En
estos terribles momentos que vive la Humanidad, donde un desconocido
virus nos azota. Querría dedicar este capítulo a esos profesionales
vocacionales, cuya ayuda y trabajo ha sido fundamental para salvar vidas y
custodiar a la población. En
especial a mi sobrina MARINA GÓMEZ-MORÁN QUINTANA; doctora en
medicina, asistente del SUMMA (Madrid) y cuyas palabras en “Me
gustaría compartir algo” recomiendo leer, pulsando: https://amyts.es/er349-con-firma-me-gustaria-compartir-algo/
.
Donde veremos cómo tras luchar durante semanas contra el
Coronavirus, finalmente cayó infectada por falta de protección y
medios. Una carencia de recursos que ha llevado a decenas
de miles de sanitarios a sufrir la enfermedad y a algunos hasta la muerte.
Algo que es responsabilidad de todos; pues hemos construido una
Sociedad que invierte en las más variadas inutilidades, ensalza a
personajes sin valor ni cultura, y deja en segundo plano a los
profesionales verdaderamente excepcionales y útiles. A quienes no se
guarda el merecido respeto, ni se les facilitan los medios
suficientes para que ejerzan su trabajo en condiciones óptimas.
Mientras, se les exige el mayor sacrificio.
.
.
Mi
agradecimiento a todos los sanitarios (médicos, enfermeras y
personal de hospitales); junto a los representantes de las fuerzas de
seguridad del Estado (Guardia Civil, Policía y Ejército). Quienes
arriesgando su propia salud -incluso sus vidas- han seguido en su
labor, para curar y guardar a los demás. Esperando que el ejemplo de
cuanto ellos han hecho durante estos días, sirva para cambiar los
valores de la Sociedad; y que de ahora en adelante, aquellos capaces
de salvar y cuidar a otros, pasen a ser los más importantes y las
nuevas élites mundiales.
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ÍNDICE
GENERAL: Pulsando
el siguiente enlace, se llega a un índice general, en el que se
contienen los artículos de "Añoranzas, recuerdos y
semblanzas". Para acceder al índice haga "clik" sobre
esta linea:
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2015/04/pulsar-sobre-las-lineas-de-enlace-hacer.html
.
EL
ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo
las letras destacadas en
rojo
y
la negrilla).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes del día de nuestra boda, en junio de 1991;
cuando contraje matrimonio con Chiho Onózuka. Al
lado, mi suegro vestido de kimono chaquet,
en el interior de la iglesia de Huméra (Madrid).
Abajo; a la salida del templo, el padre de mi mujer junto a mi
madre. Fue mi suegro el mayor amigo que tuve en la vida y una de las
mejores personas que conocí. Solo comparable a su hija,
en su inteligencia, bondad, educación y elegancia; comprendió que
yo era un apasionado de la guitarra y la arqueología, respetando y
admirando mi mundo interior. Entendió bien mi vocación, porque su
ilusión era la Naturaleza, la montaña y el paisajismo; amando su
trabajo como un niño sus sueños. Se
dedicaba a construir jardines japoneses y admiraba a Dios como gran
arquitecto de cordilleras, campos, ríos y mares. Con él aprendí lo
que era la paciencia y el cariño -unido a ella-; tanto como el valor
y belleza de aquello que la Humanidad nunca podrá crear: Los
árboles, las rocas o el agua limpia de mares y arroyos. Al
final del siguiente epígrafe, narro una de las primeras anécdotas
que me ocurrieron con él, cuando le conocí y me comentó que no
tenía profesión, sino vocación.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Varias imágenes de mis suegros, en los días que contrajeron matrimonio (año 1965). Al lado, Ichitaro Onózuka y su mujer, Toshiko Abe; escalando montañas en Japón. Más abajo, mi suegro Onózuka, subiendo un pico durante su juventud.
En la foto inferior, mis suegros (I. Onózuka y T. Abe), en el día de su boda. Les encantaba la nieve y la montaña, por lo que decidieron casarse en una pista de esquí y celebrarlo tras bajar las laderas -ya convertidos en matrimonio-. Si una persona es vocacional -como ha sido mi caso-, es muy importante encontrar una familia que pueda entender lo que supone tener esa enorme ilusión por una profesión. Ya que sus más cercanos deberán comprender los avatares de aquel que es capaz de trabajar gratis, pasar años dedicado a lo que nadie valora y “perder el tiempo” perfeccionado hasta límites insospechados; en esa labor que apenas algunos entienden y apenas remuneran. Esta pasión por un trabajo o una dedicación, es algo que solo comprenderán aquellos que guarden una gran admiración y respeto por la cultura, la ciencia, el arte, la Naturaleza o el mundo espiritual. Porque los valores de dinero, la fama o el prestigio, son ajenos a los vocacionales; que eligieron una vida profesional unida a la ética, a sus sueños y a la misión que la vida marcó que debían seguir.
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1º)
VOCACIÓN:
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Eran
los años ochenta -hablamos de 1986- y quienes luego fueron mis
suegros, vinieron a conocerme a Madrid. Su hija -que un lustro
después aceptó ser mi mujer-, había estudiado en Estados Unidos y
más tarde se había trasladado a esta capital del reino para
aprender el español. Cuando la conocí, puedo afirmar que -pese
a su juventud- ya hablaba muy bien nuestro idioma; tanto, que estaba
contratada en la Organización Mundial de Turismo. Porque con solo
veinte años, dominaba el inglés y el castellano perfectamente,
además del japonés. Sus padres decidieron venir, al aparecer yo en
la vida de aquella joven japonesa; que tenía casa cerca de la
Castellana y trabajaba como funcionaria de Naciones Unidas. Por
aquel entonces, mis suegros tendrían diez años menos de cuantos yo
he vivido hasta hoy. Así que -con el paso del tiempo- entiendo bien
esa visita a España, que debió ser una expedición por ver si su
hija había topado con un ejemplar como el Yeti o Tarzán. Aunque
al bajarse del avión pudieron ver que ni el primero ni el segundo
era el que retenía en Europa a su primogénita; sino una mezcla de
Sancho Panza con Don Quijote. Una figura cervantina, de las que tanto
abundaban por entonces en nuestra Sociedad; donde los soñadores
éramos mitad Sancho y mitad Quijano.
.
Así
fui yo, un ejemplo de idealista astuto, pero cateto; que deseaba
cambiar las artes y hasta la Historia de nuestra Hispania, sin lograr
apenas ganarme la vida. Estudiando música, arqueología, Historia o
arte; sin maestro y de modo autodidacta. Escribiendo y componiendo a
solas, queriendo transformar el mundo cultural de esta patria. Todo
ello, lo hice sin saber que lo más importante en nuestro país era
introducirse en un grupo o en una ideología; condición sin la cual
el éxito estaba vetado. Siendo el ostracismo, el único destino de
todo aquel que quisiera pensar a solas y formarse por sí mismo; sin
desear pertenecer a un ala de poder o a un marco de ideas
establecidas. Pero las opciones que nos daban eran casi todas tan
decimonónicas como hegelianas; por cuanto se hacía imposible
adherirse a alguna teoría política (ni menos filosófica). Pues,
por entonces, nuestra España ya se encaminaba hacia el pensamiento
único y hacia a degradación del arte; promoviéndose
fundamentalmente las modernidades de “La Movida” y sus bobadas
luminosas que cambiaron Ateneos por discotecas (algo muy comercial).
Por su parte, los que se decían de Derechas, en los años ochenta
aborrecían a los artistas e intelectuales; considerando que aquellos
que se dedicaban a algo que no rindiera grandes beneficios,
además de tontos serían pobres de por vida y desgraciados en su
destino. Con un panorama así, uno no sabía donde meterse; siendo
el mejor destino para todo aquel que reflexionase un poco, la
clausura o el psiquiatra (lo último, por ver si cuanto le pasaba
era cosa suya o de la gente que le rodeaba). Aunque finalmente se
adivinaba que si España es cuna de genios, aún más era nido de
mediocres; por lo que se prohibía pensar, bajo pena de ostracismo -sobre todo al que deseaba pertenecer al mundo de la cultura-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, una foto
genial del padre de mi mujer, vestido como “cófrade procesional”,
en una de las fiestas de su ciudad. Abajo,
mis suegros en casa de mis padres, durante aquella primera visita del
año 1986. La fotografía no
tiene mucha calidad, pues hace treinta y cinco años tan solo las
cámaras profesionales podían dar una buena definición, en el
interior.
Pero
volvamos a ese día en que los progenitores de mi mujer, llegaron en
busca de su hija hasta esta preciosa tierra. Con ella fui
recogerles al aeropuerto, suponiendo cómo sería el encuentro
inicial; y no me equivoqué en su postura, pues nada más bajar del
avión, la madre dijo en su idioma patrio y tono adusto:
-Esta
es tonta, ahora no quiere volver a Japón, porque llora diciendo que
aquí está Angel-.
.
Fue
la primera conversación en lengua nippóna que comprendí
perfectamente... . Años antes, yo había visitado el país del Sol
Naciente y sabía que “baka” era “tonta/o”; así que el resto
lo acerté tan solo observando el gesto que hizo, simulando el
llanto. Tras esas palabras, todo quedó en paz; porque a mi suegro
le encantaba la idea de tener una hija en tierras tan lejanas, quizás
para poderse escapar de su mujer en algunas ocasiones. Además, él
había vivido durante su juventud en California, donde aprendió un
poco de español; así que por entonces hablaba algunas frases, con
las que podíamos comunicarnos -cuando ni llegué a pensar
que iba a terminar hablando japonés (aunque solo fuera para discutir
con mi suegra)-. Así fue como poco a poco los padres de mi novia
fueron descubriendo nuestro país, del que muy pronto quedaron
extasiados. Bastando una excursión a Segovia, para que sus corazones
se vieran superados por la belleza; comprendiendo pronto por qué su
hija quería pasar un largo tiempo conociendo y estudiando esta
Península.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, mi mujer en
los días que llegó a España para estudiar nuestro idioma (en
1985). Abajo, La Boca del Asno, un
rincón de Valsaín (junto a la Granja) que le encantaba a mi suegro.
A continuación hablamos del día en que lo descubrió.
Aún
recuerdo aquel primer viaje, donde yo conducía un Seat 127, con
más kilómetros que el caballo de Atila y un curioso sonido a
chatarra -lo que daba al viaje un toque y ritmo de maracas-. Llevaba
con tal alegría y prudencia ese coche, que todos entendían cómo yo
era enormemente feliz al volante, pese a que este fuera de baquelita
-un material que parecía del pleistoceno a los japoneses-. Encantado
de recorrer mi España y para disfrutar más de la Naturaleza,
cruzamos desde El Escorial a Navacerrada. Tan solo llevábamos quince
minutos de trayecto y mientras hablábamos de arquitectura herreriana
o de las bellezas escurialenses, apareció a nuestro lado el pinar
rojo que puebla Guadarrama, dejando boquiabiertos a mis suegros.
Comencé a narrarles que los orígenes de ese bosque centenario,
parece que estuvo en los soldados regresados de los Tercios de
Flandes. Pero no hizo falta hablar más, ya que se bajaron del coche
para pasear entre esos árboles, como el que visita un museo natural.
Al regresar y seguir camino, pronto llegamos a un lugar llamado La
Boca del Asno (en Valsaín), poco antes de entrar en La Granja.
