sábado, 12 de julio de 2014

La generación perdida... . Puente hacia ninguna parte (1950-1980).

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A mis compañeros de colegio -en "aquel lugar "de Aravaca...-. En especial a mi gran amigo Blas Pérez y Martínez-Sanz (fallecido en accidente de tráfico en 1985, a los veinticuatro años)
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SOBRE ESTAS LINEAS: Fotografía de mi Primera Comunión, un 25 de mayo de 1968. Figuro en el centro, vestido de monje dominico -órden que impartía religión en el colegio-. Detrás y a mi izquierda, mis padres y hermanos; junto a ellos, los familiares más cercanos -tíos y primos-. Por aquel tiempo, la Primera Comunión era todo un acontecimiento. En el artículo de hoy, hacemos un paréntesis entre aquellos en los que tratamos de Benigno de la Vega-Inclán (que continuarán en próximas entradas). Con el fin de reflexionar acerca de los cambios en los sistemas de enseñanza realizados durante los años sesenta, formando a jóvenes y niños de manera muy distinta a la de antes. Intentando comprender qué supuso esa modificación en las bases de estudio en la cultura y la ciencia desde niños; lo que ha tenido una gran repercusión en la vida y en la Sociedad de nuestro tiempo.
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ABAJO: Mi primera imagen en el colegio, tomada un par de años antes de la anterior y cuando entré en 1966 con los cinco años recién cumplidos -en lo que antes se llamaba "párvulos primero"-. Como se puede ver, la chaqueta y la corbata eran imprescindibles por entonces; tanto que en la Universidad había casos o profesores que sin ir encorbatado no se podía asistir a sus clases (al menos, examinarse con ellos). Con estas mismas "ropas uniformes" viví a diario, hasta que en COU nos dejaron ir de "paisano"; todo lo que para muchos era un triunfo, después de más de un decenio de azul y gris. Pero ese cambio de "imagen" en realidad solo sirvió para discriminar a los que vestían peor, o a quienes sus padres no les compraban atuendos a la moda. Fue por entonces cuando por primera vez me planteé si algo tan molesto como un uniforme habría sido muy útil, sirviendo para que todos fuésemos más amigos durante los once años anteriores.
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Más tarde comprendí que la disciplina nada tenía que ver con la severidad y que la educación había de realizarse conforme a unas pautas comprobadas -o probadas-, en anteriores generaciones (es decir, "que los experimentos debían de hacerse con gaseosa" y no con champagne o con personas). Todo lo que en mi generación fue un hecho, ya que en vez de enseñarnos aritmética y geometría, nos educaron con la "teoría de los conjuntos". Un absurdo pedagógico que pronto nos hizo conocer la poca base matemática con la que habíamos salido de aquel nuevo plan de estudios; algo que nos incapacitaba para carreras técnicas. Nunca entendí qué significaba aquella idea de los conjuntos, aunque con el tiempo llegué a intuir que eran a la matemática clásica, lo mismo que el Rock a la música. Una extraña teoría que intentaba sustituir el teorema de Pitágoras o las ecuaciones, por conjuntillos, cuyas explicaciones y exposiciones eran tan simples como absurdas. Pese a todo nos lo impusieron, porque debieron de creer -por entonces- que habían generado una nueva lógica matemática. Pero el hecho cierto es que la cultura o la ciencia no se pueden inventar, habiendo de evolucionarla o mejorarla poco a poco, para lograr modificar sus premisas. Porque intentar correr la Marathón por atajos, solo sirve para quedar descalificado en la carrera de la vida -y sobre todo, en el devenir de la Historia-.
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1.- El siglo XX como puente entre la Edad de los metales y la Era Atómica.
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Dirigía nuestro colegio un insigne y afamado pedagogo llamado Manuel Terán Troyano; hombre al que bien recuerdo porque jamás le vi una mala cara y por tratar siempre a los niños como si fueran personas adultas (por muy corta edad que tuvieran). De él, lo que más me impresionaba era como te hablaba y escuchaba; aunque fueras un chico de diez años, charlando contigo como si tuvieras los cuarenta. Aquel señor (porque lo era) tenía varias obras publicadas y un día de examen nos "cayó" un artículo suyo como Comentario de Texto. El ensayo se intitulaba algo parecido a "La generación puente"; estaba escrito hacia 1970 y en éste -Manuel Terán- argumentaba no ser verdad aquello que los de su edad afirmaban, cuando siempre decían ser "la generación puente".
