actual mujer); quien al ser japonesa, le despertaba una enorme admiración. Poco después llevé a casa de mis padres a Cortés-Cavanillas, donde desde entonces y hasta su enfermedad, no faltaba una semana en la que nos reuniéramos y nos diviertiéramos, haciendo tertulias y contando historias. Le encantaba estar entre gente joven y a pesar de tener ya setenta y siete años, se divertía contando sus experiencias y aventuras  a todos. En especial las ocurridas en el país del Sol Naciente, que narraba con verdadero arte a mi  novia japonesa (-entonces, hoy mi mujer- que en esos años no había cumplido los veinte). Teniendo la virtud de poder sentar en la misma mesa a tres generaciones (abuelos, padres e hijos), e irles contando historietas a todos, sin aburrir nunca a nadie, porque con una enorme atención seguíamos siempre las aventuras y anécdotas que nos relataba Cortés-Cavanillas.
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Normalmente trataban sobre su vida, que comprendía fundamentalmente desde que había publicado su primer libro: "Alfonso XIII (Causas y episodios de una revolución)". Obra que editó en 1931 y con la que tuvo un enorme éxito; llegando a los cincuenta mil ejemplares de ventas en solo un par de años. Parece que tras ello, su amigo el Doctor Florestán Aguilar, le llevó a Roma a conocer a Alfonso XIII en el exilio, quien le hace su biógrafo oficial ya en 1933, cuando Cortés-Cavanillas solo contaba vienticuatro años  (que eran casi los mismos que yo tenía por aquel entonces, cuando sucede lo que narro -en 1986-). Su amigo Enrique González Fernández, que también le conoció por estos años, narra que poco después -en 1935-  Alfonso XIII fué padrino de su boda, tanto como de su primer hijo (Alfonso Cortés- Cavanillas, también un destacado periodista, que durante tiempo llevó los informativos de TVE). Pero pasemos a algunas anécdotas que recuerdo narraba de esas épocas:
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La primera, que nunca podré olvidar es la que contaba sobre la casa de su amigo Florestán Aguilar, que al parecer era el médico de Alfonso XIII. Decía Julián, que este afamado doctor, vivía en Madrid, en la calle Fernando VI, precisamente en la casa modernista que hoy es la SGAE (Sociedad General de Autores). Allí, en ese palacete a la "última moda de entonces", tenía su casa Don Florestán y al parecer, un día, mientras Julián y sus amigos estaban en aquel domicilio, una persona del servicio doméstico sufrió un extraño accidente. Consitió ese percance en que una chiquita, mientras limpiaba las ventanas y las cristaleras, se resbaló y en su ropiezo tuvo la desgracia de que uno de los muchos "chirimbolos" que decoran las balaustradas de esta casa modernista, se le introdujo por aquella parte donde entonces se creía que "vivía la honra". Tras recogerla, Don Florestán se apresuró a curarla y al reconocerla, vio. que no había sido mas que un pequeño golpe en zona nobilísima, sin producirle daños; pero que infortunadamente, le había roto aquella minúscula zona en la que muchas familias asentaban el honor de las hijas....
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La chica no paraba de llorar y llorar, sin saber como iba a contar a sus padres y a su novio lo sucedido y tanta pena les dio a todos, que el doctor Aguilar dispuso que se le hiciera un certificado oficial. Dictando el escrito que tan solo aquel percance (con un "chirimbolo" de la barandilla de su casa), había sido la causa de esa "terrible rotura"; por lo que la pobre infortunada, era pura y casta. Tras eso parece que  pidió también, que certificaran Julián y el resto  de los amigos que estaba en ese momento allí, haber presenciado el accidente. De tal manera, el médico extendió su "acta" y los amigos firmaron una carta de autenticidad de los hechos, con la que aquella pobrecita  -"así herida"-, pudo presentarse ya tranquila ante el novio y sus padres. Tras aquello, contaba Julián, que Don Florestán (con alguna sorna), les comentaba que aquella chiquita había mejorado muchísimo de carácter y estaba muy tranquila y alegre... Sin saberse por qué...
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Aunque quizás, el misterio se resolvió cuando a los pocos meses -o semanas- otra mujer jóven de la limpieza, sufrió un idéntico incidente (que igualmente hubo de certificar Don Florestán, con un mismo diagnóstico e historial al del anterior). Desde aquello, contaban muchos, que diariamente iban chicas y chicas, para intentar colocase a trabajar en la casa del Doctor Aguilar... . Casi sesenta años después (hacia 1987), mientras una tarde andábamos con Cortés-Cavanillas por la calle Fernando VI, viniendo de una fiesta; al pasar ante la SGAE, Julían nos dijo:     -"Mira, esta es la casa de Florestán y esos herrajes que ves en las escaleras, son los chirimbolos, gracias a los que nunca faltaban chicas muy interesadas en trabajar para el hogar de mi buen amigo...."- 
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Puede parecernos fácil ser así, pero estamos narrando anécdotas de un hombre que nació en 1909 y que en a mediados de los ochenta, ya tenía casi los ochenta (y valga la redundancia). Haciendo siempre reír a todos, con sus anécdotas y su sentido del humor. Recuerdo que una vez le pedi por qué no me contaba una de las "mas fuertes" que le había oído mencionar a Alfonso XIII de sí mismo y me dijo que tenía "una" que era "incontable", pero que se "iría de la lengua": Se trataba de un día, en que comiendo en Lhardy el cocido y los callos (que era el menú preferido de este rey), tuvo que compartir mesa con un profesor de Filosofía que era un pedante. Harto ya de pedanterías del "sabio", le preguntó con cara de serio en un momento en que aquel tan docto, se había callado:   -"¿Oiga profesor, eso de la Filosofía que nos cuenta, cree Usted que se le puede echar al cocido, o es más partidario, que lo pongamos en los callos?"-. Se produjo un momento de incertidumbre y tras ello, dicen que la carcajada de todos los que estaban en la mesa, fué sonada.
