lunes, 10 de noviembre de 2014

DE LOS NACIDOS EN TIERRAS DEL FIN DEL MUNDO; ENTRADA DEL EREBO (parte primera).

Debido a la extensión de este artículo, se ha dividido en dos partes. Si no tiene la segunda y siguiente bajo esta entrada (o no puede acceder a ella) llegue pulsando el presente enlace: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2014/11/de-los-nacidos-en-tierras-del-fin-del.html
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SOBRE ESTAS LINEAS: Una de las primeras fotografías que me tomaron - en otoño de 1961-. Tenía yo unos cuatro meses y ya había vivido una de las experiencias que mis padres no olvidarían. Sucedió durante mi bautizo (a mediados de julio, ese año) y fue motivada a que había nacido "entradito en carnes". Pesaba con solo cinco días, cuatro kilos y medio y mi aspecto era más el de un hipopótamo neonato, que el de un bebé convencional. Ello, unido a la cara de bestia que por entonces tenía, me daba un aspecto feroz, debido al que mis cuidadoras decían que tomaba los biberones como un galápago. Nunca supe como tragaban las tortugas, hasta que las vi engullir pedazos de pescado más grandes que su propia cabeza -enteros y sin masticarlos-. Así que muchos años después y observando como comía un galápago, pude reflexionar sobre mi pasado (incluso acerca del sentido de mi existencia).
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De ese modo recordé la referida anécdota que siempre contaba mi padre, sucedida en mi bautizo. Tenía yo apenas unos días de existencia y al parecer era enorme; para colmo, y como hacía un calor infernal en esas fechas veraniegas, me llevaban medio tapado -todo lo que permitía ver kilos y kilos se grasa cayendo por mis costados-. Así, cuando iban a echarme el agua de la pila, preguntó a mi madre el cura de la iglesia de Chamartín:
-"Señora... ¿Eso muerde?"-
A lo que mi progenitora respondió: -"No. Solo impresiona, pero aún no tiene dientes"-
Replicando el diácono -"Si es así, me atrevo a darle el agua con la mano"- Quedose un momento parado el cura, y luego prosiguió con las siguientes palabras (antes de bautizarme): -"No se preocupe, que con esa cara de bestia... Este le llega a ministro"-.
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La anécdota que hoy recojo quizás nos sirva para poder comprobar como en España el inconformismo con los mandatarios y el poco aprecio que siempre se ha tenido por los dirigentes, es un hecho ancestral e histórico. No una circunstancia de hoy ni del mañana. Ya que hasta en los tiempos de mayor bonanza y en los días de más prosperidad, la confianza del pueblo hacia quienes nos gobiernan, ha sido casi siempre nula. Tanto que -por llevar la contraria al régimen- solo en nuestro país se ha gritado "Viva las cadenas"; sustituyendo un sistema constitucional, por ese monarca llamando "El deseado" (Fernando VII) -que había traicionado a su padre, regalado el reino a Napoleón, engañado y machacado a todos los ciudadanos de bien, acabando con las garantías parlamentarias y judiciales de nuestra primera Constitución-. Ello, porque el español en su mayor esencia es anarquista de nacimiento; todo lo que significa que venera a aquel que termine con el Régimen establecido (sea el sistema vigente, bueno, malo -o "mediopensionista"-).
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ABAJO: Foto de mi séptimo cumpleaños en 1968 y con mis amigos alemanes (yo de amarillo y a la izquierda). Hasta los seis años había vivido en España y no conocía otra forma inteligencia mayor a la del perro callejero; chuchos que cuando uno se agachaba para atarse los cordones de los zapatos, salían despepitados. Nunca supe por qué esos canes pueblerinos echaban a correr cuando cualquiera hacía ademán de acercarse al suelo; hasta que un amigo me comentó que "consistía en una medida de prevención", por si cogías una piedra para tirársela. Aquello me pareció un milagro intelectual y así se lo transmití a ese amiguete; quien para ampliar mis conocimientos, me explicó que lo mismo -o algo semejante- sucedía con otras especies. Para demostrarlo, me llevó ante un palomar y me dijo que hiciera el gesto de dar un tiro: Colocando brazos y manos como si tuviera una escopeta. Realicé lo que me pidió y los pájaros ni se inmutaron. Al momento me dió una garrota que él llevaba y me instó a que hiciera el mismo ademán, pero usando el palo como si fuera un arma (apuntando). En ese momento y antes de poder llegar a terminar esta postura, la mayoría de las palomas habían echado a volar, creyendo que el gran bastón era realmente una escopeta.
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Tras ello mi amigo replicó: -"Ves... Eso es la evolución de Darwin, resumida en un escopetazo: Cuando los pájaros ven que tienes algo largo entre las manos y que les apuntas, salen huyendo; pero sino llevas nada, ni se inmutan. Esto debe venir desde el arco y las flechas, hasta hoy; por eso también temen a una garrota..."-.
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Me quedé maravillado, sorprendido y hasta embrujado del evolucionismo de Darwin. Tanto que después de aquella experiencia, cuando andaba por Trujillo -o por su vecina Madroñera-, solía llevar un garrote para hacer el referido ademán. Comprobando cada vez que podía como las aves echaban a volar si se les apuntaba con un objeto semejante a una flecha -o una escopeta-. Algo que parecía mágico y explicaba la famosa teoría del pensador inglés por la cual sobrevivían las especies que mejor se adaptaban.
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En este estado filosófico y con seis años me madaron a Alemania por primera vez, donde la comunicación con aquellos niños germanos y tan educados, era harto difícil. Pues "esa gente" por aquel entonces pertenecía a otra civilización; un mundo regido por la constancia y la laboriosidad, no por la capacidad de adaptarse (tal como nos enseñaban en España, donde el problema era subsistir). Digo por ello, que hasta mi primer contacto con los alemanes, conocía un entorno en el que se invitaba a "evolucionar en plan Darwiniano". Ya que una de las dotes del individuo que más admiraban los españoles eran su capacidad de adaptación; enseñando a pequeños y mayores que lo mejor en la vida era aguantar -y si se podía, más que un buzo bajo el agua-. Observando como una de las virtudes más destacadas personales, la de mimetizarse con la Sociedad; ello, hasta convertirse en lider de uno de sus grupos (todo lo que significaba el éxito).

Evidentemente esta educación hispana era puro evolucionismo ("Darwinismo reptiliano..."); generado una inteligencia muy semejante a la que desarrollaron las palomas o los perros callejeros -quienes huían ante una situación de peligro-. Pero a mi llegada a Alemania hube de preguntarme si la adaptación era inteligencia o listeza. De ello percibí lo que significaba una civilización y su relación con las palabras que creaba cada cultura. Ya que en nuestro idioma se distingan perfectamente ambos conceptos (listo e inteligente), algo que no sucede en otras lenguas. En los que para definir al lúcido y distinguirlo del pensador, a veces cuesta mucho; tal como sucede en japonés, donde inteligencia se dice "buena cabeza" (ii-atama) y para describir a alguien muy listo -pero que carece de profundidad y de pensamiento- siempre me veo obligado a decirles que "es rápido de cabeza, pero que no la tiene buena" (atama wa hayai demo ii ja nai). Todo lo que les produce risa y hasta les impresiona, porque entre los nippones no es tan común separar al inteligente del listo, tal como en España no se diferencia al valiente del temerario. Estas distintas culturas y diferentes civilizaciones, son las que fui viendo y viviendo; y de las que -en gran parte- se forjó lo que fui y lo que soy. De todo ello hablamos en el artículo que aquí comienza.
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A).-SOBRE LA INTELIGENCIA EVOLUTIVA Y SOBRE EL PENSAMIENTO: .
1./- Del amor hispano por los revolucionarios:
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Intitulamos del modo que leemos estos primeros epígrafes continuando con las ideas expuestas en los pies de foto -sobre este párrafo-. Donde explicábamos que existe un modo de inteligencia evolutiva, que consiste principalmente en desarrollar la capacidad de adaptación (lo que en español se clasifica como listeza). Frente a otro tipo de intelecto, que parte desde el estudio y del pensamiento, plenamente ajeno a los conceptos de adaptación o éxito social. Tanto, que ese segundo modo de inteligencia -la auténtica- comunménte va en contra de muchas de las normas de su época, por lo que normalmente es no logra amoldarse a su entorno. Un hecho que hemos podido ver en infinidad de genios, quienes a lo largo de la Historia han sufrido persecución, o han sido condenados al ostracismo; tan solo por pensar de un modo distinto al de su tiempo. Ejemplo de ello pueden ser Copérnico, Galileo o Servet (en el Renacimiento), al igual que en la Antigüedad lo fueron: Aristarco y Esopo -como filósofos- o Budha y Jesucristo -como maestros espirituales-.