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Explicaba en el mencionado artículo que los nacidos antes de la Guerra Mundial, se consideraban atrapados entre dos momentos históricos: Un antes y un después de la Era Atómica. Cambios que suponían mediar entre dos mundos y con ello, tener el deber de obrar como una bisagra, capaz de abrir un periodo para cerrar otro.Todo lo que les llevaba a afirmar de contínuo que era su generación la que más sufría, por haber sido "el puente" entre la Edad Contemporánea y la Nuclear. Una triste situación que les obligaba a vivir superando la educación recibida de sus padres (plenamente decimonónica), para poder aguantar la mala formación -y los peores principios- que estaban recibiendo sus hijos. Una disertación, en la el autor concluía con la frase de que "todas las generaciones eran el puente entre el pasado y el futuro". Por lo que aquella a la que él pertenecía, no debía considerarse ni especial, ni menos la única que se había visto sometida a mediar entre dos etapas históricas. Pues desde la Revolución Industrial, todas habían sido "el puente" desde los abuelos a los nietos.
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Sin desear quitar la razón a Manuel Terán, también habríamos de matizar que los cambios habidos en el siglo XVIII y XIX no pueden compararse con las variaciones sociales durante la convulsa centuria del XX. Un siglo que comenzó con costumbres de la Edad del Hierro -y hombres dispuestos a ir a la guerra a machetazos-; para terminar en una era digitalizada, donde la sensibilidad hacia el dolor y la batalla es tanta, que las gentes se preocupan solo del sufrimiento de los animales que les rodean (pese a no querer enterarse mucho de cuanto sucede en el Tercer Mundo). Un fin de siglo en que el Planeta quedó ya tan pequeño, que uno podía comprar su ropa -o la comida- en las atípodas (a través de internet). Siendo el resultado cierto del paso de los años durante el anterior siglo, que jamás la Humanidad ha sufrido tantas trasformaciones en tan poco tiempo. Tanto, que en una simple cuartilla cabrían todos los inventos sucedidos entre los años de Julio César y los que vieron nacer a los Reyes Católicos. Al igual que los progresos de la ciencia y la tecnología llevados a cabo desde el siglo XVI hasta comienzos del XX, podrían enumerarse en un centenar de páginas. Aunque si deseáramos recoger aquellos que se produjeron en los últimos cien años, se precisaría un libro con varios tomos (tan solo para un listado que mencionase cada uno de ellos). .
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Por todo lo antes dicho, algo de verdad hay en el problema de "unas generaciones puente" durante el siglo XX, tanto que habríamos de plantearnos si esa centuria no fue más que "un puente" de dos etapas. Quizás el paso entre la Edad de los Metales, hacia la Era del Plástico; y el umbral entre la época de la explosión a la fisión nuclear. Ya que hasta hace unos cien años, los materiales y las herramientas estaban fabricados en metal y por medio del fuego, tanto como las armas lo eran de filo o de explosión. Mientras que después de las dos terribles Guerras Mundiales, nacieron nuevos enseres (fundamentalmente de plástico); junto a armamento y maquinaria que utilizaba elementos como el hidrógeno o los átomos. Todo lo que en verdad ha dado por finalizada una etapa de la Historia -concluyendo lo que llamamos la Edad Contemporánea-, para comenzar otra que habríamos de denominar "Era del plástico" o "Nuclear". Aunque mejor sería llamarla "Edad Espacial", un momento que comenzó desde que el Hombre voló en aeroplano; logrando unos cincuenta años más tarde, salir de la órbita terrestre ascendiendo por la atmósfera.
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ARRIBA: Uno de los multiples tesoros de la Edad del Bronce, hallados en nuestras tierras (supuestamente procede de la provincia de León). Se trata de una pieza cortada en una pulsera de oro puro, fechada unos tres mil años atrás. Como podemos ver en la imagen, por su estilismo y la perfección en su trabajo, podría ser considerada una joya moderna. Debido a que su diseño y elaboración es comparable a muchas de las pulseras de los mas preciados orfebres de nuestros tiempos. Pese a ello, esta pieza que vemos en imagen tiene unos treinta siglos, habiéndose creado en un momento en el que en nuestras tierras no se conocía ni el Hierro. Todo lo que muestra como la elegancia, el diseño o la belleza y el buen gusto, nada tiene que ver con el progreso. Tanto que el adelanto tecnológico muchas veces genera precisamente lo contrario: Un tremendo mal gusto, al valorarse principalmente lo ostentoso, lo grotesco o lo más llamativo.