Encontrando allí los padres de mi mujer, un paisaje y paraje
típicamente japonés. Cuando además supieron que ese precioso
desfiladero estaba surcando por el Eresma; el río del que proceden
las aguas con que destilan el Whisky DYC. Afirmaron que esa zona era
un paraíso terrenal... . Continuamos, y apenas diez minutos después
la siguiente parada fue en La Granja; con sus jardines centenarios,
que guardan árboles de museo botánico (coetáneos a Carlos III) y
con un diseño solo comparable al de Versalles. Finalmente,
llegamos a Segovia -tras otros diez minutos en coche-; donde solo la
visión de su acueducto provoca espasmos a todo aquel que tenga un
poco de sensibilidad arquitectónica. La visita al alcázar y al casco antiguo de
esta ciudad, junto a la degustación de sus manjares -bien regados por los
Ribera del Duero- confirmaron mi éxito. Pues desde ese momento, a
los padres de mi novia no les extrañaba que ella quisiera vivir en
España.
.
Fue
así como logré convencer a mis suegros, que nuestro país era el
mejor lugar para que su hija se formarse culturalmente. Del mismo
modo, gracias a la belleza y monumentos de Castilla, Andalucía,
Extremadura o La Mancha (entre otros); conseguí seducir a quien
luego fue mi mujer. Que en verdad se vio obligada a quedarse en estas
tierras, porque no podía negarse a su magia. Bastando proponer
la visita a un museo, a una ciudad histórica o a un yacimiento
desconocido; para que se acabase cualquier enfado entre nosotros. Con
eso, quedaban solucionados todos los problemas. En cuanto ella sabía
que el próximo fin de semana íbamos a conocer un nuevo pueblo, o
una ruta de castillos y monasterios; comenzaba a leer y a estudiar
perfectamente el itinerario -aprendiendo hasta el último rincón o
detalle de aquel destino de visita-. Siendo prodigioso el modo en que
lograba localizar todos los puntos de interés; durante una época
en que solían ser desconocidos o estar cerrados, y cuando apenas
había buenos mapas (ni guías monumentales que los recogieran).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes más de La Boca del Asno -en
Valsaín-; un lugar que le encantaba a mi suegro. Consideraba
que se parecía a un jardín japonés. Además, estaba en uno de los
pinares más interesantes del España (plantado por los Tercios de
Flandes); al lado de uno de los jardines más bellos de Europa (La
Granja) y junto a una de las ciudades más monumentales de Mundo
(Segovia). Para “colmo”, de sus aguas se obtenía el Whisky DYC;
todo lo que convertía aquella Boca del Asno en un paraíso Terrenal.
Varias
fueron las veces que se acercaron los padres de mi mujer, a vernos
desde Japón; aunque por aquel entonces el viaje era más largo y
costoso (hablamos de casi de veinte horas de avión, con escalas). En
muchos casos, les recogíamos en el aeropuerto por mañana; para
comer en Toledo, en Ávila o en Trujillo. Ya que disfrutaban del
país tanto como de sus cielos y gastronomía, sin necesitar siquiera
descansar del largo vuelo. En alguna ocasión, llegaba solo mi
suegro; del que recuerdo, me regaló una pequeña cámara de
video, hace unos treinta y cinco años. Por entonces un tesoro
tecnológico, con el que pude grabar cientos de horas, recogiendo
imágenes de pueblos y campos. Filmando toda belleza o rareza
cultural que encontré, en los más de doscientos mil kilómetros que
recorrimos por España, durante casi un lustro (antes de casarnos y
vivir en Japón). Siempre recordaré aquellos viajes buscando
monumentos y parajes; en los que íbamos con la intención de conocer
yacimientos milenarios, pero en el camino aparecían pueblos
maravillosos, castillos de ensueño y monasterios misteriosos. Era
todo bello en esa España desconocida, donde cualquier manifestación
cultural y arquitectónica -antigua, sacra o popular-; componía una
joya monumental, sobre la que se aprendía Historia y arte, como si
leyeras centenares de libros. Este fue el modo en que los dos
descubrimos y estudiamos plenamente nuestras tierras; cargados de
ilusión y juventud. Conociendo tanto mi mujer sobre ellas, que
los lugareños se asustaban, porque era famosa entre algunos pastores
y agricultores; debido a que continuadamente les preguntaba el camino
hacia castillos o iglesias.
.
Fueron
innumerables los viajes de estudio; recopilando información y fotos,
con el fin de promocionar culturalmente nuestro país en Japón.
Siendo nuestra intención dar allí ciclos de conferencias y crear un
club de aficionados a España, con el fin de trazar rutas hacia
lugares desconocidos. Miles eran las imágenes tomadas -en video o
fotográficas-; aunque todas aquellas ilusiones y su documentación
se truncaron pocos años más tarde. Un 24 de junio, cuando
una tormenta provocó la rotura de un colector en Madrid;
generando una tremenda inundación. Ese día -que nunca podré
olvidar- amaneció nuestra biblioteca con más de un metro de
agua; debido a que estaba guardada en el sótano de una casa en
Pozuelo. Allí, no solo se perdieron la mayoría de fotos,
nuestros libros y parte de lo grabado en video. Sino que también
pereció todo cuanto hasta el momento yo había escrito o compuesto y
estaba sin publicar. Años de trabajo convertidos en papel mojado;
que nos hizo comenzar desde cero.
.
Pese
a ello, nunca se nos olvidó todo lo aprendido en esos cinco años de
investigación; pero principalmente guardamos un maravilloso recuerdo
de aquellos viajes que hicimos en nuestra juventud. En numerosos
casos, acompañando a japoneses; incluso uno, con toda la familia de
mi mujer, para celebrar nuestra boda. Son muchas las conversaciones
que vienen a mi memoria de esa etapa en la que no hablaba japonés y
tenían que traducirme; por lo que el contacto con ellos era
diferente (he de decir que más feliz, pues era imposible “chocar”).
Especialmente recuerdo aquellas que mantuve con mi suegro; que
aprendió a hablar bien español -mucho antes que yo su idoma-. Entre
todas ellas, nunca olvidaré lo que me dijo mientras proyectaba un
jardín japonés en Alcalá de Henares; en un momento en que pregunté
por qué le gustaba tanto su trabajo. A lo que él me contestó:
.
-
¡Yo no tengo profesión, tengo boquerón!.-
Ante
esa frase, que yo no entendía; repliqué ¿qué era eso de “tener
boquerón”?. Respondiendo mi suegro:
-
¡Boquerón!... . No profesión; hay que tener mucho boquerón.-
Al
momento, se acercó mi mujer por detrás y me dijo; apuntando lo que
hablábamos:
-
¡Vocación!... . Angel que no te enteras. Te está diciendo que se
necesita mucha vocación, no solo profesión.-
Cuánta
razón tenía mi suegro; pues la ilusión del trabajo y en la vida,
era solo eso: “Tener mucho boquerón”.
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes del templo y cementerio de
Gakurinja, en Tsukíono, Gunma (Japón). En
este precioso lugar están los restos del mejor amigo que tuve en la
vida: Mi suegro. Quien falleció en abril de 2004, a los sesenta y
cinco años. Era paisajista; su pasión fueron los árboles y diseñar
jardines. Su enorme vocación y la confianza que tenía en la
Naturaleza, tristemente le llevó a sufrir un accidente. Muriendo al caer un árbol sobre él, cuando preparaba un terreno para
convertirlo en jardín.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes más del templo de Gakurinja en Tsukíono, donde se encuentra la tumba de mi suegro, en espera de que nos reunamos con él. Este jardín no fue diseñado por él; pero muy cerca (en Kawaba) hay templos con “paisajes” hechos por mi suegro y uno de sus discípulos: El Sr. Abe (Sumio), hermano menor de mi suegra, que aprendió el arte del paisajismo junto a su cuñado.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes más del mismo templo-cementerio
Gakurinja; en este caso la subida a la zona de tumbas, donde se
encuentran los restos de mi suegro.
JUNTO Y BAJO ESTAS IMÁGENES: Al lado, linterna ceremonial para difuntos donada al templo de Gakurinja por mis suegros. Fotografía de monseñor Suzuky Osho, bonzo supremo.
ABAJO: Fotografía oficial del templo de Gakurinja, enviada por su bonzo superior, Suzuki Osho -Sama- al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes. Monseñor Suzuki, nos ha enviado con enorme gratitud varias fotografías de el templo que regenta, anotando que en desde 1515 no se había escrito un texto en español sobre este recinto sagrado de Tsukíono (Gunma). Sito en uno de los lugares más bellos de las montañas japonesas, a poca distancia de la estación de Sinkansen (tren AVE japonés), es un lugar emblemático para visitar.
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ABAJO: Fotografía oficial del templo de Gakurinja, enviada por su bonzo superior, Suzuki Osho -Sama- al que agradecemos nos permita divulgar las imágenes. Monseñor Suzuki, nos ha enviado con enorme gratitud varias fotografías de el templo que regenta, anotando que en desde 1515 no se había escrito un texto en español sobre este recinto sagrado de Tsukíono (Gunma). Sito en uno de los lugares más bellos de las montañas japonesas, a poca distancia de la estación de Sinkansen (tren AVE japonés), es un lugar emblemático para visitar.
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JUNTO Y BAJO ESTAS IMÁGENES: Al lado, dos fotografías más de una de las linternas rituales (torou) donadas por mis suegros; imágenes cedidas y tomadas por Monseñor Suzuki Osho. Al que agradecemos nos las haya hecho llegar. ABAJO: Cartel conmemorativo donde se menciona que la linterna fue regalada al templo por la familia de mi mujer.
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JUNTO Y BAJO ESTAS IMÁGENES: Al lado, dos fotografías más de una de las linternas rituales (torou) donadas por mis suegros; imágenes cedidas y tomadas por Monseñor Suzuki Osho. Al que agradecemos nos las haya hecho llegar. ABAJO: Cartel conmemorativo donde se menciona que la linterna fue regalada al templo por la familia de mi mujer.
.
B)
VOCACIÓN Y DESILUSIÓN:
.
B-1):
Docencia o enseñanza de loros:
Desde
niño recibí una lección continua y continuada, recitada como una
cantinela casi a diario; con la que se me repetía y advertía, que
en la vida había que ser “un profesional”. No existía otra
salida, ni solución; pues un hijo de un profesional liberal, debía
ser “un profesional”. Aquella monserga no era tanto un
recitativo repetido por mis padres; pero se convirtió en una milonga
continuada de gente que me rodeaba. Que en cuanto veían un suspenso
en mis notas del colegio, se echaban las manos a la cabeza (como si
se hubiera atracado el Banco de España). En verdad, nunca fui mal
estudiante; y mi primer suspenso lo tuve en la asignatura de Religión
-con unos doce años-. Principalmente por no escribir en el examen lo
que el cura explicaba y exponer lo leído en un libro que
me habían regalado -llamado La Biblia para Niños; un manga sobre el
Antiguo y Nuevo Testamento, que me encantaba-. El sacerdote
examinador, que era muy aficionado a las aguas del Eresma
embotelladas; me tomó manía y me suspendió varios meses. Al menos
hasta que dejé de escribir y añadir ideas religiosas, ajenas a las
que él nos enseñaba.
.