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Como ya dije al principio, Julián Cortés-Cavanillas, sentía una predilección y amistad especial por la que entonces era mi novia y ahora mi mujer. No solo por ser japonesa, sinó también por la cultura que ella tenía ya con solo diecinueve años y poder conversar así sobre el Pais del Sol Naciente, al cual tanto admiraba el escritor. Uno de los viajes que decía mas se había divertido en su vida, fué el que había hecho como corresponsal en 1972 hasta Japón, con  los reyes (entonces príncipes). Narraba mil anécdotas y casi todas imitando a los japoneses, lo que provocaba enormes risas; pues cada vez que contaba como se le había acercado un nippon para regalarle, preguntarle o pedirle algo, se levantaba de la silla, ponía cara de "chinito" y se movía como si estuviera embutido en un kimono. Las historietas eran múltiples y todas terminaban refiriéndose al Emperador a la Emperatriz y a costumbres del baño, o cosas cotidianas de los japoneses. Le habían encantado las geishas (porque narraba que fué invitado a una de las mejores casas de Kioto) y las imitaba tocando el samisén, cogiendo el ABC y haciendo con el periódico que tañía la guitarrita japonesa, dando con la boca con el sonido "a lata" de aquel instrumento, mientras cantaba en un perfecto castúo unas canciones que se inventaba en "su japonés".
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Pues Cortés-Cavanillas era de Badajoz y sus orígenes estaban cercanos a Medellín; y por ello, le había dicho una y mil veces Alfonso XIII, que seguramente tenía algo que ver con el conquistador (Hernán), tanto como con el marquesado del Valle de Oaxaca. Comentando Julián que una y mil veces el rey en el exilio le expuso que debería hacerse la genealogía, pues de tener tronco en Medellín con el conquistador, le podía rehabilitar títulos. Al final de su vida, el escritor me confesó que había sentido mucho no haber tenido tiempo para investigar este punto de su pasado, pues le hubiera encantado encontrar entronque con Hernan Cortés, al cual él admiraba profundamente.
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Una de las cosas de las que también hablaba comunmente Julián era del significado de los Emperadores del Japón y de su admiración por aquello. Yo entonces no le comprendía, ni entendía su admiración por estos hechos. Tampoco su devoción hacia Alfonso XIII, del que decía que era el verdadero rey, pues fué el único caso en la Historia de Europa que nació ya monarca. Hablaba de su señorío, de su simpatía, de su forma de ser en el exilio y de mil cosas que le contaba en Roma (mientras fué su asesor). Tristemente, no le hice el caso que hubiera debido, apuntando los hechos que me relataba sobre el rey Alfonso. Solo recuerdo un día en que le pregunté cual era la esencia de la monarquía y me contestó que tenía un significado espiritual y cultural. Que por ello, una figura como el Emperador de Japón, o la reina de Inglaterra, era el ideal a seguir (lo otro, lo que hacíamos en España, "descafeinando" la institución, era "complejo"). Me explicó sobre todo ello, que se trataba de desvincular la cabeza del Estado de algo "material", y así, poniéndola en la Corona, se trataba de crear una figura cultural o histórica (inmaterial e inaccesible) que representara al Jefe del Estado. No lo comprendí.
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Años más tarde me fui ya a vivir a Japón y allí conocí a alguien que también hablaba de cosas parecidas. Le comenté que "aquello" de considerar a un hombre dios por haber nacido en una estirpe, era inconcebible en Occidente. Me contestó que efectivamente; que eso era quizás para nosotros, una gran injusticia: Considerar a alguien superior, solo por el nacimiento... . Pero prosiguió diciendo, que aquello, era el vivo ejemplo de la vida, que estaba llena de desigualdades e injusticias (ya desde el momento de nacer). Aunque gracias a aquel dios que los japoneses tenían en su Emperador, se había creado esa nación. Por lo cual, ya la injusticia merecía la pena... . De lo que se concluía que posiblemente, la peor injusticia quizás era la de que otros países no hubieran podido cometer el mismo "error" y copiar ese ejemplo, para ser como Nippon. Pues quizás la gran pena del Mundo, era que solo una pequeña parte de la humanidad podía nacer en un país tan organizado, bien estructurado y maravilloso como el Japón... . Tras ello, me dijo si había comprendido algo del significado de su país. Me dejó pensativo aquello... .
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Después oí decir algo similar a los ingleses, quienes ven en su reina el origen de sus ancestros y la cabeza espiritual de su Nación. Tras ello, sentí mucho no haber podido respetar de joven un poco más a Julián Cortés-Cavanillas y a sus ideas, entre las que estaba que la monarquía mejor era la teocrática. No sé si tendría razón, pero puedo asegurar que Inglaterra y Japón funcionan y que tienen un enorme sentido de Nación, de su pasado, de la solidaridad y de su Sociedad. Vaya esta última frase en petición de disculpas al desaparecido amigo y de cuantas tardes le discutía a Julían, diciendo que la monarquía era solo un atraso. Él, con la mayor educación me expresaba sus pareceres y nunca dejó de respetar mi punto de vista. De veras, era un hombre educadísimo y "en el buen sentido de la palabra, bueno" (como diría Machado).  