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ABAJO: Famosa estatua de bronce -un tanto deteriorada- hallada en las proximidades de las ruinas de Termantia (Tiermes, Soria). Este Apolo fechado en el siglo I a.C., testimonia el arte que llegó a nuestras tierras durante los años en los que Iberia terminaba de ser conquistada por los romanos -siendo colonizada por el gusto grecolatino-. Muy probablemente la escultura fue importada desde Roma (o quizás de Grecia, donde los broncistas fueron inmejorables) con el fin de mostrarla en uno de los últimos puntos rendidos al Imperio: Termancia, un lugar muy próximo a la casi invicta Numancia. Hasta allí la llevarían, en mi opinión como un acto de propaganda y para enseñar a los nuevos súbditos de Roma la superioridad de la cultura que les había vencido.
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De tal manera, este Apolo de Tiermes, probablemente cumplió una finalidad semejante a la de las producciones de Hollywood; con las que se pretendió mostrar la fastuosidad de una civilización más adelantada -desde los años cincuenta, a los ochenta-. Aunque tristemente, la calidad artística en un caso y en el otro, dejan mucho que desear (a favor de la pieza arqueológica). Ya que con el paso de los años, tales despliegues cinematográficos norteamericanos van quedando en el olvido; mientras los retratos romanos dificilménte serán superados en su belleza y en su técnica escultórica -habiendo sido la base para la estatuaria del Renacimiento-. Por lo demás, los cineastas de nuestras tierras -apenas sin recursos- crearon películas de una enorme calidad en unos mismos decenios. Nos referimos a personajes como Buñuel o García Berlanga -y largo etcétera de valiosísimos directores españoles-; quienes casi sin medios y con muy poco dinero, rodaron obras maestras de la cinematografía. Superando incluso aquellas producciones financiadas con grandes sumas de dinero y rodadas en los más afamados estudios americanos. Algo que nunca sucedió entre el arte ibérico y el romano, puesto que ciertamente aquella cultura que llegó a Iberia en los siglos antes de Cristo, era muy superior a las autóctonas.

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Volviendo a nuestro tiempo, la situación que se ha vivido en las artes plásticas durante el ultimo tercio del siglo XX, importando nuevos movimientos llegados desde los puntos más ricos del Planeta, ha sido preocupante. Extendiéndose modas como la del Pop-Art o del Rock y las instalaciones; desbancando el mundo clásico junto a otras muchas vanguardias anteriores, que sí tuvieron un profundo sentido y carácter intelectual o social. De tal modo, durante los años sesenta y setenta se inicia una "incursión artística" que llega a eliminar todo movimiento del pasado, confundiendo definitivamente el arte con el espectáculo. Produciendo una situación final en la que no se diferencia el cabaret del concierto; el montaje de la actuación, o el show de la representación. Finalmente, el resultado ha sido que el mismo Pop y el Rock (que tuvieron valores de gran calidad artística) fagocitaron a sus genios; debido a que su manera de medir la creatividad, fue tan solo tasarla en índice de ventas -de discos, o en taquilla-. Este modo de cualificar el arte, ha acabado en gran parte con él, ya que ha convertido en mercancía lo que es un bien intelectual, cultural y espiritual. Tal es la disociación que debiera hacerse entre arte y mercado, que para comprenderla hemos de reflexionar por qué Juan Ramón Jimenez dedicaba sus obras "a la minoría, siempre".
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2.- El siglo XXI y su divorcio con la cultura.
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Continuando con la idea de la "generación puente" habríamos de plantearnos qué lazos culturales vamos a transmitir a nuestras gentes venideras, puesto que las letras, las artes y hasta el cine, cada día van siendo más pobres (al menos en Occidente). En España el problema es acuciante; tanto, que en apenas treinta años hemos pasado de ser uno de los paises del Mundo con más artistas y literatos conocidos, a no tener prácticamente ninguno de relevancia internacional. Y no será porque no los haya (que los hay a montones); sino, simplemente porque no se promocionan. Tan solo en la guitarra (una disciplina sobre la que creo "algo conozco") existe una pléyade de artistas inigualables y como jamás existió; quienes superan todo lo que podía pensarse antaño sobre las posibilidades de este instrumento. Me refiero a medio centenar de intérpretes -no digo cinco, ni diez- que son los primeros del Mundo (por no decir los mejores de la Historia). Unos cincuenta guitarristas, entre los que podemos destacar en el clásico a los hermanos Romero (Pepe y Angel), a Manolo Barrueco, Ma.Esther Guzmán, Paola Requena, o a Cañizares y larga compañía. Junto a ellos, hay más de treinta de "tocaores" Flamencos, que lo interpretan "todo" y mejor que nunca. Pero eso sí... Nosotros a promocionar la canción ligera; que es lo importante para España y lo que le gusta a la gente.