Sea
como fuere, mi afición por las religiones, los cultos y la mitología
antigua, nunca cesó. Seguí estudiándolas, aunque ello me costó
los primeros suspensos. Además, aquellos “disgustos”
iniciales me enseñaron que el examinador no había admitido lo que
yo expuse, porque yo expresaba un punto de vista diferente al suyo
(pese a que mis ideas estaban perfectamente admitidas, ya que
procedían de un libro editado por la Conferencia Episcopal).
Estos suspensos fueron una gran experiencia y despertó aún más mi
interés por las religiones; al ver que no se podía escribir algo
distinto a lo que un sacerdote manifestaba -aunque eso lo hubiera
dicho otro cura de mayor rango- . Con el tiempo comprendí que no se
trataba de un problema del sacerdocio; era un mal general entre
docentes. Así volví a suspender muchas otras veces, por no
comportarme como un loro; al no repetir íntegramente aquello que se
explicaba en las clases. Siendo criticado o cateado, por casi
todos los profesores cuando añadía en los exámenes y trabajos,
ideas ajenas a las que ellos enseñaban -aunque fueran teorías
generalmente reconocidas y admitidas-. Lo que muestra y demuestra
que el pensamiento único es un mal hispano, que se inicia en la
educación primaria, pasa a la superior; y más tarde, inunda el
mundo de la política.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes mías, saltando en la cama
elástica, con once años (1972). Al lado,
mortal y medio encogido (voltereta y media en C). Abajo,
llegada de un mortal hacia atrás en plancha, con tirabuzón
(voltereta en A hacia atrás, con giro completo) Las
fotografías no son muy buenas porque hace casi cincuenta años, las
cámaras normales no lograban captar secuencias a alta velocidad.
B-2):
Milagro tras una desgracia:
Pero
pasemos a hablar de buenos profesores; que fueron la mayoría durante
mi estancia en el colegio. Entre ellos, destacó como guía y
paciente asesor, el que tuve de gimnasia durante la EGB. Se llamaba
Fernando Bacher Buendía y fue una persona excepcional. Vio en mí,
condiciones para hacerme un deportista de élite y tras hablar con
mis padres, consiguió introducirme en el mundo de la alta
competición. Era D. Fernando una buena persona, que impartía
clases de Educación Física, mientras estudiaba medicina deportiva;
y en su juventud fue numerosas veces campeón Nacional de gimnasia.
Por entonces yo tenía unos diez años y mis padres me habían
comprado una “cama elástica”; porque en mi primera infancia
sufrí una enfermedad pulmonar muy grave. Ante estas duras crisis
de asma, que se manifestaban con frecuencia impidiéndome respirar;
los especialistas no sabían muy bien qué hacer (hablamos de hace casi medio siglo...). Mi tío Luis -como médico- aconsejó
que yo hiciera deporte al aire libre, para aumentar mi capacidad
pulmonar; aunque sin tener contacto con otros niños (evitando
contagios, por si se trataba de un virus). El mejor ejercicio
consideraron era la “cama elástica”, en cuyos saltos se
necesitaba mover brazos y ejercitar el tórax; por lo que me
obligaron a estar diariamente al menos un par de horas sobre esta
lona con muelles. Aquella práctica continuada, fue curándome el
asma y a los diez años apenas sufría ya crisis respiratorias.
Además, había aprendido de forma autodidacta a realizar todo tipo
de saltos, algo que llamó enormemente la atención del profesor de
gimnasia que entonces teníamos en el colegio.
.
Fue
así como apareció Fernando Bacher en casa de mis padres, para
pedirles que me federasen en el equipo Español de salto de Trampolín
(CANOE N.C.) y me llevasen a entrenar. Mis padres no daban
crédito; pues en tres años, la “cama elástica” me había
convertido de niño enfermo en futuro deportista, lo que para ellos
era un milagro. Tras la decisión de federarme, mi jornada comenzó a
ser bastante dura, porque terminaba el colegio después de las
cinco y debía atravesar todo Madrid; para entrar en piscina y
gimnasio, donde permanecía entrenando hasta la nueve. De este modo
diariamente tenía unas diez horas de trabajo; saliendo de
casa a las ocho de la mañana y regresando del CANOE después de las
diez de la noche... . A ello, había que sumarle deberes y horas de
estudio; lo que suponía un esfuerzo sobrehumano (principalmente
en días de exámenes o de alta competición). Además, por aquel
entonces, ningún docente de asignaturas "serias" entendía que se pidiera permiso para practicar deporte o que se intentase aplazar la entrega de un trabajo;
argumentando que debía preparar los campeonatos regionales y
nacionales. Pese a todo, durante cuatro años estuve entre los
tres primeros de España y además logré seguir siendo un buen
estudiante. Todo ello hasta que llegó el desastre; al pasar con
catorce años al BUP (bachiller) y depender de un nuevo profesor de
gimnasia en el colegio.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Otras dos imágenes saltando en la cama elástica;
en este caso en 1973 y cuando yo tenía doce años. Al
lado, llegada de un doble mortal encogido (voltereta doble en
C). Abajo, en mitad de un mortal hacia
atrás en plancha, con tirabuzón (voltereta hacia atrás, en A; con
giro completo). Debido al peso
y tamaño del deportista; a la edad de doce años, la altura de salto
regular que se alcanza es de unos tres metros (desde la lona). Aunque
a partir de los trece-catorce, al pesar unos cincuenta kilos y
medir ya un metro sesenta; se realizan las figuras entorno a los
cuatro metros de altura. Después, en la categoría “senior” se
sube entre seis y ocho metros, logrando “tirar” a esa altura las
“figuras”. Para los interesados en verme en el NODO
(reportaje informativo nacional), pueden pulsar el siguiente enlace.
Una vez dentro, hay que volver a pulsar en pantalla sobre CAMA
ELÁSTICA (en este caso soy el tercero que aparece en escena).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Una imagen y una serie de saltos que guardo en
una hoja de album fotográfico; son también de 1973, a mis doce
años. Al lado, doble mortal hacia atrás
encogido (voltereta doble en C, hacia atrás). Abajo,
diferentes secuencias de saltos.
Para
los interesados en verme en otro reportaje de la época (informativo
nacional, Telediario), pueden pulsar el siguiente enlace. Uno de los
que sale compitiendo con pantalón blanco y camiseta oscura, soy yo:
B-3):
Desgracia tras un milagro:
El
nuevo profesor de educación física que teníamos en BUP era
completamente distinto y se llevaba muy mal con el anterior (Don
Fernando). En verdad, aquel otro que impartía clases en BUP, era un
salvaje al que le encantaba atemorizar niños, dar bofetadas y
aplicar castigos -que hoy en día le hubieran llevado ante un juez-.
Por ello, ser “el preferido” de Fernando Bacher, me puso en su
punto de mira. Así, el nuevo docente de Educación Física
argumentaba que no le gustaba el deporte que yo practicaba, afirmando
públicamente que era “de nenas”. Como él había sido
luchador de grecorromana, ridiculizaba el uniforme blanco y entallado
de saltador; incitando a burlarse de mí a mis pobres compañeros
-que se veían en la obligación de sonreír con estas idioteces (so
pena que les cogiera a ellos también manía)-. Además, me obligaba
a hacer todo lo que yo no lograba conseguir; incluso ejercicios
prohibidos para la disciplina de salto (esfuerzos que perjudicaban la
elasticidad y agarrotaban los músculos). El resultado final fue,
que mientras yo participaba en los campeonatos de España llevándome
medallas; en el colegio me suspendían la Educación Física. Todo lo
que tristemente contaba para el expediente; restando puntos al total
de notas obtenidas. Así, llegó el día en que me aburrí de dar
explicaciones y aguantar a aquel señor que se decía profesor de
gimnasia; decidiendo dejar de entrenar en cama elástica.
.
Cansado
de ir y venir hasta el CANOE y de recibir a cambio burlas y
suspensos, paulatinamente abandone el salto, para finalmente darme de
baja como federado. En mi casa nadie se pudo explicar por qué dejaba
de competir y entrenar; yo tan solo argumenté que tenía que
estudiar. Jamás se me ocurrió decir la verdad, porque aquel
profesor era el jefe de disciplina del colegio y daba tortas a
doquier, imponiendo unos castigos terribles. Así que por mi
integridad física, callé los motivos que me llevaron a no volver
por los entrenamientos, hastiado del deporte. Sobre todo, porque ese
salvaje llevaba años intentando darme una bofetada, sin lograrlo (ya
que mi comportamiento era ejemplar). Tanto fue así, que para
pegarme, un día hizo ver que me confundía con otro alumno de mi
clase. De ese modo y al grito de -“Pereda, eres un imbécil”-, me
soltó un sopapo que pareció como si me cerrasen una puerta sobre la
cara. Cuando le dije que yo no era Pereda; me dio otra torta,
replicando: -“Esta otra, por listo y dile a Pereda que venga a por
lo que es suyo”-. Cuando fui a contar eso al tal Pereda; al pobre
le daban tembleques y vómitos, por lo que estuvo semanas
escondiéndose de ese peculiar profesor de gimnasia. Así que
gracias a este cafre, se me acabó la ilusión de entrenar y se
terminó mi vocación de deportista. En este caso, pronto pude darme
cuenta de cómo en España ser distinto y además destacar; estaba
penado con la risa de los ignorantes y la burla de los cabestros.
Además, si el cabestro te tocaba como un superior; podía hacerte la
vida muy amarga... .
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, mi tío
Luis Gómez-Morán llevando al altar a mi madre, el día de su boda;
el 2 de julio de 1952 en la iglesia de Santa Bárbara -Madrid-. Mi
abuelo paterno había fallecido y Luis era el mayor de los hermanos,
por lo que actuó de padrino con mi padre (al que vemos asomar la
cabeza detrás en segundo plano). Era un gran médico, muy
vocacional y con enorme cariño hacia los niños. Especialista en
otorrino-laringología, fue el que me atendía en los ataques de
asma. Crisis que viví más de
una vez al mes, hasta los siete años y en las que necesitaba recibir
oxígeno e incluso ingresar en hospitales. Tras
miles de pruebas sin concluir la procedencia de esa enfermedad,
él consideró que quizás lo mejor era que yo hiciera mucho deporte
al aire libre, para desarrollar los pulmones y tomar defensas
(aconsejando la cama elástica, por su ejercicio de gran esfuerzo en
el torax). A mis siete años
compraron esa cama elástica -que entonces llamaban trampolín- y
comencé a a saltar sobre ella varias horas al día. En tan
solo tres años, había superado la enfermedad; además, poco
después, logré competir en los campeonatos regionales y nacionales.
Todo un milagro, nacido del buen consejo de un médico (que se
negaba a que me suministrasen más medicación).
Abajo,
otra foto de un salto mío, con doce años. Estoy “llegando”
de un “mortal en plancha” (voltereta en A) y me encuentro a unos
tres metros de altura (desde la lona).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Varias imágenes de saltos míos en el año 1974,
con trece años. Vestido ya con traje de competición, las figuras
son: Al lado, salida de un mortal y
medio en carpa (voltereta en B); abajo
una serie de saltos entre los que se distinguen mortales dobles con
tirabuzón, En la foto de arriba (en
traje de baño) un curioso salto llamado “clavo”
(consistente en simular que se cae de cabeza contra la lona).
