lunes, 31 de octubre de 2011

POWERDIO

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, poster publicitario de Powerdio con la foto de mi mujer y mía, anunciando eventos realizados por ambos hace unos doce años. Abajo, en la televisión japonesa quince años atrás, junto al entonces director de Powerdio (Sr.Hasegawa y ante las cámaras de G.T.V., mostrando los productos españoles -a la izquierda de la imagen, los dos periodistas que nos entrevistaban-. No se observa muy bien en la foto tal y como estoy "pelado" ese día, pero es que estar en Japón tiene estas y otras cosas como la que entonces sucedió: Ello porque me dijeron que me fuera a cortar el pelo antes de ir a la televisión y no encontrando otra peluquería por las calles, me metí en una barbería de las clásicas. Al entrar, aquel barbero me avisó de que nunca había cortado el pelo a un occidental; pero como yo tenía prisa, le di la orden de: "Adelante, que todos tenemos más o menos lo mismo en la cabeza...". Con sorpresa al salir de allí, me dí cuenta de que llevaba el pelo "a la taza" (o estilo Meiji, como se lo cortaban casi hace cien años a los japoneses ... ). Al verme, mi mujer y la gente de la empresa no podía parar de reirse, así que tuvieron que rehacerme el cabello para que no pareciera un Cherokie en la televisión. La cara de juerga que todos tenemos en la foto, procede de aquella circunstancia.
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Como decíamos en la entrada anterior, lo difícil en Japón no es vender un botijo, algo relativamente sencillo; ya que aunque solo fuera por la cantidad de japoneses que hay y por la curiosidad que siempre tienen, imposible sería no encontrar uno que lo adquiera. El problema, tras el primer botijo vendido es poder llegar a que te compren el segundo; ello porque aquel "artefacto de alta tecnología ibérica" viene sin instrucciones, por lo que si nadie les explica como ha de usarse, se desesperan y comienzan a comentarse unos a otros que han adquirido un "artilugio incomprensible". De ello he visto ejemplos tales como el de un cocinero nippón que se gastó casi mil euros en una pata de jamón ibérico de primera clase, de la que con sorpresa supe que estaba cortando como si se tratara de un madero (a "serrucho" y a 90 grados...). Es decir, como si de un jamón de York se tratase, sacando lonchas de arriba abajo y en pura vertical, frente al hueso... . Por todo ello, comprensible es que desde el vino a la tinaja y desde el porrón a la paellera, siempre haya quien deba explicar detenidamente como ha de usarse -tomarse o degustarse- cada cosa. Pues de lo contrario podemos encontrarnos alguien que usa la paella como "gong" colgada sobre la cocina y para llamar a los hijos con su sonido (debido a que no sabe qué hacer con tan bonito cacharro). Tanto como quienes se comen la corteza del queso, una vez metida en el horno y rellena de arroz -lo que hace no mucho comí por primera vez en Japón. Tratándose de una torta del Casar vaciada, que probé con gran asombro, pues ciertamente estaba muy buena la corteza rellena y puesta al horno, con arroz blanco...-.
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Consecuentemenete y en referencia a lo que digo, recuerdo como hace ya casi dos décadas mandamos por correo unas paelleras con el fin de poderlas enseñar como muestras para importación. El hecho es que las pararon en frontera y hasta allí se acercó el director del negocio, a preguntar a las autoridades por qué no dejaban pasar las "paellas" (sartenes-paelleras). La contestación fué que se trataba de objetos para cocina y no podían entrar en Japón sin pasar por control alimenticio. A lo que el buen directivo -quien necesitaba tenerlas ese día como muestras-, les replicó que para nada era lo que pensaban; que se trataba de marcos de fotos para hacer una exposición de imágenes culinarias... . Tras todo ello, terminó diciéndoles: -¡Pero Udes. ha visto alguna vez una sartén así!- . Tan seriamente lo expuso y en tono tan adusto que aquellos funcionarios japoneses de fronteras quedaron perplejos y pidiendo perdón por su error, entregando las "paelleras" y comentando que se habían confundido, porque en algo se les parecía mucho a las sartenes.
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...Y en este ambiente, hace ya casi veinte años, mucho antes de que internet se divulgara y fuera tan común el ir y venir de gentes desde Europa a Asia; Sunwa deseó abrir una delegación dedicada a la cultura y al comercio con España. Así fue creado el centro comercial Powerdio -del que fuimos elegidos para coordinar desde Europa-; un tiempo desde el que hace ya "la friolera" de unos diecisiete años. La idea empresarial de Sunwa trataba en primer término de exportar la jardinería española y llegar a crear el concepto de patio entre los japoneses; para poder construir en el país del Sol Naciente un tipo de terrazas -o jardines interiores- inspirados en los interiores españoles. Allí, y en ese berenjenal (nunca mejor dicho, pues la cosa iba de huertas y plantaciones), nos vimos metidos. Consecuentemente, los proveedores que teníamos que buscar en España eran de lo más variopinto; tanto que habían de ser fabricantes de materiales de construcción, herreros, ceramistas, carpinteros y largo etcétera, entre los que se encontraban los creadores de mobiliario urbano -e incluso los almacenistas de derribos y construcciones-.

BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Imágenes del Centro comercial Powerdio en su estado al día de hoy, tras más de quince años de venta e importanción al Japón de cultura y productos hispanos. Con unos quinientos metros de jardín y varias tiendas (en otro medio millar de metros, aproximadamente); entre terrazas, patios y un cenador, se comprende este lugar que ha dado a conocer los productos más extraños e interesantes que hemos ido encontrando y exportando desde nuestras tierras. En primer término y a nuestro lado, tenemos la foto de una sus entradas (tienda segunda y principal), en la que vemos hasta las famosas farolas madrileñas que se llevaron para vender en Japón. Abajo: La entrada y parking exterior de Powerdio, en la que se aprecian los olivos, las farolas y diversos materiales que se ponen a la venta diariamente en este gran centro del comercio.
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Tal como decíamos, el problema al exportar algo a Japón no es venderlo sinó que quienes lo compren sepan darle su uso. De ello, si importamos hasta el pais nippón queso de Cabrales (o de La Peral, tal como bien desea el presidente de COASA -mi amigo Marino González-); lo más importante de todo es enseñar a los japoneses a comerlo y a guardarlo. Pues de lo contrario, el primer dia que abrieran en un apartamento de Tokio una pieza de Cabrales -desconociendo su manera de mantenerlo, o sus recetas-, podríamos estar ante un caso de abandono del hogar, por parte de todos los miembros de una familia; además de ante una denucia del vecindario... . Ello, habida cuenta de las "propiedades oloríficas" del queso azul asturiano, que son "insuperables" y que en un hogar de treinta metros cuadrados puede suponer un verdadero caos -Más aún cuando de por sí a los japoneses les llama la atención mucho el olor a queso, debido a que no están acostumbrados a consumir productos lácteos-.
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De aquí que el reto de Powerdio para vender todo tipo de artesanía española, hasta tinajas, fuentes, bancos, e incluso las farolas; era verdaderamente importante. Pues no nos referimos a esos farolitos que hay en los centros comerciales normales, ni a las fuentecillas de cinco litros. Sinó se pretendió comercializar estas otras farolas de estilo decimonónico, que se multiplican por las calles de las grandes ciudades hispanas. Lámparas fernandinas, cuyo diseño debió ser lo único bueno que hizo aquel rey "felon"; que son preciosas y en las que si nos fijamos bien veremos como tienen el logotipo de las dos "F" cruzadas, junto al VII -signos del monarca de la anticultura-. Y dejenme llamar así a Fernando VII, al que apodaron "El deseado"; porque ese rey, cuando debía abrir y mantener una universidad, lo que decidía era que se construyera en aquella villa o lugar, una plaza de toros -para conseguir populismo y así además no tener que costear la enseñanza, ni apoyar económicamente a los estudiantes-. Algo que por entonces casi todos aplaudían; no solo porque ello suponía que habría fiestas y tauromaquias por doquier, sinó porque a la vez era muy seguro que de la ciudad donde se cerraba una universidad, desaparecían los profesores y los sabios -que tan molestos son para la convivencia y como ciudadanos...- .
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Pero volvamos a Powerdio, donde como decimos, lo difícil no era solo colocarle a un japonés una partida de tinajas, sinó explicar para qué sirve cada una de ellas -¡Pues vaya usted a convencer a un señor nacido en Takasaki (por ejemplo) de que en el jardín es mucho mejor tener tinas en cerámica de metro y medio de altura, que una colección de enanitos (con Blancanieves incluida)!-. A todo esto, para comunicarse con aquellos había que perfeccionar el idioma y no tener vergüenza de explicar lo que fuera y como fuera. Algo imposible, pues el japonés -tal como dice el chiste-, "Solo se llega a dominar cuando es muy bajito y no sabe karate". De lo que las reglas nemotécnicas y el aprendizaje del como se dice "porrón, tinaja, barrica" o "pesa romana" (y hasta "trillo de campo" en japonés), se hacía imprescindible.
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El hecho es que en unos meses supe palabras que ni los mismos japoneses habían escuchado en su vida, ya que aquí hacía cien años que nadie había trillado, quinientos que no se bebía el licor en un artilugio como un porrón o un pellejo, y más de un milenio desde que no pesaban las mercancías en balanzas tipo "romanas". De tal modo, cuando se acercaba un japonés a preguntarme "qué era eso, o lo otro", tras explicarle que se trataba de un trillo (por ejemplo), aquel solía quedarse pensando en la palabra pronunciada, comentando que había oído tal voz, pero de niño y por boca de su abuelo. Por lo que después debía exponerle el funcionamiento y función del trillo; narrando cómo antiguamente se recolectaba el trigo, separándose la simiente gracias a aquel artículo llamado en japonés "dakoku, o sori". A veces, y tras media hora explicándoles la trilla, la recogida de la semilla y exponiendo hasta que los burros se pueden alimentar solo con la paja que se sacaba al trillar...; me quedaba mirando al ínclito en cuestión y le preguntaba: -"¿Pero vas a comprar el trillo?"-. A lo que aquel decía: -"No, pero este centro comercial es muy divertido"-. Por lo que había de entenderse que mi misión estaba cumplida, puesto que nada hay mejor que interesar a los clientes sobre los productos que uno desea importar.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos actuales del interior en las tiendas de Powerdio. Como puede apreciarse, se venden productos de primerísmo órden hispanos, que van desde el mejor aceite de oliva, a la artesanía de gran calidad -como la más refinada carpintería española, trabajada en maderas especiales-. Frente a esos objetos de alta gama o lujo, se complementa el Centro Comercial con artesanía popular, que se vende en otras zonas o tiendas de Powerdio. Sobre algunos objetos curiosos y variopintos hispanos que los clientes piden -tanto como del medio para venderlos-, tratamos a continuación en nuestro artículo.

