viernes, 14 de enero de 2011

Recuerdos; correcciones y cosas de familia




TODO UN CARÁCTER: Uno de los pocos recuerdos que mi padre conservaba de su madre era el de esta foto; cuando en el carnaval de 1927 le vistió de Napoleón y le llevó a saludar a los ovetenses desde el balcón del Ayuntamiento. A los pocos meses murió mi abuela, mi padre tenía solo cinco años, pero decía "acordarse de todo". En la expresión y la foto, se ve que tenía "todo un carácter"
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ARRIBA: Foto de mi madre con unos cinco años.
. Mi madre y yo teníamos otros planes menos napoleónicos de niños. A ella lo que más le gustaba era ser cuidadora de gallinas y a mí, ser pastor. En la imagen de arriba, mi madre vestida "de faena" hacia 1929. Abajo, yo vestido de pastor en 1965 (con cinco años); justo antes de pretender ser torero. Finalmente, no llegué a conseguir ser ni pastor ni "toreador"; además, con lo que he ganado con la guitarra no me hubiera dado ni para comprar un par de ovejas (quizás solo, para unas cuantas gallinas...).
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Muy por el contrario, ella consiguió su "sueño de infancia" y cuando nos fuimos a vivir a una urbanización en el año 1968, montó un gallinero en el jardín. Los vecinos estaban destrozados del ruido y olores; un día ya protestaron tanto que hubimos de  buscar  a quien retorciera el pescuezo a las pobres ponedoras... . Mi madre, con gran tristeza, compró un congelador enorme donde cupieran las mas de veinte gallinitas y estuvimos tomando caldo durante meses. A ella se le caían las lágrimas cada vez que se servía un plato de sopa, pero decía que aquello era lo único bueno, que se podía hacer ya por sus "mascotas"..... Bajo estas lineas, mi foto vestido de pastor el día del Buen Pastor, en Madroñera (Cáceres).





I- Recuerdos:    La mejor y mayor suerte que tuve en la vida, fueron mis padres. Luego ha sido, mi mujer -pues, mi profesión, creo que se debió un poco a mis "esfuerzos"-. Ellos,  junto a la maravillosa japonesa con la que me casé, han sido un verdadero milagro. De pequeño me decían que "todos los tontos tienen suerte" y algo de eso debió de haber. En lo que se refiere a mis padres, lo mejor fue lo cariñosos y "peculiares" que eran, así como verdaderamente alegres que eran.
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Nacer en una casa divertida y sin problemas, es el paraíso para los niños. Debido a ello, me puse hace unos días a escribir estas lineas, no solo para recordar la memoria de mis progenitores, sino también para expresar qué es lo mas deseable y lo mejor de la vida: La alegría. En Andalucía me enseñaron que a un hombre no pasaba nada por llamarle "hijo de....", "cabronaso" y otras cosas similares. Pero que nunca se puede decir a alguien: "Degrasiao" o "Malange"... . Eso era terrible. Tuve que llegar a los cincuenta, para saber que aquello era una verdad filosófica.
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Hoy en día comúnmente creemos que la felicidad reside en cosas y éxitos; cuando en verdad, lo que hace feliz  al hombre (mas, a un niño) son los buenos recuerdos, un entorno que le quiera y gente que le divierta. Debido a ello, en Japón yo soy feliz; aunque mis amigos japoneses no puedan entender apenas nada de lo que escribo, ni siquiera mi cultura. Y pese a que les sea tan ajena "parte" de mi guitarra o mi cultura (no puedo obligarles a que comprendan mi civilización, las etapas de historia y arqueología que trato; ni menos el toque flamenco antiguo, o el clásico contemporáneo, que me dedico a componer). Pese a todo, les traduzco los chistes españoles y les trato como si fueran de mi tierra (soltando las burradas correspondientes) y ello les encanta. Por todo, creo que la felicidad es otra cosa muy diferente a lo que uno tiene o posee.... La felicidad es lo que se siente y sobre todo, la alegría y los buenos sentimientos.
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De pequeño, apenas vi otra casa parecida a la nuestra y tan solo la de la pintora Betsy Westendorp podía asimilarse (por lo genial del entorno y el cariño hacia los hijos). Aunque, tristemente, Betsy enviudó muy joven y aquel hogar se quedó sin padre. La del arquitecto-pintor y coleccionista, Miguel Granados, también se parecía un poco; pero como Miguel estaba todo el día en la nuestra, no sabiámos realmente dónde vivía cada uno. Por lo divertida y entrañable que era la casa de mis padres, los pensamientos sobre mi niñez son siempre gratos.