Mucho he reflexionado acerca del por qué en nuestra nación la inteligencia que más se valora es la listeza y que personalmente denomino como "Darwiniana" (por no decir "reptiliana"). Pero creo que hay antecedentes históricos y costumbres ancestrales, que pueden explicar por qué el hispano o el ibérico, adora la capacidad de adaptación del individuo. Ello siempre que esa facilidad para acomodarse se refiera al entorno interno; pues si el español se amolda a una Sociedad o a un grupos extranjero, puede llegar a ser considerado un "chaquetero". Es decir, que comunménte el hispano infravalora a aquel que es muy querido en el exterior, o se comporta como acostumbra a hacerse en otros paises (entendiendo, que de algún modo se ha vendido al enemigo). Por el contrario, adora al que intenta ser líder en su territorio, siempre y cuando luche contra los poderes establecidos. Ello, hasta que aquel que logra éxito pleno; momento en el cual pasa a ser un mandatario más y por lo tanto un nuevo tirano... .
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Lo que hemos expuesto en el párrafo anterior implica que el españolito de a pié normalmente solo venera al revolucionario, o al que se arriesga (como hace con el torero). Aunque una vez que este ha logrado triunfar y llega a gobernarle, lo considera un nuevo dictador, que ha venido a sustituir a su malvando antecesor. Este es un dogma social ibérico, que se repite como las "falsetas" en el flamenco; variando pero perfeccionándose y mejorando con el paso de los siglos. Un sentimiento atávico -que no precisa ser enseñado-, por el cual los hispanos piensan que todo el que nace en una élite, o llega hasta "arriba" en la Sociedad, es un depredador. Algo que en mi opinión se debe a nuestra compleja Historia -como explicaremos a lo largo del artículo que leemos-.
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Pese a lo antes dicho, nuestra Nación -muy al contario de otras- cuando más ha callado y aguantado, ha sido mientras vivía bajo las fauces de un tirano, al que todos odiaban y temían. Fuera este un monarca o un general, absolutista o dictatorial; de los que su gran mayoría murieron en la cama, sin apenas resistencia y pudieron disponer de su magnánimo poder como les venía en gana. Por el contrario, cuando España se vió gobernada por individuos de cierta "modernidad liberal", el pueblo instó a subirse a la chepa del mandatario, aprovechando que no era tan duro. Destacando así en nuestra Historia periodos en que los tuvimos dirigentes dedicados a la cultura -o con aficiones muy personales-, a los que sus súbditos infravaloraron y tomaron casi como idiotas. Siendo este el caso de: Felipe IV, el de Carlos III, Fernando VI y de Alfonso XII; todos ellos, grandes reyes y que promovieron etapas de oro (al menos literarias y artísticas).
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SOBRE ESTAS LINEAS: Escultura de Viriato que actualmente da nombre a la plaza principal en la ciudad de Zamora. El modelo del artista zamorano Eduardo Barrón, fue premiado en Italia en 1884; época en la que el estudio de este pesonaje histórico tuvo un destacado avance; siendo dado a conocer Viriato por la arqueología romántica, como paradigma de la cultura ibérica. Finalmente, aquel pastor lusitano que luchaba contra la invasión romana se hizo famoso entre el pueblo, habiendo sido adoptado "hijo" de múltiples lugares peninsulares. Estableciendo como uno de sus emplazamietos de origen, a Zamora -o bien a Tras os Montes-; aunque no falta quienes lo consideran de Mérida o de la Lusitania baja (junto al Tajo) tanto como quienes afirman que era procedente de tierras del Guadiana (y hasta celtíbero).
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Pese a todo, sí puede demostrarse que habitó en las Villuercas (junto a la las estribaciones de Guadalupe). Aunque luchó contra Roma primero en Andalucía y más tarde organizando sus hordas desde sistemas como Sierra Morena. Pero parece ser que su lugar de refugio preferido era el famoso Mons Afrodisios; un "pico venusino" citado por Apiano y que Schulten identifica con el puerto cacereño de San Vicente. Muy cerca de este lugar y muy de niño me inculcaron el cariño hacia este personaje; debido a que desde los cinco años mis padres me llevaban a pasar las vacaciones de invierno en una casa, próxima a las Villuercas (entre Trujillo y Madroñera). Allí, los pastores con los que continuamente hablábamos y convivíamos, me enseñaron quien fue Viriato. Señalándome una montaña que de lejos se divisaba (a unos treinta kilómetros de donde estábamos), indicándome que allí se encontraba la tumba de aquel otro pastor que se hizo general.

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SOBRE ESTAS LINEAS: Fotografía del monte situado entre Miajadas y Trujillo, llamado Puerto de Santa Cruz de la Sierra; donde la leyenda extremeña recuerda que fue enterrado Viriato. Aún conservo en la memoria el primer día que escuché esa historia, cuando tenía yo unos seis o siete años. Estábamos reunidos en un chozo, junto a la lumbre; y todos -en su mayoría ganaderos- narraban historias de Viriato (cuentos, invenciones o curiosidades en las que el lusitano era el protagonista). En un momento yo pregunté con voz alta: -"¿Y quién era ese Viriato?"-. Los presentes me miraron con cara de extrañeza y uno de ellos me sacó del chozo tomándome fuertemente por el brazo e imprecando por qué si iba a diario a la escuela, nadie me había enseñado la historia de aquel guerrero lusitano. Tras ello me señaló este pico en imagen (de Santa Cruz) y que se veía perfectamente desde el lugar en que estábamos (llamado Las Infantas). Mientras, ese hombre que me instruía, me dijo literalmente:
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-"Viriato era un `pastol´ que llegó a general. `Extremeñu´ de pura cepa y era un tio `cojonuísimo´ que se las hizo `pasal putas´ a los romanos. Que poco más y no llegan a conquistarnos gracias a él. Y en `esí´ monte que se ve a lo `leju´ y que `si´ llama de Santa Cruz; allí está enterrado con `doh cojoneh´"-.
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Al escuchar estas palabras y saber que me estaban hablando de un hombre que vivió estas tierras más de dos mil años atrás, quedé maravillado. Desde entonces mi mente comenzó a soñar y a meditar sobre los campos de Extremadura... . Pensando en Roma, en Viriato y hasta en Tartessos. Sueños como el de Escipión, que han dado sentido a mi vida interior, y que fueron naciendo de aquellas leyendas y de esas tierras maravillosas cacereñas -cuyo otoño es prodigioso y cuya primavera es una de las más bellas del Mundo (tan solo comparable con la de Japón)-. 

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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotografías de las vistas que se pueden disfrutar junto a Solana de Cabañas y a Cabañas del Castillo, en las cumbres de las Villuercas. En la superior podemos ver los riscos en los que se debieron resguardar los iberos a la entrada de Roma (entre ellos Viriato). En la inferior, el valle que dominan estas estribaciones que culminan en los famosos puertos San Vicente y Miravete; cuya vista alcanza hasta la provincia de Badajoz. En la imagen de abajo he marcado con una flecha el lugar del Puerto de Santa Cruz, donde dice la leyenda que fue enterrado Viriato -al fondo en la foto, podremos ver la Sierra de Montánchez, muy próxima a Mérida y quizás los montes de Alange, ya en Badajoz-.
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El hecho cierto es que los lusitanos, baeturios y vettones pudieron resguardarse en estos parajes que vemos, haciéndose invencibles a los romanos; no solo por lo encrespado de la zona y por dominar desde allí la vigía de cientos de kilómetros. Sino además por tener el lugar fauna y flora suficiente para subsistir sin problema alguno (miel y cabras, fundamentalmente); a más de ser muy rico en minas. Todo lo que convirtió estos montes cercanos a Guadalupe, históricamente un punto fundamental para guarecerse. Ello no solo por sus rocosas cumbres, sino fundamentalmente por contener yacimientos de metales. Posibilitando las fraguas y hererrías para crear armas obtenidas directamente desde los minerales extraídos en lugares muy cercanos (como Logrosán).
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Continuando con el modo en que conocí a Viriato a través de los pastores de Madroñera, seguiré relatando como tras aquel descubrimiento en la reunión del chozo, regresé a casa -sita a un par de kilómetros de donde paraban los rebaños y a unos cuatro de Trujillo-. Nada más llegar, conté a mi hermano mayor (Mario) cuanto me habían narrado y él quedó asombrado con la historia. Salimos ambos a la puerta, a ver el campo y le señalé aquella montaña en la que se decía que estaba enterrado el general lusitano; mientras, él no daba crédito a mis palabras. Tras ello, comenzó a hablarme de Viriato y me obligó a aprenderme los nombres de los traidores que le mataron, de los que aún recuerdo se llamaban: Ditalcos, Audax y Minuros. También me enseñó que desde el asesinato del pastor guerrero llevado a cabo por sus más cercanos colaboradores, existe esa máxima que dicta; "Roma no paga a traidores". Habida cuenta que los romanos instigaron a los comandantes de Viriato a perpetrar el crimen, que -según me contó- realizaron escondiéndose en unas cortinas y esperando a que durmiese, para clavarle un cuchillo en el cuello (pues nunca se quitaba la coraza). Aunque trás aquella traición, los criminales no fueron pagados con honra ni dinero alguno, sinó con una misma moneda.
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Entonces fue cuando me enamoré del personaje ibérico, preguntando a mi hermano por qué le mataron y qué motivos llevaron a que le hicieran tal afrenta. A lo que él me contó que por aquel entonces ya estaba casi conformada la paz con Roma y había llegado al punto de que lograsen hacer una provincia semi-independiente a la Lusitania, al mando de Viriato y bajo la vigilancia de Roma. Elegido como Dux de los lusos, firmó un primer tratado que fue quebrantado por los latinos. Pese a lo cual volvió a vencerles, tanto que poco antes de su asesinato Roma se veía en la necesidad de acceder a los deseos del pastor y general, quien pensaba lograr que esta zona de Iberia quedase más o menos libre del ejército enemigo, como aliada y solo bajo el mando ibérico. Pero trás el éxito logrado por Viriato y sintiendo que le iban a reconocer como Dux, ello suscitó la envidia y la mezquindad de los más cercanos. Tanta, que sus principales comandantes le mataron mientras dormía... .
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Esta historia que hoy recojo, casi medio siglo después de que me fuera enseñada y que viví con apenas seis años -a muy pocos kilómetros de donde se sabe habitó el lusitano y del lugar en que se dice que está enterrado-. Ha sido uno de los hechos que más marcó mi vida intelectual. Sintiendo desde entonces la llamada de la arqueología, junto al misterio del pasado (como destino inevitable que nos rodea y nos imprime el carácter, la cultura y nuestra forma se ser).
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2./- Venerar al que se adapta y adorar a quien rompe el sistema:
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Después de ralatar la historia de Viriato (héroe por revolucionario y por traicionado), no llegamos a entender bien la idiosincrasia española. Pues, podríamos demostar que nuestra Nación ha rendido culto a quienes mayor grado de adaptación social han logrado (aunque fueran de lo más rastrero). Pese ser también muy cierto, que ha venerado a los que más se han opuesto al poder (aunque su postura fuese absolutamente irracional). De tal modo vemos históricamente, que junto a figuras como Antonio Pérez (el secretario sin escrúpulos ni moral de Felipe II), aparecen otras como la de Juan Lanuza (el Justicia de Aragón que se dejó matar por defender los fueros y proteger al miserable de Antonio Pérez). Extraños hechos que se repiten siglo tras siglo, donde observamos como los idealistas hispanos llegan a delirar; dando protección y nido a individuos cuya moral no existe y con un comportamiento aberrante. Unas pautas que curiosamente se dan en casi todas las sublevaciones y revoluciones, de las muchísimas encabezadas por estas gentes de Iberia; para quienes llega un punto, en el que todo vale -o en que el fin justifica cualquier medio-. Pasando del sueño de libertad al delirio del libertinaje; o de la necesidad de autoridad a la locura del autoritarismo.
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Llegado a este punto debemos plantearnos por qué se produjo continuadamente en nuestro país este grado de incertidumbre moral. Tanto como para confundir una turba agitadora con un ejército liberal; a un golpista con un libertador; a un guerrillero sanguinario, con un héroe y a un inquisidor, con un hombre santo. Todo lo que se explica por el hecho anteriormente referido, a través del cual comunmente se ha entendido que el más inteligente era el que mayor capacidad de adaptación tiene; o que el mejor, es el más valiente. Unos conceptos demoledores desde el punto de vista intelectual, habida cuenta que la verdadera inteligencia se adelanta a su tiempo y pocas veces se adapta a su Sociedad. Del mismo modo que no hay por qué exigir un enorme valor, al hombre de gran cabeza.
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Siendo así y poniendo como ejemplo los animales que gustan en nuestras tierras; hemos de decir que al parecer el español, lo que más ha valorado fue a quienes se comportaban como perros (fieles o falderos), o bien como un toro (terriblemente fieros). Los primeros, simbolizados en aquellos que logran amoldarse a todo y que como el perrillo siempre acompañan y protegen al amo. Un tipo de hacer cortesano, del que hay manifiesto testimonio hasta en época medieval, cuando algunos de los más cercanos al soberano le rendían pleitesía de esta manera. Tanto es así que uno de los lemas más famosos llegó a ser el dado a Roa, cuando Enrique IV entrega esta ciudad a Don Beltrán de la Cueva; escribiendo en su escudo la leyenda: "quien bien quiere a Beltrán, bien quiere a su can" (ver imágenes bajo las de estos párrafos, en el siguiente epígrafe). En contrapartida a aquellos "cánidos", están los españoles que de manera visceral se oponen a todo y luchan contra cualquiera. Tal como realiza el toro bravo, que siendo herbívoro y sin necesitar carne para alimentarse; embiste contra cuanto que se le interponga. Dos comportamientos o dos totems que regulan la escala de valores del bien y del mal a lo largo de la Historia hispana.
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ARRIBA: Imagen junto a la reproducción de la famosa estela de Solana de Cabañas, en el municipio de Cabañas del Castillo. Mi mujer al lado de Gregorio, el alcalde, guía y maestro de ceremonias arqueológicas; en cuyo restaurante y mientras su esposa nos preparó los típicos platos extremeños, él debatió y nos narró las historias de Viriato. Contadas y guardadas de primera mano; pues tal como decían los sabios, desde el siglo segundo a.C. y hasta hoy, tan solo hay unas ochenta generaciones (cuatro por centuria). Todo lo que supone que cuarenta abuelos habrían narrado estos relatos a sus nietos, quienes a su vez los contarían a sus descendientes; llegando así hasta nosotros las leyendas de Viriato tan solo dictadas por cuatro decenas de generaciones, a lo largo de dosmil doscientos años.
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Revivo mi sueño de Viriato frecuentemente (al que tanto admiraba y al que sigo cuando estoy en España), viajando junto a mi mujer por los lugares que el pastor lusitano frecuentó. Y hace apenas un año, paré a comer en Solana de Cabañas, tras visitar Berzocana (población de las Villuercas donde fuimos a estudiar su tesoro ). Tras degustar la magnífica gastronomía extremeña que prepara la mujer del alcalde, pude hablar y entablar amistad con su marido -quien además de un arduo trabajador por el pueblo, es guía y asesor de vicisitudes arqueológicas-. Así me encontré con un tipo genial, de nombre Gregorio Solano y con una edad muy cercana a la mía; quien igualmente compartía el sueño de Viriato (narrado por los lugareños). Estuvimos charlando horas sobre el general y pastor lusitano, del que Gregorio sabe mucho, e intuye más. Luego, tras subir a ver la réplica de la famosa estela de Solana en el lugar cercano donde fue hallada (la mal denominada por algunos "estela de Logrosán"); pude comprobar que una copia de aquella losa tartessia estaba en Japón. Todo lo cual colmó mi alegría. 