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Para comunicarse en el pais del Sol naciente, lo único bueno del idioma japonés es que su sonido (fonética) es tan parecido al español, que a veces uno ya confunde hasta qué lengua está hablando. Recuerdo como un día, degustando una fabada con amigos en España, cuestionó un nippón si aquella carne que contenía "el plato de cuchara" era de cerdo. El hecho es que para preguntar -"¿es de cerdo?"- en el idioma de Japón, comunmente se dice: -"¿Butá, no?"-. Así lo pronunció el comensal y al oir aquello, el cocinero que había preparado las fabes y que se encontraba junto a él, le dijo con tono muy severo: -"Hombre sale mucho mejor a leña, pero ahora hacemos todos las fabes con butano"-. Yo atendía perplejo al diálogo, sin comorender lo que hablaban y antes de que pudiera intervenir entre ellos, el extranjero volvió a señalar un pedazo de chorizo de su plato, preguntando de nuevo si era de cerdo (diciendo: -"¿buta,no?"-). A lo que quien lo había cocinado le confirmó repetidamente que era "de butano", todo con "butano". Tras ello, se volvió hacia mí el cocinero y me expuso: -"Oye esto de japonés debe ser muy parecido al español, porque llevo media hora hablando con este tío y nos entendemos perfectamente... Vamos, que hasta me ha preguntado la diferencia entre las fabes hechas en leña y en cocina..."-. No sabiendo qué contestarle y sin desear explicarle que le estaban preguntando sobre el tipo de carne, simplemente afirmé que eran los dos muy inteligentes y que por eso se habían entendido tan perfectamente...
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Lo que arriba expongo no es un hecho aislado ni un caso excepcional, puesto que el problema a veces nace cuando se está hablando en español y ellos creen que es japonés lo que se dice (y viceversa). Tanto que a veces oyen palabrotas y voces malsonantes, que confunden con vocablos nippones, mientras lo se está hablando es español. Me contaba mi amigo Paco de Antequera -guitarrista también afincado en Japón, y que tristemente murió hace diez años-, que cuando cerraba los ojos en el tren o en el metro de Tokio (sobre todo cuando tenía sueño), siempre oía a los de alrededor hablando el español. Tanto es así, que me llevó a hacer la prueba y una vez subidos a un transporte público me confirmó como parecía que unos decían: -"Paco, vamos a quedar mañana a tomar algo"-; mientras los restantes japoneses del vagón contestaban: -"No mañana no que es muy mal dia..."-. Ello todo con sonido a un buen acento de Málaga y confirmándome que parecían andaluces charlando, sobre todo unos que venían en el pasaje de los que decía Paco: -"Mira si aquel parece que es de Lepe y está diciendo ´barcón y zordao`. Y el otro de más allá, tiene pinta de ser de Estepa y de ir hablando de sus ´mantecaos`. ¿No lo oyes?. ¿Si dicen ´polvorón` y todo?..."-. Después, pudimos comprobar que los mencionados viajeros de delante, estaban hablando de un tal Paul Varrón... .
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De tal manera y como explico, muchos son los parecidos entre España y el Japón; algo que no solo concierne a las similitudes fonéticas de su idioma, sinó que fundamentalmente reside en el sentido de la vida y en el del humor. Sobre lo primero y entorno a las creencias, tenemos con el país asiático muchas coincidencias. Fundamentalmente en las formas en las que las amas de casa disponen los altarcillos y santuarios, para que Dios nos ayude en el hogar y en la familia (lo que loe romanos llamaban "lares"). De ello, para los japoneses -especialmente para las mujeres mayores- resulta maravilloso cualquier santo o imagen que nosotros tengamos por muy milagrera. En especial les encantan las estampitas, las medallas y algunas esculturitas de vírgenes; entre las que prefieren las de El Pilar y la de El Rocío -seguramente por la publicidad sobre sus milagros que andaluces y aragoneses ya llevan años prodigando en esas tierras donde el Sol nace-. Siendo también muy bien acogidos el San Judas Tadeo (patrón de los imposibles) y sobre todo el San Pancracio, del que saben, sirve para la loteria y para la suerte -siempre que se le ponga bien el perejil-. De ello, en la tienda es muy importante que algunos objetos sean de este tipo y hay que explicarles que tan milagrosas como las pilas benditeras españolas, no hay otras en el Mundo. Sobre todo las que vendemos hechas por Emilio Moreno -uno de los mejores ceramistas que hay en España-, y que deben ser tener grandes dotes, pues se distribuyen bastante bien. Ajeno a la religión, está el tema de la suerte y de las costumbres ancestrales para evitar el "mal fario". Algo que también les encanta a los japoneses; divirtiéndoles mucho llevarse a casa artículos como la "mano de fátima", o las aldabas y llamadores de puertas que evitan la entrada del "mal de ojo" en el hogar.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, un rincón del Centro comercial en la tienda primera, donde se venden llamadores de puerta, algunos sobradamente conocidos por su uso contra el mal fario. Estas son las "manos de fátima", tanto como las "aldabas de mano", que se usaban y se utilizan aún en algunos lugares para hacer huir al "Mal de Ojo" del hogar. Esas y otras historias y costumbres ancestrales les encantan a los japoneses, quienes sin creer en las meigas saben que "haberlas hay las" y por si acaso, mejor es poner algo para evitar malos influjos... . Sobre ese tema siempre les expongo que una eficaz tecnología que les podemos exportar es de este tipo; ya que timbres y porteros automáticos los pueden fabricar en cualquier otro país, pero esas aldabas con manos que evitan el mal fario, son solo un producto del Mediterraneo.
Abajo, un rincón con pilas benditeras del Puente del Arzobispo, hechas por mano de uno de los mejores ceramistas que hay en nuestro país: Emilio Moreno (del que se exhiben fotos arriba decorando platos y objetos en su taller toledano). Evidentemente, ya solo al saber los japoneses que el lugar de origen de estas pilitas es "La Puente del Arzobispo", puede certificarse la eficacia milagrera de ellas... . En Japón, sobre todo las amas de casa, ponen junto a sus templetes caseros objetos de culto occidental; allí mismo, situan a veces hasta la libreta de la cuenta corriente (o la tarjeta de crédito), para que nunca haya problemas de dinero en el hogar.



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BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado una mecedora de madera de olivo y un costurero. Yo les explico a los japoneses que mucho mejor que regalar a la abuelita una pantalla de plasma (de esas de metro y medio por un metro), con la que va a terminar perdiendo la pobre viejecita el tiempo y la vista. Infinitamente más adecuado, es regalarle este "set" de un precioso costurero con su mecedora, en el que la abuelita va a hacer ejercicio (meciéndose) y unos preciosos objetos de encaje y lana, que ejercitarán las manos y su mente... . Se me quedan mirando sin saber muy bien a veces si les hablo de broma, pero al rato se dan cuenta de que lo que digo es tan cierto como la vida misma, pues antaño los viejecitos eran mucho más listos (seguramente gracias a no ver tanta televisión). Para finalizar les comento que la alfombrilla y las zapatillas van incluidas de regalo y en el "set"... .