martes, 22 de marzo de 2011

ÁNIMO, JAPÓN


Ayer regresaron desde Tokio los españoles -y sus familiares-  que desearon volver de Japón. Tras su aterrizaje,  fueron sometidos a un análisis de radiactividad, tanto como se examinó obligatoria y minuciosamente, el equipaje que traían.

El resultado que obtuvo la Agencia de Seguridad Nuclear fue: Que carecián de contaminación radiactiva alguna y no había indicio de radiación (sobre ellos o sus equipajes). Esta es la mejor noticia que podían darnos a quienes tenemos a nuestras familias y amigos en Japón, que hemos vivido diez dias terriblemente en vilo. Oyendo horribles afirmaciones procedentes de políticos de Centroeurpoa, quienes dictaban con seguridad, que los japoneses estaban sufriendo contaminación radiactiva, que sus autoridades escondían.

Como ha podido verse en el análisis de quienes llegan de Tokio, el gobierno japonés no ha mentido y quienes tenemos allí familia (o amigos) hemos podido dormir ayer tanquilos (por fin). Por lo demás y tal como decían las autoridades nipponas, el problema de la central de Fukushima, puede solucionarse en breves fechas.

Queremos mencionar como verdaderos protagonistas y héroes de cuanto ha sucedido a los trabajadores de TEPCO, que voluntariamente han querido trabajar en la central de Fukushima, para evitar el accidente nuclear. Poniendo en riesgo su vida y su salud; quienes son un ejemplo de bondad, dedicación y sentido verdadero del deber y la moral. Quienes han conseguido solucionar lo que pudo ser un terrible acontecimiento.  A ellos nuestra gratitud y nuestro deber, de por vida.

