viernes, 16 de marzo de 2018

ANTE EL KRONOS DE MÉRIDA


ÍNDICE GENERAL: Pulsando el siguiente enlace, se llega a un índice general, en el que se contienen los artículos de "Añoranzas, recuerdos y semblanzas". Para acceder al índice haga "clik" sobre esta linea: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2015/04/pulsar-sobre-las-lineas-de-enlace-hacer.html
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EL ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo las letras destacadas en rojo o negrilla).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías de una estatua de Kronos, procedente del Mitreo de Mérida, propiedad del Museo romano de esta Ciudad -al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes-. La escultura, de tamaño natural y tallada en mármol (del siglo II d.C.); representa al joven dios desnudo, luciendo un cardiofilax en su pecho con el símbolo de la Legión (el león). Sobre su cuerpo se cierne una gran sierpe que lo envuelve, mientras a su lado y a la altura de los pies, aparece una cabeza de carnero. Como ya he narrado varias veces, de niño pasaba las Navidades y Semanas Santas en un lugar llamado Las Infantas; situado entre Trujillo y Madroneña (en Cáceres, a unos ochenta kilómetros de Mérida). Recuerdo perfectamente cuando me llevaron por primera vez a visitar aquella ciudad romana: Emérita Augusta, capital de Lusitania -aunque por aquel entonces estaba sin excavar en su mayor parte (hace de esto casi medio siglo)-. Unos veinte años más tarde volví repetidamente a Mérida; ya junto a mi mujer, estudiando y fotografiando las bellezas de España para mostrarlas en Japón. Por entonces ya habían avanzado mucho las excavaciones emeritenses y se encontraba abierto su famoso Museo Romano (realizado por Rafael Moneo). Allí fue dónde hace unos treinta años, me encontré por primera vez frente a la escultura en imagen; y cuando por entonces la observaba, reflexionaba sobre el extraño simbolismo que contenía. Pensando: ¿Qué podría ser aquel chico atrapado por una serpiente, con una cabeza de carnero a sus pies?. Mucho después, descifré su significado explicándolo en un artículo sobre arqueología (1) ; comprendiendo el sentido verdadero de este Kronos. El Tiempo, representado como un Tifón. Una tormenta serpentina; el peor tiempo que existe y que tristemente a todos nos envuelve, para irnos devorando poco a poco -con su paso cíclico y silencioso; que como un reptil, atrapa y engulle-.
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1- MI INFANCIA SON RECUERDOS:
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Comenzaba el poeta narrando su vida, diciendo: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, donde madura claro el limonero”. Describiendo en unos de sus más bellos versos, el sentido pleno de la memoria del niño. Para quien el primer golpe de belleza y la realidad inicial, señalará gustos sobre colores y olores; incluso marcando las tierras y los campos que nos atraerán de por vida -generando hasta patrones en el sabor-. Del mismo modo, la arquitectura que de pequeños habitamos; esos muros infranqueables que vivimos, serán los que nunca olvidaremos. Guardando en la memoria aquel recinto que en la infancia vimos, desde el suelo al cielo; lo que nos enseñara de un modo definitivo, para apreciar las artes y el espacio vivo. Exactamente, todo ello se produce del modo en que el poeta describe, al decir: “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”. Fotografiando con una sola frase cuanto el niño Machado amaba, olía, escuchaba, veía, sentía y observaba: Los muros de Sevilla, la tierra y el cielo de Andalucía, el clima cálido del Sur atlántico, el frío suelo de un patio, el duro verano andaluz y el cobijo en ese jardín interior, cargado de belleza y vegetación. Donde el sonido de su fuente, el color de las hojas y los frutos que allí se cultivaban, marcaron sus recuerdos, de un modo ineludible. No pudiéndose desprender Machado jamás de aquellos olores del húmedo azahar (en las noches); que durante el día se convierten en el sabor amargo y cítrico de una Sevilla tórrida estival, o de un puerto invernal con olor a río (junto al Guadalquivir estancado).
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Así es también mi infancia, ya solo recuerdos... . Pero tan poderosos y marcados, que a estas memorias debo recurrir de continuo para poder entender cuanto siento y comprender lo que pienso. Y como aquel que consulta un diccionario, mientras está traduciendo; voy yo excavando en mi niñez por ver qué puede significar cada cosa de las que hoy elucubro, digo o intuyo -conforme a lo que fui a comienzos de mi vida-. Pues hemos de pensar que nuestras reacciones -en gran parte- nacen del esa “tábula rasa” que la experiencia y la suerte, fueron grabando (hasta imprimiendo). Concediéndonos así el carácter definitivo que cada uno tenemos y que se forja como el acero: Al fuego y al agua, al calor y al frío; pero sobre todo, a golpes de vida y muerte. Por lo que ante todo, para no convertirnos en gélido acero, ni en mugriento hierro; conviene conocer bien qué intuíamos del Mundo y de la vida, cuando aún no teníamos en la mente los prejuicios y los conocimientos que el tiempo nos impuso.
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Siendo así, comprenderá el lector que no me es fácil volver a estas páginas; menos después de tanto tiempo y tras haber dedicado los últimos artículos a familiares que ya no están con nosotros. Pues en el anterior texto tuve que parar sucesivamente de escribir; algunas al reírme redactando bobadas, pero las más, cuanto lloraba recordando lo que ya se había perdido. Sonrisas y lágrimas que me llevaron a recordar el Kronos de Mérida; de aquella ciudad eterna que por primera vez vi de niño y frente a la cual parece que solo envejecemos los humanos. Porque Emérita Augusta, cada día renace más de sus cimientos; mientras los vivos avanzamos devorados por aquel cíclico reptil que señala un infinito imposible. Tal como enseña esa escultura de culto mitráico, donde vemos al joven envuelto por un gran ofidio, que simboliza el movimiento de la Vía Láctea y el transcurso del Tiempo. Ceñido por una espiral que marca los días, los meses y los años; mientras a los pies del Kronos aparece el carnero (Aries), señalando el primer “mensis”. Todo lo que me lleva pensar, que esa religión de Mitra quizás iniciaba a sus fieles adoctrinándolos con una ceremonia similar a la que vemos representada. En la que se mostraba cómo “el fuerte”, “el joven” y hasta el invicto legionario -por muy valeroso que fuera-; inevitablemente sería también engullido por el tiempo. Un ciclo imparable, que a modo de reptil trepa por nuestro cuerpo, hasta convertirlo de nuevo en partículas siderales.
-Pero... Después de todo... . ¿Los recuerdos...?. ¿Dónde irán a parar los recuerdos?-.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotografías con los primos-sobrinos (Salvador Monmeneu Santafé; Luis Beloqui Monmeneu y yo). Al lado, hace unos doce años, cuando vinieron a verme a Japón; abajo, en España, tomando los tres una copita. En ambos casos, estoy yo en el centro (entre Luis y Salvador) y en la foto japonesa nos encontramos vestidos de yukata, en un “on-zen” (balnearios nippones que son allí una alternativa de ocio, semejante a ir a la playa en el sur de Europa).






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2- MI PRIMER RECUERDO:
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Es difícil saber cuál es tu memoria más antigua, aquello que se te grabó en la cabeza por primera vez. Pues cuando intentas reflexionar para encontrarlo en lo más profundo de tu pasado, surgen infinidad de hechos, imágenes o voces en el olvido -impidiendo dilucidar lo más antiguo que se fijó en nuestra mente-. En todo caso, la solución para solver y resolverlo, es solo una: Elegir lo que más te guste rememorar, entre cuanto primero memorizaste en toda la vida -por lo menos, yo así lo hice-.
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De tal manera, mi primer recuerdo creo que es el que se refiere al tíoabuelo Eloy Cobo; fue el único hermano que tuvo mi abuela materna, quien debió fallecer en 1965 -mientras yo tenía cuatro años-. Cuando supieron que se encontraba en estado terminal, mis padres decidieron ir a visitarle dos o tres veces por semana (en su casa de Madrid, donde vivía ayudado por unas monjitas). Aquel hombre, que por entonces debía tener algo más de setenta años, me parecía mayorcísimo. Cuando lo conocí estaba muy enfermo y todo lo que recuerdo de él es como arrugado y blanquecino: Una calva canosa, una barba también color estaño, unos pijamas plateados, unas mantas como de enjabonado y las sábanas plisadas, en tono hueso... Además, siempre junto a él, unas monjas igualmente vestidas de blanco; como todo lo que allí había. Viejo, isabelo y mal planchado.
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Antes de que se muriera necesitaba un cura para confesar y tomar la extremaunción; así que un día fuimos a recoger al sacerdote para que le suministrase los santos óleos al pobre tío Eloy. A mí no me dijeron nada de lo que ocurría, pero también fui acompañando a mis padres en esta ocasión; seguramente para animar un poco la escena, pues me dejaban jugando y entreteniendo a las monjas en la habitación contigua. Tan triste debía ser todo, que ese día se produjo mi primer recuerdo; del cual mantengo aún en la memoria al sacerdote cambiándose de ropa y entrando con solemnidad en el cuarto del enfermo. Debía de estar yo muy preocupado porque aquel cura era lo único negro que había visto hasta entonces junto a la cama del tío Eloy -quizás pensando que esa mácula oscura, en aquel cuarto, era una señal de lo que le ocurriría muy pronto-. Luego, cerraron la puerta; pero al rato, todos salieron riendo. Algo que me contentó, pues indicaba claramente que el enfermo había mejorado. Pero nada de eso ocurrió y por lo que oí comentar a mis padres, no era la sanación del tío el motivo de las risas; sino lo que el pobre viejecito había dicho en su última confesión:
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Años más tarde pude saber lo que pasó, cuando el cura entró en el cuarto del tío y estaban todavía allí mis progenitores. Mi madre fue la primera que habló, diciendo:
-Tío Eloy, te hemos traído un sacerdote; tienes que confesar ahora lo juerguista que de joven fuiste. Debes decirle eso que nos contabas; que a cada chica que “te beneficiabas” en Cuenca, le regalabas unas cabras.-
Ante tan rigurosa afirmación de mi madre, parece que el oficiante se quedó parado y le replicó que no fuera tan exigente con el moribundo; que le dejase a solas con él, que bien sabía un sacerdote lo que debía preguntar. Pese a ello, el tío Eloy no se sintió agraviado por las palabras de mi progenitora; muy por el contrario, tomó al cura sujetándole por una manga y le dijo:
-Déjela padre; deje a mi sobrina; son fantasías... ¡Es todo mentira!. No tengo nada que confesar porque lo de las cabras es imposible... Si hubiera regalado una chivita a cada chica con la que tuve un “afair” de joven, no habría habido cabras en todo Cuenca-.
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Parece que este fue el motivo de las risas que yo desde fuera oí y que dejaron grabados en mi recuerdo esos momentos. Un día que jamás pude olvidar, sobre todo porque muchos años más tarde me lo recordaban; siempre que mi padre hablaba del pobre tío Eloy y de lo simpático que era (hasta en sus últimos momentos). Pese a todo, su vida fue muy triste; y aunque en su juventud vivió un camino de rosas, todo se le tornó gris un día de Febrero. Por una simple imprudencia y debido a que era muy aficionado a las carreras de coches o a la velocidad; teniendo un terrible accidente automovilístico en el que murieron algunos de sus hijos y personas que trabajaban en su casa. Como exitoso abogado se compró un enorme Hispano Suiza, con el que le encantaba correr; aunque un 20 de febrero de 1928, viniendo de viaje junto a sus hijos (y dos encargados de cuidar a los niños), chocó contra un camión de madera. El accidente se produjo a la altura de Aravaca; volcando y muriendo varios de los ocupantes, tal como describen las páginas de ABC. No resumiremos cuanto narra el periódico, que termina añadiendo terribles datos sobre los hechos; aunque, por si algún familiar estuviera interesado en conocerlos, en cita (2) incluimos los enlaces con la Hemeroteca ABC. -pero deseando recordar a los parientes en su etapa más alegre y feliz, vamos a recoger a continuación algunas fotos del tio Eloy, de mis abuelos, sus padres y hermanos-.