Abajo, igualmente otro ejemplo de "alta tecnología ibérica"; en este caso se trata de tejidos de esparto (gienenses), un artículo milenario en la Península Ibérica. Puede producirnos mucha risa hablar del esparto como "alta artesanía" española, pero lo único cierto es que la belleza y la calidad de los artículos hechos con este material, supera cualquier otra imitación. Los japoneses conocen bien cual es la calidad de los objetos que compran y saben que una cesta -o una bolsa- de esparto español, es casi indestructible; mientras, las malas imitaciones, aún siendo mucho más baratas apenas duran unos años. Alfombrillas, bolsas, cestas -e incluso cortinas en este material-, son algunos de los artículos que más solicitan en Japón. 




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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Algunos de los "inventos hispanos" más esperados por los amantes de las setas se venden en Powerdio. Al lado, bastón porta-setas. Como podemos observar este cayado tiene en su parte alta una cesta en la que se pueden ir guardando aquellos objetos que durante nuestro paseo por el campo nos vamos encontrando (aparece en él una piña, pero puede contener hasta varios kilos de setas... Una maravilla tecnológica).
Abajo, a la izquierda de la imagen, el cuchillo para sacar y limpiar setas es otra aportación hispana al mundo de la tecnología. Vemos en este como su navaja guarda la forma de uña (ideal para extraer la seta) y a la vez tiene un cepillo al final para limpiarlas y quitarles la tierra y suciedad. A su lado, varios apagadores de velas, que nos hablan del sentido ecológico y moderno de la vida (en la que no hay que malgastar electricidad...) .

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BAJO y JUNTO ESTAS LINEAS: Vemos algunos de los artículos curiosos que pueden comprarse en Powerdio, donde además se venden alimentos de la más alta gama española. Entre ellos es divertido encontrarse con objetos como el puchero, el mortero y el exprimidor (típicamente hispanos), así como con las lámparas de aceite, que hasta hace cien años se usaban en todos hogares de pueblo -ver fotos contiguas-.



AL LADO: el medidor de agua y la verdadera regadera, que han ser siempre de latón y no de otro material. ABAJO: Unos zapatos de los que debieron usar ya los celtas, con suela de madera y muy comunes para las vendimias en Portugal. Hoy se fabrican calzados similares modernos, (como zuecos, tan recomendados para la salud), aunque los originales son este modelo que quizás tiene miles de años y que gasta varios pares de pies, mucho antes que un par de suelas... .



AL LADO: ¿Para qué esos móviles de pantalla líquida y con mil prestaciones, que nos hacen perder el tiempo estudiando sus infinitas funciones?. Mucho mejor es este último modelo de teléfono, que en la casa o en el coche puede hacer las mil delicias de vecinos y amigos. 

ABAJO: Raspadores antiguos cazos y pucheros, tanto como objetos hechos por nuestro magnífico artesano de la madera de olivo (quien se llama hasta Óliver de nombre). Estos y otros, son muchos de los tesoros que guarda Powerdio.

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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: El centro comercial está regentado por varias personas entre las que destacan hoy: Hagiwara-san, Motegi-san, Kawaguchi-san, Matsuda-san. En la foto, al lado: Las Sras. Motegi y Matsuda prueban y catan las sardinas en aceite, el aceite de oliva y la sal, recién llegadas de España; junto a ellas, el Sr. Hagiwara (sentado). Abajo, clase de arreglo florál impartida por la Sra. Motegi; a su lado y a nuestra derecha, la Sra. Kawaguchi.

jueves, 27 de octubre de 2011

ENDO SACHO: Gracias a su empresa

BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado, foto mía tomada en Japón junto a Endo Sachó, presidente de la compañía Sunwa, que creyó en mí y me dió una oportunidad cuando ninguna puerta se me abría con la guitarra. Diecisiete años llevo haciendo de creativo -o coordinador- en su empresa, para Europa y los Endo son como de la familia (algo muy normal en Japón, donde las relaciones entre empresario y trabajador se basan en la confianza y contactos muy directos). Abajo, foto junto a mi cuñado -marido de la hermana de mi mujer-, quien me consiguió el "enchufe" para entrar en la empresa de su amigo Sr. Endo. En la foto, estamos ambos frente a un pebetero de incienso en Tokio, tomando "humos purificantes" para ver si nos entraba dinerito en la empresa... . Y es que la búsqueda de suerte y de dinero, es uno de los caminos y de los motivos que más acercan a los japoneses a sus lugares sagrados.

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Innumerables fueron las veces en las que me he podido plantear qué me llevo hasta Japón. No soy un providencialista, ni menos creo en el destino; por lo que considero que el futuro es lo que cada uno se labra y se teje con los mimbres y las maderas que la vida nos da. Pese a ello, hay algo interno en el hombre que le lleva a ir o acercarse irremediablemente hacia los grupos y sociedades que se le parecen; huyendo de aquellos otros que distan mucho de sus aspiraciones e ilusiones. No se me entienda en mis palabras una sola crítica a mi país (España) al que mucho quiero -con sus defectos y sus virtudes- y del que solo me duele que cada día esté más feo; habida cuenta de que las gentes están abandonando sus costumbres y ello lleva la dejadez y posterior derribo de infinidad de lugares, casas, mansiones -y hasta a la ruina de castillos y monumentos de primera índole-. Arquitectura y arte popular, antiguo y hasta arqueología, que cae día a dia frente a lo que llaman progreso, como las moscas sucumben ante el DDT -hasta el punto de que la Asociación de amigos de los Castillos ha llegado a cifrar algunos años en kilómetros las murallas medievales derribadas, sin remedio de saneamiento-. De lo que de mi país solo puedo decir aquello que pronunciaba el maravilloso Benigno de la Vega-Inclán cuando se refería a él: "Me duele España, porque la quiero bella, pero veo que cada dia pierde más su Historia y sus bellezas". Algo que escribiría el marqués de la Vega-Inclán hacia 1928, cuando fundó la red de Paradores... . ¡Si Don Benigno viera como ha quedado su hermosa España ya en nuestros días; tras la guerra, el éxodo de los pueblos, su abandono y la posterior aculturación generalizada; no sentiría dolor alguno, sino más bien, moriría del susto!-.
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Pero volvamos al tema que nos concierne: Decíamos que muchas veces me había planteado por qué terminé en Japón; algo cuya respuesta es obvia solo viendo la foto de mi mujer (no digamos si se habla ya diez minutos con ella). Pero aquel no fue el motivo de venir, puesto que pudimos habernos planteado la vida en España; debido a que ella habla nuestro idioma mejor que yo -no digo que yo el japonés, algo que es obvio; me refiero a que domina el español con más soltura y recursos que un castellano de pura cepa-. De lo que se deduce que hubo dos problemas insalvables que me hicieron "trasladarme": El primero radicaba en las posibilidades nulas de supervivencia en España con una guitarra clásica o flamenca bajo el brazo. El segundo y mucho peor, partía del rechazo de la Sociedad adinerada española de los años setenta-ochenta, hacia una persona que vivía de "lo mio", tocando y componiendo música de tipo clásico español y sobre guitarra. Pese a ello, era evidente que si me hubiera dedicado al rock o al pop, todos me hubiesen aplaudido mucho más, sobre todo si "me lo hubiera montado" (como por entonces se decía); pero eso de tocar la guitarrita que no daba dinero, era más que una vergüenza en ciertos círculos... .
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Evidentemente, todo ello fue un handicap insalvable que te hacía no solo coger algo de manía al rock y al pop; sino sobre todo terminar harto de tus amiguitos, quienes una y otra vez te repetían que lo bueno era triunfar en la vida, el éxito, estár en la movida o "estar en la pomada"; tanto como dejar ya de ser un pobre diablo, con la guitarrita a cuestas... . Para colmo, el abandono del Derecho me granjeó las peores enemistades, puesto que mis amigos de la infancia -quienes habían estudiado conmigo desde los cinco años y hasta en la misma Universidad-, consideraron que mi decisión de seguir la vocación de músico, era más que una locura. Por ello y como un gran favor, vinieron a decirlo a todos y promulgaron la frase: -"Angel está loco, va a dejarlo todo por la guitarra"... -. Algo que decían era solo para ayudarme, llegando a crearme enormes problemas sociales... . (!Además, a ellos qué les importaba, si nunca les había pedido ni les pedí nada¡. Porque una cosa es que un tio tuyo, tu hermano o tu padre, pueda meterse en tu vida; pero un amigo de siempre no debe de opinar sobre la profesión que uno elige, simplemente por eso, porque es un amigo).
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Con el tiempo vi que tras todo aquello se escondía tan solo el espíritu de la Vetusta clariniana; y es que Oviedo, es y siempre será una Sociedad muy adelantada, tanto que puede decirse que en ella existió y vivieron los únicos brotes de ilustración que conoció la España tiranizada por Godoy -y luego por Fernando VII-. Así parece que por Madrid ese "espíritu vetustiano" -cotilla, abusivo, insidioso, envidioso y malévolo- pervivía aún ochenta años después de que Clarín lo recogiera en su maravillosa novela La Regenta. Y de ello, tanto como de la envidia de las "élites" que entonces imperaban en España, cualquiera que eligiera otro camino, era inmediatamente expulsado del grupo.
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Por cuanto digo, el Madrid del dinero y de las gentes bien a mediados de los años setenta y principios de los ochenta, es seguro que tenía más parecido con los personajes y escenas de Leopoldo Alas, que con los que hoy vemos. De lo que se deduce que aquella novela que tanto ofendió a las clases altas ovetenses a fines del siglo XIX, de haber sido publicada en el Madrid que yo viví en mi juventud, de seguro hubiera sido censurada o gravemente ultrajada; puesto que describía gran parte del espíritu de sus "élites" (entrecomilladas, por supuesto). Así fue como ya harto de las bobadas de los "niños bien" que en ella habitaban, decidí no tener mucho contacto con ellos, lo que me granjeó las peores enemistades. Ya que aquellos entraban y salían de casa de mis padres (abierta a todos) como por las suyas, y al insinuarles que por favor no volvieran mucho por donde yo tenía mi domicilio, se sintieron ultrajados... . Ello porque la casa de mis padres era como la de todos, donde a todos se recibía, a todos acogía; e incluso donde se les consolaba (puesto que muchos había con familias verdaderamente destrozadas). Siendo la casa de mis padres un hogar cargado de cultura y cariño, que evidentemente no abundaba en Madrid; por lo que el día que decidí cambiar de amigos, aquellos que desde nuestros cinco años habían comido y hasta vivido en mi casa, se convirtieron en mis peores enemigos: Ya que conociendo todos mis defectos, fueron tocando todos los palos de la Sociedad hasta hacerme la vida imposible. Vamos, que lo de Vetusta, comparado con lo que yo ví y viví en el Madrid de los setenta, es como el cuento de Blancanieves.
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Para colmo, decidí tomar por novia a una persona "ajena al grupo" y además de otra civilización (japonesa).Y eso es lo que tiene casarse con alguien que pertenece a otra raza: Que muy pronto ves en la mirada de los otros, quien es completamente imbécil. Claro que no voy a contar los comentarios oídos al respecto y sobre la que hoy es mi mujer (porque no tienen gracia), pero sí incluiré algunos que otros amigos de "distinto color de piel" me han dicho sobre lo vivido en sus días por nuestro país. Pues tengo un magnifico "colega", quien es un maravilloso poeta cubano mulato, que se vino a vivir a España y me narraba algunas de esas historietas vividas. Entre ellas, la de que en la días cercanos a la Navidad hay multitud de gente que desea cenar con él, para pasarle los billetes de lotería por la chepa, diciendo que los negritos dan muchísima suerte... . Tanto es así, que ya para él es común oír frases como la de: -"A ese oscurito, me lo pones cerca, que he comprado un montón de lotería para este año"-. Y aunque a mi amigo aquello ni le preocupa -ni le va ni le viene-, lo que sí le molesta es que a muchos de los que le han pasado décimos por la espalda, seguramente les ha tocado la lotería y no le ha dado ni un triste porcentaje -ni le han invitado a unas gambas-... . Pese a lo apuntado, dicen que España no es racista (no lo he podido corroborar aún...); pero lo que sí puedo afirmar es que en Japón nunca he sufrido discriminación alguna por mi color de piel -o por mi tamaño; a veces descomunal aquí, en tierra de chiquitines-. Habiendo sido tratado con todo respeto en todo lugar nippón, puedo decir que jamás me he sentido mirado de manera extraña por lo japoneses. Cuyo trato abierto y divertido con los extranjeros, es algo que mucho agradezco al país que tanto me acogió; en el cual, sobre temas de raza solo comentan y les preocupa mucho: "Si todo lo tengo tan grande"... .
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BAJO JUNTO ESTAS LINEAS: Muchos han sido los retos creativos con los que nos hemos "topado" en la empresa; entre ellos, cómo llamar la atención de manera inteligente a los niños. Debiendo para ello diseñar y crear objetos de todo tipo. Algunos de los que más éxito tuvieron, fueron estos grandes muñecos construidos con macetas, que a los nenes les encantaban. Había quienes venían a diario a cortarles el pelo, con unas tijeras de podar... . Al lado: Foto mía con el muñeco recién terminado y abajo imágen de los hijos de mi cuñado (mis sobrinos) muy contentos sentados junto "Mister maceta".