Igualmente, realizaron y siguen en una labor heróica, humanitaria y magnífica; los soldados y voluntarios japoneses, junto con las patrullas llegadas de otros paises. Muchos de ellos extranjeros, que sin atender los "consejos" que les llegaban desde Centroeuropa "invitándoles" a huir del escenario del maremoto; siguieron con sus labores para el rescate de supervivientes y recuperación de cadáveres. En lo que tristemente siguen, puesto que lo único realmente catastrófico que ha sucedido en Japón, ha sido un terremoto-maremoto, que ha sesgado mas de ocho mil vidas y ha dejado mas de quince mil desaparecidos (a más de producir terribles destrozos materiales, que han dejado sin hogar ni enseres a casi setecientas mil personas).



¡Ánimo, Japón!


PARA QUIEN DESEE ENVIARLES AYUDA, HAY MÚLTIPLES FORMAS DE DONAR DINERO O ALIMENTOS.

ENTRE LAS MAS FACILES, QUIZÁS SEA ESTA QUE PROPONEMOS:

VER: http://www.groupon.es/deals/oferta-nacional/ayuda-a-japon/287648


domingo, 20 de marzo de 2011

Agradecimientos y petición de ayuda a los damnificados en Japón


Solicitamos colaboración para ayudar a los damnificados por el terremoto y maremoto del Japón. Entre las opciones existentes para donar alguna cantidad, propongo la que Groupon ofrece en internet, convirtiendo cada euro en otro más, que se donará a la Cruz Roja japonesa.

VER:
http://www.groupon.es/deals/oferta-nacional/ayuda-a-japon/287648




Agradezco sobremanera la actitud serena, profesional y recta que tras la catástrofe natural han tomado las autoridades españolas. Desde los miembros de su gobierno, a todos los de la Oposición (tanto como la mayoría de los mandatarios); quienes se han limitado a apoyar a una nación asolada por fenómenos tan terribles. Colaborando y ayudando a Japón, en la medida de sus posibilidades; sin intentar aprovechar tan nefasto y triste momento para iniciar debates sociales, ni hacer política en unos dias tan tristes y de luto.

Igualmente agradecemos al pueblo español el cariño y apoyo que nos transmiten -y a todos los amigos que nos han hecho llegar sus condolencias-. Viendo en lo afectados que se sienten, la bondad y la claridad de gentes solidarias y buenas.

Algo que tristemente ha contrastado con quienes (desde otras zonas de Europa) han aprovechado la ocasión para generar un ambiente sensacionalista y catastrofista; lo que ha sumado más dolor al ya existente. Debido a que estas noticias que de allí nos llegaban, han creado una tremenda incertidumbre durante semanas. Cargando de dudas a los japoneses añadiendo terribles problemas a una sociedad, que en esos momentos se encontraba sumida en el caos de la desgracia. Culminando todo ello (casualmente), en la pérdida de confianza en las bolsas y el derrumbe innecesario de muchos valores japoneses... . Respetamos el derecho de hacer política y negocios, con los acontecimientos de actualidad; pero nos parece terrible que se aprovechen situaciones como esta, para realizarlos con toda prisa y efectividad. Sin esperar siquiera a que un pueblo se reponga durante unas semanas, recoja sus fallecidos, sepa realmente qué le ha sucedido y tras ello, pueda reaccionar y recuperarse.

Por lo demás, desearía incluir para contrastar a lo anteriormente dicho, el apoyo -en silencio y con amistad-, que otras naciones han prestado en este tristísimo suceso. Destacando el que han dado paises como Estados Unidos, Inglaterra o China (entre otras); que se han comportado como grandes amigos (y aliados) de Japón.