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ABAJO: La estela de Solana de Cabañas (pieza original propiedad del M.A.N.); fechada en el final del Bronce (entre los sigos IX al VII a.C.) y hallada en las tierras que habita el famoso Gregorio Solano. La foto fue tomada en los días de inaguración del "reformado" Museo Arqueológico Nacional (hace apenas unos meses), al que agradecemos nos permita divulgar la imagen. Como podemos ver, representa en su parte central, un guerrero (semitumbado o muerto) y su escudo. Sobre aquellos, la espada, lanza, casco y espejo (como objetos votivos o de guerra). En la zona baja y rota de la losa, vemos tallado el carro -del que más se distinguen, las cuatro ruedas-.
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Según narra Gregorio, la aparición en estos lugares de losas funerarias como la que vemos, mucho tendría que ver con Viriato. Y pese a que esta pieza es tartessia (o de final del Bronce), antecediendo cinco siglos al pastor lusitano; mucha razón tienen sus palabras el alcalde de Solana. Pues lo que demuestra esa estela es que esta zona de las Villuercas fue poblada por "señores feudales" o guerreros, ya desde la Edad del Bronce. Quienes debieron ser jefes de tribus perfectamente organizadas; tanto como para que sus súbditos o familias venerasen sus líderes en esta forma (grabando en piedra su efigie, junto a las armas, enseres y su carro). Cuanto relaciono personalmente con el mundo tartessio; habida cuenta la proximidad de las Villuercas a la Turdetania o (a través del Guadiana) y a la magnífica situación geográfica de estos montes. Una civilización tartessia cuyo heredero directo (como general lusitano, o baeturio) pudo ser Viriato.
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B). ESPAÑA, CRISOL (de culturas) QUE NO SE APAGA.
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1./- "El síndrome de Viriato" (como paradigma de El Quijote):
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La historia de este héroe ibérico narra como fue traicionado por los suyos, cuando había logrado llevar a Roma hasta un acuerdo de paz; poco antes de haber sido reconocido como Dux de los lusitanos y en cierto modo, independiente. Aunque previamente ya fue engañado por los romanos, quienes -antes- trás haber firmado un armisticio y tolerado que Viriato se estableciera como jefe de sus tierras; inmediatamente iniciaron una nueva guerra, sin aviso ni motivo y de la manera más sibilina. Batallas que volvieron a perder los invasores; por lo que cuando ya se veían los latinos en la necesidad de rendirse y de conformar un nuevo tratado de paz, decidieron comprar a los comandantes más cercanos del lusitano, para que le asesinaran. Así lo hicieron y seguramente los tres lugartenientes iberos que matan a su general no cometen esta traición por lograr los bienes económicos que los romanos les prometieron; sino por envidia y con el afán de ocupar el puesto de Viriato. Aunque tras aquella tropelía, se dice que los invasores actuaron de nuevo con enorme astucia "no premiando a traidores"; todo lo que descabezaría definitivamente a las hordas antes gobernadas por el héroe de Lusitania.
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De tal manera, en la leyenda de Viriato se observa el argumento, nudo y desenlace de la "tragedia ibérica"; un problema social que se ha repetido ininterrumpidamente durante nuestra Historia. Donde primeramente surge la trama, en la que el más valiente y audaz, se hace lider de una facción que se opone a un poder infinitamente más fuerte. Después, se llega al nudo; por el cual aquel héroe -casi temerario-, hastiado y sin ganas de mayores victorias, decide aceptar las condiciones del enemigo (o del poderoso) para lograr un acuerdo y no permanecer indefinidamente en guerra. Pero finalmente el triste desenlace se sucede: Pues como el líder no es precavido -ni menos malicioso-, por lo que se ha rodeado de perros falderos y de aduladores (sin moral, ni ideales). Quienes pactan con el contrario para acabar definitivamente con él, intentando suplantarle. Todo lo que lleva a la tragedia final: Al desastre de los traidores, junto a los cuales caen también cuantos fielmente siguieron al héroe.
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Evidentemente, la leyenda antes resumida puede asimilarse o compararse a las vidas de los más ilustres españoles: Desde Pedro I, a Juana la Beltraneja; y de Alvaro de Luna, al Condeduque de Olivares (pasando por el duque de Lerma, el marqués de Leganés o el de Siete Iglesias). En lo que respecta a guerreros y santos, se puede asemejar a las experiencias de muchos otros: De El Cid, a la San Juan de la Cruz; y de Hernán Cortés a Fray Luis de León; o de Santa Teresa, al Empecinado... . Aunque aquella trama, nudo y desenlace "viriatense", lo que realmente recuerda es a "El Quijote Español"; ya que se trata de un caballero idealista y un Espartaco libertador, quien por su intento de hacer justicia, termina crucificado (o traicionado por sus Judas; los más cercanos a él). Siempre fiel sirviente de su causa, tan valiente como devoto de su obra y misión; finalmente acaba engañado por quienes más confiaba. Todo lo que sucede cuando el personaje (el héroe, o el santo) ha logrado ya ser un individuo de enorme relevancia social. Momento en el que los mediocres y los perrillos falderos, pactan con el poderoso, consiguiendo derrocarle y destruirle.
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Estos hechos y leyendas (la de El Quijote y la de Viriato) calaron en el espíritu ibérico de tal modo, que España ha sufrido desde siempre un verdadero "síndrome de Viriato". Creyendo la mayoría de sus grandes líderes, que antes o después serán traicionados y derribados -si no se adaptan o logran corromperse-. Por lo que en múltiples ocasiones valorarán más al que se amolda a todo poder, que al que lucha indefinidamente contra aquel. Debido a lo que narramos, en nuestra nación se ha estimado sobremanera a quienes logran mantenerse, tener éxito y permanecer; en las más distintas situaciones o con los más diferentes regímenes y reyes. Lo que, en verdad, puede tener un gran mérito; pero no debe dejar dudas de la falta de escrúpulos de aquellos individuos que -como Godoy, por ejemplo- eran capaces de acomodarse a todo. Tristemente, esa carencia de principios llevó a que se forjasen en nuestras tierras gobiernos y reyes como Fernando VII, quien logra traicionarse hasta a sí mismo (derrocando la Constitución que le había propiciado la recuperación del trono). Un monarca que no contento con las tropelías políticas que realizó, se atrevió a masacrar a la mayoría de los grandes héroes de la Independencia; teniendo un comportamiento indigno, a la par que inhumano, con generales de la talla y la valía de Juan Martín (el Empecinado).
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ARRIBA: Portada de una de las ediciones de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós editorial Nivola), en que se narra la terrible historia de El Empecionado (Juan Martín). Guerrero incansable procedente de un pequeño municipio de la Ribera del Duero -llamado Castrillo-, llegó a mandar como general las tropas españolas liberando gran parte de Castilla y persiguiendo hasta los Pirineos a las de Napoleón (allí vencidas y expulsadas). Tras sus repetidas victorias y su inmaculada Hoja de Servicios; su fidelidad a la Constitución jurada (Cádiz, 1912) le convierte en un personaje incómodo para quienes "reinstauraban" el absolutismo en España, siendo expulsado a Portugal por Fernando VII -al considerarlo un liberal, adherido a la Carta Magna derogada por el rey-.
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Pese a ello, al poco tiempo, se le invita a volver a su tierra y cuando se aproxima a su lugar natal es apresado en las cercanías de Roa de Duero -aprovechando que alguno de los regidores de esta zona, le odiaba-. No atendiendo a la jurisdicción militar, ni mucho menos a las solicitudes que la Chancillería y autoridades vallisoletanas demandaron al monarca; ve Fernando VII oportunidad para acabar con él, debido a la inquina que un corregidor de esas poblaciones del Duero le tenía. Lo hacen preso en Roa, con el mayor de los desprecios por su rango; llegando a encerrarlo en una jaula de palos. Así en un cajón de madera, el héroe era paseado, con el fin de humillarlo; mostrándolo en estas condiciones a los habitantes de las tierras que había liberado de los franceses -mientras niños y gandules aprovechaban para insultarle, apedrearle y hasta para orinar sobre él-.
Finalmente le condenan a pena capital y es llevado a la horca, lo que el reo consideró un último ultraje (pidiendo ser fusilado como su condición militar le permitía). Debido a ello, en un ataque de ira antes se subir al cadalso, se soltó de los amarres que le prendían; logrando golpear a varios de los soldados que le tenían preso y no consiguiendo escapar por muy poco. Aunque finalmente, las decenas de guardias que custodiaban su ejecución, lograron hacerse con aquel valeroso general; al que colgaron, tras haberle atado una soga por todo el cuerpo -enmaromado y como un vil salteador de caminos (para vergüenza de nuestra Nación y del recuerdo de aquella época)-.
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BAJOS ESTAS LINEAS: La que fué preciosa villa de Roa de Duero (actual sede de la denominación vinícola de la Ribera), ardió varias veces a lo largo de su historia. La mayor destrucción la recibió por mano de los franceses, quienes pretendieron no dejar edificio en pié en el interior de cuanto fue su recinto amurallado (al ofrecer gran resistencia a Napoleón). Liberada gracias a la valentía de sus hombres y con la ayuda de El Empecinado -vecino de una población próxima (Castrillo)-; después del choque con las tropas napoleónicas, se vió muy mermada por la terrible destrucción monumental y arquitectónica de "la francesada". Aunque siglos antes había sido conocida por su belleza, haciéndose famosa cuando fue entregada al favorito de Enrique IV; como obsequio de este extraño rey, a su asesor: Don Beltrán Alburquerque (del que se decía yacía con el monarca, o bien que lo hacía con la propia reina).
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Así fue dada Roa al conocido Beltrán de la Cueva, del que la Historia afirma era el padre de Juana; la verdadera heredera del trono de Castilla y a la que su tía Isabel (la católica) apodó "La beltraneja" -argumentando que su progenitor no fue su hermano Enrique IV, sino el referido don Beltrán-. Historias fraticidas, de traiciones y usurpaciones; que enrevesaron las tierras castellanas. Sumidas por entonces en guerras civiles y en problemas de sucesión; que provocaron finalmente la desaparición de la dinastía española (la de Trastamara que en 1517 es sustituida por los Habsburgo).
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Jugó también un importante papel Roa en el momento de este cambio dinástico que mencionamos; habida cuenta que estaba a medio camino entre Laredo y Madrid. Debido a ello, el Cardenal Cisneros -por entonces regente- paró en las fechas en que se esperaba al nuevo rey (1517), en esa población burgalesa; cuando el séquito se dirigía a Cantabria para recibir a Carlos V (con el fin de coronarlo como Carlos I de España). Pero dicen los lugareños que aquella noche en la que el prelado de Torrelaguna iba a dormir en Roa, le dispusieron una cena con truchas recién pescadas en el próximo rio Duero, emponzoñando una que le sirvieron. De ese curioso modo cuentan aún muchos de los vecinos de Roa que murió el conocido Cisneros (señalando incluso el meandro donde se pescó la trucha). Envenenado por órden de los erasmistas o de los flamencos, quienes no deseaban que su señor -don Carlos- se viera sometido al control o al yugo de aquel famoso cardenal.