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Como bien decía, el trabajo que me encaragaron o asignaron, fué de lo más inusual; puesto que tal como narraba en la entrada anteriór, ingresé en Sunwa cantando "Mi carro" (de Manolo Escobar); pero eso sí: En japonés. Tras ello, comprensible es que la tarea a realizar y dedicarme dentro del Holding, debió de ser igual de inusual. En todo ello, la verdad final fue que quien organizó todas las cosas era mi mujer y yo me limité a inventar cuantos objetos, ideas y chaladuras se me ocurrían (algo que una gran empresa siempre necesita). Nada más pertenecer a ella, intenté traducir el puesto que me habían dado de coordinador en España, poniendo en el final una carta: "Angel Gómez-Morán - Delegado en Europa de Sunwa Co."; la leí viendo que quedaba estupendamente y la envié a una persona con la que días más tarde tenía que reunirme. Al entrar en el despacho de aquel hombre, este me miró seriamente y me preguntó si yo era el remitente de aquella misiva; le contesté que sí y él no muy convencido de lo que ponía en el membrete me dijo: -"Oye, tú en Europa, tampoco eres delgado..."-; tras ello se echó a reir enseñándome que le faltaba la segunda "e" a la palabra "delegado de Sunwa". Entonces me dije para mis adentros que no tenía yo mucho futuro con titutalciones y que por darme "pote" había hecho de nuevo el bobo. Tras ello decidí auto-cambiarme de puesto y desde aquel día, siempre que me preguntan cual es mi cargo, ya contesto que soy la mascota de Sunwa Co. (algo que entienden todos). Cargo con el que vivo feliz y con el que no levanto ninguna suspicacia ni sonrisas alguna... .
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Decía Carneghie que habíamos de aprender fundamentalmente de los perros, quienes viven solo alegrando la vida a los que les rodean y de menear la cola. Yo, estoy muy de acuerdo con la primera parte de esta frase del teórico en sociología americano; aunque la segunda función ya me gusta menos, pues vivir de menear la cola, me parece un exceso... . De tal manera y como mascota, he intentado divertir algo a los que en Sunwa me rodean, quienes a veces se han reido durante meses de las ideas empresariales tan novedosas que les proponía. Ideas que incluso hemos llevado a cabo, importando desde España objetos tales como lavadoras automáticas de perros o sistemas y recetas para hacer aceitunas aliñadas. De lo más variopinto y los más extraños objetos hemos traido desde nuestras tierras ibéricas, habiendo intentado yo convencerles de que la fabrica de churros, la de tortillas de patatas o la de paellas, pueden ser el gran negocio en Japón. Por lo que igualmente, artículos de la más pura tecnología hispánica, como son el cayado de buen palo y la bota de vino, han sido también importados hasta Japón (por mi asesoramiento y mano) -sin llegar aún al éxito pleno en estas latitudes-.
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Pese al fracaso en algunos casos, mi mujer y yo, no cesamos en el intento de traer a este pais del "Sol Naciente" los artículos que más han caracterizado la cultutra hispánica: Desde el botijo, hasta la paellera y desde la receta de la mahonesa, hasta las aceitunas aliñadas (a veces con gran éxito). Habiendo tenido todo aquello, gran suceso y actividad social entre los japoneses; a quienes en ocasiones hay que darles varias clases de porrón, tras haberles vendido una partida de estos jarros con pitorro. Y en todo ello estoy yo, que lo mismo doy clases magistrales de como beber en los botijos, botas y porrones; que otra de tomarse unas aceitunas bien ricas, con unas "birras" o un vinito de la tierra hispana. Pasando pronto en todo ello a explicar la teoría del por qué el botijo enfría en verano: Exponiendo seriamente que ello ocurre por la "capilaridad del tejido cerámico que hace que este exsude el agua; lo que produce que se mantenga húmedo el exterior del botijo y este tome frio del fresco ambiente, por lo que una vez dejado a la sombra, el botijo -sin pilas ni batería alguna, simplemente con el airecito-, convierte el agua caliente en fresquita, que además queda con sabor a tierra iberica"... . Todo esto, dicho en japonés tiene mucho arte.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Por agradecimiento a mi empresa, uno de los cometidos que me tomé con más interés fué el de componer la música de la boda del hijo del Presidente de Sunwa (Sohji Endo). Tras algunos días de ensayo y muchos de composición, estrené la obra en la celebración, ante los más de trescientos invitados que allí se congregaban. A quienes parece les gustó mucho esta pieza que se llamá "Las bodas de Sohji" y que está inspirada en el tipo de flamencó clásico, a varias voces. Los japoneses entendieron que se trataba de una pieza completamente dedicada al mecenazgo que Sunwa me había concedido durante años. En la imagen de al lado: Mi mujer me presenta antes de estrenar la obra. Abajo, foto tomada mientras estoy tocándo (hace unos cinco años en Roppongi Hills -Tokio-).