Sin más y sintiéndome una vez más, orgulloso de la nación a la cual pertenezco (España) y también de aquella en la que vivo largas temporadas, Japón: Que soporta estoicamente una situación tan horrible, sin queja alguna (ni siquiera hacia el sensacionalismo que han hecho algunos políticos europeos). Agradezco mucho a todos los españoles su colaboración y su apoyo con el pueblo japonés.








domingo, 6 de marzo de 2011

LORENZO DÍAZ: El último tertuliano


SOBRE ESTAS LINEAS: Foto de Lorenzo Díaz en su página web, en la que podemos consultar su obra escrita, sus colaboraciónes y últimos trabajos: http://www.lorenzodiaz.com/web/index_new.asp?Tipo=BIen
BAJO ESTAS LINEAS INCLUIMOS LA IMAGEN DE UN LIBRO DE LORENZO DÍAZ QUE HABLA DE LAS TERTULIAS; LOS CAFÉS Y LAS TABERNAS.
Como ya dijimos en entradas anteriores, es Lorenzo Díaz uno de los últimos "tertulianos puros", criado y recriado en la cultura que nos dejó y legó la Generación del Medio Siglo; transmitiendo la herencia de la de El 27, la de El 14 y la de El 98. Tiene en sí las características del tertuliano perfecto: Una rapidez instantánea en el comentario, un enorme caudal de datos que combina con su dominio de "las culturas hispanas" (desde la más intelectual, hasta las totalmente cotidianas o de folklore). Y sobre todo, una gran ironía, memoria y agilidad en el lenguaje, para practicar el "sofismo tertuliano" (usando sus conocimientos para convencer a quien le atiende, "demostrando científicamente" sus ideas). A ello se le suma, una voz muy llamativa y alegre, que junto con su risa pegadiza y de cascarrabias, hacen de Lorenzo uno de los últimos componentes de una maravillosa etapa cultural que se inició tras la Edad Romántica (pero que actualmente está muriendo): La cultura de los cafés y las tertulias, o la "Era de los bohemios" -una segunda Edad de Oro de las artes españolas (que comprende desde 1870 hasta 1970, aproximadamente)-.
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BAJO ESTE PÁRRAFO: Fotografía de la pintora Betsy Westendorp, quien me presentó a Lorenzo Díaz hace unos treinta años. Betsy es una de las personas que más me ayudó y que siempre me puso en contacto con personas interesantes del mundo del arte y de la cultura. La conocí hace mas de cuarenta y tres años (cuando tenía yo unos seis) porque sus hijas eran compañeras y amigas íntimas de mis hermanas, tanto como su ahijado fue entonces mi compañero de pupitre. Tras ello, cuando fuí más mayor y supo de mi vocación por la guitarra, me aconsejó que continuara con la carrera de Derecho y me sacara las oposiciones (como "buena madre"). Pese a ello, nunca dejó de presentarme a periodistas, artistas y personalidades que conocía en el mundo del arte (animándome siempre a seguir con mi música). Betsy Westendorp y sus hijas, son, a más de mi "familia adoptiva" en el arte, unas personas maravillosas por su bondad, elegancia y buen gusto. VER: http://www.betsywestendorp.com/spanish/spanish.htm