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Como digo, al menos en la guitarra estamos viviendo en nuestro país un momento que jamás había conocido la música. Una etapa herencia directa y plena de lo sembrado por una generación anterior, con figuras como Segovia y Yepes; o Sanlúcar y de Lucía. Algo que también debe estar sucediendo en la literatura, en la poesía, la pintura o la escultura; donde muy probablemente existan decenas de genios ocultos, mientras se promocionan solo las "artes ligth", olvidando todo aquello con un peso cultural (por no tener gran salida comercial y no gustar a la gran mayoría). Debido a que -como ya dijimos-, el criterio de promoción actual es apoyar al que más vende, o al que se divulga con mayor facilidad; dejando postergado y condenado al ostracismo, a cuantos no son capaces de ser comprendidos por todos. Creadores de verdad, que debido a su calidad no gozan de esa capacidad de divulgación; al precisarse conocimientos para entender sus obras -necesitando ser vistos, leidos y escuchados, al menos con algún criterio y preparación-.
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Por lo demás, si las anteriores afirmaciones las hacemos en público, uno será tachado de elitista y de clasista. Sin posibilidad de explicar que el arte es la base de la cultura, debido a lo que ha de estar necesariamente regulado y controlado por profesionales y no por quienes lo ignoran casi todo sobre esas disciplinas. Bastando para entender qué pasa en la cultura, plantearse que sucedería si hacemos lo mismo con otras profesiones (que igualmente serían erradicadas si en ellas aplicamos un igual baremo). Ya que hemos de preguntarnos qué sería de la medicina, de la judicatura o de la ingeniería, bajo un mismo criterio de elección: Dejando en manos del público o de la opinión general la decisión de quienes son los más cualificados. Siendo el juez que mejor cayera a la gente, el médico más simpático y mediático o el ingeniero más ingenioso; los que se considerasen capacitados para operar, investigar (o para ocupar la plaza de catedrático y de magistrado del Supremo).
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Debido a ello, afirmo que en el arte hoy en día, el criterio de profesionalidad, de calidad, de técnica y de trabajo; ya no cuentan. Tan solo vale la capacidad de llegar al público; todo lo cual significa que la Sociedad moderna ha caido en el Darwinismo más triste. Donde los que sobreviven son los que mejor se adaptan, que casi nunca son los mejores. Para que entendamos la anterior afirmación, hemos de reflexionar qué es en sí mismo este criterio de adaptación. Lo que supone que en caso de una catástrofe en nuestro Planeta, tan solo las especies con capacidad para sobrevivir a esa hecatombe, saldrían adelante. Evidentemente, la Humanidad no la superaría; algo que quizás pueda compararse a lo que ha sucedido con las humanidades en nuestra época. Un tiempo en que el humanismo no ha logrado sobrevivir a la tecnología. Todo que me atrevo a escribir al ver que los jóvenes llaman concierto a lo que es un simple espectáculo de luces, baile y canciones. En un momento en que los menores de treinta años apenas saben qué son el griego o el latín; sin haber leido la gran mayoría a Garcí Lasso de la Vega, o a San Juan de la Cruz. Desconociendo casi todos lo que significó la Generación del 98 y la del 27 (no digamos ya lo que era el Novecentismo o la del Medio Siglo). ¡Todo un logro en la época de las comunicaciones!. Un momento Histórico en el que el menor número de personas con formación universitaria se interesa por la cultura. O bien en el que denominan "cultura" a lo que en realidad no es más que espectáculo, bailes o divertimentos de fin de semana, similares al cabaret.
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ARRIBA: Precioso claustro renacimiento (del siglo XVI, cercano al círculo de Vandelvira) perteneciente a la Universidad de Baeza -institución a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. En este recinto impartió clases de filología francesa Antonio Machado, desde 1912, hasta 1919; conservándose a día de hoy el aula tal como se supone estaba en el tiempo en que el gran poeta enseñaba en ella.