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, algunos recortes que encontré buscando la referencia en periódicos del accidente antes mencionado. Salía en EL LIBERAL y en ABC, la reseña de licenciatura y la pedida de mano de Eloy Cobo (en 1912 y 1913 respectivamente). Por aquel entonces, la vida debía ser todavía feliz para casi todos, tal como vemos en las fotos que más abajo recojo.
Al lado: Veraneando en Zarauz (1915), poco después de prometerse mis abuelos y casarse el tío Eloy. En primer término, a la derecha; Eloy Cobo (recién casado y con unos veinte años), a su lado y en el centro Luisa Portillo (su mujer; embarazada). Al lado de ella, mi abuela Concha Cobo (con unos veinte años) a la que le encantaba tomar baños de sol y de olas, aunque también tenía como afición heredada el buen comer de Zarauz. A su lado, la hermana de mi abuela (Ma. Teresa Santafé, con pamela y chaqueta); detrás y por orden de izquierda a derecha: Martín Santafé (hermano de mi abuelo Angel), Manuel Cobo Canalejas (padre de mi abuela) y Jaime Santafé (hermano menor de mi abuelo).
Abajo: Otra foto, del mismo verano en Zarauz. A la izquierda, Luisa Portillo (mujer de Eloy Cobo, de luto y embarazada). A su lado, de nuevo, Ma. Teresa Santafé; junto a ella, mi abuela Concepción Cobo, a su lado, mi abuelo (Angel Santafé). De pié y con bastón mi bisabuelo (Manuel Cobo Canalejas, padre de la abuela Concha); a su lado, su hijo Eloy y al final el pequeño de los Santafé (Jaime).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado: Fotos similares y del mismo verano; en Zarauz 1915, de izquierda a derecha: Angel Santafé (mi abuelo) Eloy Cobo (hermano de mi abuela) Concepción Cobo (mi abuela) Ma.Teresa Santafé (hermana de mi abuelo) -entre ambas, asoma la cabeza detrás Jaime Santafé (hermano pequeño de mi abuelo); a su lado, Luisa Portillo (mujer de Eloy) y Manuel Cobo Canalejas (padre de mi abuela).
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Abajo: En el Monte Igueldo, ese mismo verano. De izquierda a derecha: Luisa Portillo Mendiati (mujer de Eloy Cobo), Ma.Teresa Santafé (hermana de mi abuelo), Sra. Mendiati (suegra de Eloy Cobo), Manuel Cobo Canalejas (padre de mi abuela), Concepción Cobo (mi abuela), Angel Santafé (mi abuelo), María Santafé (hermana pequeña de mi abuelo), Eloy Cobo (hermano de mi abuela), Sr, Portillo (suegro de Eloy Cobo), Jaime Santafé (hermano pequeño de mi abuelo).
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SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos tomadas hacia 1927; recordemos que al año siguiente (1928) el tío Eloy Cobo tuvo un accidente automovilístico, donde murieron algunos hijos. Pero poco antes ya había fallecido también de en un accidente de tráfico el hermano pequeño de los Santafé: Jaime, al que hemos visto en fotografías arriba con unos quince años (en 1915). Acerca de las fotos que aquí comentamos; en anteriores ocasiones no pude localizar bien quién era esta persona que aparece en algunas imágenes, esculpiendo en un estudio o junto a mi abuelo sobre un tejado (en la casa La Fuente). Más tarde me di cuenta que debía tratarse de su hermano pequeño (fallecido en 1927): Jaime Santafé, que estudió arquitectura y se casó con Rosario Mira hacia 1925 (con la que tuvo dos hijos Ma. Francisca y Jaime). Tras licenciarse como arquitecto, construyó su primera casa en la calle Serrano (un edificio que todavía se conserva). Pero poco después de acabar la obra y regresando de viaje con su coche, también sufrió un terrible accidente (muriendo con unos veintisiete años y dejando dos huérfanos -uno de meses y la mayor con apenas un año-).
Arriba: Hacia 1927 en la Fuente de Pedro Naharro (junto a Tarancón), donde tenía las tierras la familia de Manuel Cobo Canalejas; quienes aunque procedían de Madrid y Lucena, se asientan hacia 1800 en esta zona de Cuenca. En la imagen podemos ver a los hermanos Santafé, junto a mi abuela Concha Cobo, en la casa de La Fuente de Pedro Naharro, ayudando a arreglar el tejado. Sobre el tejadillo, a la derecha, mi abuelo Angel Santafé y su lado, su hermano pequeño (Jaime -en una de sus últimas fotos-). En el suelo y de izquierda a derecha: El sr. cura de La Fuente, un familiar que no acierto a reconocer (quizás se trate del tío, Guillermo; militar que se casa luego con María Santafé, la hermana pequeña de mi abuelo). Al fondo, Martín Santafé (al que prácticamente no vemos); delante de él, mi abuela (Concepción Cobo) y en primer plano, vistiendo capa -tan mona y simpática como siempre fue- María Santafé (la hermana menor de mi abuelo con unos veintiséis años).
Abajo: En el estudio de algún escultor (hacia 1927). Al fondo, tras el biombo, mi abuelo Angel; bajo él, algún escultor o profesor de Bellas Artes, que no reconocemos. Sobre las silla y posando, Martín Santafé (hermano de mi abuelo). Modelando, como estudiante de arquitectura o arquitecto; Jaime Santafé (el hermano pequeño de mi abuelo, fallecido en 1927 y en la que debe ser su última fotografía). Llama la atención que el protagonista está modelando en arcilla una mujer, todo lo que hace suponer que en la silla central y sobre la tarima, la que realmente se sentaba era una chica... . Aunque en el archivo de fotos no están los clichés de aquella modelo y solo se conserva esta en la que salen solo los tres hermanos, junto al profesor -o maestro de escultura-.
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3- AQUEL DÍA QUE NO DEBIÓ EXISTIR, PERO NUNCA PUEDE OLVIDARSE:
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Contrariamente a ese primer recuerdo, tan difícil de hallar en la memoria; en toda vida hay un día sombrío y triste que no queremos nunca revivir, pero que jamás podemos borrar de nuestra mente. Una jornada en la que nos despertaron con un terrible disgusto, o nos telefonearon comunicándonos un horrible suceso familiar. Situación que se incrementa en su dolor y tristeza, cuando aquel fallecimiento de un ser cercano se produce repentinamente (más aún si es una persona joven). Y aunque no quisiéramos recordar ese momento, viviremos de continuo con su golpe martillando la memoria. Tanto que el recuerdo se suele producir a diario, incluso cada hora; cincelando nuestra mente y quebrantando el entendimiento, como un espantoso cuco negro que sale de un fatídico reloj, marcando aquella “hora” -que fue la del otro-. Porque ese momento nos deja tan heridos y señalados, que desde aquel grisáceo día parece que la luz ya no regresa y que todo se convierte en oscuro y sombrío. Convirtiendo el pasado solo en recuerdos, sin poder nunca más revivirlos. Todo lo que se intuye y se conoce, cuando sabemos que alguien fundamental en nuestras vidas, ha dejado de vivir.
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Aquel día que no debió existir, pero nunca puede olvidarse”, sucede en todas las familias; y tan solo toma rango de terrible cuando quien se ha ido es “todavía” joven. Más aun, si su muerte fue inesperada. Pero mayor es el dolor, cuando hay quienes creen que quien se “marchó de la vida” tenía enormes problemas; y que quizás por ello se produjo el accidente o se desencadenó su enfermedad -sabido es que todos nos descuidamos con las preocupaciones-. Pues aquel día que nunca debió existir y que sucede en todas las familias, marcará la felicidad del grupo. Porque ser feliz consiste en que esa inevitable jornada, apenas ocurra en nuestro entorno; y que si sucede, solo sea con personas muy mayores. Ya que aquella horrible fecha va marcando a las familias y a los amigos, hasta llegar a convertirnos en una “Santa Campaña” triste y afligida; máxime si se repite en pocos años.
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Fue así como parece que sucedió entre los Santafé y los Cobo, en los años veinte y treinta (del pasado siglo); una familia que hasta 1912 era totalmente feliz y con éxito, pero que desde esa fecha sufrió repetidamente el zarpazo de la desgracia. Su éxito y bonanza la narré en artículos anteriores, contando como el abuelo de mi madre -Nicolás Santafé Arellano- nació en 1848 en un pueblo de Navarra llamado Caparroso, donde su familia había llegado huyendo de las epidemias de cólera -que sobre 1800 asolaban el Sur de Navarra-. Venían desde Tudela, lugar de procedencia de los Santafé; aunque la familia era originaria de Tarazona, (marchado a Tudela a fines del siglo XV; tras la persecución de los conversos en Aragón). Así el bisabuelo Santafé en su juventud estudió música y matemáticas, pero decidió ir a formarse en Francia -entre otras cosas, debido a que no era Carlista- y allí entró en contacto con españoles exiliados en París. Comenzó a trabajar para el Credit Lyonnais como “bolsista”, ganándose la confianza de los franceses y más tarde la de sus compatriotas; principalmente de los que huyeron en la Primera República o abandonaron nuestro país desde 1868. Llegando así a ser el financiero de personajes como Eugenia de Montijo y regresando con La Restauración a España, para fundar en Madrid el Banco Hipotecario (del cual fue gobernador, o vicegobernador, hasta su muerte acontecida en 1928).
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotos de los abuelos e mi madre, junto a las personas que más les ayudaron. Arriba: Manuel Cobo Canalejas y su hermano Julián, el 12 de noviembre de 1912 junto a su pariente y líder, José Canalejas (fotografía recortada de la edición especial Mundo Gráfico -a cuyos propietarios en archivo Municipal Madrid, agradecemos nos permitan divulgarla-). La imagen está tomada tras ser asesinado el Presidente del Consejo, en la Carrera de San Jerónimo. Este atentado causó la desestabilización plena de España, al tuncar el proyecto para que nuestro país finalmente se convirtiera en una verdadera democracia parlamentaria (acabando con el caciquismo). Con este fin, el grupo de Canalejas se encontraba preparando una ley electoral que prohibiera la compra de votos; aunque todo quedó parado tras el asesinato. A los interesados en este momento histórico les recomendamos ver en la red un video que recoge las imágenes del sepelio del estadista (antes contiene la recreación del crimen, en una escena protagonizada por Pepe Isbert en su primer papel cinematográfico -en 1912-). Pulsar: https://www.youtube.com/watch?v=9mq8XCooL5k
Al lado (arriba): José Canalejas en 1911 y Manuel Cobo Canalejas en 1915 (fotomontaje desde archivos periodísticos). Como podemos ver en la foto de 1915, Manuel Cobo tuvo un enorme bajón tras el asesinato de su líder y primo. Poco después sufrió una enfermedad estomacal y en 1913 -probablemente- indica a su hijo Eloy que se case, con el fin de poder conocer a algunos de sus nietos. Aunque tristemente murió en febrero de 1916 -tan solo cuatro años después del asesinato de Canalejas-; adoleciendo lo que a mi juicio era una úlcera de estómago (hablo por las referencias que de su muerte me dio Gregoria Zamarra; unida los Cobo Canalejas desde su infancia).
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Al lado: Nicolás Santafé Arellano, junto a Eugenia de Montijo y sus amigos más cercanos, en 1920 (se trata de la última fotografía de la emperatriz). La imagen está tomada en la zona de Villamiranda (Carabanchel) que Eugenia de Montijo regalo al abuelo de mi madre ; para que veranease junto a ellos y pudieran así tener confianza y llevar los asuntos financieros de los familiares y amigos de la emperatriz. -En imagen: Sentada en silla de ruedas, Eugenia de Montijo; tras ella y de pié, Nicolás Santafé; a nuestra derecha -el último, también de pie- Martín Santafé (el hermano de mi abuelo, al que me refiero como el tío Martín)
Abajo: Reunión en el Partido Liberal; foto tomada hacia 1912, donde aparece tímidamente mi abuelo Ángel Santafé (al fondo, el tercero por la izquierda). Estuve buscando referencias sobre esta imagen y al parecer se trata de un grupo de liberales, que seguían a Canalejas, con un líder al que no hemos podido identificar (no es García Prieto, tal como me dijeron). Aquí vemos a mi abuelo con unos veinte años y junto al personaje central (al fondo, a nuestra derecha; asomando apenas la cabeza, todo lo que indicaba ya su poco interés por destacar en el mundo de la política...).