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Quizás ello ha conseguido no amargarme cuando a veces en la vida me han pagado por un trabajo, menos de lo que me había costado prepararlo durante meses. Sobre todo en la música, donde muchas ocasiones hube de cobrar a razón de 150 pesetas por hora trabajada (menos de un euro)... Eso, sin contar con las cuatro o cinco hora diarias que ensayo (al menos), ni con el precio de las guitarras. Pese a todo, los recuerdos son felices, pues tuve y tengo lo mejor de la vida: Mis padres, mi familia y la mejor mujer del Mundo. Ahora que cuando veo de continuo en la TV o los medios, a muchos de los del pop y del rock actual, haciendo lo que hacen y "llevándoselo crudo"; me planteo que debo ser mas imbécil de lo que yo pienso....
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II-Correcciones:   Normalmente, cuanto aquí escribo lo "recuerdo de memoria". Esta frase tan inteligente como expresiva, se parece a otra que tanto dicen en El Sur, cuando desean explicar que les están pidiendo más de lo que pueden dar: "semos personas humanas".... . Ambas expresiones son redundantemente idiotas, pero muy ciertas en su sentido pleno.  Hablando de memoria y de recuerdos; es así  -comúnmente de un tirón-, como redacto estas páginas (que muchos días salen a diez minutos por hoja). Y es que no es para menos, pues algunos razonamientos filosóficos que expreso, son de ir al campo y no encontrar la puerta (diríase mas bien que son "racionamientos").
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Pese a ello, muchos de los recuerdos de mi infancia que he narrado (y algunas anécdotas) fueron vistas u "oídas" en casa, por lo que hay ocasiones en las que, tras haberlos escrito me vienen a la memoria más datos. Por ejemplo, en el anterior texto decíamos, que la última vez que supe de Dominguín (a través de mi padre) fue cuando le comentó cómo veía Moscú, diciéndole que la capital rusa era "igual que Pamplona pero sin curas, ni Sanfermines". Aunque después, he recordado que la última vez que se vieron, fue en un festival para ancianos, que Dominguín organizó en un pueblo en las cercanías de Madrid, próximo a Maqueda. Allí, en Quismondo, torearon para los viejecitos, él y El Cordobés -hacia 1983- y pude comprobar sobre Manuel Benítez (del que nunca me había gustado por su estilo), que aquel hombre era una gran persona, llena de bondades y virtudes -debió de ser esa la clave de su éxito; pues en que en la vida, cuando uno es buena persona, se tiene mucho ganado; incluso en los ruedos).
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Recuerdo que mi padre comentaba que El Cordobés de joven había trabajado para un cliente suyo (Saturnino Divasón). Entonces se llamaba "Manuel Benitez El Renco" y el tal Saturnino (famosísimo constructor de "los sesenta") se hizo el fan número uno, cuando su "Renco" al fin, saltó a la fama como El Cordobés. Me venía contando mi padre aquello, al regreso de Quismondo y le pregunté  si en verdad eran tan amigos El Cordobés y Dominguín, pese a ser toreros tan diferentes. Me dijo que realmente sí, que en algo se parecían mucho: En que ambos, no tenían nada mas que amigos y les quería "todo el mundo". Luego apostilló diciendo: -"Luis Miguel, es que es amigo de todos; incluso de gente tan normal como nosotros...". Con los años me di cuenta de que mi padre no tenia nada de "normal" y que además era surrealista.
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Hasta llegar a Japón y vivir allí nunca entendí lo difícil que debe ser alcanzar algo de fama o importancia social y poder llegar a tratar a todos, sin tener que aislarse, ni convertirse en un raro, un uraño, o un solitario. Yo, a veces me recluyo y no puedo soportar ver a mas gente (ni en mi país, ni en otros). No porque yo en el Japón sea famoso, ni importante (menos en España); pero por ser allí una persona "algo especial", me conocen muchos -aunque solo sea porque donde vivo, el único extranjero que hay, lleva allí diez años y solo habla diez palabras de japonés (además de tener cara de lechuga y ojos de foca maltratada)-. Basta con eso y que el otro extranjero sea más raro que una nevera en Siberia, para que el "acoso" de la gente que solo quiere hablarte, conocerte, o tratarte; sea a veces difícil de llevar (no sé como será la fama, pero debe ser terrible). Aunque solo vengan a  ver como eres, o conversar un rato; aquello es muy cansado, porque tienes que darles lo "que piden" (nuevas ideas, bromas, anécdotas, comentar de todo lo divino y lo humano y, finalmente, entretenerlos).