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Hemos intitulado esta entrada como "el último tertuliano", queriendo aludir claramente a la figura de "el último mohicano"; el representante de una época y heredero de una "casta", que -creemos- ya toca a su término. Puesto que Lorenzo es el claro exponente de la cultura de los cafés y de las tertulias, esa que defendían y describían como "la mas auténtica", los artistas y literatos de las generaciones comprendidas entre 1880 y 1980. Una cultura a la que pertenecieron personajes tan importantes como, Joaquín Costa y Leopoldo Alas "Clarín", de la que tomaron el relevo: Valle-Inclán, Pio Baroja y los Machado (entre otros). Heredada luego por Ramón Gómez de la Serna, por Verdaguer o Eugenio D´Ors; potenciada y reverenciada por Ortega, Manolete, Zuloaga, Belmonte y Rusiñol. Seguida por Lorca, Alberti, Neruda y por cuantos frecuentaron La Residencia de Estudiantes (o por casi todos los miembros de El 27). Continuada por los escritores y pintores del Medio Siglo -entre ellos: Cela, Martín Santos, Ana María Matute, o Delibes-... .  Una cultura de las artes y las letras, que -a nuestro entender-, ahora expira tras haber sido "aparcada" a principios de los años ochenta. Cuando las costumbres cambiaron y las gentes dejaron de salir a las tertulias y a los cafés, para dirigirse hacia las discotecas y los pubs, en busca de "colocación permanente" y del gran "meneo" en el cuerpo (moviendo el esqueleto, aunque evitando todo ejercicio de la mente durante su ocio).
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Pero pasemos a Lorenzo Díaz, a quien conocí hace casi treinta años, en casa de la pintora Betsy Westendorp. Yo tendría entonces unos veinte años y él "algunos más"; aunque, sobre todo: Los dos teníamos, treinta menos que ahora. Fue aquella, una cena a la que también asistió el escritor asturiano Marino Gómez-Santos, por lo que recuerdo que la primera parte de la veleda se centró en la figura de Leopoldo Alas "Clarín". Debido a que Gómez-Sántos había escrito una de las biografías más importantes y extensas sobre aquel escritor; estuvo comentando que  el padre (y el tio) de mi abuelo, habían sido amigos y discípulos predilectos del creador de La Regenta. Algo conocía de todo ello (por lo oído en casa) y cambiamos impresiones sobre Don Leopoldo Alas, del que Gómez-Santos lo sabía todo; mientras Lorenzo recuerdo que comenzó a realizar algunos comentarios divertidos e interesantes sobre la figura de La Regenta y las sociedades decimonónicas. La cosa es que nos pusimos pesados hablando de Alas "Clarín" y en aquel momento Lorenzo Díaz, desvió sabiamente la conversación, explicando que aquello que sucedía en " La Regenta" era algo muy "reciente" y que aún se vivía en "la calle". Tanto, que era casi igual a lo que había ocurrido recientemente entre el actor más famoso de Europa y una principiante actriz española. Se refería a uno de los galanes de mayor importancia que tuvo el cine francés en los setenta (del que omitimos el nombre, por lo que hemos de narrar ) y una danzarina que entonces comenzaba a salir en las pantallas del destape hispano; quienes vivían un extraño romance...
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Aquello acaparó la atención de todos y con gran arte, Lorenzo, comenzó a explicar como el poder de las mujeres sobre los hombres y su significado a lo largo de la Historia, no era solo un tema del ayer, y que lo narrado en Vetusta era pura sociología ibérica. Aquello era "el día a día" hispano;  exponiendo que la mencionada actriz española, significaba una "Regenta de los ochenta" (una nueva Ana Ozores, de "Clarín"). Capaz de enamorar a todos, dominarlos y hacerles infélices, a la vez que generaba un estado de insatisfacción y envidia plena, en todo el país (incluoso en sí misma)... . El asunto se puso divertido y continuó narrando el tertuliano Lorenzo que esa joven actriz (entonces) de Murcia, había enamorado locamente al cineasta más famoso de Europa, y lo dominaba como a un perrillo faldero. Tanto que cuando no atendía a sus órdenes, entraba en cualquier supermercado, compraba una lata de fabada, para  meterla en su bolso y así -con el bolso cargado de peso, girándolo con gran inercia-, le daba "collejas" en el cogote, gritando como una loca: -"¡O me llevas a cenar a Maxim´s esta noche, o no vas a recibir de mí más que bolsazos de fabada, en una semana...!"-. Eso mientras estaban los dos en la playa del Mar Menor, a plena luz del día y ante la atónita mirada de cuantos les rodeaban.