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Sobre el otro abuelo de mi madre -Manuel Cobo Canalejas- sabemos que nació en La Fuente de Pedro Naharro (Cuenca); donde su familia paterna tenía tierras, a las cuales huyeron desde 1800 -también debido a las sucesivas epidemias de cólera, brotadas en las ciudades a comienzos del siglo XIX-. Pero los Canalejas eran originarios de Lucena (Córdoba) y estaban asentados en Madrid; por lo que Manuel Cobo estudió Derecho en La Complutense y se hizo juez; a la vez que su hermano (Julián) que sacó las oposiciones a notarías. Tras ello, el abuelo de mi madre, se casó con la hija de un constructor gallego -Concepción Da-Riva-; cuyo padre necesitaba fuertes hipotecas para hacer edificios en una zona de Madrid que por entonces nacía, pero que hoy se denomina Barrio de Malasaña. Así fue como al parecer, se conocieron Manuel Cobo y Nicolás Santafé, cuando el yerno de Don Sandalo Darriba, fue a pedir dinero al Banco Hipotecario.
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Los préstamos los concedieron de inmediato, pues Nicolás Santafé y Manuel Cobo en esos años de 1880 compartían ideales y no tanto ideologías. Porque “los ideales” -desaparecidos en nuestro tiempo- por entonces eran el fundamento de la persona y de la Sociedad. Siendo el sueño de ambos y de su grupo (el krausista): Regenerar España. Renovar el país, que hasta entonces había caído en lo peor; reconstruyendo nuestra nación y creando el Cuarto Estamento. Una “cuarta sociedad” que se corresponde con lo que hoy llamamos Clase Media; cuyo nacimiento y expansión era para los regeneracionistas la verdadera solución a los problemas sociales del país. Así, siguiendo el ideario de Joaquín Costa y tomando a Canalejas como líder, se embarcaron en este maravilloso proyecto que recogió a nuestra nación del lodo en 1890; logrando convertir España en una de las grandes potencias mundiales, en tan solo veinte años. Un movimiento encabezado políticamente por José Canalejas, cuyo hombre de confianza era su primo Manuel Cobo; hasta el punto de dejar en sus manos el bufete y las responsabilidades profesionales, cada vez que era nombrado ministro. Por su parte, el Banco Hipotecario (con Nicolás Santafé al frente) se sumó a la causa y el éxito se logró en 1910, cuando ganaron las elecciones, siendo nombrado José Canalejas Presidente del Consejo. Pero la felicidad, puede romperse en un solo día; y así lo hizo un terrorista llamado Manuel Pardiñas, que decidió acabar con la vida de Canalejas y con las esperanzas de regeneración en España. Tan solo movido por el odio y con la intención de sumir a nuestra nación nuevamente en el caos; principalmente para llevarla a la conflagración (tal como estaba escrito en el papel que portaba en su bolsillo este asesino, el día que mató al presidente).
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Es así la vida. Mejor sería decir, la muerte... . Que en un segundo, en un instante... . Deja todo destruido y oscurecido. Permaneciendo tan solo ya, los recuerdos.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Nicolás Santafé y Manuel Cobo, con algunos de sus hijos, veraneando en San Sebastián en 1915. Manuel Cobo, en esos días estaba ya herido de muerte por su enfermedad y dejó a buen recaudo sus hijos (Eloy y Conchita) poniéndolos en manos de su íntimo amigo, Nicolás Santafé. En febrero de 1916 murió Manuel Cobo y dos años más tarde se casaría su hija con el primogénito de los Santafé (Concepción Cobo y Ángel Santafé, más tarde fueron padres de mi madre). -En la imagen, de izquierda a derecha: Nicolás Santafé Arellano, Ma.Teresa Santafé, Angel Santafé, María Santafé, Manuel Cobo, Concepción Cobo, Eloy Cobo, Jaime Santafé-. Como podemos ver en sucesivas fotos, el pequeño de los Santafé (Jaime) tenía mucho cariño a los Cobo y en especial a Eloy, junto al que siempre posa. Ambos eran muy aficionados a la velocidad y a los coches; pero tristemente los dos sufrieron un terrible accidente. Jaime Santafé en 1927, falleció en el coche dejando dos hijos y viuda (R.Mira); Eloy en 1928, tuvo un choque frontal donde murieron varios hijos suyos.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Otra foto de los veranos en el Norte; en este caso en 1914. La imagen está tomada en el mes de julio y en la frontera con Francia, cuando asistían Manuel Cobo y Nicolás Santafé a una reunión que convocaba en Biarritz la emperatriz Eugenia de Montijo (quien veraneaba en su palacio de esta ciudad francesa). En la mencionada convocatoria se iba a tratar acerca del problema de la guerra entre Alemania y Rusia -la llamada Crisis de Julio de 1914-; sobre la posibilidad de que Francia interviniera. Todavía no había comenzado del todo la Primera Guerra Mundial y la función de los españoles era intentar que el problema entre alemanes y rusos no se extendiera a otros países; pues la orden que venía desde “arriba” indicaba que España deseaba mantenerse neutral y no intervenir. Esta decisión salvó a toda una generación de perecer extinta en esa Gran Guerra (como la llamaban entonces); donde desaparecieron los europeos nacidos entre 1870 y 1895, luchando en trincheras entre ratas y muriendo del modo más inhumano -a cañonazos, balazos, ballonetazos y exterminados con gases tóxicos o con lanzallamas; aunque también por las enfermedades que contraían viviendo bajo tierra en una Europa gélida-.
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Al lado: De nuevo, los Santafé y los Cobo en las playas del Norte, en 1915. A la derecha, Manuel Cobo (ya en sus últimos días de vida); a su lado (sobre una mesa) su hija Concepción (mi abuela); detrás y de pie, Ma.Teresa Santafé (hermana de mi abuelo); sentado en la mesa, Angel Santafé (mi abuelo); detrás de pie, Eloy Cobo y Jaime Santafé, los dos hijos menores de las familias, ambos muy aficionados al automovilismo. Delante y sentada a la izquierda, Luisa Portillo (mujer de Eloy Cobo).

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Al lado: Camino de Francia, en 1914. Como hemos dicho, en la primeras semanas de julio de este año, convocó a una reunión la emperatriz Eugenia con el fin de ver la posibilidad de neutralidad para Francia e Inglaterra (sin que estos países interviniesen en el conflicto que se había iniciado entre Alemania, Rusia y los países eslavos). Este viaje no debía parecer más que una excursión familiar, para evitar sospechas de ambos bandos -los que apoyaban a Alemania y los partidarios del lado contrario-. En imagen, de derecha a izquierda: Eloy Cobo, Jaime Santafé, Concepción Cobo, Ma.Teresa Santafé, Carolina Rodríguez de Santafé (mujer de Nicolás Santafé), Manuel Cobo, Martín Santafé.
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Al lado: La tumba de Manuel Cóbo Canalejas y de su esposa, Concepción Da-Riva Lorenzo (fallecida en 1889). El sepulcro se encuentra en La Sacramental de San Isidro (Madrid) en la zona de los Canalejas. A juicio de la familia Canalejas, esta tumba que vemos pudo ser un regalo de José Canalejas Méndez a Manuel Cobo, cuando ellos compraron allí varios cenotafios (el de su padre -Canalejas Casas- y el de los Canalejas Méndez, que luego no pudo ocupar el presidente del Consejo, cuando tras ser asesinado fue enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres).
ABAJO: Verano de 1914 viajando desde San Sebastián a Deva. En el coche aparecen (de derecha a izquierda): Manuel Cobo y Nicolás Santafé, con Jaime Santafé (última fila), Teresa Santafé y Concepción Cobo (fila segunda de asientos); conduciendo Martín Santafé y su lado el chófer (tapado por el parabrisas). Para tomar la foto quitaron al chófer (que verdaderamente sabía conducir o reparar un coche de este tipo) y en su lugar, pusieron al tío Martín. Acerca del chófer del tío Martín y la relación entre ambos, podría escribirse todo un libro. Se llamaba Antonio y tenía una enorme paciencia con su jefe, pues ese hermano de mi abuelo no solo indicaba el camino a seguir, mandando ir por las calles y carreteras que él ordenaba; sino además consideraba que el automóvil no debía superar con mucho la velocidad del caballo, porque era insano para la salud. Tanto, que si te veía correr en carretera o en el interior de una ciudad, se enfadaba y cuando llegabas al primer semáforo cerrado, se bajaba del coche diciendo “ahí te quedas” -saltando del asiento como un gazapo para buscar un taxi (aunque ya tuviera ochenta años)-. Así sucedió un día que encargué a mi amigo Gonzaga Blanco-Cobaleda que le llevase a Madrid -era un domingo y había venido el tío Martín a comer a casa de mis padres, que vivían en Pozuelo-. Al poco de salir ambos, recibí una llamada desde una cabina, en la que Gonzaga me decía muy preocupado:
-Angel, tu tío abuelo se me ha escapado; iba diciendo todo el rato: Despacio, despacio... Y cuando he llegado a Rosales, se ha escapado del coche refunfuñando algo. No me ha sido posible seguirle, porque no sabes cómo corría el viejecito. No sé qué ha sido de él, aunque me ha parecido verlo a lo lejos, subido en un taxi...-
Así, fue y así llegó ese día el tío Martín a su casa; huyendo de la velocidad y diciendo que mi amigo era un temerario -hay que destacar que por entonces Gonzaga no pasaba nunca de cien kmts/h y que el tío tenía unos ochenta y cinco años-. Y es que el pobre Martín tenía más miedo a los coches que a las armas después de o que había vivido en 1927 y 1928, con los sucesivos accidentes automovilísticos familiares.
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4 – REVOLUCIÓN FRENTE A EVOLUCIÓN:
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Todo lo que no es tradición, es plagio” podemos leer en la fachada del Casón del Buen Retiro, de Madrid; allí donde los cuadros españoles guardan “el sueño de los justos” esperando ser expuestos algún día en El Museo de El Prado. El axioma antes recogido, es de Eugenio D´Ors y expresa perfectamente el sentir de su generación de intelectuales (los Novecentistas); quienes a comienzos del siglo XX se preguntaban hacia dónde caminaban el arte, las letras y la cultura. Tras observar un mundo intelectual absurdo, donde frente a maravillosas vanguardias y eclecticismos surgidos desde 1900; principalmente lograban el éxito los pueriles “ismos” y los “radicalismos” (movimientos unidos a ideas autoritarias, como el comunismo y luego el fascismo). Radicales y no intelectuales, que campaban a sus anchas, sembrando el odio social y cultural; pronunciando frases como la de “hay que matar al arte”; o un automóvil rugiente, que parece correr como la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia".