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ABAJO: Placa conmemorativa de Antonio Machado expuesta en una de las paredes del claustro en imagen superior. La universidad de Baeza fue fundada por uno de los clérigos y escritores más cultos de la España del Renacimiento: San Juan de Ávila. Santo nacido en una rica familia conversa de Almagro -dueños de minas de Plata en Sierra Morena- de joven quiso estudiar leyes en Salamanca, pero poco antes de terminar su licenciatura fue expulsado por ser "cristiano nuevo". Su ascendencia judía le obligó a volver al lugar de origen y sin saber qué hacer allí, le asesoraron que ingresara en la Iglesia (quizás con el fin de que el Santo Oficio no actuase contra él, ni sobre su familia). Al morir su padre, regaló enteramente la herencia a los pobres -quizás para evitar procesos o que se conociera el origen judeoconverso de su fortuna-; y tras tomár lo hábitos marchó a América, logrando hacerse famoso como predicador en México. Más tarde regreso al Sur de España, donde debido a la fama de su oratoria y a sus conocimientos, asesoró y tuvo amistad con los más importantes prelados y altas jerarquías católicas.
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El enorme prestigio del que gozó facilitó su elección como fundador de la Universidad de Baeza, para lo que se rodeó de conversos con el fin de crear un centro de sabiduría distinto y mejor documentado. Uniendo los nuevos movimientos europeos de pensamiento llegados a la España de Carlos V, con la enorme cultura que las gentes de origen hebráico tenían por entonces. Su abierto carácter Erasmista y su afán por prosperar y formar debidamente a los jóvenes (valiéndose del saber de personajes multiculturales), le llevó a granjearse el odio de La Inquisición. Finalmente, este deseo de predicar y educar en un cristianismo abierto, con un profesorado bien formado en las distintas ramas de la filosofía; hizo que el Santo Oficio actuase sobre él. Siendo así como Juan de Ávila sufrió prisión y persecución durante largo tiempo, al igual que gran parte del resto de profesorado en la Universidad de Baeza (acusados todos de "alumbrados" o de "herejes").

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Como si de un triste destino o de una maldición se tratase; casi cuatro siglos más tarde uno de los más destacados profesores de este claustro, también tuvo que exiliarse, viviendo la soledad y el ostracismo. Nos referimos a Antonio Machado, quien a día de hoy da nombre a esta universidad creada por el místico renacentista. Ambos se vieron perseguidos, al igual que sucedió con muchos otros intelectuales y personajes cultos hispanos; algunos de ellos, amigos de aquel fundador de la Universidad de Baeza (como lo fueron: Santa Teresa, San Juan de la Cruz o Fray Luis de León). Unos hechos que hacen parecer que en nuestro país el mayor delito fue el de leer; más aún si con ello se llegaba a pensar... .

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3.- Ciencia y arte; incomprensibles sin una mínima base de conocimientos.
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Continuando con mis experiencias escolares, diremos que a aquel director que hablaba de "la generación puente" fue sucedido por una mujer. No la conocí en este puesto (terminé el COU en 1978), porque hasta ese año fue la profesora de literatura. Se llamaba Alicia Bleiberg y era hija de un famoso catedrático de filología hispana en una universidad norteamericana. Un hombre comprometido y relacionado con lo más granado de la Generación del 27 y la del Medio Siglo (recordaremos que así se llamaba la que comprendía figuras como los Sánchez-Ferlosio, Blas de Otero, Goytisolo, o al mismo Camilo José Cela). Pues bien, aquella profesora -que tras salir nosotros del colegio pasó a dirigirlo-, nos dio clase de literatura durante dos años, en los que nos preparó perfectamente para comprender no solo lo que fueron artísticamente las sucesivas generaciones del siglo XIX y XX; sino también su significado social, filosófico y hasta político. Por lo demás, la base para comprender sus complejas lecciones la habíamos adquirido de otro magnífico profesor llamado Estébanez-Calderón; quien durante los dos cursos previos nos había preparado en literatura medieval y clásica (hasta el siglo XVIII).