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Como bien digo, desde hace ya casi diecisiete años trabajo de mascota en Sunwa Co. y ello me ha reportado los mejores momentos laborales de mi vida -pues tristemente el mundo del arte está pleno de miserias e impurezas, mientras en la empresa puede areglarse mucho o casi todo, con un simple apretón de manos-. La crisis de la cultura y la entrada de la electrónica en el arte, arruinó casi por completo la música clásica, que se ha visto cada dia más limitada y arrinconada hacia la esquina de los olvidados (por no decir de los vilipendiados). Tanto que tristemente, hoy se dice concierto a algo que cualquier chiquito de veinte años puede hacer, dando saltos en un escenario y metiendo ruido con una batería o una guitarra -de la cual no sabe ni como se cogen las baquetas, ni donde están las cuerdas; porque hasta el afinador electrónico ha resuelto el problema de tener algo de oído para llegar a conocer los tonos-. Pero siempre hay buena gente y se encuentra una salida en la vida, sobre todo si uno se propone que el problema no está en un modo de pensar poco útil, sino en que la Sociedad aún debe avanzar y tiene defectos que hay que ir solventando. Entre los problemas del progreso, está este que nos surgió a los músicos desde los años ochenta, cuando intentaron sustituir el arte por la tecnología; lo que ha llevado a que no haga falta decir nada, saber nada, ni cantar nada, para subirse a un escenario y que aquello que se haga sea llamado concierto... . Puesto que bien es sabido que todo progreso trae un nuevo problema y tal como los combustibles fósiles polucionan el medio ambiente, la tecnologia ha "polucionado" el ambiente artístico; pues con ella puede sustituirse en parte lo que antes era oficio y obra que precisaba añós de aprendizaje (habrá que plantearse ya ir arreglando este gran problema, del mismo modo que nos preocupamos de la polución medioambiental...).
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Porque siempre hay (y habrá) gente que valore la belleza en su justa medida, capaz de comprender que el arte ha de tener unas pautas basadas en la cultura y en la civilización. Puesto que el arte sin raíces, civismo ni cultura, es solo un divertimento; y como tal, tiene menos mérito y valor que el circo y el deporte (que precisan de una gran preparación y disiciplina). Así que por cuenbto narro, terminé por el Japón,donde gracias a mi guitarra siempre he tenido un sitio. Lugar que me ha acogido, tanto como se han admirado de que sabiendo tocar y componer como lo hago, prefiera trabajar para una empresa que dedicar mis días a adaptarme en este mundo de la música "moderna" que tantos problemas va a traer al Mundo (si nos los ha traido ya...). Por cierto: No me llamen retrógrado ni "anticualla", porque no critico ni al buen pop, ni al buen rock (que me encantan), sinó a todo lo demás, que es lo que más abunda.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, mi mujer y yo junto a Nobutada Endo. Abajo, el día de la boda de Sohji Endo, tras estrenar la obra y asistir al convite. A nuestra izquierda el hijo del presidente de Sunwa y su mujer Shaorí, ya Sra. de Endo.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