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Tras haber narrado algunas de las anécdotas históricas sucedidas en Roa, recomendamos observar con detenimiento la orla de su escudo; que guarda un curioso lema en que se conmemora la entrega de esta ciudad a Beltrán de la Cueva (duque de Alburquerque). Pudiéndose leer en la "faja" que rodea su blasón, el lema: "QUIEN BIEN QUIERE A BELTRÁN, BIEN QUIERE A SU CAN". Todo lo que refiere que aquel que había regalado la ciudad a Don Beltrán de la Cueva, lo hizo por quererle como a su perro. O bien, rememorizando la fidelidad del duque de Alburquerque a Enrique IV; un rey ultrajado por su familia y despreciado por muchos. Quizás debido a su afición a los lupanares o a tendencias bisexuales, que le llevarían a contraer endemias. Problemas por los cuales su hermana Isabel -la católica- afirmó que no era el padre de su hija Juana ("La Beltraneña"; logrando Isabel así arrebatar el trono a su joven sobrina). Todo lo que muestra y demuestra muchas de las palabras que antes deciámos; indicando que en España tan solo se valora y premia a quienes actuan como el perro, o bien como el toro... .
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2./- El problema de la anarquía hispana:
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Estos y otros hechos -referidos anteriormente-, de seguro han fomentado la creencia de que en nuestro país, todo aquel que nos gobierna es un inmoral. Una leyenda negra que ha crecido bajo una histórica carencia absoluta de garantías judiciales en nuestra Nación. Habida cuenta que desde la instauración de la Inquisición -y hasta su derogación a mediados del siglo XIX-, cualquier súbdito podía ser detenido sin cargos, tan solo bajo la sospecha de herejía. De lo que aquel que se enfrentase al poder político, si finalmente no se le encontraba delito ni culpa; podía ser perseguido por el Santo Oficio (juzgado y sometido a interrogatorio de una forma mucho más cruel y terrible que por la jurisdicción civil). Siendo así, se entiende que el que se oponía al poderoso haya quedado en España como un héroe; hiciera lo que hiciese y fueran sus motivos los que fuesen. Aunque este individuo se tratase de un enajenado o de un sanguinario; puesto que el riesgo que corría era tan grande, que convertía en mito a todo aquel que fuera en contra del Sistema.
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Aunque en mi entender, el origen de esta idealización del hispano hacia el que se opone al poder, es mucho más lejana y no nace tan solo del problema de las garantías procesales que la Inquisición aniquiló. Ya que si reflexionamos, veremos que la figura del propio Viriato procede del mismo problema de enaltecimiento del que se enfrenta al más fuerte (o al gobernante). Habida cuenta que los iberos coetáneos del pastor lusitano, tan solo se oponían al invasor debido a su esencial formación mercenaria (realmente sin una intención verdadera de liberar a su pueblo o de mejorar su Sociedad). Simplemente haciendo frente al colonizador, paro no ser ellos sometidos (la casta de guerreros). Hecho que les llevaba a abandonar a los suyos y echarse al monte, para actuar en bandas y ejercer el terror del "concursare" (forma de ataque posteriormente conocida como guerrilla, realizada por gentes que no forman ejércitos ni plantean batallas; sino que actúan como salteadores, llegando a ser profesionales de aquellos "asaltos").
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Debido a lo que refiero, para los iberos la llegada de los latinos no era más que otra de las muchas invasiones recibidas; tras más de medio milenio de choques con "visitantes". Puesto que la Península solo había visto venir colonizadores -con deseos de dominio-, durante toda la Edad del Hierro: Primero helenos y fenicios (desde el siglo VIII a.C); y más tarde los Cartagineses (tras el VI a.C.), que doblaron el poder púnico en Iberia aculturando practicamente todo el litoral Mediterráneo y gran parte del Centro y Sur. Así llegamos al final del siglo III en que los habitantes de nuestras costas y mesetas finalmente se encuentran con la aparición de Roma. Lo que consideraron una invasión más, tras centenares de años en conflicto con los distintos "visitantes" anteriores -a los que comunmente sirvieron, o con los que tuvieron que convivir y aliarse-.
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Pese a todo, el problema por el cual los iberos no pudieron hacer frente común, ni expulsar definitivamente a los colonos que iban apareciendo, proviene de su carencia de unidad política, o de una liga cívica y común. Ya que incluso entre ellos mismos se hacían la guerra; debido a que muchas tribus procedían de hordas invasoras, afincadas en nuestras tierras. Por lo que nunca fueron capaces de rechazar -ni menos de echar del todo- a los referidos "visitantes" (al ser el origen de muchos que se decían autóctonos, también migratorio). Colonos o invasores, en su mayoría llegados en barco y que pese a su debilidad inicial (durante la Edad del Bronce y final de Hierro), siempre encontraron reyezuelos peninsulares que les apoyaban y a pequeños jefes prerromanos; muchos dispuestos a prestarles servicio como mercenarios (incluso atacando a otros iberos vecinos). Debido a lo que hemos expuesto, cuando los romanos invaden Hispania, en vez de encontrarse un territorio unido y un lugar organizado, se vieron frente a centenares de tribus; tan variopintas como dispersas y a cual más fiera, anárquica y desorganizada (sirviendo cada soldado fielmente a su señor, pero nunca a un poder general y comunmente establecido). Por todo lo que tardaron casi doscientos años en llegar a conquistar la Península -mientras la Galia fue vencida en unos decenios-.
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Este desorden y ese individualismo les dio la fuerza a los habitantes prerromanos; un hecho real e histórico que va contra del principio generalmente enseñado y entendido, a través del cual la fuerza se logra con la unión. Pero en el caso de Iberia sucedía lo contrario: Que era infranqueable e inconquistable precisamente por su anarquía, su desunión, su desorganización y por la imposibilidad de que nadie lograse que sus habitantes actuasen bajo un solo mando. De tal manera, cuando Roma firmaba la paz con una zona, al pronto se sublevaban otros dominios hispanos; a la vez que tropas latinas se veían atacadas de continuo por salteadores incontrolados, quienes actuaban con la técnica de "concursare" (lo que más tarde se conoció como guerrilla y que se siguió realizando en España hasta el tiempo de los Maquis). Un modo de protegerse, de vivir y de resistir que les hacía incontrolables, bajo un sistema de vida que no era nuevo en Iberia. Ya que la Península había resistido así y durante centenares -o miles- de años a la llegada de colonizadores (logrando de esta anárquica forma que el ajeno nunca llegase a conquistarlos del todo).
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Los hechos antes referidos además propiciaron la inexistencia de una cultura ibérica (compacta y propiamente dicha); componiendo un mundo prerromano peninsular consistente en un "poupurri" de tribus de muy diferente origen (celtas y galaicos, túrdulos y etc). Todos ellos unidos por cuanto intentaban no ser dominados por los extranjeros, quienes les denominaron iberos. Peninsulares que en verdad fueron indoeuropeos mezclados con gentes autóctonas muy antiguas (algunas de origen neolítico); aunque en su gran mayoría procedían de la fusión de los habitantes de la zona, con colonos del Bajo Bronce o del Hierro -como los griegos, fenicos y cartagineses-. Un panorama nacional que ya en el siglo III a.C. mostraba como Hispania era un Crisol de culturas en donde de manera semejante al final de un saco (o de un Continente), se habían depositado los residuos de decenas de civilizaciones llegadas hasta Iberia -desde el tercer al primer milenio a.C. (huyendo de catástrofes, llegados a guerrear o buscando metales)-.
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BAJO ESTAS LINEAS: Podríamos decir (sin temor a equivocarnos) que la última cultura peninsular -propiamente autóctona-, fue la del Vaso Campaniforme; pues las despúes surgidas se producen por efecto de acuturación a manos de colonos -fundamentalmente mediterraneo orientales-. Pero el Vaso Campaniforme se inicia sin aparentes influencias externas y desde comienzos del tercer milenio a.C. (hacia el 2800). Comenzando en zonas cercanas a nuestra Extremadura; para finalizar unos mil años después, con la llegada a la Península del primer Bronce. De tal modo, durante este tiempo y desde la zona del Tajo -del atlántico lusohispano-, florece una civilización que procedía de la megalítica y que pronto se divulga por toda Europa.
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Una cultura que hemos de suponer originada desde el dolmenismo -por evolución de sus constructores-, quienes lograrían desarrollarla y expanderla. Civilización que a mi entender nace de la búsqueda de metales preciosos y del ámbar, lo que motivaría que muy pronto el Campaniforme se divulgase desde el Alentejo, al resto de Europa. Llegando a las Islas Británicas hacia el 2500 a.C., a la vez que a las costas de Francia y a los actuales Paises Bajos; arribando un poco más tarde a Germania o hasta el Báltico, bajando por el Danubio -para expanderse poco después por Rusia y otras zonas del Este continental-.
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Pese a su importancia, muy pocos son los que valoran esa gran civilización, cuyo origen se debería -en mi opinión- a la gran riqueza de nuestras tierras en cobre. Yacimientos que precisaban metalúrgicos de lugares lejanos; lo más probable de Egipto, aunque quienes vendrían a comerciarlo serían navegantes de Creta o Chipre -durante la época en que los primeros construían las Pirámides y los segundos los palacios o ciudades minóicas-. Debido a ello, la etapa del "Vaso Campana" coincide con el periodo que comprende el uso generalizado del cobre (calcolítico); hasta la que se difunde por el Mediterráneo la aleación de este metal con el estaño -la Edad del Bronce-. Un final del campaniforme que podemos fechar en nuestro área sobre el 1800 a.C.; con la aparición de nuevos colonos en busca de minas de casiterita; originándose -entre otras-, la cultura del El Argar pleno (III) en Almería.
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Por cuanto decimos, las dos grandes civilizaciones propiamente peninsulares fueron: La megalítica y la del Vaso Campaniforme. La primera (dolménica) se inicia en la zona de Alentejo y Extremadura (a la vez que en Bretaña) antes del quinto milenio a.C.; e igualmente se extiende por toda Europa a través de vías marítimas, llegando poco despúes a las Islas Británicas y hasta los confines de Rusia. Del mismo modo, que desde el 2800 a.C. lo hicieron los cuencos en forma de campana; cuyos hallazgos comunmente se acompañan con puntas de cobre, flechas y armas denominadas palmelas (en forma de hoja). La importancia arqueológica del Campaniforme es tal, que marca todas las dataciones occidentales, hasta la aparición del Bronce Pleno. Pese a lo cual, en España (ni en Portugal) en mi opinión, se le da la debida importancia -sin enseñar a todos que se trata del inicio de la cultura en Europa-. Unas civilizaciones unidas y conformadas en estos dos tipos de sociedades comunes a todo el Continente -ya desde el quinto milenio a.C.-: Las megalitistas y las del Vaso Campaniforme.
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En la imagen: Figuración expuesta en el Museo Arqueológico Nacional, donde se simula como debió ser originalmente el enterramiento hallado en Fuente Olmedo (Valladolid), perteneciente a la cultura del Vaso Campaniforme -circa 2300 a.C.-. Podemos observar en ella, al reyezuelo, antes de ser inhumado, colocado en posición fetal. Junto a aquel, dos cuencos votivos, su puñal y un enorme ajuar de flechas y puntas (cuyos originales se conservan en el Museo Fabio Nelli de Valladolid). Agracedemos al M.A.N., nos permita divulgar la fotografía.
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.Debido a la extensión de este artículo, se ha dividido en dos partes. Si no ve la continuación, pulse el siguiente enlace para llegar hasta ella: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2014/11/de-los-nacidos-en-tierras-del-fin-del.html