Para
los interesados en verme en el NODO (reportaje informativo nacional),
pueden pulsar el siguiente enlace; una vez dentro, volver a pulsar
sobre CAMA ELÁSTICA (soy el tercero que aparece en escena).
C)
ILUSIÓN Y VOCACIÓN:
.
C-1)
Vocación por hacer sufrir:
En
el epígrafe anterior hemos visto como un buen profesor puede serlo
todo para un niño, mientras que uno pésimo, es de las peores cosas
que le pueden ocurrir a un menor. Quizás tan solo comparable a
unos malos padres... . La única diferencia es que la familia es para
siempre y del docente uno escapa, cuando logra salir del colegio o de
la universidad. Por todo lo antes narrado, yo me atrevería a
afirmar que no hay mal alumno, sino mal profesor; parafraseando
aquello que nos decían las chicas durante la juventud, quejándose
de que “no había mujer `fría´, sino hombres inexpertos”... .
Sea como fuere, aquel de gimnasia del que hablo, era el jefe de
disciplina y el terror de mi colegio; convirtiéndose en el horror de
miles de niños durante años. Mi hermano, que el pobre no era
muy aficionado al deporte, vomitaba solo al pensar que empezaba su
clase (de las que tenía tres a la semana). Él y sus compañeros,
todos grandes estudiantes; sufrían crisis no queriendo ir al
colegio, en los días que había “gimnasia”. Años después,
cuando algunos de los amigos de mi hermano eran catedráticos,
notarios y grandes profesionales; recordaban con horror aquel
profesor, afirmando que era una de las cosas más terribles que
habían pasado en su vida (calificando la Mili como un juego de
niños, al lado de lo vivido en su infancia junto a este individuo).
Decían que en sus calses sufrían continuas taquicardias por lo que
les obligaba hacer; sabiéndose que hubo todo tipo de dislocaciones,
luxaciones y hasta roturas de huesos por su culpa. Desconociéndose
si se habían producido por el ejercicio exigido a los niños o
porque este profesor tenía como costumbre retorcer brazos y piernas
a los alumnos (a modo de gracieta).
.
Yo
recuerdo con horror una de las costumbres más crueles que realizaba
durante sus horas de docencia; consistente en meter dentro de un
plimton (o plinto) de salto, a los que no lo hacían bien o le caían
mal.
Tras ello, cerraba el cajón y se sentaba encima, con sus más de
cien kilos y su oronda barriga en un metro sesenta de estatura. Con
ese enorme trasero sobre ellos, golpeaba con los talones
continuamente el plinto, para hacer ruido y asustar a los
“confinados” en su interior... . Allí, en ese habitáculo y sin
apenas aire, permanecían las criaturas durante el resto de la clase;
por cuanto el que entraba al principio, llegaba pasar casi una hora.
Si alguno de los encerrados lloraba o se quejaba; el profesor levantaba asiento y la cajonera, soltaba una torta a todos y volvía a
cerrarlo (ninguno se atrevía a rechistar más). Al
final, se abría aquella cárcel vietnamita, saliendo los chicos del
interior con la cara descompuesta y con verdaderos síntomas de
asfixia; pero nadie podía quejarse. Tan
solo después de cambiarnos en el vestuario, muchos de los encerrados en el “plinto”, se derrumbaban; manifestando sentir
taquicardias y crisis de ansiedad relacionadas con la claustrofobia.
Puedo
asegurar que algunos de esos niños volvían con verdadero pánico a
las clases de gimnasia. Siendo yo uno de los que más horror
tenía por verme así encerrado; al ser asmático, con claustrofobia, temiendo sufrir una crisis respiratoria dentro del
plinto, sin salir vivo de allí. Por suerte, ese “in-docente”
(que no docente) nunca me metió en el referido cajón, bajo su
trasero.
.
Entonces
conocí por primera vez lo que era un psicópata; cuyo fin es hacer
la vida imposible a cuantos le rodean, con la mayor crueldad y el
orgullo de sentirse poderosos, dañando a quien no puede defenderse.
Sin duda alguna, los psicópatas son el origen del mal del mundo; por
ello, cuando mi hermano oía el nombre de aquel profesor, era como si
escuchase mentar a Santanás a Belcebú y a Lucifer -todos en uno-.
Por su parte, mi hermana pequeña también le odiaba, pues era el
jefe de disciplina del colegio y sin apenas conocerla; la
llegó a arrastrar varios metros cogida del pelo, para luego darle
bofetadas, argumentando haberla pillado con un cigarrillo. Aunque
fumar y fumar era lo que hacían todos los chavales, para llevarle la
contraria; pues al que veía con un pitillo le aplicaba castigos
durísimos. Por lo que todos los adolescentes, alardeaban de su
valor, tabaco en mano; para hacer lo contrario que ese bestia
mandaba. Tal era el rechazo que tenían los alumnos al jefe de
disciplina, que se puso de moda fumar; y tristemente mis hermanos
empezaron jovencísimos con esa mala costumbre. Después, no pudieron
dejarlo, porque se habían iniciado en la nicotina durante la primera
adolescencia. Tampoco hicieron deporte, porque odiaban al profesor de
gimnasia. Una de ellas, murió de cáncer de pulmón con cincuenta y
seis años y mi hermano, de un infarto cerebral a los cincuenta. Yo
pienso que -en parte- sus enfermedades procedieron del rechazo al
gimnasio y de la idealización del tabaco, heredada desde su infancia.
Tanto es así, que mi hermano jamás hizo deporte, ni se quitó
del tabaco; y en lo que se refiere a mi hermana, solo comenzó a
cuidarse cuando le diagnosticaron el cáncer (a los cuarenta y tres
años).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al
lado,
un “plinto” exactamente igual a los que usaba este profesor de
gimnasia de mi colegio, para encerrar en su interior a chicos; luego
se sentaba encima y batía sus piernas sobre la madera, para hacer
ruido y asustar al de dentro. He
llegado a ver niños allí metidos, durante todo lo que duraba una
clase; debiendo mantenerse una hora en cuclillas o de rodillas. Los
pobrecillos salían con síntomas de asfixia y con cara de horror;
aunque nadie se atrevía a protestar mientras estaba en el “plinto”,
porque de oír llantos o quejas, el profesor lo abría, soltaba una
torta a cada uno de los que allí estaban y lo volvía a cerrarlo.
Jamás
hubo un expediente o una queja firme contra este docente; entre otras
cosas porque era el jefe de disciplina del colegio... .
.
Al lado: Mi hermano Mario en Alemania, con unos diez años y junto a su amigo Bernhard. Van vestidos de majos valencianos y debía tratarse de una conmemoración de las Fallas, en la ciudad de Munich. Mi hermano mayor era un niño muy culto y estudioso, sacaba sobresaliente en casi todo menos en gimnasia, donde siempre le suspendía el profesor del que hablamos. Le tocó como docente de Educación Física desde niño y tenía que venir casi todos los veranos, a examinarse en Septiembre de esta asignatura. En el resto llegaba a obtener matrículas de honor; por lo que el profesor disfrutaba suspendiéndole cada año y obligándole regresar de las vacaciones. Cuando mi hermano supo que a mí también me suspendía; mientras yo era el primero de España en una especialidad deportiva, quiso ir al colegio a presentar una queja. Yo le paré los pies, porque de lo contrario me veía dentro del “plinto” en todas las clases de gimnasia... .
Al lado: Mi hermano Mario en Alemania, con unos diez años y junto a su amigo Bernhard. Van vestidos de majos valencianos y debía tratarse de una conmemoración de las Fallas, en la ciudad de Munich. Mi hermano mayor era un niño muy culto y estudioso, sacaba sobresaliente en casi todo menos en gimnasia, donde siempre le suspendía el profesor del que hablamos. Le tocó como docente de Educación Física desde niño y tenía que venir casi todos los veranos, a examinarse en Septiembre de esta asignatura. En el resto llegaba a obtener matrículas de honor; por lo que el profesor disfrutaba suspendiéndole cada año y obligándole regresar de las vacaciones. Cuando mi hermano supo que a mí también me suspendía; mientras yo era el primero de España en una especialidad deportiva, quiso ir al colegio a presentar una queja. Yo le paré los pies, porque de lo contrario me veía dentro del “plinto” en todas las clases de gimnasia... .
Abajo:
Mi hermano con unos doce años en Giengen (Alemania); en casa
de Walter Schmid y pintando a su hijo Bernhard. Veraneábamos
muchos años en casa de los Sres. Schmid, para aprender alemán. Allí
tuvo gran éxito mi hermano con los pinceles, pues era un magnifico
artista. También fue un hombre
de gran cultura, que tras estudiar arquitectura fundó en Madrid la
primera academia para cursar la carrera de anticuarios (oficialmente
homologada). Sus recuerdos de las clases de gimnasia en el
colegio eran tremendos y en sus reuniones con antiguos alumnos,
hablaban de ellas con horror. Era bastante más mayor que yo, y a
veces sus compañeros me preguntaban si aquel profesor seguía
haciendo las mismas cosas. Algunas,
las tenían en la memoria como verdaderas torturas; sobre todo la
forma de obligarles a subir el palo. Método que consistía en tomar
una larga vara con una fina punta de metal, para ir pinchando en el
trasero al niño que dejaba de trepar. Al final todos subían, pero
muchos de ellos perdían la fuerza cuando se encontraban a cuatro o
cinco metros del suelo; se resbalaban, soltaban el palo y caían a
plomo. Debiendo reírse el accidentado y todos los compañeros, para
complacer al referido docente... .
.
Recuerdo
un día que fue mi padre una reunión de progenitores en el colegio y
extrañado por mis suspensos en Educacción Física, se acercó al
profesor, para preguntar si yo me portaba mal o es que no le gustaba
mi forma de hacer deporte. A lo que el referido “indocente”
contestó:
-
Su hijo es un maula. Se le pone a correr un par de kilómetros y a
veces rebuzna, tosiendo como un pollino; todo para no seguir
esforzándose...-.
Ante
aquello, mi padre con gran preocupación, le dijo que yo había sido
asmático de niño y que tuviera cuidado, porque los médicos no
recomendaban que hiciera grandes esfuerzos pulmonares. El profesor se
calló, pero al día siguiente me llamó al comenzar su clase y me
dijo:
-¿Así
que tú puedes saltar en cama elástica, pero no puedes correr...?.
Vamos a verlo....-.
Me
hizo estar dando vueltas a toda velocidad alrededor del gimnasio,
durante la hora de clase; al final afirmó:
-¡Ves
cómo cuando te lo mando yo, no rebuznas!-.
Yo
contesté que no eran rebuznos, que podían ser avisos asmáticos;
ante lo que concluyó:
-Pues
el próximo día, a dar otra vez vueltas corriendo; así hasta que se
te quite la tontería-.
Nada
dije a mi padre de esto; porque sabía que si se elevaba
una protesta al director (que tenía plena confianza en aquel jefe de
disciplina); el último y único perjudicado iba a ser yo.
C-2)
Vocación por ilusionar y enseñar:
Nos
llamaría la atención conocer que hay muchísimas personas a las que
no les hace feliz su propio bien y solo les alegra el mal ajeno.