ENDO SACHÓ: El empresario


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SOBRE ESTAS LINEAS: Endo Sachó, presidente de Sunwa Corporation quien junto a su hermano Tadao Endo, han convertido una poderosa empresa en una gran familia (compuesta de trabajadores y directivos, totalmente unidos). Los conocí gracias a mi cuñado -Ishizeki, muy amigo de ellos- y un día, cenando con el vicepresidente (Tadao), me preguntó si en España un empresario se medía de igual forma que en Japón: Conforme a cuantos de los que trabajaban para él, le consideraban y querían como a uno más de su familia. Le contesté, que era exactamente igual y que al empresario en España se le valoraba más o menos como a uno de la familia... . Aunque... como "de familia política", porque venían a tenerle el mismo cariño que a las suegras. Se me quedó el pobre mirando muy preocupado, pensando lo malo que era yo con la madre de mi mujer... .
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Quiero comenzar hoy explicando que redacto la presente entrada, no solo en homenaje a la familia Endo, quienes dirigen el Holding Sunwa Co., donde me acogieron y ayudaron con el mayor de los cariños. Sino que mi intención va más allá. Pretendiendo con lo que escribo, que cono todo aquel que tenga una vocación -una ilusión o una meta en la vida-, sus amigos siempre le apoyen y le crean (para que el vocacional siga adelante). Puesto que una de las cosas más importantes para conseguir aquello que uno ilusiona en la vida, es la ayuda de quienes te rodean. De tal manera, seguro estoy de que si he ido consiguiendo lo poco que hallé en mi historial, ello se debe al apoyo que recibí de mi familia española (mis padres, hermanos y tíos biológicos); tanto como de mis parientes japoneses -mis amigos de Japón- y, sobre todo, de mi mujer. Puesto que para lo demás, uno no ha más que tener ilusión y creatividad; para ir encontrando quienes crean en tu persona y te abran las puertas (en unos y otros lugares del Mundo). En mi caso aquello que me apoyó, ayudó y acogió como una tercera familia, ha sido: Sunwa Corporation-.
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Asimismo, antes de empezar explico como en lo que he de exponer, es obligado narrar hechos vividos que conciernen a personas con las que compartí mi infancia y juventud -de los que en este caso, omitiré los nombres y datos con los que pudiera saberse quiénes son-. Pero si alguien se diera por aludido o se sintiera molesto, no comprendiendo por qué he de contar mi vida y experiencias. A aquellos, solo les diré que esto lo redacto y escribo, fundamentalmente para que no hagan con otro, aquello que yo tuve que pasar con ellos (tan solo por su capricho):
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Como dije, era por 1984 cuando poco tiempo atrás había acabado la Mili y cumplía los veintitrés años. Tras quince meses en Sevilla, en los que poco estuve en el cuartel y más me dediqué a tocar la guitarra y a estudiar sobre Tartessos; volver a la facultad de Derecho en la Complutense, era un verdadero aburrimiento. De aquello, que durante las tardes de Mili, se me ocurriera comenzar una "tesina" por prepararme quizás para dar clases de Historia del Derecho. Un "paper", que ni más ni menos lo dediqué a la Protohistoria, deseando especializarme en historia jurídica del druidismo y los orígenes del Derecho en las Islas Británicas. Así lo hice y en abril de este año de 1984 estaba entregado el comienzo del "paper" como trabajo de curso, a mis profesores de Intenacional y al Vicedecano (Puende Egido y P. Martín Blanco). Nada me dijeron sobre aquella y debió de caer en saco roto, donde algún listo la hallaría. Porque un par de años después, me la encontré publicada -casi exacta-, pero firmada por otro y por obra de una de las mejores editoriales de arqueología hispanas... . -todo ello anima mucho a seguir...- .
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Pues bien, en este trance me encontraba cuando la poetisa Carmen Conde me había propuesto a los veintitrés años que musicara sus poemas -y es que entre dedicarse al Derecho y meterse a componer para poetas, la vida no tenía color...-. De mis intenciones por dedicarme a la guitarra e intentar no seguir por el camino del Derecho, di buena cuenta a mis amigos del colegio e infancia -muchos habían entrado conmigo en la Facultad, por lo que me unía a ellos, más de dieciocho años (de los "veinticuatro" que entonces teníamos)-. Tristemente, la respuesta por parte de aquellos fue horrible y me consideraron un loco. Para mí, esa reacción de mis amistades fue una de las experencias más duras que tuve que vivir en la juventud. Puesto que a ninguno les pedía nada, ni les exigía otra cosa más, que comprendieran mi vocación (sobre la mitología y la Historia Antigua, y sobre la música).
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Pero no había manera, tanto que comenzaron a venir por casa a montar todos los lios, a hablar con unos y con otros, y a convertir mi vida en un infierno. Por suerte, mis padres hacían oidos sordos a lo que les oían decir y confiaban en que si a mí algo me gustaba, estaba en mi derecho de hacerlo. Pero aquellos chicos, "erre que erre", un día sí y otro también a meter lios y mal rollo por todo lugar. Y lo más triste de todo, es que entraban en mi casa como Perico por la suya, debido a que la de mis padres fue un poco la de todos nuestros amigos. Porque desde niños a veces allí nos juntábamos los fines de semana, diez o veinte -de los que tres o cuatro, terminaban siempre durmiendo y hasta viviendo en nuestras habitaciones-. Así, con aquella facilidad que les confería la confianza de plantarse en mi familia cuando les placía (porque a todos conocían), aparecían un día sí y otro también a hacer mi vida imposible. Y lo más triste de todo, era que aconsejándome dejar la música, no había sábado o domingo que ellos mismo no fueran a las discotecas a bailarla; tal como no se privaban de los "conciertos" de pop y rock, de aquellos que les gustaban porque entonces tanta fama tenían. Por lo que al parecer, lo malo debió ser dedicarse a la música que no daba dinero; pues seguro estoy que si hubiera montado un grupo de "pop" y tenido algo de éxito, los primeros en ir a bailar y a gritar, hubieran sido aquellos a los que tanto repelús les daba la guitarra.
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BAJO ESTAS LINEAS: Narciso Yepes en su portada de "Cinco siglos de guitarra española". Eran aquellos años ochenta, días felices para la guitarra y la cultura. Con hombres vivos y en activo como Yepes o Segovia, aún se decía "concierto" a aquello que estos genios de la música interpretaban. Hoy, parece ser que "concierto" es algo que puede hacer un chico de veinte años y en un Estadio de Fútbol... . A mí, esto, "me desconcierta"; pero debía ser ya normal desde hace treinta años. Así entiendo que aquellos que me decían como dedicarse a la guitarra clásica era una bobada, luego asistían a estos conciertos de los rockeros (más o menos famosos), aplaudiéndoles a rabiar y pagando miles de pesetas, por ello.
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El colmo fue la actitud que ya tenían los padres de "esos mis amigos de la infancia" en público, pues no había día en que me los encontrase y sus progenitores pronunciaran frente a todos un comentario hiriente. El menos grave podía ser algo como: -"Qué horror, tus padres, tener un hijo que toca la guitarra. ¿No los has pensado?". Otros más divertidos podían llegar a decirte: -"¿No te convertirás en el típico intelectual, progre... Es que es gente horrible esa del intelecto que va de algo?"-. Aunque al día siguiente aquella misma madre de "amigo", te preguntaba por ejemplo, si podías traer a su casa a comer a Carmen Conde (o a Claudio Rodríguez), pues estaba interesadísima en conocerlos... -incomprensible todo-. Lo peor fue cuando comencé a hablar de mi vocación por Tartessos y unir el mundo jurídico con la Protohistoria; lo que ya para quienes estudiaban Derecho solo con fines de ser un alto cargo del funcionariado (o en la empresa), era ya una broma.
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Y es que todo aquello que fuera vocación, era tabú; pareciendo que solo se podía hablar en esos años ochenta: De politica (en unos ambientes), o de dinero (en otros). Pese a ello, hubo entre los "importantes" gente agradable y que siempre venía a animar; recuerdo por ejemplo, el caso de un abogado y amigo que le encantaba mi guitarra y venía a casa a oirla. Se llamaba Aurelio Segovia Mora-Figueroa y siempre me decía: -"Lo del Derecho, ya ves como te puede dejar... Como a mí. Pero la guitarra no la abandones nunca. Sigue con ella y para siempre"-. Trístemente era ese un caso excepcional y casi extraño; al que tanto le gustaba la guitarra porque era un jerezano afincado en Madrid. Por lo demás, en todo cuanto narro, lo más curioso fue que quienes me animaban a seguir en mi mundo, eran personas por encima de los cuarenta años; mientras a los de mi edad (que iban tanto a los recitales de rock y a a las discotecas), eso de la guitarra clásica y flamenca les parecía un atraso.
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Tristemente, cuanto narro me llevó a quedarme casi sin amigos de la infancia, que es algo cercano a perder todos los recuerdos del colegio y quedarte con un tremendo y agrio sabor de boca. Evidentemente no fueron todos, porque alguno existió al que le hacía gracia mi situación; e incluso los hubo quienes la aplaudían -como mi amigo "el caniche"-. Aunque lo peor fue que a quien más le gustaba mi guitarra, de todos los compañeros del colegio (Blas Pérez) lo perdimos. Murió en esos días, tan solo con veinticuatro años, y le compuse una obra llamada "Adiós a un amigo" -que trás veiticinco años está aún sin estrenar-. Pero hablemos de cosas más alegres:
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Como digo, de cuanto recojo y cuento, sobre todo deseo expresar que nada más duro hay en la vida como tener una ilusión y que vengan tus amigos a destrozarla. Por lo que digo a quienes en su fondo sientan la llamada de una profesión, de un arte, o de un mundo interior verdadero; que desde aquí les animo seguirlo sin miedo. Pues por lo que a continuación relato, verán como cuando las cosas se hacen con cariño y esfuerzo, salen siempre bien. Pero eso sí, para quienes elijan el camino vocacional, hay que recomendarles que nunca se guien por el deseo del éxito, ni menos por la intención de hacer dinero. Al igual que nunca se fijen en quienes les recomiendan hacer cosas más útiles; tanto como hagan caso omiso de quienes desean convertir su profesión solo en un negocio (o en un modo de conseguir relevancia social). Puesto que la vocación es absolutamente interior y hay que "cargar" con ella; apechugar con los malos momentos y nunca intentar resolver los problemas por atajos. El camino difícil es el verdadero.
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BAJO ESTAS LINEAS: Andrés Segovia tocando en la Alhambra de Granada hacia 1980 (portada de su disco "Alhambra"). Eran felices "los ochenta" para la cultura, dias en los que aún vivían personajes en nuestro país como Joaquín Rodrigo y decenas de músicos de una categoría inconmensurable. Pese a ello y aunque muchos españoles no lo sepan, la guitarra sigue hoy viviendo un Siglo de Oro en nuestra nación; instrumento que en el extranjero está valorado como uno de los principales. Pudiendo decirse sin miedo a confundirnos, que de los cincuenta primeros guitarristas del Mundo; de seguro treinta, son españoles. Ello supone -si lo comparásemos a un listado de millonarios-, que entre las cincuenta primeras fortunas del Planeta, más de la mitad estarían en España... .
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Al hacer memoria de cuanto antes escribía, me estaba acordando de una de las primeras conversaciones que tuve con mi suegro. El padre de mi mujer, que era simpatiquísimo y al enterarse de que quizás su "niña" se casaba con "uno de nuestras tierras", aprendió español (mucho antes que yo japonés). Inteligente como su hija, en un año y por las tardes -echando unas horitas después del trabajo-, cuando nos dimos cuenta, ya hablaba bastante. Así que se tomó un avión y se presentó en Madrid. Deseaba ver los campos y paisajes más bellos y yo comencé por llevarle a los de Soria. Allí, en medio de la ciudad hispana de Termantia y mientras mirábamos un atardecer maravilloso de los de Castilla; me dijo en "su español" (observando ese horizonte rosazuleo):
-"Lo mejor en la vida es tener mucha boquerón"-.