DE LOS NACIDOS EN TIERRAS DEL FIN DEL MUNDO; ENTRADA DEL EREBO (parte segunda).

Debido a la extensión de este artículo, se ha dividido en dos partes. Si no tiene la primera (anterior) sobre esta entrada, o no puede acceder a ella; llegue pulsando el presente enlace: 
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ARRIBA: Tal como decimos, las verdaderas civilizaciones peninsulares fueron la dolménica y la del Vaso Campaniforme -puesto que las restantes nacieron tras la aculturación de nuestras tierras llevada a cabo por colonos, principalmente llegados a las costas-. Pero estas dos primeras y antiquísimas, nacieron y se difunden desde áreas ibéricas; teniendo una relevancia histórica sin parangón en Europa. Ya que unifican en usos y costumbres todo el Continente, durante casi tres milenios (desde el quinto y cuarto, hasta comienzos del segundo a.C.). 

. Su origen, sin lugar a dudas puede situarse entre las cuencas medias del Guadiana y del Tajo; iniciándose la dolménica antes del 5000 a.C. y la Campaniforme desde el 2800 a.C. -conviviendo de algún modo y generando la primera enterramientos más evolucionados y menores, durante esta segunda etapa-. Procediendo ambas de la zona que más tarde los romanos denominaron Lusitania; que comprendía la parte Oeste de la Extremadura española, la portuguesa y el área central del Alentejo. La razón de su florecimiento -a mi juicio- se debe a los yacimientos de oro que por entonces tuvo esta parte de la Península; de la que todavía los romanos hablaban como prodigiosa en metales preciosos (y que todavía contiene ricas minas, aunque ya agotadas en su mayoría). -En imagen, vasos campaniformes procedentes de Santibañez de Ayllón (Segovia) y propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar la fotografía-.
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3./- España: Por siempre conquistada, un día conquistadora.