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Este mundo de salvajismo y de incultura, en que el único arte válido era el que quería la revolución (anarquista, comunista, y luego fascista) se produce desde comienzos del siglo XX. Siendo promovida -principalmente- por quienes en la centuria anterior fueron la primera generación alfabetizada; cuando en la Europa del siglo XIX casi se erradicó el analfabetismo -algo que no sucedió todavía en España-. Pese a ello, muchos de aquellos que habían recibido la formación que sus padres y abuelos no pudieron tener; con los conocimientos obtenidos, solo promovieron el odio social. Argumentando que había que cambiar el sistema de un día para otro, la única intención real que tuvieron fue destruirlo y hacerse con el poder (lo que realmente deseaban). Sembrando en Europa ideologías como el anarquismo, que por entonces tan solo buscaba derruir el orden establecido (por cualquier medio). Todo ello, unido a la ineptitud y maldad de gobernantes -como el Kaiser Guillermo II o el Zar Nicolas-, llevó al mayor enfrentamiento que la historia conoció hasta entonces (la Primera Guerra Mundial). En gran parte, provocado por el militarismo romántico de los absolutismos europeos; pero principalmente buscado por los movimientos radicales que día tras día atentaban contra las bases de los Estados continentales. Pues no hay que olvidar que Europa vivió en una balsa de aceite, sin apenas guerras, desde la expulsión de Napoleón Bonaparte (tras el Congreso de Viena). Todo lo que hacía ver un inmovilismo en las Sociedades del Continente; revolucionando a esos jóvenes de principios del siglo XX, que veían cómo nunca llegaba el poder a sus manos. Así y para alcanzar el gobierno, aquellos nacidos entre 1870 y 1890 movilizaron a todas las fuerzas revolucionarias; azuzadas por esa generación para quienes nada era suficiente. Argumentando que lo anterior a ellos, fue solo fruto de una corrupta Sociedad liderada por la burguesía. Debían aniquilar el sistema, porque cuanto había existido hasta la llegada al mundo de esta generación, era pura podredumbre -siendo ellos los únicos limpios de espíritu y materia...-.
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Así nacen las grandes revoluciones; impulsadas por quienes no creen en la evolución, ni en el método normal de ir mejorando gradualmente. Necesitando guerras, purgas y matanzas; porque para ellos no existe evolución, sino revolución. Esta ideología es un mal endémico del que necesita hacerse rápidamente con el poder, por cualquier forma; del que considera que todo ha de lograrse de un día para otro y de cuantos afirman que en la vida no se va progresando a diario, sino que todo surge por un “golpe de gracia”. Lo que suele pensar aquel que logra sus fines a través de un momento de suerte; creyendo así que nada es justo -que el éxito no se consigue por medio del trabajo y del esfuerzo diario-. Considerando que el único método para lograr lo que uno se propone, es “el inmediato”; lo que se llamaba en los años ochenta “el pelotazo”, pero que a principios del siglo XIX era denominado La Revolución. A la cual alentaban muchos; pero sobre todo, aquellos que en su mediocridad se veían incapaces para lograr nada con sus dotes -tanto que preferían la belleza de un automóvil de carreras a la del arte clásico (como manifestaba Marinetti)-. Debiendo así caminarse hacia una guerra o a la destrucción del sistema; por ver si en la revuelta (la vuelta de tortilla) y cuando los grandes cayeran, les daban a ellos una parcela de poder o de fama.
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Estas ideas e ideologías que recogemos, llevaron a Europa a varias revoluciones internas y a dos Guerras Mundiales; provocando más de ciento cincuenta millones de muertos en tan solo treinta años... . Lo nunca imaginado en la Historia; siquiera en la época de la Peste. Pese a ello, los filósofos de época y los ideólogos de éxito por entonces, aseveraban que lo único útil y real era esa ruptura. Todo lo que significaba que a comienzos del sigo XX, gran parte de los intelectuales y jóvenes, ya no deseaban mejorar el sistema en que vivían, sino solo destruirlo. Porque para ellos, el único medio de progreso era la ruptura radical y comenzar desde cero. Pareciendo cierto la generación nacida fines del siglo XIX y comienzos del XX, que no había más medio que la Revolución o la guerra; sin intuir siquiera que todo proceso revolucionario, esconde uno “involucionista”. Por cuanto decimos, una mayoría de los intelectuales progresistas de comienzos del siglo XX resolvieron que no había evolución posible y que solo existía la revolución. Abocando por dos veces al Continente a la autodestrucción y provocando más de ciento cincuenta millones de muertos entre 1914 y 1945.
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Poema de Ramón Ma. del Valle Peña (Valle-Inclán, creador del Marqués de Bradomín), dedicado a Mateo Morral y a su atentado. Lo escribe y publica en 1918, durante la Primera Guerra Mundial, contienda en la que el dramaturgo mostró su afán beligerante y un enorme espíritu de lucha (a través de sus escritos). Esta ideología que apoyaba las guerras como un sistema de higienización, se extendía desde los movimientos de Derecha a la Izquierda más radical, siendo los anarquistas los que más deseaban una conflagración mundial (como finalmente sucedió). Su filosofía era entender que aquellas batallas -donde morían a millones los pobres chicos-, servían para limpiar y mejorar las sociedades, expandir las civilizaciones superiores y extender las ideologías mejores. Por su parte, cumplían un efecto de higienización de la Sociedad, ya que al frente y a primera fila se mandaban a los más inútiles y pobres, mientras detrás quedaba el país entero produciendo y trabajando para crear armas y engrandecerse.
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Valle-Inclán se autoproclamaba "comandante general" de los ejércitos (con gran sorna). Escribiendo frases como las siguientes:
"Alemania es un pueblo que nace: Tiene la furia vital, la furia erótica, la furia de destruir y crear de todas las juventudes. Camina ciega, llena de la idea del futuro, ciega de instintos, sin saber del pasado porque su pasado es de tinieblas. Alemania representa el día de la ira" . Para decir en otro de los artículos: "Debiéramos haber entrado en guerra contra Alemania. Se nos ofrecía por los aliados una compensación en el Mediterráneo oriental; hubiera sido continuar nuestra historia y algo más que un eco sonoro el grito de Lepanto, tan repetidamente profanado por Vázquez de Mella, pongo por orador. Pero los políticos españoles no saben a punto fijo hacia donde cae Constantinopla" (3) .
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AL LADO: Foto tomada el 12 de Noviembre de 1912 hacia las doce del medio día, justo después del atentado de la Puerta del Sol. En ella vemos a Canalejas tendido y muerto, junto a su primo -mi bisabuelo- Manuel Cobo Canalejas (la imagen es parte recortada del especial que la revista del Ayuntamiento de Madrid -Mundo Gráfico- editó el día siguiente). La escena recuerda algo que Francos Rodríguez narra en su "Vida de Canalejas" -probablemente la mejor biografía de este estadista-. Donde escribe como tras el asesinato y hasta que el cuerpo fue enterrado, Manuel Cobo no se separó un minuto de él. Pues sabía bien que aquella muerte era un maleficio que acabaría con las esperanzas políticas regeneradoras; pasando a una etapa en que día a día, las gentes de España se harían más extremistas. Quizás por ello, a partir de la muerte de Canalejas, los magnicidios y atentados contra personajes ilustres de nuestra Nación disminuyen paulatinamente; para pasar al crimen de personas normales. Gentes que poco a poco comenzaron a odiarse, para convertirse de rivales a enemigos; llegando a ser común matarse entre ellos, hasta producirse la confrontación civil del 36.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Fotografía de Benigno Vega-Inclán tomada junto a Eugenia de Montijo y su familia, en el jardín de la parte de Villamiranda, que la emperatriz regaló a Nicolás Santafé. Hemos marcado a Benigno Vega-Inclán, a la emperariz y a mi bisabuelo. Traemos de nuevo esta imagen a colación porque creemos que Ramón José del Valle Peña, firmaba como Valle-Inclán; debido a que Benigno Vega-Inclán era por entonces una de las personas más importantes del mundo de la cultura. Mecenas del arte y creador de diferentes museos, por donaciones personales (como la Casa de Cervantes, la Casa del Greco, el Museo Romántico y el de la Alhambra). El marqués de Vega-Inclán fue el hombre de cultura que Canalejas y su grupo eligieron para llevar a cabo la reforma sobre patrimonio y arte que el país necesitaba. Nombrado Comisario cultural de España, cesa en su cargo cuando es asesinado Canalejas; pero tras ser expulsado de la administración, Benigno continúa de modo altruista en sus obras y aportaciones al mundo cultural. Donando sus bienes para crear museos como el Romántico de Madrid, o la Casa del Greco en Toledo y la de Cervantes en Valladolid; crea la red de Paradores desde 1928, generando todo tipo de beneficios al patrimonio histórico de España.
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Como vemos, el caso de Valle-Inclán es similar al de tantos valiosos artistas que optan por ideologías extremas y radicales (quizás con la intención de obtener éxito o para tener un grupo que le eleve). Su historial es tan histriónico como singular y tan peculiar como extraño. Pues desde joven era un convencido carlista; pero tras haber escrito repetidamente a la Casa Real, para que rehabilitase a su nombre los títulos concedidos por D.Carlos a su familia (tal como él afirmaba). Al no recibir contestación de Alfonso XIII, se convierte en republicano sin dejar el carlismo. Desde joven asimismo era un gran defensor de las confrontaciones bélicas (para “higienizar la Sociedad”, eliminando a los más inútiles -del modo en que él manifestaba-). Aunque tras su asistencia a los frentes de la Primera Guerra Mundial, como cronista de prensa; habiendo pasado terror en algunas trincheras, decide la vía del pacifismo, adscribiéndose a otros movimientos radicales (y que nada de pacíficos tenían). Tristemente, asimismo apoyaba al terrorismo que usaban como “propaganda por el hecho” los anarquistas, llegando a incluir en “Luces de Bohemia”, un verdadero alegato en favor de Mateo Morral -el autor del atentado en la Calle Mayor, el día de la boda de Alfonso XIII y que mató a más de veinte de personas-. Como decimos, Valle-Inclán es un caso típico de algunos intelectuales de principios de siglo XX, quienes en ocasiones no distinguían entre el bien y el mal; considerando que el “fin justificaba los medios”, adscribiéndose a ideologías aberrantes (desde el punto de vista humano). Tal como hicieron Marinetti, Louis-Ferdinand Céline, Carl Schmitt, Pierre Drieu La Rochelle, Agnes Miegel y largo etcétera de intelectuales con enorme talla artística y de ninguna moral.
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5 – LOS QUE RECONSTRUYERON ESPAÑA:
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Para comprender lo que fue el siglo XIX nos trasladaremos a finales del XVIII. Cuando España estaba herida de muerte, después de Trafalgar; en manos de un valido tan sibilino como Godoy, cuya maldad era solo comparable a la ineptitud del rey que le mantuvo -Carlos IV-. Siendo tan despreciables los gobernantes hispanos de principios del siglo XIX; que tras la derrota con Inglaterra, deciden aliarse con Napoleón y dar paso a las tropas francesas, para que los galos invadieran las tierras de Portugal (aliados de los británicos). Ello, sin tener en cuenta que la hija de Carlos IV estaba casada con el rey luso y sin prever que una vez atravesaran las tierras hispanas los ejércitos napoleónicos; decidirían invadir España, para más tarde intentar hacerse con el país vecino. Así, esa “jugada maestra” de los mandatarios españoles, supuso la Guerra de la Independencia y la ocupación francesa. Invasión de la que se libró el pueblo español, sin más ayuda que la brindada por Inglaterra y sin apenas apoyo de sus nobles -menos aún de sus reyes, que vivían en Francia, confinados en castillos donde les mantenía Napoleón, tras haber entregado la corona hispana al emperador galo-. Pero después de lograr la liberación de la nación -que durante la Guerra de Independencia redactó hasta su primera constitución-, los españoles devolvieron el trono a Fernando VII; un verdadero monstruo, capaz de traicionar a todos. Así comenzó el reinado este Fernando -de sobra conocido por abusivo-; seguido por el de su triste hija, cuya corona quiso primero su tío (Carlos Ma. Isidro), pero a la que pretendieron también suplantar en el trono: Su madre (Ma.Cristina), su hermana (Luisa Fernanda) y sus generales más cercanos.