Me quedé pasmado y sin saber qué me decía aquel hombre, le pregunté: -"¿Boquerón?. ¿Que quieres boquerón?"-.
A lo que respondió: -"Tengo boquerón. Mucha boquerón"-.
Seguía sin dar crédito a lo que oía y le pregunté si "boquerón del bar" (sin apenas entender conversación tan surrealista como se sucedía). Pero pronto me contestó que no era del bar, que su "boquerón" eran: Los paisajes, las plantas y los jardines. Rápidamente me dí cuenta de que hablaba de su trabajo y que se refería a su "vocación", tanto como que en la vida había que ser vocacional. Y así, como él tenía mucha "boquerón" por lo suyo, le encantaba que yo tuviera gran cariño por mi trabajo. Por ello y al ver aquel atardecer en Tiermes, había entendido por qué no podía dejar de imaginar sobre la Historia y el Mundo Antiguo.
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Pero sigamos con nuestra historia, que no es tan antigüa: Puesto que antes de cumplir mis treinta años me casé y allí que me fuí al Japón, con mi guitarrita bajo el brazo. Aunque tristemente eran ya los noventa (1991), cuando comenzaba la crisis en la música. Se producía entonces la llegada al arte del mundo digital, lo que resultó un tema tan duro para los del clásico y de "lo antiguo", como la fotografía lo pudo ser para los retratistas del siglo XIX. No por las grabaciones digitalizadas, sinó por los retoques que sobre ellas podía hacerse, tanto como por las posibiliades de "componer" en ordenador y crear en D.D.D.... . Aquello comenzó a educar a las personas hacia otros sonidos, que es como introducir a la gente en otro tipo sabores. Tuve que vivirlo muy de cerca; tanto que pude observar como en Japón y solo en cinco años, todos se habían familiarizado con los tonos de metal y de plástico del digital.
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-Sí, sí, de plástico digo; no se extrañen. Puesto que hay tanta diferencia entre la calidad "plana y de plástico" del video, y lo analógico del cine. Como entre la música digital retocada y lo analógico acústico. Aunque, como en nuestros días todavía se sabe de cine, nadie realiza una película en video debido a que da estas texturas de plásticos y metales planos. Pese a ello, todos ya estamos acostumbrados a la digitalización en la música, que completamente retocada es como las bellezas de cirujía estética: Perfectamente insípidas y con aspecto de plástico-.
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Por lo demás, debido a la electrónica, el mundo y los instrumentos clásicos entraron en tal crisis, que pasó a segundo plano. Consecuentemente, si en 1991 en cualquier gran almacén de Japón se escuchaba preferentemente y como música de fondo a Mozart, Beethoven, o Bach. En 1995, ya en la gran mayoría de tiendas de Tokio, solo se oía Pop y Rock. Una transformación a la que no dábamos crédito los músicos que vivíamos en Japón y ante la cual el oido de aquellos nippones, fue acostumbrándose a esos insrumentos electrónicos, a las baterías o las estridencias de sus voces. En todo ello, la crisis de la guitarra era de tal magnitud que muy difícil fué poder encontrar clientela o conciertos. Algunos pudimos dar, con mi amigo y compañero Paco de Antequera; pero ya la gente no estaba por la labor de moverse de su casa para escuchar a un tio tocando la guitarra (por muy bien que lo hiciera).
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BAJO ESTAS LINEAS: Mi suegro, en una de sus últimas fotos, pocos años antes de que falleciera. Era un vocacional absoluto, tanto que murió trabajando y solo unos días antes de jubilarse. Su ilusión (de haber podido vivir el retiro) hubiera sido vivir grandes temporadas en España, estudiando sus paisajes, su flora y su botánica. Pasaba horas a solas, investigando sobre plantas y leyendo unos libros de filosofía oriental (taoísmo o budhismo), que no se los saltaba un torero "perseguido por un victorino"... . Algo me intentaba explicar de su sabiduría, pero yo nada entendí de aquello -y es que ser de otra civilización es en ocasiones insalvable-. Pese a todo, él sí pudo comprender que yo a diario tocara horas y horas la guitarra, sin que nadie me contratara ni en ningún sitio me escucharan. Gracias a su comprensión por mi vocación y a la de mi mujer, pude seguir adelante con esta profesión que necesita al menos de seis horas diarias de práctica sobre las cuerdas (te las remuneren, o no).
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Recuerdo que tras casarme, tanta era la necesidad de conseguir algo de trabajo, que pasé una Nochebuena de 1992 fatal. Salí a pasear hacia las doce, tras cenar con mi familia japonesa, porque las noches de invierno -allí, donde yo vivo-, son claras y se ve el cielo estrellado. Por lo que no haciendo mucho frío aquel día y sintiéndome bastante lejos de mi familia española, decidí dar un paseo. Me llegué hasta el río de nuestra ciudad (el Tonegawa), y en ese lugar que se halla junto al parque de Skíshima, me senté. No puedo negar que estuviera bastante desesperado pensando en que nada salía de mi guitarra y que por ello prefería pasear solo. Pero para que no me viera la gente -a quienes a veces les extraña encontrarse un extranjero por las calles y más de noche- me metí por unas callejuelas cercanas al río. Allí de pronto ví caer una estrella fugaz como jamás había observado, de un tremendo resplandor (de las que creo se llaman: "bólidos"); entonces solo pensé en aquello que se decía de pedir un deseo. Evidentemente, en esa situación y lugar, lo que pedí para mis adentros fué un trabajo... .
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En esta nada fácil experiencia por la que pasaba a comienzos de los años noventa, tras haber intentado mil veces sacar adelante la guitarra; algún tiempo después (sabiendo todos que estaba sin qué hacer en Japón), me llevaron a tocar la guitarra frente a un hombre llamado Endo. Era un gran empresario que conocía mi cuñado y que dijo estar interesado por lo que yo hacía. Al terminar de escucharme se quedó parado y comentó: -"Mi `casa´ no es de música. Pero tú tienes una profesión y todo aquel que tiene una profesión y la hace así de bien, en mi empresa tiene trabajo. Si quieres, aquí puedes hacer lo que buenamente puedas"-.
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Unos meses después, me invitaría aquel Endo (que hoy es "mi Sachó" -presidente-), a cenar para conocerme. Durante aquella comida nocturna, cargada de los más caros manjares nippones, yo en vez de tocar la guitarra me puse a cantar por Manolo Escobar (en japonés). Allí, lo que más le gustaba y le hacía reir al Sachó Endo era "mi carro", divirtiéndole mucho aquella letra "tan filosófica" -para quien le interese, "Mi Carro", comienza del siguiente modo (en japonés escrito en romaji: Alfabético)-:
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-Watashi no basha / Watashi no kuruma/ kino nus maretá. / ¿Doko ni aru daru?, daio / ¿Doko ni aru daru?... . (cántenlo y verán como encaja mi traducción con la música de Manolo Escobar...)
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Así y de este modo tan curioso, fué como entré a formar parte de algo que se llamaba Miwax Division de Sunwa Corporation, donde les hice mil y una cosas (desde Europa, fundamentalmente). Hasta les diseñé artesanía y allí pusimos una fábrica, en el mismo lugar en el que ahora se distribuyen alimentos y aceites llevados desde España (fundamentalmente). Trabajando con ellos desde Europa y marchando allí a visitarles; un dia haciendo una cosa y otro, inventando otra. Gracias a ellos, nunca dejé la guitarra; así que en aquel recinto en donde me reciben, siempre termino tocando la guitarrita y hablando de los Tartessos a los japoneses. Dejándome la empersa absoluta libertad para hacer y decir lo que deseo; fiándose de mi criterio sobre creatividad y gusto. Me han permitido orientarles en cuanto me place y nos preguntan (digo "nos", porque mi mujer es la cabeza de todo aquello).
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JUNTO ESTAS LINEAS: Hace unos meses, tocando la guitarra en las dependencias de SUNWA. Damos (doy) pequeños conciertos para los clientes y amigos, algo que anima muchísmo a los japoneses a comprar productos españoles.
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Muy difícil es quizás comprender lo que significa una empresa japonesa y un "sachó" o un "fhku-sachó", sin haber vivido en Japón. Para un español solo sería un presidente o vicepresidente de la compañía, pero ello no se parece mucho a la realidad. Tanto como muy distinto es un compañero de empresa en Japón. Solo pude comprenderlo al tratar con que aquel hombre que dirigía Sunwa, y que en nada estaba preocupado del dinero; deseando solo ampliar su compañía, en número de trabajadores y en la calidad de vida de aquellos. Sin apenas lujo alguno vive y viste como cualquier empleado. Como diferencias entre sus empleados, un coche de la compañía algo caro (tampoco mucho) y las obligaciones -que son terribles, pues llega al despacho a díaro a las ocho y de allí no sale hasta las ocho de la tarde para asistir a cenas y reuniones con clientes-. 
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Para colmo, es como un padre (o hermano mayor de todos nosotros) y nos recibe cada determinado tiempo, por enterarse de cómo va nuestra vida, nuestra estabilidad familiar o los asuntos de trabajo. Por lo demás, la actitud que tiene es de absoluta protección para quienes trabajan con él, que le quieren como a uno de su familia (y no me refiero precisamente a la suegra...). Si alguien desea irse de la empresa se lleva un terrible disgusto y llega a estar horas y días hablando con él, para que no lo haga; facilitándole mil opciones para que se adapte en otro departamento (aunque el que se marche sea un "bandarra de cuidado" -que en Japón también los hay-). Aunque allí, en esa empresa, no he conocido el despido y la gente que se va (muy pocos), es solo porque no se adaptan y prefieren crear algo propio.
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Un día le pregunté a un compañero de Sunwa por qué estaban todos tan unidos en la compañía, a lo que me dijo: -"¿Cuanto tiempo pasas en tu casa? ¿Y cuantas horas ves a tus padres, al año?. Porque yo estoy más de ocho horas diarias con mis compañeros; los trato casi más que a mis hijos. Si no estuviéramos unidos, esto sería como las familias que se llevan mal y aquí no se produciría nada; nada más que problemas"-. Entendí aquello pronto y de ellos supe por qué para los Endo (presidentes de Sunwa) éramos todos un poco como su familia. Después me quedé meditando y me dí cuenta por qué me habían llevado tal disgusto mis compañeros de la infancia, cuando quise dedicarme a la música. Los había visto más que a mi propia familia durante dieciocho años y había compartido con aquellos los mejores años de mi vida.
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Pero al fin, vemos como las cosas si se hacen con cariño, por muy triste que sea el camino, siempre llega a buen lugar. Y así sucedió cuando entré a formar parte como asesor de aquella empresa que cree en mí, tanto o más como yo en ellos. Lo que ya es mucho, pues puedo decir que si la vida me "robó" mis amigos de la infancia (por tonterías de chicos), después me devolvió el doble de lo que me había quitado, cuando encontré a Sunwa. A mis compañeros que allí tanto me quieren, a sus presidentes y su familia (para quienes soy uno de los suyos).
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Para finalizar, contaré algo totalmente cierto que sucedió en referecia a cuanto he dicho. Puede que alguien no lo crea -o que ponga mucho en duda, su veracidad-; me da igual, yo no tengo por qué inventarme este tipo de historias: El hecho cierto, es que hacia el año 2000, cuando ya llevaba más de cinco con los de Sunwa me dijeron que había que ir a casa del presidente, para asesorarle sobre cosas de la decoración en su chalet. Fuí con quien me llevaba, pues aún no sabía donde vivían los Endo y con sorpresa vi que nos metíamos hacia el parque de Skíshima. Al poco, paró el coche en que íbamos en las cercanías del rio (Tonegawa) y en una de las callecitas de aquella urbanización me señalaron que estaba la casa del Presidente de Sunwa.... Era aquel exactamente el lugar donde la Nochebuena de 1992 vi la estrella fugaz y pedí un trabajo... . Me quedé sorprendidísimo y estaba boquiabierto. El compañero de Sunwa que me acompañaba -Hasegawa- me preguntaba qué me pasaba y por qué estaba así mirando hacia el cielo. Solo le contesté: -"Nada. Nada... . Déjalo. No te lo podrías creer, Hasega..."-. 