Necesitando para sentirse plenos y exitosos, hacer daño o ver que a
otros les va fatal. Son los que clínicamente se denominan
psicópatas; cuya incidencia dicen que roza el 3% de la población y
entre los que se encuentran en su cumbre, asesinos o criminales más
dañinos. Pese a todo, es mucho más llamativo que un
tercio de la humanidad sea capaz de ayudar a los demás; aunque ello les
reporte daños o perjuicios. Estos son lo opuesto al maligno
psicópata. Además, entre los dispuestos a proteger al prójimo sin
recibir nada a cambio; se halla un alto porcentaje capaz de salvar
a cualquier semejante, incluso arriesgando su propia vida.
Misioneros, bomberos, unidades de rescate, sanitarios, Guardia Civil,
militares y policías, son algunos de esos idealistas. Aunque
últimamente se han visto obligados a destacar entre todos: los
médicos, enfermeros y trabajadores de hospitales. Ellos representan
al bien en su más pura esencia.
.
Cuando
un niño tiene como profesor a un representante del bien, nunca lo
olvida. Sabe perfectamente que ante él se encuentra un ángel de la
guarda, que le va a guiar en la vida. Fuera cual fuese la
asignatura, si es la paciencia y el amor hacia esa disciplina lo que
le enseñan; el que recibe lecciones, las tomará como un bálsamo
para subsistir. Porque -en definitiva- los adultos somos todos
exiliados de la infancia y aquello que aprendimos de niños,
pertenece al mundo de “Las Ideas”. Actuando como las sombras
platónicas, que reflejan una vida anterior; provocando recuerdos y
sensaciones, de las que procede gran parte de nuestra la felicidad.
Así pues, a un magnífico docente siempre se le llamó “Maestro”;
título que tan solo se daba a los grandes
artistas (principalmente a los toreros). Porque los verdaderos
maestros inculcan en el hipotálamo infantil, el bien en su mejor
sentido; abduciendo en la persona la ilusión por vivir y por conocer
el Mundo, basada en los principios de: Pensar, estudiar, trabajar y
crear.
.
He
de reconocer que mientras estuve en el colegio tuve magníficos
profesores; aunque no puedo decir lo mismo de la Universidad
pública -dónde vi más un centro de formación política, que de
estudio-. Pero en mi vida, tan solo tuve dos maestros. El primero
ya lo he mencionado y fue mi profesor de gimnasia hasta los trece
años; que me llevó a la alta competición. El segundo sería
Jose María Posadas, que nos enseñaba guitarra, viniendo a casa
de mis padres una o dos veces por semana. No era fácil su labor,
porque estábamos llenos de clases impartidas por profesores
particulares, tras salir del colegio. Pese a todo, cuando llegaba la
de guitarra, era toda una alegría. No solo porque el maestro
Posadas era capaz de enseñar a la familia entera, sino por su paciencia infinita y absoluta. Yo tocaba ese instrumento desde
los cinco años, pero lo tomé como nueva vocación cuando dejé el
deporte de competición (a los quince). De ese modo, el tiempo que
dedicaba a la cama elástica, lo trasladé a la guitarra;
pudiendo practicar unas tres horas diarias y alguna más los fines de
semana. Lo mejor fue que como ya no tenía que trasladarme hasta la
otra punta de Madrid -a la piscina del CANOE-; tuve tiempo para la
guitarra y las asignaturas del colegio, volviendo a ser un buen
estudiante. Cuando quise darme cuenta, logré un altísimo nivel
de interpretación, gracias a las lecciones del maestro Posadas.
Tanto fue así, que a mis diecisiete años me dijo que yo era el mejor
alumno de su vida; proponiendo en las clases no estudiar, sino
interpretar a dúo improvisando con él. Estas improvisaciones junto
al maestro, me obligaron a estudiar a fondo armonía de modo
autodidacta; llegando pronto a componer. Así fue, como a los
dieciocho años ya componía para guitarra, siempre gracias al
respeto que tuvo conmigo Posadas; quien jamás me inculcó pautas,
aconsejándome que solo hiciera lo que yo sentía y lo que me
gustase.
SOBRE
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos
imágenes del maestro Posadas, dándome clase en casa de mis padres
en 1978 -cuando yo tenía unos diecisiete años-. Fue Jose Ma.
Posadas (conocido en Argentina como Posaditas) el paradigma absoluto
de la maestría. Cariñoso, bueno y de una paciencia infinita, era
capaz de enseñar a tocar la guitarra a las piedras. Lograba
ilusionar al más pesimista y conseguía inculcar amor por este
instrumento a todos. Sus consejos eran de una sensatez sin igual.
Recuerdo
que un día le pregunté si la guitarra se debía tocar con uña
larga o corta, y su repuesta fue: -“La guitarra se toca bien, con
la uña larga, corta, o como se pueda”.
Su voz y sus palabras salían de mismo Cielo, animando al alumno,
cuando uno se desesperaba y no podía interpretar una frase musical.
También
viene a mi memoria otra tarde que yo estaba cansado y no podía más;
así, deseando que él se fuera para poder dormir un poco, empecé a
repetir defectuosamente las falsetas. Posaditas se dio cuenta y en
vez de enfadarse, me dijo: -“Me cachi en la mar... Yo voy a hacer
de ti un concertista; me cueste lo que me cueste”-. Así fue y si
no he tenido más éxito como concertista, ha sido por mi timidez y
la “falta de tablas” (ya que no pude formarme en la escena).
D)
VOCACIÓN E ILUSIÓN:
.
D-1)
Profesión y dedicación:
Llegó
el día de elegir profesión tras la Selectividad y a los dieciocho
años tristemente me “metí” a la Facultad, en que se apuntaban
el resto de mis compañeros. Elegí Derecho porque era donde todos
iban; incluso mi hermana mayor también estudiaba esa carrera,
seguida por muchos de mi familia paterna -desde siglos atrás y entre
los que destacaban varios notarios-. La ilusión de mi padre era
que yo terminase de juez o de notario, al igual que su progenitor;
pero a los pocos meses de entrar en la universidad ya le dije que no
tenía ni aptitudes, ni memoria (al menos para algo que no me
interesaba nada, como las leyes). Cuando cursaba Tercero, me dejó
“la novia de siempre” -llevábamos cinco años y yo tenía
veinte-; entonces vi la oportunidad para irme a la Mili y
dedicarme a componer. Por fortuna, en el ejército me destinaron
a la II Región militar, enviándome tres meses a Córdoba y doce
más a Sevilla. Antes de entrar en el reemplazo (septiembre de
1982), ya había compuesto mi ballet Tartessos; poema a la guitarra
que luego presenté en a capital de Andalucía mientras serví de
soldado, obteniendo gran éxito. En Sevilla mi interés por Tartessos
se hizo enfermizo y durante mi estancia en en la Mili, devoré
cuantos libros pude sobre a Protohistoria de España. Al regresar a
Madrid retomé la carrera, inclinándome hacia la Historia del
Derecho, por lo que preparé un “paper” de unas 180 páginas que
trataba sobre leyes en la protohistoria. El estudio (que se llamó
LAS LEYES DE TARSCHISCH) lo escribí con la intención de redactar
posteriormente una tesis doctoral sobre el tema. Con ese fin y darlo a
conocer, imprimí a fotocopia unos treinta ejemplares encuadernados;
de los que entregué varios en la Facultad de Derecho. Haciendo
llegar al menos uno al Bibliotecario por entonces (Rafael Pérez
Escolar) y otro al Vicedecano (José Martín Blanco). El resto,
fueron repartidos entre jueces y autoridades del mundo del Derecho
que me los pidieron; así como regalados a amigos y profesores de
universidad.
.
Por
su parte, ese año de 1984, la poetisa Carmen Conde escuchó mi
música -que le hizo llegar Jose Luis Morales Marín-, poniéndose
en contacto conmigo para que compusiera obras a sus poemas. Pedí
entonces un año sabático a mis padres, que me concedieron para
dedicarme a trabajar con Carmen Conde; debido a que yo tenía
veintitrés años y ella entonces era una famosísima poetisa
(primera académica de la lengua). Durante los quince meses
siguientes, estrenamos las obras en Madrid y París -con sus
versos y mi música-; pero todo fue como un sueño en el que el
despertador no dejaba de sonar... . Ya que no había forma de
llamar la atención de ninguna institución, ni obtener apoyo
cultural alguno; porque la única música que por entonces interesaba
era la Pop y más concretamente la que hacían los de “La Movida
madrileña”. Nos desesperábamos intentando buscar un método
para sacar el proyecto adelante. Carmen Conde me culpaba, pensando
que no hacía bien los trámites y al final llegué a enfadarme con
ella, porque no quiso entregarme copia de una nota que le escribió
Andrés Segovia, hablando sobre mí. Una carta que le envió a su
casa de Ferraz, donde el más famoso guitarrista decía que yo
tenía grandes dotes de compositor -misiva que seguro se conserva
en la Fundación Carmen Conde de Cartagena (su ciudad natal)-.
.
Así
llegamos hasta 1986, cuando yo tenía ya una nueva ilusión y lo
mejor que recibí en la vida; como fue mi mujer (por entonces,
novia). En esa etapa se sucedieron años felices, en los que
vinieron mis suegros y donde vivimos acontecimientos que
detalladamente he recogido en el primer epígrafe -al inicio de
este artículo-. Pese a ello, no relaté anteriormente lo que sucedió
entonces con el trabajo sobre Derecho protohistórico que presenté
en la universidad en 1984. Cuando “paper” titulado LAS LEYES DE
TARSCHISCH; me lo encontré calcado y publicado como libro, un par de
años después. Una obra escrita por mí, pero que había sido
copiada -en su mayor parte- y firmada por un caradura; tras ser
editada por una de las mejores firmas bibliográficas de Historia y
Arqueología. Al ver mi “trabajo” plagiado y a la venta en librerías,
tuve que sentarme varias veces para creerlo, leerlo y releerlo;
tomándome varios vinos para asimilarlo, pensando que en este país
era todo posible. Después -pasado el tiempo- me di cuenta que
había tenido dos enormes fallos; el primero era no haber dado de
alta en Derechos de Propiedad Intelectual ese trabajo que
encuaderné y entregué por doquier. Pero el segundo, fue no
meterme en ninguna facción política y en especial en una de
izquierdas; pues sin un grupo de respaldo nadie prosperaba en esta
España. Menos aún en el terreno intelectual, que está vetado a
todo aquel que no exprese su apoyo al socialismo o al marxismo.
Además, sin pertenecer a La Movida y haciendo música clásica... .