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Así, la inestabilidad del gobierno de Fernando VII se multiplica en 1933, tras dejar a su hija como heredera y a su mujer (Ma.Cristina) regente -sin tener en cuenta los derechos a la corona de su hermano Carlos; con quien debía haberse aliado-. Todo ello provocó tres guerras carlistas y varios alzamientos, que se manifiestan en conflictos civiles bélicos (al menos hasta 1900). A estas confrontaciones que duran unos setenta años, se suman las sublevaciones en colonias de Suramérica; tras la entrada de Napoleón en territorio español, lo que culmina en las independencias hispanoamericanas. Ya que después de 1908, diferentes provincias españolas de ultramar van convirtiéndose en países como: México, Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador etcétera. A estas crisis sufridas por España tras la invasión francesa, hemos de sumarle la inestabilidad propia del reino; todo lo que culmina con la expulsión de Isabel II en 1868 y la posterior declaración de la Primera República en 1873. Un régimen político que dura veintidós meses y que fue tan desastroso como absurdo; cuya constitución manifestaba -entre otras cosas- que la Nación Española la componían dieciocho países (4) . Permitiendo la “revolución cantonal”; en la que Sevilla se declaró República independiente, tal como hicieron Alcoy, Algeciras, Almansa, Andújar, Bailén, Motril, Torrevieja y etc.. A lo que siguieron sublevaciones como la de Cartagena, que sacó sus fragatas para bombardear la potencia extranjera de Almería; tal como hizo Alicante, que atacó con su armada a Barcelona, mientras Málaga hacía lo mismo con Cartagena. Todo, mientras Jumilla se intentaba proclamar Estado Independiente, porque Albacete deseaba declarar la guerra a sus provincias vecinas... . Y mientras tanto, los carlistas se sublevan en diferentes puntos de España.
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Después de aquel desastre y tras el fin de la Primera República, vino La Restauración; donde se llegó al acuerdo de regenerar esta nación -que había sido una de las más poderosas de la Tierra y que llegó a convertirse durante el siglo XIX en un verdadero detritus-. Lo que más contribuyó al consenso entre las partes, fue la transformación del progresismo radical en un progresismo moderado y culto; capaz de pactar con los monárquicos para sacar de la miseria cívica al país que gobernaban. Por su parte algunos de los conservadores igualmente cambiaron hacia miras más liberales, pudiendo conformarse una estabilidad en la que muchos acordaron que lo más importante era culturizar a las gentes y darles una capacidad económica suficiente como para que pudieran vivir con todas sus necesidades cubiertas. Esta ideología que pretendía el nacimiento del Cuarto Estamento, convirtiendo el proletariado en una gran Clase Media, es la que fundamentaba los cimientos del Regeneracionismo. Ideas que eran compartidas por grupos de progresistas y de conservadores, ya que ambos podían acordar como mejor fin enriquecer a los pobres (unos en el intento de suprimir la miseria y otros incluso en el de aumentar sus riquezas). Sea como fuere, la idea de hacer ricos a los pobres era el principio del krausismo regeneracionista español y distaba mucho de otros movimientos progresistas de la época, que buscaban como fin primero empobrecer a los ricos para igualar la sociedad. Por todo ello, muchos de los más potentados y algunos de los más nobles, se permitían ser los adalides del progresismo -entre los que se encontraban personajes como le Emperatriz Eugenia de Montijo, los miembros de la casa de Alba o el famoso marqués de Vega-Inclán - (5) .
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AL LADO: Fotografía de Karl Krause, el gran filósofo alemán que formó a los regeneracionistas españoles; gracias los cuales nuestro país logró salir del lodo a finales del siglo XIX. Apenas conocido, ni menos estudiado en las universidades; el gran “pecado” de Krause fue no estar adscrito a una ideología unida al poder. Hombre bueno y persona inmejorable; apasionado por el estudio y el saber, tuvo que vivir de las ayudas familiares, ya que su “grupo” le castigó al ostracismo. Ello debido a que su pasión por la sabiduría y por divulgar los conocimientos, le hicieron difundir determinados hechos que la masonería alemana consideraba secretos de logia. Así, de un modo similar al que fue “apartado” Mozart, el pobre Krause se vió expulsado de la masonería; a la que tanto admiraba, a la que jamás tuvo rencor, a la que nunca traicionó ni renunció (de la que quiso divulgar siempre su mensaje, considerando que era universal). Tanto fue su sufrimiento y soledad al vivir expulsado del grupo, que le era casi imposible mantener a “los doce hijos que le sobrevivieron. Krause estuvo siempre falto de dinero, no consiguió nunca conseguir una cátedra ni un cargo establemente remunerado; con un gran esfuerzo consiguió publicar una parte de sus numerosísimos escritos, fue acusado de revolucinario sin serlo; de ateo cuando Dios estaba constantemente en su boca y en su corazón; de perjuro, siendo así que vivió siempre con una intachable limpieza moral. Desbordante pasión por la ciencia, desbordante pasión por la virtud moral; azaroso itinerario salpicado de angustias, fracasos, y persecuciones” -como escribe Enrique Hernández Urueña- (6) .
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Mausoleo de Joaquín Costa, en Zaragoza; portada del Catálogo “Costa 1917-2017”, publicación dedicada a celebrar el centenario de este cenotafio elevado en la capital de Aragón al genio del regeneracionismo (muerto en 1911). De origen humilde y nacido en la villa de Monzón -preciosa ciudad oscense-; gracias a su inmensurable inteligencia logró pronto doctorarse en Derecho y en Filosofía y Letras. Su carácter rebelde le lleva a renunciar en su puesto de profesor universitario (como protesta hacia el modo de educación española) y se centra por entonces en crear La Institución Libre de Enseñanza, junto a amigos como Giner de los Ríos. Historiador y amante de la arqueología, con una prosa inmejorable realiza numerosos estudios en los que establece las bases del hispanismo y de la hispanidad (relacionadas con el mundo ibérico y con otros pasajes de la Historia nacional).
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Como jurista, redactó infinidad obras acerca del origen y significado de la moral y la justicia; junto a extensos trabajos sobre normativas consuetudinarias en el Derecho y las costumbres del pueblo. Finalmente, para tener una autonomía plena económica que le permitiera expresar su pensamiento, decide presentarse las oposiciones de notarías -que gana en 1888-. En 1896, siendo ya notario de Madrid, se dedica plenamente a la política y en 1898 (tras El Desastre) decide participar con su ideario en la transformación de nuestro país, que por entonces se había hundido de nuevo. Sus políticas agrarias y su patriotismo, fue seguido de pleno por el grupo de Canalejas; sobre todo cuando el partido político de Costa vira hacia la radicalización en 1901, convirtiéndose en una opción republicana dura. Así fue como Costa, deseando liderar solo un movimiento intelectual y no una unión radical, provoca paulatinamente la desintegración de su propio partido, que desaparecerá. Pasando el relevo y los principios del regeneracionismo a manos del grupo de Canalejas, quienes igual que Joaquín Costa deseaban acometer la gran reforma que necesitaba España: Acabar con el caciquismo, con la compra de votos y reformar el sistema educativo, el agrario, el de mercado, las comunicaciones y el poder territorial español.
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AL LADO: Estado en el que quedó el acorazado norteamericano Maine, en el puerto de la Habana el 15 de febrero de 1898. Como se puede apreciar en la fotografía tomada al poco de producirse la explosión; las cuadernas y el casco del barco están abiertos hacia fuera. Lo de demostaría que la carga había reventado dentro del barco, ya que las paredes y cubierta fueron dobladas desde el interior, hacia el exterior. Ello, unido a que no había peces muertos en la bahía del puerto, ni se vió columna alguna de agua (tal como informaba el análisis de Isaac Peral); indicaba que la bomba -de existir- habría sido puesta dentro de la nave y en una profundidad no muy cercana al agua. Pues de lo contrario, si se tratase de una mina adherida, de un torpedo o de una carga impactada contra el casco; habrían muerto los peces en centenares de metros, además de que la parte viva del barco quedaría hundida hacia dentro (en dirección a la onda expansiva). Tras el informe presentado por Isaac Peral que llegaba a estas conclusiones; los norteamericanos no las aceptan, generando una teoría y expertización propia -muy particular- determinando que una mina se había colocado bajo la cuaderna 18ª. Todo lo que lleva a dar ultimátum a España para que se retirase de Cuba en dos meses. Pese a culpar al ejército hispano de haber hundido el acorazado, nuestro país estaba afligido y costernado por el suceso del Maine, tal como podemos leer en todos los periódicos de la época. Considerando que la razón de la voladura habría sido un incendio interior, como el análisis de los investigadores hispanos concluía. Evidentemente, este acto tuvo todas las características de un atentado con fines muy claros, para perjudicar terriblemente a España.
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A lo sucedido en el siglo XIX, antes resumido (invasión francesa, independencia de colonias, guerras carlistas, sublevaciones, expulsión de la corona, República etc); hemos de sumar las guerras de África y la “puntilla” que dará a nuestro país Estados Unidos en 1898. Cuando aprovechando la absoluta debilidad de España, la acusa de haber hundido el buque de guerra norteamericano Maine. Ello, pese a que ese acorazado estaba atracado en el puerto de la Habana (en una Cuba todavía hispana), mientras sus oficiales bailaban en una fiesta, invitados por las autoridades de la isla. Invitación promovida por los españoles, debido a que nuestro país necesitaba aunar lazos de amistad con Estados Unidos; habida cuenta que no tenía intención (ni menos fuerza) para entrar en conflicto con esa potencia americana. Pero, pese a que tras la voladura del Maine las cuadernas de su casco aparecieron abiertas hacia fuera (tal como podemos ver en las fotos de ese acorazado después del estallido). Y pese a que Isaac Peral demostró que ello significaba que la explosión se produjo dentro del barco y no provino nunca del exterior; decidieron culpar a España del hundimiento. La explosión solo pudo deberse a un estallido de la Santa Bárbara interior; siendo una segunda hipótesis (personal y mía) la de una bomba puesta dentro. Probablemente colocada por un anarquista español -de los muchos que viajaban enrolados como tripulación en el Maine-; con la intención de provocar el conflicto bélico que algunos norteamericanos deseaban (principalmente Rudolph L. Hearst, cuyo barco privado -El Bucanero- estuvo atracado en La Habana, a pocos metros del Maine y unos días antes de la explosión).
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Sea como fuere, en 1898 y cuando nuestra nación comenzaba a levantar cabeza, después de lograr una reconciliación durante La Restauración; Estados Unidos le declaró la guerra a consecuencia del hundimiento del acorazado. El fin único de los norteamericanos era heredar el imperio español y sustituirlo en su función hegemónica mundial (como así lograron). Pese a ello, la gran mayoría de los españoles no lo vieron; tanto que creyeron que la etapa de su dominio en América no había terminado (sin saber que nuestro imperio llevaba muerto ya decenios). Por lo que casi todos se sumaron a la quijotada de entrar en guerra contra Estados Unidos; mientras tan solo Canalejas, junto a los regeneracionistas, afirmaron que aquello era una locura. Advirtiendo que Estados Unidos tenía decenas de acorazados de acero y nuestro país una pobre armada compuesta por barcos de madera, a lo sumo recubiertos con chapas de hierro... . Tanto era así que la famosa guerra duró unos días, en los que apenas hubo intercambio de fuego y cuyo apelativo fue El Desastre. Un Desastre que como único buen fin tuvo ensalzar la figura de todos aquellos españoles de “pro” y patriotas de verdad, que reclamaban una nación nueva y regenerada. Un país con educación y alimentos para todos, olvidándose ya de gestas heroicas y del pasado imperial hispano; para construir una Sociedad justa y bien constituida. Ideas que preconizaban principalmente Joaquín Costa y el grupo de Canalejas (que antes del desastre se había separado de Sagasta y del Partido Liberal Progresista, al considerar una locura la declaración de guerra a Estados Unidos).
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Un dibujo mío de José Canalejas (pintado desde una foto). El asesinato de este político en noviembre de 1912 supuso el pistoletazo de salida hacia la Guerra Civil española; pues con él terminó toda esperanza de regeneración de España. Ya que tras Canalejas, Alfonso XIII presiona para dejar al mando de los Liberales Progresistas al conde de Romanones. Todo lo que significaba que el líder de la izquierda moderada fuera uno de los hombres más ricos de España y sin ningún talante social -ni siquiera liberal-. Este “candidato real” del progresismo llevó a que el país entrase en una deriva maximalista, en la que los partidos políticos se radicalizaban por días, avanzándose hacia una Izquierda marxista. Finalmente y sin saber Alfonso XIII qué hacer con aquella situación que progresaba a marchas forzadas, permitirá que Miguel Primo de Rivera le diera un Golpe de Estado; dejando así el gobierno en manos del ejército hasta 1928. Generándose a un tremendo descontento durante ese mandato y una gran inestabilidad al finalizar la dictadura de Primo de Rivera; desembocando todo ello en la Segunda República del 31.