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Así fue como salimos de COU con una excepcional preparación cultural en su materia, gracias a las referidas clases de "la Bleiberg" -que seguíamos sin problemas, tomando apuntes y entendiéndolo todo-. Muy por el contrario, el pobre profesor de matemáticas se las veía crudísimas para que comprendiéramos algo de cuanto explicaba... . Y es que gracias a "los conjuntos" habíamos llegado ya sin base suficiente como para procesar "logaritmos", "neperianos" y "vectores". Tanto fue así y tanto nos aburríamos en las horas de matemáticas, que se puso de moda durante aquellas, ir rellenando con lapos una botella de refresco. Botellín que iba pasando de pupitre en pupitre; para que allí, cada alumno echara su escupitajo y lo enviara al de al lado. Nunca supe qué se hizo con tales joyas de la gastronomía y qué fue de los centenares de botes que se llenaron en la referida clase de matemáticas -donde viajaba de unas a otras filas, el ilustre recipiente-. Una costumbre que se terminó el día en que aquella muestra de la cerdada mayor imaginable, fue parada por el profesor en el preciso momento en que un alumno la entregaba a su compañero más cercano. Terrible era la cara del matemático y la expresión de asco al tener que coger aquella cosa -que agarraba dificilmente con dos dedos, mientras hacía lo posible por no vomitar-.
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Tras ello y sin inmutarse -aun tomando ese objeto semi sostenido por las uñas- nos preguntó con voz muy adusta y disgustada:
-"¿Sois vosotros la primera generación del plan nuevo?"-
Todos asentimos con la cabeza; a lo que él prosiguió:
-"Claro... No sabeis el daño que os han hecho con la imbecilidad de los conjuntos... . No tenéis base alguna y es imposible que comprendais ya las matemáticas en este nivel; a menos que toméis profesores particulares y comenceis desde cero, para lograr entender todo aquello que no os han enseñado en su debido momento"-.
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Aquel hombre se fue de allí sin enfadarse (con el botellín en la mano) y estuvo algunos días sin venir. Todos comprendíamos que era imposible seguir sus clases, pues gracias al "nuevo plan" estábamos romos, yermos y hasta secos, de conocimientos. Por lo que intentar aprender a "derivar" con esa preparación anterior, era como pretender que entendiéramos un haiku japonés escrito en kanji. Fue por entonces cuando de contínuo repetía yo, que había dos cosas incompresibles en el Mundo para mí: "Los mariquitas y los tíos a los que les gustaban las matemáticas". No sé si por lo uno o por lo otro, suspendí en matemáticas y ello me obligó a tomar profesores particulares adquiriendo la formación que me faltaba. Finalmente, pasaron los años y tras estudiar música y arqueología, me fui aficionando a esa ciencia; imprescindible al menos para la teoría antigua de la armonía y para la arqueo astronomía. Tanto, que cada vez me parecieron más entretenidas e interesantes, y a día de hoy me encantan las matemáticas; aunque todavía no me he logrado aficionar (ni comprender) "lo segundo" que mencionaba la frase que con quince años tanto repetía.
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Sea como fuese, la verdad es que sin base era imposible acometer las matemáticas a un cierto nivel, al igual que sin dominar un idioma es imposible leerlo -aún menos, entender su poesía-. Algo que igualmente ocurre con el arte en todas sus ramas, que precisa de unos mínimos conocimientos, para poder disfrutar y opinar sobre aquél. Una preparación que tristemente ya no tienen la mayoría de los jóvenes, gracias al poquísimo interés que el plan de estudios dedica en nuestro país a la música, o al arte clásico. Porque al fin y al cabo, el arte "no sirve para nada"; todo lo que lleva a que la gente joven haya quedado analfabeta en ciertos campos imprescindibles para el espíritu. Motivo por cual solo disfrutan con una especie de "chunda chunda", que utilizan para bailar y beber. Una música consumida en unas condiciones lamentables y cuya calidad es muy inferior a la que cantan o bailan las tribus más atrasadas del Mundo... . Porque ya quisiera ese "chunda chunda" que usan en el botellón, poder compararse con las bellas canciones tribales africanas, o las de gentes de las selvas Suramericanas (que son preciosas).