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Es una losa que creo, muchos no han soportado y que acaba con gran parte de los "exitosos" . Pues entre los que simplemente vienen a saludarte y la gente que se te acerca para hablarte, hay un hilo invisible que te ata a ellos. Un hilo que comúnmente se tensa y se destensa, conforme a tu estado de ánimo.  Captando tu atención y llegando a cambiar (incluso, a distorsionar), tu espíritu. Todo ello, debido a que las personas se atraen como los cuerpos celestes y cuando entra en tu órbita un ajeno, gravita sobre todo tu ritmo de giro y afecta a la velocidad de tus sentimientos (incluso de pensamientos y obras)...
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Por lo demás, sobre el proyecto que hablábamos el día antes, de la plaza picassiana (diseñada por aquel pintor); también recordé que se trataba de una idea que quisieron llevar a cabo a principios de los sesenta, en Málaga. Que al no poderse construir, años mas tarde, pensaron en que la obra quizás podía hacerse en la plaza de toros de Vista Alegre (Carabanchel, de propiedad de Luis Miguel Dominguín). -momento ese, en el que hablaron con mi padre-.
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III- Cosas de familia:   Pero pasemos a aquella época de Oviedo que narrábamos en el texto anterior, donde hacíamos referencia a la procedencia asturiana de mi familia paterna. Habíamos hablado del regeneracionismo (de Clarín y en los albores del siglo XX) y de como estos Gómez-Morán, igualmente se sumaron a la misma corriente intelectual ya desde mediados del XIX. Pues, al parecer, los primeros que fueron a Asturias de estos que me dieron el nombre, se llamaban Gomez de Diego Madrazo. Eran notarios hasta el siglo XIX en que se hicieron médicos (como su tío, el doctor de Diego Madrazo -el primer psiquiatra-) y, parece ser que estaban en un estado cercano al de sus pacientes. Pero... eran muy modernos y del Regeneracionismo Psicológico-Psiquiátrico -Escuela que parece se relacionaba con Freud y Krause.-
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Fue aquel feliz médico (llamado José) a Gijón; donde se le ocurrió casarse con gentes que no habían salido de aquella villa desde que Muza puso un pié en Gibraltar (por si "había moros en la costa"). Familia asturiana que se llamaba Morán-Labandera y de cuya unión se formó luego este engendro de apellido, que es Gómez-Morán (nacido tras varios reciclados en los archivos notariales). Krausista hasta la médula, el psiquiatra Jose Gómez de Diego Madrazo, fue gran amigo de Leopoldo Alas Clarín, algo que se debía a que ambos militaban la misma filosofía y estaban hartos de la recalcitrante sociedad decimonónica asturiana. Tanto que el médico, cansado, se traslada a vivir a Oviedo, donde me dijeron eran propietarios del Casino. Lugar que desde 1881 visitaba a diario el escritor de La Regenta; comentándose que las anéctodas de este libro pudieran proceder de cuantos cotilleos oía allí Don Leopoldo (contado por este grupo de amigos).
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Uno de los hijos del médico fue el mejor discípulo de Alas "Clarín" y llevó adjunto su cátedra de Derecho Natural, hasta que la retomó el hijo del escritor. Se llamaba Ulpiano Gomez Morán y dicen que le pusieron este nombre a mi tío bisabuelo porque a su padre le encantaba la música (aquí, de paso hago un inciso para invitar a todos aquellos que deseen darle un nombre raro a sus hijos, que reflexionen antes de hacerlo; pues no sé qué culpa puede tener la criaturita que acaba de venir al Mundo, para cargar toda su vida con una denominación que recuerda a un instrumento musical). 
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La siguiente generación (la de mis abuelos y sus hermanos) fue igualmente de admiradores y amigos  de los "Clarín"; esta vez del hijo de Leopoldo Alas ( Alas Garciá-Argüelles). Con quien estudiaron y se hicieron notarios y jueces. Pese a ser progresistas, como ya dije, en la Revolución del 34 les quemaron todos los negocios y almacenes, con lo que al menos mi abuelo se hizo mas de derechas que el cierre de un tapón de rosca. Otros no y pese a lo sucedido, siguieron con su regeneracionismo y su progresismo (muchos hasta hoy), del que nació un poco la ideología de mi padre.  