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Acerca del Krausismo, en 1929 escribía Mario Méndez Berajano (también primo y asesor de Canalejas Méndez): “Así acosado por ambas partes, empobrecido por las defecciones, exhausto de savia por haber cumplido su misión histórica en el medio hispano, el krausismo resignó la soberanía y buscó en la Institución Libre de Enseñanza su monasterio de Yuste.” (…) “No se deshizo la estela de Krause en España como el hegelianismo sin dejar más recuerdo que ciertas derivaciones socialistas. Tan en la entraña de mi generación y de la anterior ahondó su savia que, desaparecida la individualidad de la escuela, pasaron sus doctrinas, ya sin sello de origen, al torrente circulatorio del pensamiento general, animando explicaciones, libros y conferencias, imperando en la esfera del Derecho y enviando desde su tumba un haz de luminosa despedida, como si estuviese vinculado a la conciencia humana por una irradiación que jamás puede desaparecer. Est defunctus... et loquitur” (8) .
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Por cuanto narramos, después de 1898 José Canalejas forma su facción propia liberal, fundamentada en ideas krausistas; un grupo más tarde heredará parte del ideario de Joaquín Costa (cuando La Unión Nacional de Costa, se desintegra, después de 1902). De tal manera, la política que propone ya el grupo de Canalejas será en gran parte paralela a las ideas de Costa, pretendiendo: Acabar con la compra de votos; reformar la educación y rescindir a la iglesia la exclusividad de la enseñanza; abaratar los alimentos y en especial del pan; cambiar radicalmente en el sistema de energías; reforestar zonas deforestadas; un plan de protección del Patrimonio Artístico, restauración de monumentos y creación de museos; plan de pantanos y de irrigación, con trasvase de aguas; mejora de las carreteras; planes de comercio y finanzas, de patentes y transportes etc.. Ideario que presentará José Canalejas en 1910, cuando gana las elecciones y todo lo que -al parecer- llevó a su asesinato; pues estaba en contra de lo que deseaban los conservadores y de lo que ya querían los progresistas. Debido a que en esa época los partidos de Izquierda se habían internado las corrientes europeas que les convertían en un movimiento radical, más cercano al anarquismo que al socialismo. Pero a la vez, la Derecha desde 1912 estaba virando hacia el extremismo nacionalista, pleno de caciques (deseando que jamás se prohibiera la compra de votos).
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Pese a que el milagro de la regeneración se truncó cuando Canalejas es asesinado; la regeneración de España fue “casi posible” debido a que llegó por mano de un filósofo ajeno a los poderes fácticos: Krause que no perteneció a las corrientes de la masonería europeas. Pues aunque era miembro de sus logias -como sabemos- será expulsado de ellas al querer abrir esta organización hacia una alianza universal; narrando su funcionamiento (todo lo que fue interpretado como una revelación de secretos, tal como describe H. Zschokke) (7) . La buena intención del filósofo quedó demostrada cuando finalmente y treinta años después de su muerte, los masones rindieron homenaje a Krause; reconociendo su error por haberle considerado un traidor. Pero este estado de alejamiento del poder en que vivió el sabio alemán, le permitió ungir a sus discípulos españoles en unos principios que no fueron infectados por intereses políticos. De tal manera, el krausismo español quedó fuera de intereses bélicos y económicos (lo que importó Sanz de Río junto a Giner de los Ríos y que fue fuente del “Ideario” de Costa o de la política de Canalejas). Tanto fue así que cuando se llega a 1910 y en vísperas de la Primera Guerra Mundial; los krausistas viven ajenos a las tensiones de Europa, sin tener que encomendarse a uno u otro bando continental (como hacían los masones de otros países).
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Todo ello, probablemente llevó a que en 1914 se pudiera mantener España neutral durante la Primera Guerra Mundial. Aunque aquellos que deseaban estar ajenos a los enfrentamientos europeos, fueron blanco de los anarquistas y de movimientos que deseaban la contienda mundial. Tal como sucedió con Canalejas, cuyo asesino -Manuel Pardiñas- portaba un papel escrito con las palabras “Conflagración Mundial” (cuando mata al presidente; aún año y medio antes de la Gran Guerra). Debido a que el anarquismo conocía que el mejor medio de destruir el Sistema, era lograr que todos los países europeos lucharan entre sí -provocándose el caos-. Un caos, tras el que se impondrían los sistemas totalitarios que apoyaban a los ácratas (como el comunista). Debido a cuanto relatamos, las fuerzas de poder europeas no pudieron evitar la Gran Guerra. Pero el motivo que permitiría a España a no entrar en la terrible Guerra Mundial, a mi juicio fue la existencia por entonces de una izquierda basada en el krausismo y sin apoyos de la masonería europea. Siguiendo todavía el Ideario regeneracionista, que mantenía como principios y fundamentos: “escuela y despensa”, tanto como “cerrar con doble llave el sepulcro del Cid” (es decir, alimentar y educar al pueblo, olvidándose de gestas y guerras).
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SOBRE ESTAS LÍNEAS: Una fotografía tomada hacia 1918, donde vemos mi tatarabuela, Teresa Arellano, que nació en 1926. A su lado está Martín Santafé (su nieto, a nuestra derecha) y quien me dijeron era Rafael Aizpún Santafé (a nuestra izquierda) -aunque pienso que la persona de la izquierda pudiera ser más bien Jaime Santafé, el hermano menor de mi abuelo y de Martín-. Esta mujer que vemos en imagen, nació en época de Fernando VII (llamado “El deseado”... Quizás por indeseable...) y tuvo que vivir: El reinado de ese rey felón, la independencia de colonias, las sucesivas guerras carlistas; además de la entronización y expulsión de Isabel II, el asesinato de Prim, la llegada de Amadeo al trono, La Primera República, La Restauración, las crisis de África y El Desastre del 98. A ello se añadió la dificultad de que nació en Caparroso (Navarra), tierra de carlistas, aunque las familias Santafé y la Arellano no siguieron esa ideología. Consecuentemente, sus hijos (Juan y Nicolás) se fueron a Francia muy jóvenes y no regresaron del todo hasta llegada La Restauración; viniendo a vivir entonces a Madrid (Nicolás) y a Alicante (Juan), donde trabajaron para el banco Hipotecario.
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Estas personas y sus hijos, fueron las que levantaron España en el siglo XIX; cuando nuestra nación se había convertido en un detritus tras la invasión napoleónica, la independencia de casi todas las colonias americanas y el reinado de Fernando VII. Después de ello, vinieron las sucesivas Guerras Carlistas que dejaron el país como un erial intelectual y social, cargando de odio a los españoles, que se dividieron en dos bandos durante más de setenta años. Pese a todo, las personas nacidas en el reinado de Fernando VII y en el de su hija Isabel II, superaron los problemas y a comienzos del siglo XX habían logrado convertir a España en una potencia mundial. Recuperando de un modo milagroso, una nación que dejaron unos y otros convertida en trizas.
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AL LADO: Cornelio Arellano, junto a Alfonso XIII y Daniel Múgica; foto tomada en 1912 en la inaguración del embalse del Yesa. Cornelio Arellano (primo de Nicolás Santafé, hijo de un hermano de Teresa Arellano) fue otro ejemplo de los hombres que regeneraron la España del siglo XIX. Nacido también en Caparroso en 1867, se formó como ingeniero de caminos y fundó junto a su socio -Daniel Múgica- la empresa “Múgica y Arellano”, con la que fabricó y exportó maquinaria pesada a numerosos países de Europa. Asimismo ambos ingenieros trabajaron en la confederación hidrográfica del Ebro y crearon numerosos pantanos en la zona de Navarra. Principalmente desde 1910, cuando España pasa a convertirse en una gran potencia económica y realiza múltiples obras públicas.
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ABAJO: Una fotografía tomada hacia 1895 en casa de mi tatarabuelo Angel Rodríguez Tejero, donde podemos ver a mi bisabuelo Nicolás recién casado, con unos cuarenta y seis años (a nuestra izquierda), junto a su mujer y algunos de sus hijos. En el otro lado de la imagen (a nuestra derecha) su mujer, Carolina y en medio los primeros hijos de ambos -el niño junto a ella es mi abuelo Angel, a su lado Martín (borroso) y a la izquierda, Ma.Teresa-. Detrás, el padre de mi bisabuela, junto a otra persona que yo identifico con Juan Santafé. La foto está hecha en fechas cercanas al Desastre del 98, y cuando mi tatarabuelo Angel ya estaba jubilado como militar y se dedicaba a pintar. Angel Rodríguez Tejedor fue -entre otras cosas- General de Brigada, Gobernador de Tarifa, Caballero Gran Cruz de San Hermenegildo, Gran Cruz de Carlos III, Cruz Roja al Mérito Militar, Medalla Alfonso XIII a las Guerras Carlistas. Aunque su pasión era pintar y dejó una amplia obra de dibujos y acuarelas, donde fue recogiendo principalmente los frentes de África. Su hija (mi bisabuela Carolina) también fue pintora, aunque se vio obligada a dejar su gran pasión al casarse. Estas personas que vemos en imagen vieron y vivieron todos los problemas que España tuvo durante el siglo XIX, y pese a ello, sacaron el país adelante.
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ABAJO: Juan y Nicolás Santafé, fotografiados junto a sus mujeres y los hijos de Nicolás y Carolina; imagen tomada hacia 1902 en casa de mi bisabuelo. El niño sentado (a nuestra izquierda) y de unos once años, es mi abuelo Angel Santafé; a su lado, su hermano Martín; detrás, su hermana María y Jaime con unos tres años (de pie); y junto a su tío Juan (con barba) Ma.Teresa (también de pie). Sentada, la mujer de Juan Santafé y a nuestra derecha mis bisabuelos (Nicolás y Carolina). Esta fotografía está tomada unos ocho años más tarde que la anterior (lo que podemos ver por la edad de los niños) y en el espacio temporal entre ambas -desde 1895 a 1903- España había pasado de nuevo por enormes crisis. Principalmente por la del 98, con El Desastre y la guerra contra Estados Unidos, aunque también por un nuevo levantamiento carlista de 1900. Pese a todo, hacia 1903 la nación comenzó a recuperarse a grandes marchas (gracias a la introducción en política de las ideas de Costa). Tanto fue así, que para 1912 -mientras gobernaba Canalejas- había vuelto a ser una potencia mundial, pese a que pocos años antes era un país paupérrimo, cargado de conflictos bélicos.
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6 – LOS QUE REDESTRUYERON ESPAÑA:
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A los países les sucede lo mismo que a las empresas o a las familias; que cuando todo les sobra y tienen demasiados beneficios, comienzan a gastar en exceso y a tirar dinero u oportunidades; entrando así en conflictos personales e internos (pugnas propiciadas por ese despilfarro y por la envidia que este genera; llegando al odio entre personas que conviven o trabajan juntas). Es un mal endémico que genera la riqueza y que no se produce tanto en momentos de penuria; pues cuando todos son pobres, no hay posibilidad de despilfarrar, ni muchas diferencias entre unos y otros. Pero desde el momento en que existe un gran caudal de riqueza, siempre habrá quienes quieren administrarla, quienes se llevan una gran parte de ella y quienes reciben menos -considerando que el gasto de los que la manejan es excesivo o está mal gestionado-. Suscitando todo esto odios personales, rencores entre clases y entre países, o malestar entre gentes y áreas vecinas; ya que quienes se suelen llevar peor son aquellos que más cerca viven. Así, pondremos por ejemplo para entender lo que digo, la Italia del Renacimiento; donde durante las epidemias de peste o de invasiones extrajeras, todos se ayudaban. Mientras en épocas de gran bonanza, se enfrentaban de continuo los diferentes Estados y las distintas familias que ostentaban el poder italiano (con el fin de robarse unos a otros las influencias sociales, comerciales y perjudicarse en los negocios).