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ARRIBA: El aula de D. Antonio Machado reconstruida -o imaginada- tal y como estaba en los días en que el genio de la poesía impartía sus clases en Baeza. Fue allí donde creó personajes como Juan de Mairena, inspirado según algunos en Adolfo de Almazán, boticario y profesor de gimnasia en esta ciudad andaluza. Aunque otros lo entienden como un heterónimo similar a los utilizados por Pessoa, por lo que consideran que pertenecería más bien una etapa mucho más tardía -fechable en el periodo segoviano de Machado-. Por su parte, el maestro Juan de Mairena (según su "supuesto biógrafo") proyectó fundar en Sevilla una Escuela Popular de Sabiduría Superior. Algo que no sabemos si se trata de una crítica sofista a la propia Institución Libre de Enseñanza, o bien del recuerdo de Antonio hacia su padre: Demófilo -"amante del pueblo"-, Antonio Machado Álvarez, conocido como uno de los primeros estudiosos de etnografía y de costumbres populares en nuestras tierras.
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ABAJO: Vista de la Catedral de Baeza desde la puerta de salida del "claustro nuevo" de la Universidad Antonio Machado. Frente a este precioso portón podemos disfrutar en primer término de una fuente hecha por Andrés de Vandelvira; y tras ella, de la plaza y escalinata del edificio catedralicio. Un conjunto arquitectónico ante el que muy bien se entiende dónde inspiró varios de sus versos el poeta. Un hombre que durante toda su vida, posiblemente pudo escribir esas frases tan bellas, motivado -en gran parte- por los edificios tan majestuosos de las ciudades en las que residió (Sevilla, Baeza, Soria o Segovia). Porque es muy difícil que el ser humano cree arte sublime y de calidad, si no se encuentra rodeado de un entorno bello y rico en cultura (o de paisajes maravillosos). Este es uno de los motivos por los que podemos preguntarnos para qué sirve el arte, y que a su vez puede respondernos por qué a día de hoy se está generando tanta creatividad fea como grotesca. Ya que ni las ciudades, ni el urbanismo moderno, son un prodigio de belleza, ni menos de algo sublime. Todo lo contrario sucede en lugares como Baeza, que parecen estar construidos para provocar sensaciones sobrenaturales transmitidas a través de la piedra, la luz y las formas (quizás con el fin de generar artistas).
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4.- Sobre la cultura musical española actualmente:

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No soy solo yo quien afirma que la educación musical en España en nuestros días es nefasta; son estas mismas, las palabras que dedica Daniel Barenboim a la formación artístico-acústica en nuestro país. Un genio del piano y la orquesta que el mes pasado visitó Madrid, y donde aprovechó para referirse al terrible olvido que sufre su arte en nuestra nación. Lo cual es manifiesto si se asiste a un concierto suyo y vemos que el público en la capital de España es capaz de sentarse y levantarse entre pieza y pieza; argumentando que la obra de Bach sobre piano, es demasiado extensa y un tanto aburrida como para escucharla "de un tirón"... .
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Pero no solo es eso lo que de seguro le preocupó a Barenboim; porque el problema de fondo es el olvido más absoluto en la enseñanza, de todo lo que signifique "mundo clásico". Junto a esta deficiencia, se da además la mezcla de lo antiguo con "lo moderno"; entendiendo la pedagogía musical, que el mundo "pop", "lo melódico" y la canción ligera, han de aunarse con el pasado. Tanto que los catalogan como "arte contemporáneo", con categoría suficiente como para ser interpretados junto a los grades compositores. Un hecho al que no se da importancia, tocando canciones de moda, junto a música barroca; sin reparar siquiera -quienes así lo hacen- que el referente con Picasso, sería Stravinsky o bien Manuel de Falla (pero nunca los famosos del Pop o del Rock). Tanto como Miró equivaldría a E.ó R. Halffter, y que Dalí puede compararse con Bacarisse o con Albéniz y Granados (pero no con los cantantes ligeros de éxito). Siendo el equivalente a la música Rock y Pop, el arte y la pintura de fin de siglo; por lo que tendría su parangón en Warhol y en genios tales como Francis Bacon. Pintores, cuyo arte indudablemente tiene una gran calidad, pese a no poderse considerar del todo admitidos por la Historia; ya que al menos han de pasar cien años para que una obra sea vista y comprendida en su sentido pleno y humanístico -o en su verdadero valor frente al futuro-.