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Aquello -nos explicaba Lorenzo Díaz-, era un caso claro de "nueva Regenta" murciana; una evidencia de que "las cosas" no habían variado tanto como pensábamos. Y el hecho que demostraba todo ello, era que en cualquier lugar y reunión de nuestro país, solo se hablaba de esta relación entre el actor francés y la mencionada bailarina. Opinando todos, reopinando, despellejando, criticando y envidiando (sobre todo; pues tanto él como ella, eran dos auténticos "apolineos", dignos de criogenizarse para que no envejecieran...). Así llegó pronto a convencernos, con su "sofismo tertuliano", de que lo que nosotros hacíamos era lo mismo que en el libro de Clarín realizaban los ciudadanos de Vetusta (exactamente lo mismo): Cotillear, envidiar, intrigar e intentar reírse de la situación.  Al ver un galán del cine, de tal fama y categoría, tratado como "un peluche" por una veinteañera; que le maltrataba en público y hasta le propinaba bolsazos (con lata de fabada, incluida). Verdaderamente puedo decir que la cena paso de estar bastante aburrida, a convertirse en un foro más que divertido, en el que todos opinaban y comparaban situaciones. Añadiendo unos que era verdad y que poco o nada habían cambiado las cosas desde que "Clarín" escribiera su "Regenta"; mientras otros, discutían y decían que nada tenía que ver aquella Ana Ozores, con la actriz murciana que había enamorado al mas famoso Galán de Europa... .   Terminó la velada a altas horas y llevé a Lorenzo hasta su casa, justo frente al Parque de El Retiro. Ello  porque me cayó fenomenal desde esta noche y además, porque solo hay una cosa que este periodista y sociólogo no sabe, ni sabrá nunca hacer: Conducir.
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En el coche me comentó que estaba dirigiendo entonces el programa cultural de radio nacional "El Ojo Crítico" y me pidió música para escucharla. Le envié una cinta de mi Tartessos (entonces recien compuesto) que emitió muy cortesmente; fué la primera vez que oí mi música en la radio y aún recuerdo la alegría de escucharla. Días más tarde, me dijo que iba a emitir otra vez obra en otro programa suyo y que me llevara una cinta a la radio, donde íbamos a charlar sobre tauromaquia (era precisamente un coloquio sobre Ignacio Sánchez Megías, del que se celebraba el centenario). Pero me "engañó" y me pidió que también llevase la guitarra a la emisora. Con gran sorpresa, estando en el aire y hablando sobre los toros en la Historia Antigua (Creta y etc.), dijo Lorenzo a toda la audiencia que iba yo a tocarles en directo la guitarra y allí hice lo que pude por tres veces (pues nada llevaba preparado). Yo creo que ese día Lorenzo no recibió una gran impresión de mi persona, pero por aquel entonces era yo un chico de veintidós años, "recien salido" de la mili y terminando tercer curso de Derecho (lo que me impedía tener siquiera horas para estudiar guitarra). Pese a ello, yo nunca he sido un intérprete y tan solo me limité a tocar en Japón mis obras, porque nadie las interpretaba.
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Pero pasemos a Lorenzo, que en casa también entabló amistad con mis hermanos y mis padres: Con mi hermana Mico, por socióloga. Con Tere, por vivir casi al lado y por afinidad de amistades.  Y con Mario, por "las risas que juntos hacían" y los cotilleos que se intercambiaban. Finalmente, se acercaba "Loren" cománmente cada temporada a las reunioncillas y a comer las cosas que le preparaba mi padre. Quien aprovechaba la venida del gastrónomo para cocinar y disfrutar siempre de algo nuevo. Lo mejor eran sus paellas, que cuando se hacían para Lorenzo,  debían prepararse al menos con tres jornadas de antelación (y una caja de vino). Me explico: Se compraba el jueves, una caja de vino junto a todos los pescados y mariscos, que el viernes por la tarde se ponían a cocer hasta sacar lo que él llamaba "el fumé". Mientras salía o no el famoso "fumé" que tardaba unas quince horas al fuego; había de vigilarse y en cada viaje a la cocina con este fin, se le daba un trago al vinito (para catarlo y ver si era bueno)
; pues los dos eran "caldos": Uno, el que se había traído para beber el domingo y el otro, con el que hacía el areoz (por lo que había de probarse todo muy bien, ya que venía Lorenzo Díaz). Una vez obtenido el "fumé" a altas horas de la madrugada del viernes, el sábado por la tarde se comenzaba a preparar la paella, troceando los calamares, los carabineros y todo cuanto se le iba a echar en el arroz. Esta preparación igualmente duraba horas, en las que también se abrían unas botellitas, para inspirarse en la buena elaboración de los ingredientes.