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Cuanto he expresado en el párrafo anterior nos puede hacer entender por qué España durante los dos tercios primeros del siglo XIX, no hizo más que entrar en guerras y conflictos. Mientras en su segundo tercio (desde 1874) decidió llegar a un acuerdo social, salir del lodo, dejar de matar y matarse; para ponerse a trabajar todos en un país que progresara. Pues hasta 1808 nuestro país había sido un imperio, donde se vivía con bastante holgura (gracias a las riquezas de colonias), pudiendo todo español emigrar a ellas para buscarse un futuro. Una gran nación, que cayó paulatinamente desde la llegada de los franceses, pero sobre todo desde la aparición de Fernando VII en la escena real. Momento en que nuestra nación se convirtió en un detritus, donde la traición era norma y donde la ley no existía; campando la injusticia por doquier (hasta el punto que los bandoleros se hicieron héroes). Esa triste España fernandina, donde el restaurado monarca derogó toda ley progresista y reinstauró hasta La Inquisición, permaneció durante el reinado de su pobre hija Isabel (a quien todos odiaban y a quien quiso arrebatar la corona hasta su madre y hermana; llegando a promover su propio marido, atentados contra su vida...). Todo ello, porque hasta 1850 todavía en España quedaban riquezas y algún atisbo de lo que fue el imperio hispano.
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Pero pronto llegaron los días de penuria absoluta y de paupérrima realidad, donde nuestro país ya no tenía un lugar en el Mundo, sus ciudadanos carecían de una formación suficiente -conforme a los conocimientos del siglo XIX-; mientras el pueblo, en su mayoría analfabeto, pasaba más hambre que un soldado sin abrelatas. Ello sucedió durante la Primera República, cuando el esperpento al que se llegó fue tal, que Jumilla se declaró Estado independiente, antes de que Albacete les invadiera; mientras Almería atacaba con su flota naciones consideradas extranjeras, disparando así sus cañones hacia los “países vecinos” (como Valencia). Fue entonces cuando se oyeron en el Congreso de Diputados las sabias palabras de Estanislao Figueras, diciendo:
- “¡Señores, estoy hasta los cojones de todos nosotros!”.
Tras ello, aquel primer Presidente de la República Española, hizo sus maletas y se fue a Francia; dejando vacante su cargo -sin dimisión, ni aviso previo-. Teniendo que ocupar su puesto Pi y Magall, ante al cachondeo generalizado de media Europa (a los que bien informó Figueras, narrando lo que era esa Primera República “patatérica e hispánica”).
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AL LADO: El último cuadro que pintó mi bisabuela Carolina, justo antes de casarse (es un estudio de telas). Tenía unos veinticuatro años cuando contrajo matrimonio y por entonces aprendía a pintar con su padre, junto a los artistas amigos de la familia (en especial con F. Domingo Marqués). Tristemente tuvo que dejar de pintar tras su boda celebrada en 1890 (tal como exigía por entonces ser la esposa de un banquero). Ambos eran bastante mayores al casarse -él más de cuarenta y ella más de veinticinco (que por entonces era “mucho”)-; todo lo que hace pensar que la bisabuela Carolina quizás pensó en dedicar su vida a los cuadros, antes que Nicolas Santafé se cruzase en su camino.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: Una acuarela pintada por el general Angel Rodríguez Tejero; titulada “carga de caballería”, mide un metro por 40 centímetros y se fecha hacia 1870 (se trata de un dibujo costumbrista en el que vemos a los caballeros vistiendo traje corto, zahones y sombrero rondeño; haciendo huir -probablemente- a los franceses en Bailén). Como dije, mi tatarabuelo, nació en 1837 y tuvo que vivir todas las miserias del siglo XIX español. Destacado como militar liberal, luchó primero contra los carlistas y más tarde en África, llegando muy pronto a coronel y a gobernador civil de Tarifa. Perteneciente a una familia de artistas segovianos (su padre era un afamado organista y más tarde organero, descendiente de San Alonso Rodríguez); fue un militar de enorme cultura y de gran talante democrático -en pleno siglo XIX-. Tanto es así, que en sus últimos días deseó servir a La Restauración, degradándose de general a coronel; entrando como jefe de alabarderos en la guardia real. En esos días, conoció a Nicolás Santafé, banquero de origen navarro también liberal y que había huido de los carlistas desde su infancia. Parece que establecieron una gran amistad (pues no tenían tanta diferencia de edad) y su finalmente en 1890 la hija de Angel Rodríguez (Carolina) terminó casándose ese navarrico que siempre definía al carlista como: -“Un animal de cresta roja, que una vez confesado y comulgado ataca al hombre”- (frase que al parecer se atribuye a Pio Baroja).
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Regresando al tema que tratábamos, parece que cuando una Sociedad ha alcanzado su máximo histórico de progreso y riqueza, tiende a retroceder. Es algo que demostraría la Historia, con casos como el de Roma, Grecia, Francia o el imperio Español. Ello se debería primeramente a que en esa bonanza económica se produce un retroprogresismo movido por las élites que han caído, lo que Pániker ya definió hace decenios al observar cómo los países que progresan rápidamente, pronto añoran el pasado. Todo lo que lleva asimismo a que se produzca la llamada “ley del péndulo” por la cual los procesos de revolución, se convierten al final en uno de involución. Tal como sucedió en la Inglaterra de Cromwell; o en Francia, cuando tras los aires de “igualdad, libertad y fraternidad”, llegaron a El Terror y finalmente a crear un Imperio -con Napoleón al frente-. O bien en Rusia, donde el Zar rojo sustituyó al Zar blanco; al igual que sucedió en Alemania, cuando al intentar Europa erradicar el belicismo prusiano del Kaiser, se produjo el Nacional Socialismo.
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Esta tendencia “del péndulo”, unida al retroprogresismo, es lo que conduce a ciertas Sociedades que han progresado rápidamente, a retroceder como cangrejos. Lo que se produce cuando una nueva generación -más formadas que las anteriores- llega a la conclusión de que cuanto hicieron sus padres y abuelos, ha traído unos adelantos tan negativos, que provocan todos los problemas que su tiempo y Sociedad sufre. Siendo consecuencia de ese progreso anterior las numerosas desigualdades y la infinidad de crisis sociales, económicas y ecológicas que ellos viven. Llegando a culpar a sus antecesores de los avances tecnológicos logrados y de una desmesurada riqueza fomentada de un modo egoísta (incluso de las creencias y enseñanzas que han intentado darles).
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Un ejemplo de cuanto expongo lo tenemos en infinidad de países que tras haber avanzado, optan por regresar a sus normas más antiguas o a sistemas gobernados por su religión, en su forma más arcáica; llegando a cerrarse al Mundo (para no ser contaminados por el progreso). Lo que sucede sobre todo cuando una generación mejor preparada que la anterior, quiere demostrar que sus antecesores han realizado mal las cosas; enriqueciéndose o avanzando desmesuradamente. Unos argumentos para retroceder que los defenderán personas más “estudiadas” que las mayores; llegando así a ser creíbles sus propuestas retrógradas -aunque estén expresadas por quienes no tienen experiencia alguna-. De tal modo, las ideas para dar un paso atrás se suelen impulsar por quienes han estudiado gracias al esfuerzo de sus antecesores; aunque afirman que los adelantos anteriores a su generación solo sirven al mal. Y pese a que estos jóvenes no conozcan nada de la vida -ni tengan el más mínimo sentido común-; cuando predican el involucionismo serán seguidos por una gran masa que les cree “superiores” a sus ancestros (sus padres o abuelos, que no tuvieron tantos datos ni tanta maldad como ellos).
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AL LADO: Después de presentar los cuadros de mi bisabuela y mi tatarabuelo, me atrevo a recoger tres dibujitos míos a los que les he puesto unos comentarios irónicos añadidos (son viñetas que divulgo a mis amigos en Facebook, para divertir un poco). En el primero vemos que la tendencia a destruir es una afición muy hispana; en el segundo la falsedad plena de la “Leyenda Negra” (que recuerda lo malos que fueron los españoles en Flandes hace cuatro siglos, olvidando todas las guerras habidas entre los países de centro Europa y que arrasaron la zona hace apenas siete décadas); el último define el sentido común de la nueva República Catalana, que pretenden crear.
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Cuando expongo no creamos que solo se refiere a países del Tercer Mundo o a zonas desérticas y lejanas; pues basta con observar la política de energías de Angela Merkel, para ver un caso de retroprogresismo. Cuando esa presidenta, tras la crisis japonesa de Fukushima, ordenó cerrar todas las centrales nucleares alemanas; argumentando peligrosidad sísimica (pese a que en centro Europa no se ha producido un terremoto importante desde hace siglos). Ante Angela Merkel, nadie podrá discutir sus argumentos, ya que es ingeniero físico-nuclear. Por lo demás, el retropogresismo del que hablo es lo que provocó esta medida, porque desde entonces Alemania produce electricidad principalmente quemando carbón; un sistema que emite los peores gases a la atmósfera (nacidos de la combustión de antracita). Y aun siendo verdad que las centrales nucleares sean peligrosas, mayor verdad es que al año mueren en el Mundo cientos de miles de personas a causa de la polución -por lo que el CO2 parece un tema más que preocupante; mucho más que el referido escape de Fukushima...-.

Por todo lo que decimos, parece que las posturas siempre deben ser moderadas y nunca radicales (menos aún aprovechando circunstancias, tal como se hizo en Alemania tras la triste crisis de Japón). Pues de otro modo no se toman decisiones justas, sino populistas. Algo que veremos claramente con el ejemplo presentado; porque aunque es evidente que lo más deseable son las energías alternativas y sabiendo que el sistema eólico -o el panel solar- son los medios por los cuales se debiera obtener toda la electricidad. Para llegar a esa renovación total de energías alternativas se necesita tiempo; y sin dar un plazo para modificar el sistema, manifestando una actitud negativa, solo se provocará la involución o el retroprogresismo (tal como sucede ahora en Alemania, donde queman millones de toneladas de carbón para obtener electricidad -gaseando la atmósfera-). Ya que la energía es imprescindible para la Sociedad y mientras se llega a la renovación del sistema, en Japón prefieren arriesgarse a un accidente en una central nuclear, antes que someter al pueblo a pobreza energética. Manteniendo esa forma barata de obtener energía (como es la atómica), con el fin de que las empresas y las casas puedan tener electricidad a bajísimo coste. Algo que se realiza con un evidente riesgo, pero tomando todas las precauciones. Porque la posibilidad de accidente siempre existe, aunque hay que evitarlo por todos los medios. No siendo un método políticamente válido culpar al avance, ni aprovechar las desgracias, para imponer ideas retroprogresistas (tal como hemos dicho se hizo ante la triste crisis de Fukushima; ya que nadie desea que se produzcan accidentes).
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AL LADO: En Japón, junto a mis primos y sobrinos -hijo de mi prima Conchita Monmeneu- (de izquierda a derecha: El que escribe estas lineas, Salvador Monmeneu, Mónica Castilla, Luis Beloqui Monmeneu). Mi familia japonesa vive en Maebashi, apenas a unos ciento cincuenta kilómetros en linea recta de Fukushima (cerca de Tokio). Cuando se produjo el seísmo y maremoto, algunas lineas aéreas cerraron sus vuelos, impidiendo a centenares de miles de personas salir de la isla (en momentos tan duros). Las primeras que clausuraron los viajes a Japón fueron las de centro Europa -en especial las aerolineas alemanas-; ello provocó una crisis interior de tal magnitud que en una semana el precio de los billetes de avión subieron un mil por cien (multiplicando diez veces su coste). Otros países, como Inglaterra o China, mantuvieron sus aerolíneas, embajadas y colegios abiertos; generando una sensación de normalidad y seguridad que permitió a los japoneses reorganizarse y poder afrontar esa situación (pues si todos hubieran huido en desbandada, se hubiese producido un caos). En esos momentos de duelo, de dolor, de confusión y horror; lo peor fue observar como en Alemania salían los ecologistas a protestar por las energías atómicas, con más de veinte mil muertos en Japón y culpando a ese país de lo que le había sucedido... .Todo ello, en manifestaciones organizadas desde el gobierno para aprovechar la ocasión y eliminar las centrales nucleares germanas. Pese a ello; aún continúa la señora Merkel gobernando aquella nación y media Europa; sin que apenas nadie exprese abiertamente que sus fórmulas son inaceptables.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Junto a mi cuñado -Ishizeki-, en Matsumoto (uno de los castillos emblemáticos de la zona en que vivimos, en Japón).