El único destino era salir del país y buscar mejor suerte. Por
su parte, decidí abandonar la carrera de Derecho; después de lo que
me pasó al escribir sobre leyes en la protohistoria y encontrarme
plagiadas mis ideas.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes relacionadas con Carmen Conde en
1984. Al lado, una
reseña del diario ABC (al que agradecemos nos permita divulgarla);
donde da la noticia de que por entonces me encontraba componiendo
música sobre versos de ella. Abajo, un
poema de Carmen Conde dedicado a mi música.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes relacionadas con mi vocación. Al
lado, fotografía mía con seis años (1967), tomada en Las
Infantas; un cortijo sito entre Trujillo y Madroñera (Cáceres)
donde íbamos a pasar las vacaciones de Semana Santa y Navidad. Allí
me llevaban cuando tenía grandes crisis de asma, al observar que el
aire puro de Extremadura me curaba. En ese precioso lugar pasé
algunos de los momentos más felices de mi vida, tal como refleja la
foto, en la que luzco mis libros y mis botos camperos. En tierras de
Trujillo, entré en contacto con Viriato y con el mundo de la
arqueología, que desde entonces me apasionó. Los pastores
extremeños afirmaban que la tumba de Viriato se hallaba en una
montaña muy cercana, llamada Pico de Santa Cruz. Las rocas que vemos
detrás de mí -en imagen- se decía que eran lugar de asilo y
dominio del caudillo lusitano (decenios más tarde pude ver en ese
pueblo de Santa Cruz, una estela romana que dicta “Viriato, que la
tierra te sea leve”; tal como inscribían en la época los epílogos
para tumbas). Abajo; junto a mi madre en
1971 (con diez años) que me arropa con una capa, en una fiesta
casera donde vino La Tuna. Fue a esta edad cuando Fernando Bacher
convenció a mi familia de que pasase a entrenar al CANOE, para
competir en trampolín y cama elástica. Poco
antes había sido un niño muy enfermo de los pulmones, al que
llevaban a Extremadura para intentar quitarme los ataques de asma
(que algunos médicos consideraban estaban producidos por la
polución). Finalmente, las horas que pasé diariamente
saltando en la cama elástica, lograron curarme de esa afección
pulmonar y despertaron en mí la vocación del deporte. Mi madre
siempre mantuvo que una persona no debía tener profesión, sino
vocación; que esa y no otra, era la clave del éxito y de la
felicidad.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes relacionadas con cuanto hemos
relatado. Al lado, “fotomatón”
tomado en la Mili, para mi ficha como soldado entre los años 1982 y
1983. Abajo, “fotomatón” del año
1982, como ficha universitaria mía
en CEU San Pablo (facultad de Derecho).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos páginas de mi trabajo “Las leyes de
Tarrschisch” que fue copiado por un jeta y publicado por una de las
editoriales más prestigiosas de España. Tristemente, no lo dí de
alta en registro de propiedad intelectual, tras hacer varios
ejemplares en fotocopias encuadernadas, que entregué a interesados y
a instituciones de importancia. Hace
poco me llamaron antiguos amigos diciendo que conservaban en su
biblioteca alguno de estos folletos, tirados por mí y los recogí
con gran cariño. Hoy se podría llegar a demostrar, con un
estudio de papel tinta, que mis ejemplares son muy anteriores al libro que
lo copió; por ello los he guardado en una caja fuerte, en espera de
análisis concretos.
D-2)
Vocación y desilusión:
Encontrar
aquel “paper” mío (de unas 180 páginas) copiado,
publicado y firmado por otro, había sido la segunda gran desilusión
profesional; pero no terminarían aquí las desgracias. Aunque,
tristemente, hice esta vez lo mismo que con el deporte: Abandonar
ante la adversidad y dejar la carrera. Algo que jamás puede, ni debe
hacerse; ya que ante un problema hay que echar arrojos y superarlo
como se pueda. Así, el consejo mejor que puedo dar, es que nadie
haga lo mismo que yo: ¡Abandonar; nunca!. Menos cuando se tiene toda
la razón o un gran futuro (como me sucedía a mí con el deporte y
con la Historia del Derecho). Porque cuando la vida te da una patada
en el trasero, hay que aprovechar el impulso de ese pié chocando
contra tus nalgas, para avanzar. Nunca hacer lo que yo realicé, que
fue darme la vuelta para ver quién me estaba pateando. Ya que al
girarte, aquella coz no cae en el trasero; sino a la misma altura,
pero en zonas más “nobles” y frontales... . Todo lo que te
derriba de un solo golpe, haciéndote perder cuanto habías ganado en
años de trabajo.
.
Sea
como fuere, entre tantos avatares y con tan poco futuro;
milagrosamente logré que la familia de mi mujer me aceptase tal como
yo era, y después de casarnos me fui a Japón. Allí conocí a
una de las mejores personas del Mundo y un grande de la guitarra, que
era Paco de Antequera -solo comparable en su bondad y cariño con
el maestro Posadas-. Pronto me tomó como segundo de abordo y me
invitó a tocar en conciertos y junto a él; todo gracias a un bonzo
llamado Ota, por cuyo templo budista pasaron todos los más famosos
guitarristas de entonces. En Japón grabé mi primer CD, que
envié por doquier y se vendió en España en El Corte Inglés; gracias al que recibí una cariñosísima carta del Maestro Rodrigo. Pero,
todo fueron esfuerzos en vano; estábamos en 1991 y ya la única
música que interesaba era la pop, rock, metal, heavy o aquella de
“La movida”. Por entonces, el medio digital y la electrónica se
había adueñado del mundo de musical y como sucedió en el siglo
XIX con la aparición de la fotografía; desde ese momento, todo
“arte clásico” pasó a ser considerado una antigüedad, sin
sentido.
.
Tal
como expreso, en 1990 el camino hacia la nada artística había
empezado y el cronómetro para la destrucción de todo criterio
musical en las nuevas generaciones, corría a marchas forzadas.
Logrando finalmente que la gente considerase cualquier bobada como un
arte; mientras juzgaban al verdadero artista, un bobo iluso y
aburrido (tal como resultaba ser el clásico). La Sociedad del
hedonismo pleno se había iniciado y con ella el peor de los males
caía sobre el arte: Tratarlo como mercancía. De tal modo, quién
más discos vendía, era considerado el mejor. Se olvidaban
principios esenciales intelectuales, como los de Juan Ramón Jiménez;
que dedicaba sus libros “a la minoría, siempre”. Había
comenzado la populización de la música; donde la mayoría decidía,
convirtiendo su criterio en tiranía: La tiranía de la mayoría, que
es la peor de las dictaduras cuando hablamos de humanismo y arte.
Todos los músicos estábamos sometidos al mercado y a las
reglas de las discográficas; por lo que, o gustabas a la gran
mayoría o tu destino sería el fracaso. De este modo, desde los
años noventa ya no había sitio para añadir a nadie clásico,
siquiera en el Flamenco; y hasta los más famosos de la ópera se
asociaban con los del rock, para poder tener algo de cancha en los
conciertos. Conciertos que se celebraban en estadios y en unos
escenarios que pasaron a ser espectáculo; dejando de estar
preparados para músicos de verdad.
.
Fue
entonces, cuando tras sufrir una enorme depresión por tener que
dejar la profesión de músico; me puse a trabajar como dependiente
en un centro comercial de Japón. Allí inicié mi andadura en el
mundo del comercio; pero sin dejar jamás la guitarra. Finalmente, la
vida me permitió seguir tocando y componiendo; a la vez que logré
volver escribir sobre arqueología. No desistí seguir estudiando
guitarra e Historia a diario; aunque tenía que hacerlo en el tiempo
que me dejaba libre mi trabajo. De ese modo, años después volví a
tocar mis obras (principalmente en ese centro comercial) y regresé a
mis escritos sobre mitología y arqueología. Teniendo a día de
hoy más de medio millón de lectores en mis blogs sobre Historia,
Humanidades y Arqueología. Aunque apenas consigo unas pocas visitas
en mis videos musicales subidos a YouTube (todo lo que indica que son
de una gran calidad, pues los que hacen marranadas musicales, logran
millones de seguidores en días). Observando triste, como ya a casi
nadie le interesa la música clásica, menos aún si son nuevas
composiciones.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes de la carta que me hizo llegar el
maestro Joaquín Rodrigo, tras enviarle yo a la SGAE mi disco
Pléyades -se han tapado datos en número de teléfono y dirección, por motivo de protección de datos-. Como todos los grandes genios, el maestro Rodrigo no solo
era un músico maravilloso, sino también una gran persona. Con la
mayor educación y cariño, se preocupó en contestar a un envío mío
de un CD, dándome ánimos.
Esta carta fue para mí uno de los grandes regalos que recibí como
músico en mi juventud; suponiendo mucho más que el aplauso de
millones o la venta de miles de discos.
BAJO
ESTAS LINEAS:
Anverso y reverso del primer disco mío: PLEÝADES
(que envié al Maestro Rodrigo). Para todo el que desee escuchar
algunas de sus piezas, puede hacerlo pulsando los siguientes enlaces,
bajo los títulos:
LA
MUERTE DE ATLANTE The end of Atlantis (1982)
Hesperis
I (Aegle) TRISTEZA (1985)
Hesperis
II Arethousa (Melancolía) (1985)
Hesperis
III (Erythia-NOSTALGIA) (1985)
PLÉYADES
(1982)
E)
LA HISTORIA DE TODOS:
.
E-1)
Vocación y conclusión:
Los
problemas y la vida que antes he narrado no pertenece solo a mí; son
los que muchos profesionales y vocacionales de mi época han pasado.
Me refiero a quienes nacieron aproximadamente a mitad del sigo XX,
estudiaron y se prepararon con entereza y sacrificio en una
especialidad. Viendo con asombro, que finalmente un tipo de personas,
sin conocimientos ni escrúpulos, les arrebataban gran parte de sus
éxitos. Me refiero a gente que llegó a triunfar simplemente por
dedicarse a la autopromoción, en vez de a estudiar; a alcanzar la
fama en lugar de buscar el conocimiento, a pisar cabezas, sin
respetar a nadie; pero -sobre todo- a introducirse en un grupo que le
alzaba. Este tipo de arribistas y trepadores se vieron más
claramente en mundos como el de la música. Donde desde hace treinta
años, se hicieron los dueños quienes deseaban destacar y los que
querían solo fama o dinero (sin preocuparse por realizar algo
que mereciera la pena). No hablamos de artistas pop o rock de
calidad, como los que hubo en los años sesenta, setenta y ochenta;
entre los que podemos destacar a: Los Beatles, Moustaki, Carpenters,
Bob Dylan, Joan Baez, Serrat, Simon & Garfunkel, Peter Paul and
Marry, Leonard Cohen Cat Stevens, Bee Gees y más recientemente Phil
Collins o Sting -como “los últimos de Filipinas”, que resisten
en el fuerte de la belleza-. Estamos refiriéndonos a los miles de
listillos que no han hecho más que ruido y un espectáculo de danza
con luces (en muchos casos obsceno, para llamar la atención);
gracias al que se han enriquecido, quitando de los escenarios a
grandes músicos. Todo ello financiado y montado por las
discográficas y el mercado, que han visto como mejor negocio,
engañar a los jóvenes (desde su adolescencia) enseñando que esos
espectáculos eran música. Sin explicarles claramente que aquellos
“conciertos”; de concierto nada tienen, y pertenecen al mundo del
cabaret o de las variedades. Donde lo que menos importa es la
música y lo que determina su éxito, es la provocación y el
hedonismo -normalmente obsceno y grosero-.
.
Así
ha sido como desde 1990 (aproximadamente), ya no hay músicos en el
escenario, sino jóvenes provocadores, dando saltos al ritmo de
melodías asíncopadas, en su mayor parte compuestas con ordenador.
Si alguien tiene dudas de lo que expreso, en la cita
(1) le marco una serie de enlaces para que puedan
escuchar verdaderas obras de arte del pop, del rock y etc.;
totalmente distintas a las que se hicieron desde los años noventa.