domingo, 18 de septiembre de 2011

JOSE MARÍA POSADAS: El Maestro.

BAJO ESTAS LINEAS: Mi maestro, Jose María Posadas (Posaditas), dándome clase en casa de mis padres, hacia 1978. Nacido en Linares, a comienzos del siglo XX, vivió y se formó aún en los años en los que la guitarra era solo Una y no se dividía en clásica y flamenca. Bebió las fuentes del flamenco más puro, en las que Niño Ricardo o Sabicas fueron sus herederos y transmisores. Tanto como se formó en la España que adoraba e interpretaba al Tárrega y a los clásicos revividos y transportados a la guitarra por Andrés Segovia (también de Linares). En esos posos y con aquellos barros me formó. Aunque el motivo de haber sido yo guitarrista, tan solo se debió a su bondad, pues a mí personalmente no me gustaba mucho la aquel instrumento (ni el flamenco). En los años de mi adolescencia me apasionaba lo más clásico -el piano, el violín, o las obras para laud-; pero el maestro Posadas, viendo que tenía yo condiciones, tuvo la enorme paciencia de hacerme guitarrista (sin quererlo yo). Su bondad y su temple eran incomensurables; tanto que no pude negarme a ser músico y a interpretar lo que él quería que yo aprendiera. Porque es el maestro verdadero aquel que nos talla la madera; después, uno a sí mismo, solo se da la policromía -lo que quizás vulgarmente se llama "darse el pote"-.

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Han sido muchas las veces que me he planteado por qué "salí" guitarrista. Pues, aunque en principio fui para abogado, el Derecho se me torció; y es que tenía menos vocación que el que se metió a fraile cuando lo que le gustaba era el vino. Así, que fue de esperar que no saliera abogado, ya que en ello solo me movía "hacer lo que todos hacían" . Pero me fui para lo jurídico, ya que quizás a los dieciocho no me atreví a dar "el salto" que tras "la Mili" y a los veintitrés, sí que dí: Tras plantarme y replantearme la vida. Y es que el ejército da mucho que pensar, tanto como muchas horas para hacerlo. Porque tras año y medio en Sevilla, de soldado en el Cuartel General, partiendo y departiendo por las mañanas con "los meletares" (a los que les encantaba mi guitarrita) y por tardes con los que iban a los colmaitos a cantar y a tocar; tuve que girar ciento-ochenta grados en mis sentimientos. Para colmo, me había tocado Sevilla -capital de los Tartessos; como por entonces nos decía mi amigo Amos García Rey-. Y es que Tartessos, era mi segunda devoción. Ya que si la música suponía mi vocación, la arqueología y el mundo tartessio colmaban mi verdadera ilusión. Tanto fue el impacto emocional que allí, junto al Guadalquivir y en esos años del 82 al 83, hasta al más serio del Planeta se hubiera convertido en un Séneca del Flamenco. Tanto fué así que al volver de la Mili ya no hubo forma de que los libros jurídicos encajaran mucho en mi vida... .
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Algo miento, puesto que intenté a mi regreso de Sevilla "ir para" profesor de Historia del Derecho; pero la tesina -ahora se llaman "papers"- que fui preparando para convertirla en tesis sobre Protohistoria jurídica y Tartessos, me dijeron que no valía para nada. Me desilusioné bastante, aunque me "animé" mucho a seguir con mis estudios (ya de forma autodidacta), al verla publicada por otra persona -poco tiempo después y con otro título...- . Sobre todo al saber que la había editado la empresa más importante de libros de arqueología. Y es que todo ello, no deja de ser un honor; pues al fin y al cabo, el libro sigue siendo el escrito por mí, en 1984.
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Así en esos años y pasando por esas vicisitudes en las que los únicos ánimos verdaderos me los daban los músicos y las únicas risas divertidas, las "había hecho" en Sevilla (dentro y fuera del cuartel). Llegó un día en el que me planteé seguir adelante con la guitarra. Era vocación tardía, pero fuerte y verdadera. Lo peor de todo fué la reacción de mis compañeros de colegio, a quienes -exceptuando un par de ellos-, aquello de dedicarse a la guitarra les sonaba peor que ir a pedir limosna. Muy por el contrario, mis amigos de la facultad me aplaudían en mi decisión. Lo mismo sucedió con mis padres, quienes viendo que no paraba de tocar y que con veinte años ya había compuesto Tartessos -presentado en Sevilla en 1982, donde me llamaban "maestro" hasta los catedráticos de flamencología-, dijeron que hiciera lo que considerase más honrado y honesto para mi vida. Así, fue como me dediqué definitivamente a la guitarra. Un martirio a veces, pues no hay día en el que toque menos de seis horas para estudiar y mejorar.
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Aunque, como ya hemos visto en el "pié de foto" anterior, el motivo fundamental de "salir guitarrista" fué el Maestro que tuve (lo escribo con mayúsculas, porque aquel era: El Maestro). Algo que no sé si muchos han tenido, pero para todo aquel que se haya formado con un genio de la enseñanza y de la paciencia, comprenderá lo que escribo. Y es que aquel hombre que me hizo músico, se llamaba Jose María Posadas y era la mejor persona que nunca conocí. Tan solo en mi suegro (el padre de mi mujer) volví a ver aquellas dotes de paciencia y bondad, que para mí se hacen incomensurables e incomprensibles. Y creo que aquellos dos marcaron fuertemente mi carácter, que se hace incapaz de tener esas dotes que tanto admiro.
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BAJO ESTAS LINEAS: Mi suegro, Ichitaro Onozuka (a mi derecha, en la imagen). Fue aquel de las mejores personas que he conocido y que quizás había en el Planeta -hasta que se nos fué-. Además, como "artista", creó la obra más bella existente en el Universo: Mi mujer (a mi izquierda en la foto). Mi suegro era otro gran Maestro (con mayúsculas), con tremendas dotes de paciencia y de bondad; aunque en su caso y en su sabiduría no pude seguirle, ya que era un Maestro de la botánica y del paisajismo.
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Pero regresando a cómo me hice guitarrista, diremos que yo era fundamentalmente un simple melómano que por entretenimiento tocaba la guitarra. Comencé con ella a los cinco o seis años (como entonces se hacía en España), pero a los diez empecé a dar clases con Posaditas. Aquel, que vio y conoció mis condiciones y sobre todo mi amor por la música; decidió hacerme concertista -algo que aún está por ver, debido a mi timidez enfermiza; aunque lo de componer música reconocía Posadas que había sido solo "idea mía"-. Pese a ello, viendo que desde los diez años me "inventaba música" (pues componer es otra cosa), se propuso que lo hiciera en guitarra. A mí en verdad, aquel instrumento no me atraía tanto como otros (más clásicos) y el flamenco tan antiguo que me enseñaba, no me gustaba mucho. Pese a ello, con su bondad consiguió convencerme de que lo aprendiera y estudiara y que crease mi música para guitarra.
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Tan solo siete años después de aquello (cuando tenía yo los diecisiete) lloraba cada vez que mo oía tocar lo que me había enseñado. Fue entonces cuando me dijo que nada más me podía ya enseñar y que vendría a casa una vez por semana, para que tocáramos juntos y por repasar lo aprendido. Con ello, lo que quiso fue potenciar que me formara autodidácticamente como compositor y sin su infujo; así lo hice. Desde aquel momento me puse a componer a solas y a estudiar a solas, tanto que tres años después ya tenía obra, que en Sevilla mucho valoraron los flamencólogos. Todo ello y en gran parte, debido a las dotes del Maestro; que me había dejado formarme y hacer lo que yo quisiera, sin intervenir en mis gustos, ni menos en mi forma de hacer las cosas. Tan solo facilitándome el medio de aprender, más nunca parando mis intenciones, ni dirigiendo mis sentimientos o interviniendo en mis gustos.
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Y es que eso era lo que significaba ser un maestro, lo que fué José María Posadas; quien conseguía hacer a todos amar la guitarra. Ello solo con su bondad y sus dotes de genio como Maestro (con mayúsculas).
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BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado foto mía cuando empecé con la guitarra, a los seis años. Fueron M.Jose, Isabel y Raquel (quienes trabajaban en casa), las que me regalaron mi primera guitarra por la "Comunión", cuando tenía yo seis años. Antes ya la tocaba un poquito y a ellas les encantaba, tanto que intenté enamorar a Jose (que era guapísima) con mis melodías. En la foto de abajo: Tocando la guitarra, junto a mi maestro, Jose María Posadas, unos diez o doce años depués de la foto anterior (imagen tomada en casa de mis padres, hacia 1978, cuando tendría yo diecisiete años).