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De este krausismo aférrimo, hubo siempre la costumbre en mi familia, de obligarnos a aprender a escribir en alemán, antes que en español... Ni decir tengo, que con casi cincuenta años, estoy todavía con erratas y faltas de ortografía en el español.... Como para haber aprendido antes el alemán. Aunque todo ello, de niño era muy cómodo pues cuando ponía una burrada como "guevo", explicaba que ese error ortográfico, se debía a confusiones con "mi lengua madre"... . Lengua que "me se atragantaba" de continuo, pese a que ellos (los de mi familia), aprendían antes a escribir en germano que a chupar del chupete (aunque conmigo, desistieron).
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Con este fin, me mandó varios veranos mi padre a una ciudad junto a Ulm y tras ello, me envió otro verano a la universidad de Heidelberg (¡Por cierto, cuna del krausismo!). Este fué el año de mi ingreso en la universidad, e intentaban ver si prosperaba allí, pues incluso tenían la ilusión de que yo hiciera un doctorado en Derecho en Alemania..... Una vez en Heidelberg y viendo ellos que yo solo aprendía  italiano, me preguntó mi progenitor el por qué de este extraño hecho y le contesté que "las alemanas eran altísimas".... Rápidamente fui deportado y repatriado de nuevo a Madrid.
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Pero ese tema venía de niño, porque lo del alemán era un estigma para mí. En casa todos lo hablaban y cuando yo abría la boca para decir dos palabras, la juerga era monumental. Incluso mis hermanos llegaban a ponerme plumas en la cabeza, llamándome el indio alemán, cuando "parlaba" esa lengua; dado que lo conjugaba tal como los indios hablaban en las películas de vaqueros (de entonces). Decidí tras ello,  dedicarme a lenguas "mas románces y mas antiguas" y me enfrasqué en el estudio del "extremeño", que creo se llama, fabla de castuera.
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Así hacia los seis años, ya era un verdadero especialista en "castúo", que  había apredido con los pastores y desde esa edad soltaba las frases mas difíciles de aquella lengua; como lo era: "Arriajastiti palla" (que significa "échate para un lado") y "Velequile" (exclamación que se traduce por "mira por donde" o "mira para aquí"). Pese a ello, mis conocimientos en esta fabla no fueron del todo valorados y por ello, me dediqué al estudio en profundidad de los diferentes acentos del "andaluz" llegando a dominar con toda perfección, desde los giros y expresiones granadinas o alpujarreñas; hasta el mas elegante acento de la Córdoba califal.
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Aunque no lo busqué, pero como la vida me llevó a vivir en el extranjero, pese a mi falta de condiciones para los idiomas, tuve que terminar hablando otras lenguas menos divertidas que el andaluz (entre ellas, la del país donde estoy afincado: El japonés). Lo que mas les gusta a los japoneses, cuando pasean conmigo por España, es que les hable su idioma con el acento de cada lugar o ciudad que visitamos. De tal manera, explicar Granada con acento granadino en japonés, se les hace muy grato; tanto como ver así, Sevilla. Y no digamos, cuando pasamos a Extremadura y Portugal, pues el japonés con acento de aquel país les entusiasma. Difícil es que lo distingan mucho del japones-gallego (o bable); aunque fácilmente lo diferencian del que les hablo con acento del pais vasco, que les encanta y mas aún, su idioma hablado con un marcado acento catalán (les entusiasma). Así les ayudo a comprender las diferencias culturales que hay en nuestro país y les divierte muchísimo oír japonés hablado con un fuerte acento andaluz o gallego, que marca "la riqueza del crisol cultural ibérico".
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Por lo demás, si alguien se sintiera mal, o defraudado, por algunas cosas que aquí voy narrando, le ruego me lo transmita a los comentarios. A ellos, tan solo les digo que hay algo que me obliga a ir narrando lo que viví en mi niñez, para decir a muchos que la felicidad (comúnmente), es solo conservar en la memoria un momento de risas y alegrías, en el pasado. Porque "lo que tenemos en la cabeza y en nuestro corazón", normalmente son solo sentimientos que nacen de la memoria y el pasado.












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