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Los rasgos anárquicos e individualistas que observamos ya en los iberos del siglo III a.C. (descritos por los textos romanos); pueden verse aún mantenidos entre los españoles de hoy -miles de años después-. Y no es extraño que pervivan hasta nuestros días, porque en gran parte han sido la clave del éxito y de la supervivencia, en nuestras tierras. Un mundo que apenas conoció la paz hasta la Era Moderna; ya que fue primero colonizada y atacada por Fenicios y Cartagineses -durante cuatro siglos-, quienes dieron paso a las campañas de Roma (con casi otros doscientos años de duración). Trás ellas se vivió un periodo de paz romana (de otros cuatro siglos), pero pronto vinieron los godos y sus razias; y cuando el reino visigodo de Toledo estaba asentado y adaptado a Hispania, sucedió la aparición de Tarik -en el 711-. Comienzo de la conquista árabe y la Reconquista cristiana; total unos ocho siglos más de batallas continuadas -sin tregua ni descanso-.
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Finalmente, para intentar calmar las divisiones y luchas nacionales; desde 1492 tomaron como medida ir expulsando a gran parte de la población (todos legitimamente castellanos y aragoneses); considerando que de la pluralidad provocaba los conflictos intestinos. Aunque ello no paró la "inercia militar" del reino, pues la necesidad de nuevas campañas era inminente para la gran mayoría, que se componía por una casta de guereros que había luchado durante miles de años. De lo que emprendieron pronto la conquista de América, pretendiendo hacer lo mismo más tarde con media Europa.
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Por cuanto hemos descrito, a excepción de esos cuatro siglos aproximados de paz romana, se puede considerar que Iberia se mantuvo en lucha armada interna y sin descanso, prácticamente desde el siglo VIII a.C. hasta el XVI d.C.. Todo lo que comprende unos cuatrocientos años de sosiego en unos dosmil trescientos de guerra. A ello habrá de sumársele las múltiples invasiones recibidas desde la aparición del Hierro en nuestro país; unas en calidad de migraciones (como la celta) y otras en la forma de colonos (como la grecofenicia). Visitantes o migrados que arribaron hasta el fin del Continente (la Península) y cuya aparición siempre generaría conflictos; ya que para imponer unas costumbres -o aculturar-, han de aniquilar de algún modo las autóctonas. De hecho, los primeros asentamientos fenicios, suelen estar precedidos y rodeados por la destrucción de poblaciones peninsulares pertenecientes al Bronce -algo muy semejante hubo de ocurrir con la entrada de los celtas-.
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Siendo así, el panorama social e histórico dejado por los distintos colonos, invasores o pueblos migratorios, asentados en lo que hoy llamamos España y Portugal; pasa a ser un puzzle, pleno de razas, culturas, civilizaciones, guerras y conflictos. Todo lo que hace entender que el folklore de Asturias y Galicia, se parezca más al de las Islas Británicas que al de Castilla y Aragón (o al del litoral mediterráneo; no digamos ya al andaluz...). O que el vascuence se asemeje a lenguas protoindoeuropeas del cáucaso; y que un individuo catalán tenga más en común -culturalmente hablando- con un sardo o un italiano, que con un madrileño. Algo que manifiesta la pluralidad de civilizaciones que se forjaron y convivieron durante los más de tres mil años de guerras, invasiones y colonizaciones continuadas; vividas en esta zona que llaman "la piel de toro".

Pero, tras una exposición histórica breve de esta zona de paso, de luchas y de mezclas de gentes; nos surge la pregunta del por qué se produjeron tantos conflictos y migraciones en la Península. Cuestión que tiene dos respuestas: La primera y mas lógica se debe a su situación geográfica, habida cuenta que Iberia se sitúa al final del Continente (donde como en un fondo de saco, va depositándose lo último de cada migración -debido a que más allá no pueden continuar-). Siendo además el paso obligado entre África y Europa, a la vez que entre el Mediterráneo y el Atlántico. Por lo que este lugar que une tierras y mares; era puente necesario para quienes desearon avanzar desde el Mediterráneo y África, hasta el Norte de Europa -en barco, cruzando el Estrecho; o bien por tierra, atravesando la linea de Pirineos-.
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Aunque la segunda respuesta es la que explica plenamente el origen y conformación de la civilización ibérica, con sus diferentes invasiones, razas y migraciones. Puesto que la afluencia de colonos y conquistadores que llegaron a Iberia durante la Edad del Hierro (más concretamente desde la del Bronce), se debió en mayor medida a la riqueza en metales preciosos de nuestras tierras. Concretamente a las minas de oro y plata, que se extendían por todo lo que se llama la "brecha atlántica"; falla o geosinclinal que comprende gran parte de la Ruta de la Plata. Que contenía riquísimos yacimientos en la zona de Huelva, el Algarve, el Alentejo, el Duero y hasta Orense. Tanto que el 25% de todo el oro que se comerció en la antigua Roma imperial, procedía de "lavaderos" orensanos, al Norte del Duero medio (las zonas "áureas", entre las que destacaba Las Médulas). Por su parte, ya en el 2700 a.C. (época del inicio del Vaso Campaniforme) comienzan a explotarse las minas de de cobre de Rio Tinto; afluente cuyo caudal quedó enrojecido tras miles de años lavando en su cauce esos metales.
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Por cuanto la idiosincrasia ibérica anárquica, desorganizada, individualista y pluricultural no surge por casualidad, ni menos por maldad. Sino que fundamentalmente se debe al comercio y explotación milenario de sus yacimientos y riquezas. Un "expolio" llevado a cabo por colonos, quienes vinieron buscando nuestro oro y plata durante el calcolítico; para llegar más tarde al olor del cobre y estaño peninsular (durante El Bronce.) Necesitando por entonces toda civilización avanzada acceder hasta nuesttras costas, debido a que este tipo de minas estaban agotadas prácticamente desde el segundo milenio a.C. en el Mediterráneo (siendo imprescindible el estaño y más el cobre, durante esa Edad broncínea). Por lo demás, la unión entre la minería y el mundo de las armas -o de la guerra, en aquellos tiempos-; hizo que nuestros colonizadores (griegos, púnicos o romanos) no solo aprovecharon la riqueza metalúrgica de la Península para fabricar sus puntas y corazas. Sino que además se abastecieran en estas mismas tierras de mercenarios; ya que el ibero era famoso como guerrero valiente y de gran resistencia, pero sobre todo, como soldado de fidelidad plena (sin poder traicionar al jefe al ejercer la "devotio", que le obligaba a morir junto a su superior si este caía en batalla).
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Estas circunstancias -extensamente relatadas-, en mi opinión motivaron que cuando los Reyes Católicos reunificaron la Hispania romana (y la goda) en un solo reino; la Península regresara a su pasado y a su esencia cultural -a una especie de estado de embriónario-. De tal modo y a través de inercia que conlleva el revivir nuestra propia Historia, los españoles del siglo XV fueron buscando y colonizando tierras al Oeste; llegando hasta América. Para hacer allí cuanto en su pasado había sufrido en sus propias carnes: La conquista, la colonización y la búsqueda del oro.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos dólmenes portugueses, ejemplos de la primera y gran cultura peninsular, que se origina en la zona donde se encuentran estos dos megalitos. Arriba, Antas de Candeeira (fechado entre los milenios VI al III a.C.) situado en las proximidades de Redondo, población cercana a Évora. Abajo el de Vidigueira, de igual datación y sito apenas a unos kilómetros del anterior -igualmente en tierras del municipio de Redondo-. Este área cercana a la bella capital del Alentejo (Évora) es a mi juicio la que ve nacer las dos grandes civilizaciones prehistóricas europeas: La dolménica y la del Vaso Campaniforme. Culturas que comenzarían en esta franja entre el Guadiana, el Tajo y el Atlántico; para difundirse por el Océano hacia las cosas del Norte de España y las bretonas, posteriormente a las británicas y germanas. Introduciéndose hasta los confines del Este europeo y constituyendo las primera civilizaciones continentales.
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La importacia del dolmenismo ha sido olvidada o dejada a un lado en nuestro país, quizás al considerarse que se trata de un mundo primitivo y ajeno al de nuestra cultura propia. Muy por el contrario en lugares como Inglaterra o Irlanda -donde la arqueología se estudia hasta en los Jardines de Infancia- analizan el megalitismo como el origen de su Historia. Aunque los españoles prefieren comenzarla en la Protohistoria, estudiando la suscesión de hechos posteriores, desde este punto de partida; aunque de ese modo restan varios milenios al pasado. Por lo que muy interesante sería plantear el origen cultural e histórico de la Península ibérica desde el dolmenismo y del Vaso Campaniforme. Todo lo que quizás ayudaría a hacernos comprender por qué aún en el siglo XIX, los aldeanos y las gentes comunes del Pais Vasco (y del Norte de España), se descubrían ante los megalitos. Unos hechos que refieren tratados y folkloristas hispanos; mencionando con extrañeza como mientras paseaban junto a un natural de aquellos pueblos (pirenáicos o vascones), al pasar frente a un dólmen o un menhir, estos se quitaban las boinas y sombreros. Sintiendo veneración semirreligiosa por esas piedras.
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Iguales sucesos relatan sobre las costumbres de zonas como Galicia, donde se denominan "mamoas", identificándose con la maternidad y con los pechos. Quizás por la forma de la roca sobre el dolmen, pero más seguramente porque en su interior curaban las meigas y tenían costumbre de atender a los partos. Siendo enorme la importancia que los lugareños daban a aquellas construcciones ciclópeas y pétreas, que atribuían a gigantes o a figuras legendarias (ocupando un lugar principal en todo su folklore y en los ritos de magia o curanderismo). 

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Todo ello, nos debe hacer reflexionar, antes de determinar que una Comunidad (o región) pertenece a la cultura celta, fenicia, gregohelena, filorromana o árabe... . Considerando que estas zonas (al igual que toda nuestra Península) ha sido primeramente unida, colonizada e influida por el megalitismo y el Vaso Campaniforme; de donde quizás proceda el verdadero iberismo (de origen neolítico o calcolítico). Debido a lo que hemos de plantearnos si la lengua y cultura vascuences son inicialmente megalitistas y calcolíticas (o "vasocampaniforniana") -lo que explicaría la enorme veneración que antaño sentían los naturales de la zona vascopirenaica por los dolmenes y menhires-. Ello, asimismo daría razón al por qué las gentes originarias del Pririneo oscense, navarro y vasco, tienen tantos rasgos comunes genéticos con los alentejanos portugueses. Algo que nos haría pensar que el origen de España y Portugal estaría en estos dos puntos: El área vasconavarra y norte de Aragón, junto a la del Alentejo medio y la Extremadura Oeste. Es decir, que tal como se determina que Portugal históricamente se inicia en esá zona de la Lusitania -romana- (el Alentejo, parte del Algarve y Extremadura). Quizás debiéramos concluir que Navarra, el Alto Aragón y el País Vasco, serían el origen cultural de la primera civilización ibérica; y por lo tanto, el lugar de nacimiento de la España primigenia.