Porque hace unos treinta años comenzó el final de la música
(moderna y clásica). Fue la era de éxito para los ignorantes,
dedicada a aquellos que apenas nada saben de este arte; pero se
apoderaron de él, para forrarse y dejarlo a día de hoy en la
inanición. Y no crean que es por falta de profesionales de la
música; que los hay, y magníficos. Esto que narro ha sucedido
debido a que los verdaderos profesionales, desde hace treinta años
se han visto abocados a subsistir impartiendo clases o a recibir
tristes subvenciones estatales -en el mejor de los casos, a
montar una empresa para vivir del comercio (como es mi caso)-. Porque
desde hace treinta años, han copado el mundo de la música
verdaderos intrusistas, sin escrúpulos. Gentes, que sin haber
estudiado, ni saber nada de este arte; han tomado el carro de la fama
y del dinero, para lograr el éxito como fuese -lográndolo en apenas
unos años, gracias a su poca vergüenza-.
.
El
secreto del triunfo de los ignorantes musicales, procede de su plena
dedicación para promocionarse, salir en los medios de comunicación
y hacerse campañas publicidad. Mientras un verdadero profesional
necesita ese tiempo para formarse, estudiar o practicar un
instrumento. El hecho es que esos pocos, por muy ignorantes y torpes
que fueran, han dominado todos los canales y han conseguido ser
conocidos, pese a la horrible estética que divulgan. Provocando que
la música haya recibido tal golpe, que ya no levanta cabeza. Porque
las nuevas generaciones no tienen criterio y no saben distinguir un
buen artista de uno pésimo; sin diferenciar una mala melodía, de
una nefasta. Pues todo lo que han enseñado a esos chicos, desde su
adolescencia; son espectáculos horteras, cuyo fin es solo
divertirse, bailotear y ponerse hasta arriba -escuchando a miles de
decibelios su repetido “chunda-chunda”... -. A día de hoy la
gran juventud no sabe prácticamente nada de música y aunque tiene
todos medios para oír a los grandes maestros, suelen escuchar
“música basura”. Un problema que no tiene solución y solo
comparable con lo que sucede a un niño si se le alimenta a base de
chuches, refrescos, aperitivos de bolsa y bollería industrial. Joven
que terminará obeso, sin capacidad de degustar, propenso a
enfermedades; y creyendo que eso que ha comido es alimento (tal como
sucede al que dice que va a un “concierto” y asiste a un
espectáculo de luces y sonido).
.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de 1993, en Japón. Al lado, tocando en concierto en Ishesaki; abajo, junto a Paco de Antequera. Los aforos por entonces eran de setecientas personas y estaban llenos los teatros. Hoy en día, para juntar cien asistentes en un concierto de guitarra, habría que pedir refuerzos al sindicato de extras del cine... .
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de 1993, en Japón. Al lado, tocando en concierto en Ishesaki; abajo, junto a Paco de Antequera. Los aforos por entonces eran de setecientas personas y estaban llenos los teatros. Hoy en día, para juntar cien asistentes en un concierto de guitarra, habría que pedir refuerzos al sindicato de extras del cine... .
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Dos imágenes de nuestro trabajo en Powerdio,
centro comercial donde nos contrataron en 1995. Poco después,
logramos ser consejeros de su empresa líder: SUNWA Corporation. Al
lado, junto a una cliente, en el centro comercial.
Abajo, junto a mi mujer, en una foto promocional hace veinte
años.
E-2)
Vocación y regresión:
Lo
que ha sucedido en la música, es una regresión cuyos efectos nos
llevaría hasta las cavernas o al paleolítico; donde igualmente se
disfrutaba solo del ritmo y de ingerir alucinógenos, mientras
bailaban en grupo síncopas interpretadas a percusión (con igual
estruendo y decibelios que gustan a la juventud). Pese a ello,
los verdaderos profesionales de la música, nunca estuvieron mejor
preparados que hoy en día -refiriéndome a los que no dan esos
espectáculos de luces y ruidos, que llaman “conciertos”-.
Concretamente, en el mundo de la guitarra (del que creo saber
“algo”), jamás se conoció intérpretes y compositores como los
que ahora existen. Aunque todos ellos permanecen “en la sombra o el
silencio”, tocando para sus alumnos, en sus universidades y
subiendo obras a la Red (donde casi nadie las escucha...). Pero esto
no es un mal que ha sufrido solo la música; otras artes -como la
pintura, la escultura o la literatura- han ido por los mismos
derroteros. Aunque el daño y parón de esas disciplinas no ha
sido tanto, porque el problema en la música es que se halla
estrechamente unida al espectáculo. Un mundo muy cercano al del
cabaret y las variedades, que finalmente han fagocitado al arte
melódico, para convertirlo en un servidor de la escena. Pese a todo,
la pintura y la escultura, incluso la literatura y la poesía;
desde hace treinta años parecen ir diluyéndose. Quedando en manos
de la política o bien del mercado; tal como sucede en las artes
espaciales, cuyas nuevas tendencias son tan absurdas como ridículas.
Pudiendo verse desde hace decenios exposiciones como la de ARCO,
donde se muestran verdaderos adefesios o imbecilidades. Pese a ello,
existen actualmente pintores maravillosos; la enorme mayoría ocultos
y que subsisten dando clases o ejerciendo otra profesión. Tanto es
así, que podríamos afirmar como en el siglo XXI ya hay una
generación de pintores y músicos hispanos en la sombra,
absolutamente desconocidos y con la calidad que pocas épocas han
tenido (hablamos del Siglo de Oro, de la del 98, o del 27).
.
Entre
la situación intelectual de hoy y las de antaño, hay enormes
diferencias. Pues en el Siglo de Oro, en el 98, en el Modernismo o en
el 27; la mayoría de los personajes de las artes y las letras, se
conocían y salían a la luz. Pero actualmente, las mentes destacadas
del mundo de la pintura, la música, la literatura o del pensamiento;
permanecen en las sombras. Todo ello, nos lleva a pensar si no se
habrá producido una generación maldita, que vive en la oscuridad,
aunque sean los dueños de las luces. Además, se deduciría que está
sucediendo lo mismo en toda la Sociedad; pues el arte, es tan solo un
reflejo de la vida común, que se adelanta unos años a lo que luego
se acontece. Por lo que observando en este el estado a la música,
la literatura o la pintura; hemos de plantearnos qué pasará en
otros terrenos, como el de la investigación o las humanidades.
Llegando pronto a concluir, que están en la misma situación;
bastando observar que un investigador de alto nivel -estudioso de
enfermedades como el cáncer o el coronavirus- tiene un salario
bastante bajo. Mientras un gran médico, un juez o un abogado del
Estado, cobran sueldos medios muy inferiores al de los políticos.
Si a ello sumamos que en España hay más de trescientas mil personas
dedicadas directamente a la política y otro tanto igual que depende
de ella (participando como asesores o trabajadores). Podemos
concluir que el problema es que no hay dinero para pagar a quienes
verdaderamente se lo merecen y que -por lo tanto- no hay justicia
social.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LINEAS:
Tocando la guitarra en Ropongi (Tokio), para el
presidente de Sunwa Corporation (año 2010).
E-3)
Vocación y perdición:
Decíamos
en este artículo, que en todas las Sociedades hay al menos un 3% de
psicópatas. Aunque este mal es, en gran parte, motivado por la
conducta; debido a ello, si educamos a los jóvenes en la neurosis
del éxito, de la fama o el odio, este porcentaje aumentará
exponencialmente. Ello fue lo que sucedió en la Rusia de Stalin
y Lenin, en la Alemania de Hitler o en la Italia de Mussolini. Donde
se inculcaron valores de psicópata a la juventud y terminaron en
guerras de exterminio. Actualmente y desde hace al menos tres
décadas, a las generaciones venideras se les a enseñado
principalmente el hedonismo; mostrando que lo bueno es tener y
disfrutar, sin creer en nada, ni temer las consecuencias de un mal
comportamiento. Por su parte, “la cultura del pelotazo”, que se
impuso en los años noventa, destruyó todo tipo de modelos basados
en la honradez, el bien o el sacrificio; para elegir como ejemplo a
aquel que “se lo monta”. Actualmente, la generación de
jóvenes es la mejor preparada de la Historia; pero no encuentra
salida laboral ni profesional. Siendo mi pregunta si aquella
incapacidad social para reconocer que estos jóvenes han estudiado
más que los mayores y merecen un mejor lugar; no procederá de que
la gran mayoría social española está educada en la “cultura del
pelotazo”. Donde nadie reconoce más valor que el de “montárselo”.
.
De
ese modo, en gran parte, hemos de plantearnos si esa falta de éxito
en los nuevos españoles, puede deberse a motivos similares a los que
hace treinta años, hundieron el mundo de la música. Debido a que
una panda de listillos se les han subido encima; destruyendo su mundo
profesional y provocando que un licenciado cobre menos que un no
licenciado. En todo lo que narramos, cumplirían una enorme función
los “famosillos” y lo que hoy se denomina “influencers”.
Quienes jamás promocionarán espacios culturales, ni se preocuparán
de hablar sobre Historia, arte o filosofía a las generaciones
venideras (argumentando que es aburrido). Deseando solo promoverse a
sí mismos o generar programas televisivos idiotas; con bailes y
cantes pueriles, analizando tonterías del “corazón” y largo
etcétera de imbecilidades, que deja sumido en la incultura plena a
quienes los ven. Sin llegar a pensar los jóvenes de hoy, que están
“comprando humo” y además un humo tóxico para ellos, al tomar
esa gente como modelo. Personajes insulsos e ignorantes, que salen en
los medios de comunicación y que están quitando el sitio a otros
profesionales, que valen verdaderamente. Quienes podrían culturizar
o narrar cosas interesantes a niños y jóvenes -en la radio o en la
televisión-. Jóvenes o adultos, de enorme preparación y cultura,
como existen entre las nuevas generaciones; que deberían enseñar y
orientar a los de su misma edad. Aunque han sido sustituidos por una
cohorte de estúpidos, que solo hablan de líos amorosos, de
problemas entre familias y de cotilleos o bobadas del “corazón”.
Promocionando la imbecilidad nacional; el mentidero internacional o
convertir España en un patio de “marujas”.
.
En
este estado, las preguntas que me vienen a la mente son: ¿Para qué
usamos la ahora música? ¿Para deformar el espíritu y el gusto de
los jóvenes; haciéndoles creer desde su adolescencia que esos
espectáculos de luz y sonido, donde van a bailar y a tomar de todo;
son realmente “conciertos”?... . ¿Para qué usamos los medios de
comunicación? ¿Para emitir programas idiotas donde solo se hable de
imbecilidades; o concursos estúpidos, donde el que peor baila y el
que más hortera canta, es el mejor?. Miren Ustedes. Cojan un libro o
un buen disco de música clásica y olvídense de otras cosas...
JUNTO
Y SOBRE ESTAS LINEAS: Dos
imágenes mías tocando la guitarra en Japón.
A lado, en un
concierto, en Kawaba (año 2002). Abajo,
en Powerdío preparando un recital, para presentar mi obra MAESBASHI,
en 2010. Todo aquel interesado en escuchar la parte primera de esta
suite a guitarra (con doce piezas), compuesta por mí entre 2008 y
2010; puede pulsar los siguientes LIKS:
Luz
de Maebashi
Amanecer
en Maebashi
Atardecer
en Maebashi
E-4)
Vocación y bendición:
A
lo largo de este artículo, he recorrido parte de mi vida, intentando
comprender qué pudo pasar antaño y por qué hoy el Mundo se halla
en el laberinto en que estamos; al que vemos pocas salidas. A modo de
psicoánalisis freudiano; fui analizado mi pasado, interpretando lo
que en gran parte pudo ser el de todos -pues a una gran mayoría de
mis coetáneos, habrán vivido algo parecido-. Destacando que
cuando se despierta en nuestro interior una enorme vocación (sentida
por muchos); esa pasión, puede provocar la extrañeza y hasta la
envidia de algunos; que incluso intentarán que no nos inclinemos por
esa profesión que tanto anhelamos. Todo lo que propicia enormes
fracasos, que en ocasiones no sabemos de donde proceden, al ser
simples zancadillas de desconocidos que no admiten nuestra felicidad.