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El ejemplo antes de las imágenes expuesto, es un caso que ilustra el modo en el que quienes tienen más conocimientos que los demás, pueden llevar al grupo hacia sus deseos y decisiones; incluso en contra del sentido común. Pues en lo que se refiere a Alemania, parece absurdo que argumenten que un terremoto -menos un maremoto- les obligaran a cerrar sus centrales nucleares; pasando a quemar carbón en las térmicas. Pero todo ello razonado por una ingeniera físico nuclear que preside un país (como es Ángela Merkel), hará imposible que ninguna voz discuta esos dictados. Y de un modo similar, puede justificarse cualquier decisión política; llegando a tomarse iniciativas verdaderamente involucionistas en el nombre de la revolución -bastando para ello que uno tenga argumentos suficientemente preparados (tal como hacían los sofistas)-. Esto fue lo que sucedió en Europa a comienzos de siglo; cuando una generación de jóvenes -que había sido la más preparada hasta entonces- decidió que el mundo creado por sus padres y abuelos carecía de valor social e histórico. Que aquellos movimientos e ideologías decimonónicas anteriores a ellos, debían olvidarse o destruirse; para llegar a la modernidad plena. Así, sobrepasando en mucho los conocimientos de sus antecesores, la juventud de comienzos del siglo XX decidió romper con el pasado (todo él inútil y cursi). Lo que se tradujo finalmente en una fractura tal, que provocó la Primera Guerra Mundial y la posterior revolución de Rusia. Pero tras aquella tragedia, muchos de los que habían combatido en la Gran Guerra, debieron pensar que el verdadero progreso no había llegado todavía a Europa; así que provocaron una Segunda Guerra Mundial.
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Algo muy parecido sucedió en España, que se salvó de las Guerras Mundiales, aunque vivió sus contiendas civiles. Desde 1833 con los carlistas, que decidieron imponer un proceso tan involucionista que no permitía reinar a una mujer en un país como el nuestro; donde ya lo habían hecho en el siglo XV Isabel la católica y Juana I (mal llamada loca). Carlismo que durante setenta años provocó continuas guerras civiles, hasta que los levantamientos “requetés” cesaron después de 1900; momento desde el que una nueva generación ya vería a los partidarios de esa facción como “animales de cresta roja que una vez comulgados y confesados atacaban al hombre”. Aunque quizás el carlismo desaparece -en mayor medida-, porque a comienzos del siglo XX ya habían nacido otros nuevos dogmatismos que tenían unos rasgos más modernos. Como fueron las ideologías radicales que en esa época preconizaban la destrucción del Sistema o dar muerte a quienes fueran adeptos al Régimen (tal como hacía el anarquismo). Algo que escribo recordando por ejemplo a Valle-Inclán, que era anarquista y a la vez carlista... . Sea como fuere, desde principios del siglo XX se extendieron por Europa estos movimientos absolutamente radicales, que llevarían a la confrontación de todos los países. Cuando las monarquías absolutistas europeas (gobernadas por bobos endogámicos) fueron cayendo en todas las las trampas que esos nuevos ideólogos les pusieron.
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Asimismo, a España llegaron aquellos movimientos radicales “novecentistas”, aunque tras la Primera Guerra Mundial; pues nuestro país no debía desear muchos líos después de tantos problemas como tuvo en el siglo XIX. Pero entre 1880 y 1910 nació una generación mejor “estudiada” que sus antecesores, quienes “todo se lo sabían”; gentes que pensaron como esa España de La Restauración era casposa o absurda y que había de aniquilarse. Por su parte, los contrarios a esa modernización no estaban por la labor de cambiar nada, siquiera prohibir la compra de votos. Así fue cómo se llegó a 1912, año en que un “modernísimo” anarquista llamado Manuel Pardiñas asesinó a Canalejas y con él a la esperanza del regeneracionismo. Dejando después el rey Alfonso XIII el Partido Progresista en manos de Romanones; dirigiendo desde entonces la izquierda uno de los hombres más ricos del país -dueño de las minas de la Unión-. Todo lo que provocó la radicalización del socialismo español, caminando hacia el marxismo pleno; momento en que dio un golpe de Estado Miguel Primo de Rivera -con la aprobación del rey-. Siendo desde entonces inevitable La República (tras haberse tolerado esa traición al “sistema de turnos”). Naciendo por entonces “Las Dos Españas” de Machado. Dos partes que hasta entonces fueron rivales y poco después se convirtieron en enemigas.
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Y para invitar a una pequeña reflexión, terminaré este artículo con una curiosa frase de Marx; quien afirmaba que: "La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa” (9) .
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AL LADO: Cabeza de Antonio Machado, sobre un monolito, regalado por su autor (Pablo Serrano) al colegio de Soria donde el poeta impartió sus clases de francés. Una primera versión de esta cabeza se puso en la Biblioteca Nacional -en los años sesenta-; otra, más tarde, en la Academia de San Fernando y una después en Baeza (en la universidad donde también fue profesor Antonio Machado). Fue este poeta un ejemplo claro de la España del Regeneracionismo; unido a su hermano -de ideología más conservadora-, siempre respetó el pasado, aunque deseando el progreso. Era un hombre bueno entre los buenos; como lo fue Krause, Joaquín Costa, Giner de los Rios, Sanz del Rio o Canalejas.
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BAJO ESTAS LÍNEAS: El olmo seco de Machado, que se recuerda en Soria (situado frente al cementerio). Ese árbol fue la imagen de una España decrépita y caída, que el poeta reflejó en unos de sus más bellos versos. Un poema donde Don Antonio expresa el sentimiento de lo que era la España hundida, que todos aprovechan para hacer leña. A la vez que recuerda en acróstico a Leonor (su amada); cuyo nombre podemos leer en las palabras -A-L - E (l) O - NO - será - ejército – antes que te derribe... .
Bajo la imagen recojo el poema A UN OLMO SECO. Esta poesía parece que se redacta en primavera de 1912, cuando Machado vio un atisbo de esperanza en la política y en la regeneración de España. Tras dos años de gobierno de Canalejas y cuando Mario Méndez Bejarano y otros progresistas andaluces (amigos del poeta) estaban en la lista de espera para ocupar los más importantes ministerios. Así escribirá a ese árbol -que simboliza la España de su tiempo- los versos que bajo estas lineas recojo; esperando un milagro de la primavera (resurección de nuestra nación que se truncó con el asesinato de Canalejas unos meses después):
"olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera".
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A UN OLMO SECO
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Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
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¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
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No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
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Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
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Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
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Antonio Machado (mayo de 1912)
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ARRIBA Y ABAJO: Dos divertidas fotografías tomadas en San Sebastián. La de arriba, baños de sol en la playa en 1915 (mi abuela, en el centro; a su derecha Ma.Teresa Santafé y al otro lado María Santafé). Abajo, fotografía que creí se trataba de un concurso de paraguas en 1925; y que las protagonistas eran: Mi madre (con unos dos años y a nuestra izquierda), su hermana Maria Luisa (en el centro) y su otra hermana (conchita, a la derecha). Me comunica mi prima Ma.Sol que la fecha puede estar aliterada y debe ser 1952 (en vez de 1925). Asimismo me dicen que las protagonistas son (de derecha a izquierda): Mari Sol Santafé Casanueva y sus hermanas Fátima y Dolores. Se trata de unas fiestas de verano en las que su madre (Lolita Casanueva) había vestido a las niñas como de "Las de Caín"; una obra de teatro de los hermanoz Ávarez Quintero (musicada por Solozábal) cuyo argumento narra como los padres de varias hijas no saben qué hacer para casar a tanta niña... .
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NOTA FINAL: Muchos de los datos, recuerdos, anécdotas, sucedidos o historias que describo; me fueron transmitidos por Gregoria Zamarra. Nacida en Tarancón, casada con el administrador familiar, vivía en casa mi bisabuelo antes de 1910 (cuando Canalejas es nombrado Presidente). Allí, en Cuenca y en Madrid, conoció a unos y a otros, permaneciendo siempre entre nosotros; siendo finalmente como una segunda madre para mi progenitora y los suyos. Quienes al quedar huérfanos en la Guerra Civil, fueron recogidos por Gregoria Zamarra, que logró traerles hasta la casa de sus familiares (Carolina y Nicolás Santafé -ya fallecido-); donde los pusieron a cargo de su abuela y su tío Martín. Desde aquí mi recuerdo hacia ella, a su marido -Antonio López Cabello- y a su hija -Celes López Zamarra, quien es una prima más entre nosotros-.
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AGRADECIMIENTOS: Mi gratitud especial a Javier Casanueva Muñoz (marido de mi prima Ma.Sol Santafé); quien me ha facilitado algunas de las fotos de la familia que hemos publicado en nuestros "Recuerdos...".
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CITAS:
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(1): A LOS INTERESADOS EN LEER EL ARTÍCULO DONDE TRATO SOBRE ESTE CRONOS MITRÁICO DE MÉRIDA. Pulsar el siguiente enlace:
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=3132
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(2): ABC páginas 27 y 28, del 21 de febrero de 1928; Titular: “Dos muertos y siete heridos en accidente automovilista”.
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(3): Texto de "Rosa de llamas" tomado desde Jesús Ma. Monge (ver cita abajo). Del mismo modo, en "Luces de Boehmia" podemos leer como Max Estrella se encuentra con Mateo Morral en la cárcel y habla con él, tomándole y diciendo "yo te bautizo como Saulo" (en una clara referencia a San Pablo que antes de cristiano fue legionario romano).Jesús Ma. Monge sobre Morral
-Ramón del Valle-Inclán, En la Luz del día- Texto tomado del artículo de Jesús Ma. Monge Ver cita abajo.
TEXTO TOMADO DE IBIDEM CITA, donde menciona como fuente: "Visión cosmográfica de la Gran Guerra" España, 11 de mayo de 1916, en Dru Dougherty, Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas y conferencias., Espiral-Fundamentos (1982, pp. 78-82 ) Jesús Ma. Monge sobre Morral
http://www.elpasajero.com/MATEOMOR.htm
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(4): DECÍA EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN DE DE 1873: "Componen la Nación Española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas. Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales".
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(5): Recojo nuevamente en este párrafo palabras que escribí en otro de mis artículos; concretamente en el dedicado a Beningo de la Vega-Inclán.
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(6): PAG 591: MASONERÍA Y PENSAMIENTO: Krause // Enrique M. Ureña. //
LA MASONERÍA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX, tomo II, 589,n Junta de Castilla y León 1987
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(7): Tal como describe Heinrich Zschokke, en un artículo que intituló “El intento de Karl Christian Friedrich Krause de suprimir la Orden de los masones y crear una Alianza de la Humanidad”.
Cita tomada de: KRAUSE Y SU IDEAL MASÓNICO: HACIA LA EDUCACIÓN DE LA HUMANIDAD
ENRIQUE HERNANDEZ UREÑA, Universidad de Comillas. Madrid. Estudio liberado en la red.
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(8): MARIO MÉNDEZ BEJARANO. “Los krausistas”, pags. 393 y 480

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(9): CARLOS MARX "Dieciocho de Brumario, de Luis Bonaparte", Capítulo I