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C). POR TIERRAS DEL EREBO-IBERO, AL FIN DEL MUNDO OESTE...
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1./- El fin del Mundo, "allende" el Sol cae bajo las aguas:
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Hace más de treinta años, cuando no tenía muchos más de veinte y mientras hacía mi Servicio Militar en Sevilla, me aficioné a escribir e investigar sobre arqueología. Tanto que en esos días me publicaron varios artículos, de los muchos que redactaba. Porque durante los meses de "mili" me aburría cual ostra acuartelada, así que aprovechaba para leer y soñar cuanto podía -principalmente sobre Tartessos y acerca del pasado histórico de Andalucía-. Entre los estudios míos que salieron en periódicos, hubo uno que tuvo cierto "suceso" al plantear un nuevo origen a la palabra España, afirmando incluso que la etimología de esta y la de Iberia eran la misma. Explicando mi teoría que ambas voces procedían desde términos indoarianos, cuyos radicales serían "SVAR" (Sol) y "VARI" (agua). Siendo la unión de ambas palabras "SVARVARI" lo que produciría por crasis "SVARI" o "ESBARI". Desde allí, razonaba que surgían palabras indoeuropeas como la griega "SPERIA" o "hesperia", que significaba "atardecer", cuyo sentido inicial sería "Sol en el agua".
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Por ello, "HESPERIA" -antecedente de Véspero y de vespertino-, en verdad no solo era para los helenos el Occidente, Ocaso y atardecer; sino que refería al astro rey sumergiéndose en los mares. Voz desde la que nacería "IBERIA", cuyo significado primero debió ser el mismo: Occidente, lugar del atardecer. Pero a su vez, desde estos radicales surgirían siglos más tarde "HISPAL" y después, Hispania. Conteniendo una igual procedencia la voz semita "SEVARI" o "SEFARDI", que define al originario de Sefarad (España en hebreo); ya que estos términos, deben considerarse "barbarismos" importados a lenguas semitas y nacidos desde el indoariano "SEVARI" (término que, como ya explicamos antes, se tarduce por "Sol en el agua" y que se habría deformado hacia sonidos cercanos a "SEPHAR"). De ello, el nombre que los fenicios daban a la primera Sevilla, llamada "SPAL", como una forma cercana y muy común a "SEPHAR" ó "SEFARAD"; origen de las palabras: Hispalis, Hispania (España, Spain etc).
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Tras publicar estas ideas (cuyo artículo aún guardo y recojo en parte -bajo estas lineas-), continué investigando y fuí descubriendo que existía toda una mitología que relacionaba la Peninsula Ibérica con el fin del Mundo, donde situaban los antiguos la entrada a los infiernos. Ello no solo por tratarse del Occidente máximo; último punto de la Tierra conocido (hasta el descubrimiento de América). Sino también por la peligrosidad del Estrecho y del océano Atlántico; imposibles de navegar en barco con calado y casco marinero mediterráneo. Asimismo, era famosa desde la antigüedad más remota la fiereza de sus habitantes (los iberos, arduos guerreros). Todo lo que unido a la riqueza del subsuelo y al trabajo en minas realizado por gran parte de la población peninsular. Situaba estas tierras como el punto cierto donde daba comienzo el infierno, terminando en Iberia el Mundo de los hombres. Allí donde las aguas tragaban las naves, como a diario el océano engullía el Sol; lugar del Erebo (el Ibero) donde las gentes debían trabajar bajo tierra extrayendo las riquezas de Hades (el dios Putón del Averno, que otorgaba los dones ctónicos: Las riquezas).
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De tal modo, reconocí toda una mitiología "infernal" que se desarrollaba durante la Antigüedad en nuestra Península, a través de la cual dioses y héroes debían llegarse al Averno para cumplir determinadas misiones. Siendo los episodios más famosos aquellos que narran como Hércules viene a capturar al Cancerbero o a engañar a las Hespérides, hijas de la reina de Tartessos: Hesperis (nombres cuya traducción hemos de entender desde el griego "atardecer" pero que de seguro y en este caso se refiere a la reina de Hispalis o Hispania -Hesperia-). Todo ello demostaba que desde la antigüedad más remota, Iberia y España, eran reconocidas como un territorio conceptualmente unido, con una cultura propia y con un sentido plenamente compacto. Todo lo que llevaría a que posteriormente Roma unificase Hispania, en la forma y fronteras que más o menos hasta hoy tiene.
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Siendo así, hemos de plantearnos por qué una Península que ha sido concebida unida desde tiempos ancestrales (hablamos de la Primera Edad del Hierro), aún no comprende su sentido de nación; estando fraccionada y fraccionándose de contínuo. A todo cuanto debiéramos contestar con lo relatado extesamente en los párrafos anteriores.
Unas ideas que se pueden resumir en las siguientes frases:
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1º-. Porque la Península históricamente logró permanecer sin ser el todo conquistada, gracias a la desunión y anarquía de sus jefes y habitantes (quienes de haber permanecido unidos y bajo un solo mando, se hubieran rendido continuamente ante el invasor).
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2º-. Porque debido a lo antes referido, existe en España la tendencia histórica de pensar que "la desunión hace la fuerza". Ya que es mejor formar una Sociedad en la que cada uno va por su lado (haciendo frente al enemigo en forma bandas o salteadores). A organizar un ejército y una nación solida, fuerte y compacta (que antes o después, puede llegar a rendirse al unísono -mientras el guerrillero nunca lo hace-).

3º-. Porque la base económica y social de Iberia fue la metalurgia, lo que le daba un contacto pleno con el armamento, necesitando la guerra como modo vida. Además, hemos de tener en cuenta que la minería era (y es) un mundo durísimo en donde por aquel entonces el trabajo de esclavitud en los yacimientos, era peor que la muerte.
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4º.- Final: Porque han sido tantas las invasiones que hemos recibido y tantas las colonizaciones y culturas que han pasado por nuestras tierras; que las diferencias entre unas regiones y otras son mucho mayores que las que existen entre paises, en el resto de Europa.
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ARRIBA: El autor de estas lineas junto al gran menhir de Almendra, el conjunto megalítico más importante de las cercanías de Évora (Portugal). Como podemos ver se trata de un gnomon solar (un medidor de luz) y por lo tanto de un símbolo masculino -del dios padre, astro rey-. Todo lo que identificaría estos menhires con símbolos fálicos, de culto calendárico y astral.

. ABAJO: Primera hoja de mi artículo "QUÉ SIGNIFICA ESPAÑA" publicado en el Diario informaciones (en 1982), mientras realizaba mi Servicio Militar y cuando tenía yo algo más de veinte años. En este (como hemos dicho) se analizaba la etimología de las voces "ESPAÑA" e "IBERIA", llegando a la conclusión de que ambos términos inicialmente significaban lo mismo: "Occidente".

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2./- De los nacidos en tierras del fin del Mundo:

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Llegamos a la última parte de este artículo que he dividido en dos -por su extensión- y donde creo podremos haber comprendido algunos de los muchos problemas que tiene nuestro territorio, desde los más remotos tiempos. Unos temas de difícil solución, habida cuenta que los diferentes rasgos del iberismo se forjaron a través de miles de años de invasiones, luchas y colonizaciones. Pero sobre todo, debido a la explotación de la población autóctona, por mano de "visitantes" llegados a nuestra Península (fundamentalmente con fines pecuniarios). Tanto es así, que la mitología griega recuerda como venían los helenos a hurtar las riquezas de Iberia.
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Unos hechos narrados en dos de los últimos Trabajos de Hércules: "El robo de los bueyes del rey de Gerión" -monarca tartessio- y el de las manzanas de oro, de las Hespérides (igualmente junto a Tartessos). "Bueyes de Gerión" que -como siempre he dicho- simbolizan la pecunia (de pecus, animal) y por ende el bronce de tierras atlánticas, que se fundía en lingotes con forma de toro -indicando así su valor y peso, equivalente a cabezas de ganado-. Tanto como las manzanas áureas, sin lugar a dudas hacen referencia a las minas de plata y oro que abundaban en todo el litoral Oeste peninsular. Refiriendo la leyenda del héroe griego (que simboliza y personifica las gestas del mundo heleno) el modo en que los navegantes helenos llegaban hasta nuestras costas con la intención de hurtar, más que de comerciar los metales.
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Infinidad han sido las invasiones que ha vivido España e innumerables las migraciones de uno u otro tipo. Todo lo que nos convierte en un lugar de paso y de guerras, tan solo comparable en Europa con zonas como Los Balcanes (pues otros paises del entorno mediterráneo -como Italia o Grecia- mantuvieron una unidad cultural desde al menos el siglo VII a.C.). Quizás pudiera compararse la Península Ibérica con Turquía, pese a que la historia de una Anatolia unida es infinitamente más antigua y se remonta al imperio Hitita (desmoronado hacia el 1300 a.C. y seguido de los Estados neohititas). Por ello, en Europa, el paralelo más próximo a nuestra situación geográfica e histórica hemos de buscarlo en áreas de la antigua Yugoslavia (en los paises Eslavos), donde la mezcla de gentes, razas, religiones, migraciones, colonos e invasiones; es similar a la que han sufrido nuestras tierras.
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Desde aquí y desde este origen e Historia tan dura y plena de acontecimientos trágicos, hemos de analizar la idiosincrasia hispana; sin querer culparnos, ni menos desear buscar culpables. Puesto que en un lugar tan maltratado por el pasado, es normal que los problemas no se superen facilmente -debido a ello, nuestros traumas y defectos son a día de hoy muy difíciles de afrontar-. De tal manera, considerar al español malo por ser individualista o anárquico, sería como culpar al noruego de tener la piel blanca y el pelo rubio; ya que esos rasgos se deben al entorno o a la situación geográfica de su tierra; no a su deseo de permanecer en este estado -semialbino ellos y semiautista nosotros-. Y si el nórdico no tiene culpa de ser blanquecino y de pertenecer a su cultura (hoy muy apreciada, pero hasta hace unos siglos tenida por bárbara e insípida); tampoco hemos de responsabilizar a las gentes de España de su carácter, de su forma de ser o de vivir. Pues ello sería en verdad autoritarismo, ya que calificar al nacido en la Península de desordenado, individualista, poco laborioso, agitador o rebelde. Es como decir que los africanos no se organizan, ni trabajan ordenadamente, porque ese es su espíritu. Sin tener en cuenta factores geográficos, históricos, climatológicos y culturales.
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Dicho esto, parece que es evidente la anarquía del "ibero", tanto como su individualismo. Incluso una forma curiosa de xenofobia, más relacionada con el odio por "el forastero" -como se dice en los pueblos- que con rechazo al extranjero. De este último rasgo deviene un curioso complejo de inferioridad típicamente hispano, que le obliga a llamar la atención allí donde va. Tanto, que en aeropuertos y lugares fuera de nuestro país, es muy fácil reconocer a un grupo de compatriotas, porque parecen sentirse obligados hablar en tono muy alto. Gritando o vitoreando cuanto hacen (si son muchas personas); o bien manteniendo conversaciones de un modo que a cien metros pueden escucharse (si son pocos). Evidentemente, es normal que los extranjeros cercanos a ellos giren la cabeza o se queden mirando a los que así se comportan; todo lo que al español parece gustar mucho, pensando que se interesan por sus conversaciones (en las que normalmente narran lo ricos que son, cuanto les sobra, o el familiar millonario que tienen). Aunque en el fondo no saben que actúan como el niño que no es escuchado, ni puede comunicarse bien; por lo que siempre termina chillando para ser atendido. Una costumbre que cuando ya la ejercitan en su propio país, resulta del todo inaguantable.
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Quitando algunos rasgos, como el antes descrito; en nuestra entrada hemos podido ver que el problema de España es muy profundo y no puede solucionarse en una, ni en dos generaciones -aunque llevemos treinta y cinco años viviendo bajo libertades democráticas-. Necesita varios decenios (sino un siglo) en los que se logren superar nuestros traumas, comprender el pasado y no desintegrarse (como parece está sucediendo). Algo que afortunadamente bien entendieron durante la Transición, en la que decidieron hacer "borrón y cuenta nueva"; pues de no haberlo realizado quizás hubieran entrado de nuevo en una espiral que podía haber acabado en otra guerra intestina. Aunque hoy, parecen haber olvidado lo fácil que es regresar a los problemas heredados y que no se han resuelto; por lo que muchos españoles han decidido tomar una nueva vía: Quizás movidos por su juventud -o por su inexperiencia-, una gran parte de nuestros compatriotas han apostado por el duro camino de destruir -o derruir- el sistema existente. Sin pensar siquiera en las consecuencias de futuro, mirándose en el pasado. Pues como decimos, España es un país tan solo comparable (histórica y geográficamente) en Europa con los Balcanes (o bien con Turquía); donde la agitación puede terminar por mover la nitroglicerina que contienen numerosos y profundos pozos, históricamente repartidos por todo el territorio.
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Por lo demás y en contrapartida a ese liberalismo tan radical -que comunmente ejercen los hispanos-, y debido al difícil y problemático tejido social de nuestra nación; históricamente en ella siempre hubo un sector que ha apostado por la idea de que una Sociedad así, solo se mantendría en paz gobernada por un tirano. Todo lo que comprende por vez primera Fernando el Católico (inspirador de "El Príncipe", de Maquiavelo); que impone la Inquisición, como un sistema de control político (sin motivo alguno religioso). Atentando incluso contra las libertades de la Iglesia, ya que los gobernantes tenían potestad para mandar juzgar a cualquier súbdito del reino por el Santo Oficio -fuera aquel un civil o un sacerdote-. Además, como debido a aquellos tiranos que se sucedieron en el poder; jamás se han podido completar en España, las libertades, la unión y la paz (al menos hasta nuestros días). Todo ello comprende un eje de conflictos, actuando en espiral y como una pescadilla que se muerde la cola. Lo que otorga otro rasgo más al hispano, que se radicalizará en sus planteamientos. Pues entre nosotros es casi inexistente la moderación; pasando las opiniones de un extremo al otro y apenas conociendo un estado intermedio. Ello quizás, porque nos empeñamos en buscar culpables donde no los hay; pues la "gran culpa" se halla en la terrible Historia de guerras e invasiones que nuestra tierra tuvo desde que la descubrieron los buscadores de metal (hace ya más de cuatro mil años)... .
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Son nuestros días un tiempo en los que regresa la agitación, vitoreando a aquellos que provocan la descomposición de múltiples valores. Aunque para lograr el Estado en el que actualmente vivimos, hubo quienes han pasado penurias, perdonado las mayores atrocidades y remontado las peores crisis. En verdad, los jóvenes tienen motivos de quejarse (como siempre han de hacer), pero lo que no desea nadie es que su protesta arrastre el país hacia el pasado. Pues si su reivindicación nace de ver como parte de una élite política ha podido malgastar -o disponer- de los bienes de todos. Ello convertiría a quienes lo han hecho en unos simples chorizos, o en estafadores.
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Pero lo que quizás no conocen esos jóvenes que tanto se enervan -o no calculan quienes así protestan-; es que antaño los que gobernaron España, en su gran mayoría no fueron ni ladrones, ni chorizos... . Muchísimos eran verdaderos asesinos. Personas capaces de llevar a la hoguera o al paredón, al que pensara de manera distinta; o bien gentes con la intención de aniquilar a cualquiera que se le interpusiera en su camino. Todos ellos sin problemas de conciencia para declarar la guerra -o hacer ir a batalla- a los más infelices e inocentes (siempre que eso les mantuviera en el poder).
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Muchos afirman que España sigue igual, que no ha mejorado o no ha cambiado... . Pero en verdad, los que no parecen cambiar son los españoles. Que siguen creyendo vivir en aquella época en la que el colono -o el invasor extranjero- llegaba a nuetra tierras, para llevarse las riquezas, esclavizarnos o contratar nuestros servicios como mercenarios. Pese a ello, es una evidencia que este país (antes llamado España...) ha mejorado y avanzado enormemente desde hace medio siglo. Aunque aún nos queda otro tanto de progreso cultural e intelectual; al menos tanto como para poder comprender el sentido de Estado y de Sociedad que los europeos tienen. Algo que quizás no entendemos, porque aquí todo el mundo "va a los suyo".... Y yo el primero.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Grabado de Jose Villegas y Cordero, en el que se representa "El banquete de los liberales". Famosa comida celebrada el 20 de diciembre de 1863, durante la que miembros del Partido Liberal deciden oponerse a Isabel II (ante el hecho evidente de que no les iban a contemplar como alternativa de poder). Tras ello, los liberales optan por ponerse en contra de la reina; quien después de diversas maniobras y malas mañas, se ve obligada a salir huyendo del país que hasta entonces gobernó (seis años más tarde del referido "plante" del banquete). Pese a todo, parece que el remedio fue peor que la enfermedad; pues trás el asesinato de Prim y la abdicación al trono de Amadeo de Saboya, el país queda en un estado de abandono letal, llegándose a la Primera República.
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Un periodo de unos veinte meses de duración, donde hubo cuatro Presidentes de Gobierno y durante el cual los diferentes cantones, provincias y regiones, llegaron a declararse la guerra. Atacando la flota de Cartagena las ciudades de Alicante y Almería, hacia las que salieron las fragatas del país cartagenero, para "invadir tierra extranjera y recaudar fondos". Una gran hazaña bélica cantonalista, pese a que durante su regreso cayeron presos a manos de piratas, los mencionados buques de guerra que habían ido a bombardear los puertos alicantinos y almerienses (considerados por Cartagena, potencias enemigas). Todo ello, en una etapa de tal anarquía que lo más común era recibir noticia diaria de cuantos pueblos y ciudades se iban proclamando Estados Libres y desvinculados de todo poder central (como hizo Alcoy). Llegando a declarar su independencia la Nación de Jumilla, al sentirse agredida por Murcia; proclamando el siguiente manifiesto de autogobierno en 1873:
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-"La nación jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas, y sobre todo, con la nación murciana, su vecina. Pero si la nación murciana se atreve a desconocer su autonomía y a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar en sus justísimos desquites, hasta Murcia y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra...."-
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Todo un abanico de hechos, deshechos y derechos que muestran y demuestran la idiosincrasia ibérica; plena de anarquía, individualismo e imaginación (como lo fue aquella Primera República, cuyos sucedidos nadie se atrevió a recoger en un sainete, porque parcerían tan absurdos como imposibles). Llegando a ser tal el desorden reinante, que uno des sus presidentes -Estanislao Figueras- comenzó su discurso parlamentario, gritando en catalán (quizás para que no le entendieran muchos):
-"Señores diputados, francamente he de decirles que... ¡¡¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!!!"- 

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ABAJO: Muñeco simulado de un Guardia Civil, que encontré hace algunos años a la entrada de un pueblecito palentino. No sabiendo de qué se trataba, paré junto a él mi coche y me explicaron que consistía en el mejor método para que los conductores aminorasen la velocidad. Pues aunque todos se daban cuenta de que era un muñeco; el solo hecho de ver un tricornio y el uniforme verde, producía tanto miedo que nadie se atrevía a no frenar. Para colmo, pude comprobar que en su pedestal ponía "MODERE LA VELOCIDA" y que su modelo estaba patentado; puesto que petendía fabricarlo y venderlo su "diseñador" -si así se le puede llamar-.
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Recojo este ejemplo curioso, para mostrar una vez más el espíritu del español, que hace lo que quiere y al final algunos vienen a ponerle freno, valiéndose de las pocas cosas que teme. Sucediéndonos comunmente como al conductor que observa en la carretera este muñequito, que pese a saber que no es un guardia, conduce con prudencia tan solo al ver un tricornio... . Algo semejante nos pasa a todos los españoles en nuestro fuero interno, donde somos totalmente anarquistas y muy individualistas; haciendo muchas veces lo que nos viene en gana. Pese a todo, hay ciertas cosas que sí nos imponen, por lo que "echamos pronto el freno" (aunque solo sea por prevención o por miedo). Pues tristemente en España se ha confundido autoridad con autoritarismo y el respeto con el miedo. Ya que como por aquí cada uno va a los suyo, al final tan solo el temor hace a muchos "parar el carro".

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Debido a la extensión de este artículo, se ha dividido en dos partes, siendo esta la segunda y final. Si no tiene la primera arriba, pulse el siguiente enlace para llegar hasta ella:

http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2014/11/de-los-nacidos-en-tierras-del-fin-del_10.html