Finalmente, otros al observar nuestra enorme vocación
profesional, sabrán pronto de que somos capaces de trabajar sin
recibir nada a cambio. Por lo que aprovecharán para pagarnos mal, o
incluso nos dirán que lo hagamos gratis; argumentando que bastante
suerte tenemos de laborar en lo que tanto nos gusta. Ello es lo
que me ha sucedido a mí con la música; pues con todo lo que gané
con ella, no hubiera podido siquiera comprar las guitarras que
necesito.
.
Pero
lo importante es saber que nadie es más profesional que el
vocacional; capaz de trabajar gratis y en las peores condiciones. Por
ello, a esos idealistas que son los vocacionales, es a quienes se
debe dejar el mando de la Sociedad; porque son los mejores en lo
suyo. Me refiero especialmente a una situación como la actual, en
que debemos resolver terribles problemas. Actuando tal como se hace
en Japón, donde los políticos gobiernan, pero apenas modifican, ni
intervienen directamente en la Administración; que se rige por el
criterio general de los funcionarios de más rango y respeto. Un
hecho que se produce, porque tras el cambio electoral, apenas se
producen modificaciones en los ayuntamientos, ni en los ministerios;
continuando todo en manos de esos profesionales del Estado, adscritos
al funcionariado -a excepción de unos pocos nombramientos como
ministros, secretarios de Estado y de los alcaldes-. Siendo los
trabajadores de la Administración que cuentan con mayor prestigio
entre sus compañeros, quienes manejan el engranaje del Estado. Y
mientras los políticos ordenan, ellos deciden cómo y de qué modo
se pueden cumplir mejor esas órdenes; estando todos sometidos al
criterio de los mejores profesionales del funcionariado.
.
Por
lo demás y en el terreno personal, hemos de añadir que esta
Sociedad se aprovecha de las personas más vocacionales. No
hablamos ya de músicos, ni de poetas; cuyo trabajo e importancia
Social es muy poca. Me refiero a los sanitarios, a los
investigadores médicos, a miembros de las Fuerzas Armadas, de las
Fuerzas de Órden Público, de los grupos de rescate y hasta de los
artificieros. Pues creo que nadie puede entender que a un
artificiero se le pague un sueldo medio, mientras desactiva bombas;
ni que un Policía, un Guardia Civil y un militar, no sean premiados
como merecen, cuando se juegan la vida. Consecuentemente, para
terminar tanta queja como describo, queremos dejar claro que el
sueldo y el trato que reciben en España los sanitarios, es penoso.
No me refiero a lo que ha sucedido con el coronavirus (que ha
mostrado la punta del iceberg). Lo que deseo expresar, es que no
hay derecho a que un individuo con la capacidad y esfuerzo que
necesita, para estudiar la carrera de medicina. Tras lo que invierte
en tiempo y dinero, hasta llegar a ejercerla (unos diez años,
incluyendo el MIR). Comience ganando unos mil quinientos euros
base; para recibir un sueldo miserable a sus cuarenta años, después de haber salvado miles de vidas. Lo mismo digo de las enfermeras,
sanitarios y de todos cuanto estudian años, para curar a la
población. Que principalmente trabajan por vocación y quienes han
sustituido claramente a las monjas y a los frailes hospitalarios (que
antaño hacían esa labor; aunque sin apenas conocimientos, ni
medios). Siendo aquella vocación de los médicos, enfermeras y
sanitarios españoles, una bendición. Una verdadera bendición que
nadie podrá pagar jamás y que ha salvado miles de vidas; pese a que
ellos se preocupen sobre todo, de las que se perdieron. A ellos todo
nuestro agradecimiento; porque en verdad son los ángeles de la
guarda de esta Sociedad, que tan mal les paga.
JUNTO
Y SOBRE ESTAS LINEAS: Deseo
terminar este artículo con dos fotografías de mi tío Luis
Gómez-Morán Cima, junto a mi madre (el día de la boda de mis
padres). Fue el médico que logró salvarme cuando a los pocos meses
de nacer, sufrí una bronquitis capilar, que me duró un año.
Durante todo ese tiempo, estuve obligado a vivir dentro de una
“campana de oxígeno”, que
finalmente mi tío logró comprar e instalar en casa de mis padres;
para que no viviera solo, en un sanatorio. Transcurrido el momento en
que ya pude salir de aquella “tienda de campaña” donde me
suministraban el oxígeno;
sufrí la tremenda secuela de un asma, que me impedía respirar
-principalmente durante las noches-. Cuando me ahogaba, a altas horas
de la madrugada, rápidamente me bajaban al piso de mi tío, que por
entonces afortunadamente vivía dos plantas más abajo
(en el mismo edificio, de Doctor Castelo 42).
Allí, sin medicación, ni aerosoles; él me enseñó a controlar la
respiración y a pensar que no me iba a asfixiar. Aunque solo tenía
seguridad de que no sucedería, cuando estaba a su lado.
.
Poco
a poco, nos fue recomendando que pasase temporadas en el campo y que
mis padres salieran a vivir fuera de Madrid; considerando que la
polución empeoraba mucho mi estado pulmonar. Jamás quiso que me
medicaran y solo propuso que hiciera deporte con ejercicios de
control respiratorio. Así fue como me dediqué saltar en cama
elástica y los diez años casi ya había superado gran parte el
asma. Gracias a las horas que practicaba diariamente a esa edad
comencé a competir en los campeonatos de provinciales, regionales y
nacionales (en esa modalidad y en salto de trampolín). Mi
tío Luis logró el milagro de convertir un niño enfermo y casi
desahuciado, en un chico deportista que ganaba medallas en los
campeonatos. Fue un enorme vocacional y un gran otorrino; pero
terminó harto del sistema sanitario Español. Se marchó a Canarias,
al final de sus días; debido a algunos problemas personales, pero
sobre todo, aburrido de la burocracia hospitalaria.
AL
LADO: Una
fotografía mía con cuatro años (1965) junto a mi tía Margarita,
la primera mujer de mi tío Luis -hermano mayor de mi padre-.
Observemos que en mi brazo izquierdo llevo un capote de paseo, porque
por aquel entonces quería ser torero cuando, me curase de los
pulmones. Al final, por la lata que daba a todos, me llevaron a ver a
Luis Miguel Dominguín, para que examinase mis dotes como matador de
toros. El maestro me recibió en el jardín de su casa de Somosaguas,
donde tenía un torito hecho de cañas. Me puso frente al morlaco de
esparto y él me dijo:
-
“Allí está el toro....¡Acércate!”-
Yo
respondí, sosteniendo el capote con cara asustada:
-“No;
que me pincha”-
.
A Luis Miguel Dominguín le dio una carcajada y mi padre -a su lado-, no paraba de reírse; mientras me decían que si me daba miedo un toro de caña, mejor que me retirase de los ruedos. Ese día volví a casa como si hubiera fracasado en las Ventas; con un enfado de mil demonios. Tras un “rebote” de mil demonios y gracias a los consejos de File y Nieves (que vivían en el bajo de mi portal) me fui con mi capote a ver a Diego Puertas, que tenía un concesionario de coches en esa calle -Doctor Castelo-. Pero Diego Puertas tampoco me hizo caso para apadrinarme. Por su parte, mi tío Luis dedujo que ese miedo a que me pinchasen, procedía de que en los primeros meses de mi vida y durante más de un año, me habían puesto hasta tres inyecciones diarias (que él fue sustituyendo por aerosoles). Al final, mi tía Margarita me llevó hasta un amigo de su familia en Benavente, que se llamaba Andrés Vázquez; un torero por entonces muy famoso y quien me prometió ser mi padrino de alternativa, cuando estuviera curado de los pulmones y pudiera lidiar morlacos. Cosa que nunca hice, porque siempre me dio mucha grima aquello de los pinchos y los cuernos.
A Luis Miguel Dominguín le dio una carcajada y mi padre -a su lado-, no paraba de reírse; mientras me decían que si me daba miedo un toro de caña, mejor que me retirase de los ruedos. Ese día volví a casa como si hubiera fracasado en las Ventas; con un enfado de mil demonios. Tras un “rebote” de mil demonios y gracias a los consejos de File y Nieves (que vivían en el bajo de mi portal) me fui con mi capote a ver a Diego Puertas, que tenía un concesionario de coches en esa calle -Doctor Castelo-. Pero Diego Puertas tampoco me hizo caso para apadrinarme. Por su parte, mi tío Luis dedujo que ese miedo a que me pinchasen, procedía de que en los primeros meses de mi vida y durante más de un año, me habían puesto hasta tres inyecciones diarias (que él fue sustituyendo por aerosoles). Al final, mi tía Margarita me llevó hasta un amigo de su familia en Benavente, que se llamaba Andrés Vázquez; un torero por entonces muy famoso y quien me prometió ser mi padrino de alternativa, cuando estuviera curado de los pulmones y pudiera lidiar morlacos. Cosa que nunca hice, porque siempre me dio mucha grima aquello de los pinchos y los cuernos.
.
NOTA AÑADIDA: Tras terminar el artículo, una persona me advirtió de que quizás mi enfermedad pulmonar fuera hereditaria y contraída debido al origen judeo-converso de los Santafé. Pues se sabe que las familias de raíz hebráica y obligadas durante siglos a la endogamia, transmiten ciertos males congénitos, entre los que se encuentra: El cáncer, sordera y deficiencias respiratorias. Son las llamadas enfermedades Ashquenazhis (asquenazis); heredadas principalmete por los judíos de centro Europa.
Tal como he narrado en algunos capítulos, mis antepasados por rama materna, fueron conversos de Aragón que pasaron a Tudela hacia 1490 (tras ser purgados por la Inquisición en Tarazona). Allí, en la Manta de la Catedral de Tudela, podremos leer las familias de nuevos cristianos, que debían casarse entre ellos. Así lo hicieron, manteniendo una endogamia obligada por sus orígenes, hasta 1825 (aprox); cuando mi tatarabuelo, Martín Santafé, viaja desde Tudela a Caparroso (huyendo de una epidemia de cólera). Todo ello podremos encontarlo en mis capítulos sobre el origen de los Santafé.
PULSAR ÍNDICE DE ARTÍCULOS.
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CITAS:
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(1):
A
continuación les dejo una serie de enlaces para que comprendan la
diferencia que había entre la música “moderna” de los años
sesenta, setenta y ochenta; con la que se hizo después de los
noventa. Si es que aquella que se promocionó desde hace tres décadas
puede llamarse música:
.
moustaki
baez
dylan
simon
and garfunkel
peter
paul and mary
neil
young
cat
stevens
leonard
cohen
aznavour
battisti
claudio
blaglioni
serrat
milanes
mercedes
sosa y baez
barry
y pavaroti
Barry
White
bocelli
peter
frampton
cecilia
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