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Finalmente, el domingo de mañana, se recogía a Lorenzo y en esa hora ya se ponía todo a cocinar, mientras se abría y probaba el vino, que se iba a degustar con la paellita... . Pero como siempre venía Lorenzo con algunas botellas y había que ser muy cortés; lo mejor entonces era, que nos termináramos aquel vinito que se había comprado el jueves para el arroz y que bebiéramos del que el ilustre gastrónomo traía como obsequio. Este solía ser el ritual (con algunas variaciones) de la paella; tras el que se producía la tertulia, en la que Lorenzo intercambiaba datos, cotilleos y "nuevas" con toda la familia... . Por cierto, que un día quiso impresionar mi padre al gastrónomo y le preparó la paellita cocinada con agua de Vichy Catalán, diciéndo: -"Te voy a cocinar un arroz.... Un arroz, que no has comido en tu vida"-. Cuando lo probamos, concluimos todos que además de no haberlo comido nunca en su vida, jamás lo iba a comer (ni Lorenzo, ni nadie). Porque aquello era lo mas terrible de todo cuanto habíamos catado en nuestra existencia.
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Todavía recuerdo la cara de Lorenzo al probar aquella paella cocinada con Vichy Catalán; era todo un "poema épico" y nos miraba, sin saber qué hacer; preguntándose por qué le había tocado a él aquella experiencia... . Mientras, el gesto de cachondeo generalizado en la familia era terrible; nos mirábamos sin saber como comunicar a mi padre que aquello que habia cocinado era un "insuperable" (por asqueroso). De tal manera, Lorenzo quedó en suspense unos segundos, mientros todos mirábamos aquella carita de dolor que ponía al tragar la paella cocinada con agua de Vichy Catalán... Poco después ya rompimos a reir, diciendo: -"Lorenzo, puedes tirarla, no te preocupes, no hace falta que te comas eso"-. El pobre, respiró... . Mi padre, por su parte, ni se inmutó y solo comentó: -"Pues ya sabemos que la paella no se puede hacer con agua de Vichy Catalán. Qué raro, yo creí que iba a salir buenísima y muy saladita"-... . Miro a su plato y prosiguió: -"Aunque no está tan mal, del todo"-. Así que como la había hecho él,  hasta se tomó un plato; eso sí, bien regado con vino para quitarle el sabor que tenía (una mezcla de sabor a agua de mar, con jarabe de balneario). Todo ante las carcajadas de los asistentes, que no podíamos ingerir ni un gramo de aquel "invento".
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Tenía nuestro Lorenzo costumbre de venir por casa al menos una vez por temporada y en las comidas y en las sobremesas, hemos disfrutado de buenas tertulias y de mejores chascarrillos.  Ello, hasta que la casa, se "deshizo" y fuimos ya faltando de este Mundo algunos de la familia -que no debieran de haberse ido tan pronto-. Por ello, ya me cuesta mucho llamarle para vernos; aunque no hace "tanto", tuvimos un último encuentro en casa del Editor Ramón Acal, donde comimos divertidos. Allí recuerdo que entre las cosas que Lorenzo contaba, narró una verdaderamente divertida (que espero no se me enfade por desvelarla, pues es bastante privada):
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Empezamos a comentar en ese almuerzo que Lorenzo siempre ha tenido unas novias y unas mujeres impresionantemente bellas. La más famosa entre aquellas fué, Conchita García Campoy; pero su primera mujer debió de ser muy guapa (pues su primera su hija, lo es) y otras tantas que le he visto, siempre eran verdaderamente atractivas. En ese momento, el gastrónomo nos confesó una "terrible" historia, a cuantos compartíamos mesa. Contando que una de las más "llamativas" compañeras de su vida, fue su novia durante la universidad, con quien estudiaba sociología. Narraba que era espectacular en su altura y sus proporciones, tanto que habiendo llegado a su facultad un nuevo y anciano profesor francés (jubilado de La Sorbona), se quedó prendado de ella. Parece ser que tanta fue la insistencia del vejete y tanta fama tenía aquel catedrático de Francia, que Lorenzo terminó harto de uno y del la otra (del profesor y de la novia, que bobeaba con el anciano). Hecho este que aprovechó el viejecito para llevarse a Paris a aquella "prenda", prometiéndole colocación y honores en La Sorbona. Pero el asunto no terminó bien, porque la mujer del catedrático francés, se enteró de "aquello" y se puso por medio. El anciano amante gabacho llegó a intentarlo todo para poder llevar a cabo su vida con la joven "importada" desde España y cuando ya no pudo más, viendo que su mujer le iba a impedir "comenzar" una nueva relación, se cepilló a su esposa (en el mal sentido de la palabra; porque la asesinó, para poder vivir junto a aquella ninfa hispana). Aunque parece ser que el asunto no terminó mal del todo, porque le absolvieron o le cayeron pocos años (por demencia senil o por la edad) y salió pronto de la cárcel, para poder continuar con su romance... .
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Y es que... . Lo que no le pase (o no sepa) Lorenzo Díaz, es difícil que a alguien le pase (o alguien lo sepa)... .