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Pese a todo, no es solo en España donde se cometen estas tropelías, pues en el corazón de Londres y durante la inaguración de las Olimpiadas pudimos ver al propio Barenboim portando la bandera olímpica en el cesped del Estadio, mientras en sus gradas intentaba tocar un piano, un famoso cantante... . Todo un alarde de cultura musical, realizado en un evento de tal categoría y magnitud, que era visto por miles de millones de personas. Y es que al menos, en las olimpiadas de Barcelona fue Sakamoto el encargado de realizar la música del ballet inagural; mientras cantaban artistas como la Caballé o Plácido Domingo y largo elenco de genios -"desaparecidos" en Londres-. Por lo demás y aún siendo verdad las palabras de Barenboim, afirmando que la educación musical en españa es "nula". Se da también el hecho de que entre los cien primeros guitarristas del mundo, cincuenta serían españoles... Toda una proeza para un país que mantiene en el analfabetismo a su población, y algo que además demuestra como la "cultura en la sangre" también existe.
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Por cuanto hemos expuesto, "también en Inglaterra cuecen habas", porque la Casa Real británica -desde hace décadas- nunca ha dejado de favorecer a la "música moderna" (muchas veces en detrimento de la clásica). Tanto es así, que podemos decir que el Rock y el Pop prácticamente son un "invento inglés". Lo que expreso sin desear descalificar a esta música, ni menos afirmando que sea fea o de baja calidad; sino porque simplemente no es un arte culto y por ello no necesita de patrocinios y menos de la realeza (se basta por sí misma para salir adelante). Es arte del pueblo, y el arte popular en múltiples ocasiones es mucho más bello que el clásico o el palaciego -lo que podemos ver en nuestro tiempo, donde las melodías más bonitas se compusieron en "estilos modernos"-. Aunque el problema se produce cuando solo hay arte popular y no se tiene otra alternativa; es decir, desde el momento en que ya a nadie le interesa el mundo clásico o cultivado -algo que parece estar ya viviendo España-.
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Un hecho que se produce también y en parte, porque las instituciones y las más altas autoridades dejan de ir a conciertos o exposiciones, prefiriendo darse baños de multitud asistiendo a espectáculos nuevos o presidiendo partidos de fútbol -argumentando que la Sociedad se ha modernizado y lo de los violines y el frac es del pasado-. Lo antes descrito puede llegar a hacernos suponer que si la Sociedad ha de cambiar tanto como para que los reyes solo asistan a "conciertos Rock", alternen con futbolistas o inviten a cantantes a sus recepciones (olvidando a los investigadores, literatos y a los músicos clásicos)... . Quizás la modernización social debe comenzar por cambiar el sistema. Ya que más lógico es pensar que una Corona sirva para mantener ciertas tradiciones, a élites bien formadas, las actividades que no logran otros apoyos y las costumbres más importantes de una Nación. Entre las que están: Las causas benéficas, las tradiciones culturales e históricas y hasta las peculiaridades religiosas y las fiestas nacionales.
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Cuanto expongo puede entenderse perfectamente si observamos el comportamiento de los emperadores del Japón, que sirven para que su país conserve su idiosincrasia, sus raices, su cultura, su civismo y su civilización milenaria. Siendo ello lo que convierte a la Casa Real japonesa en uno de los pilares fundamentales de la nación. Muy por el contrario, se hace dificil entender las monarquías en muchos de los paises europeos, donde sus representantes han decidido incorporarse a la "mediocridad televisada"; creyendo quizás que con ello aumenta su popularidad. Auque en verdad, si un jefe de Estado baja hasta el nivel de la canción ligera o del fútbol, olvidado los deportes que necesitan ayuda, y a la verdadera cultura. Provocará que antes o después sus súbditos terminen por preguntarse quién apoya las causas que en verdad lo merecen y lo necesitan -porque para ir al fútbol o a bailar, siempre hay gente dispuesta-. Motivando esta situación, además, el rechazo de parte de la intelectualidad y de las élites; quienes actúan de común movidos tan solo por la vocación de mantener su cultura y sus tradiciones (sin recibir nada a cambio, en múltiples ocasiones)
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SOBRE ESTAS LINEAS: Reloj solar de Baelo Claudia hallado en las ruinas de esa cuidad romana, sita en la playa de Bolonia -Cádiz- y fechado en el siglo I a.C. (propiedad del MAN, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Bajo este precioso artefacto, donde para leer la hora había que tener muchos conocimientos, he recogido la frase de Albert Einstein cuando afirmaba: "Temo el día en que la tecnología sobrepase la creatividad humana. El mundo solo tendrá una generación de idiotas". En lo que se refiere a la música, desde hace unos años la tecnología superó la "capacidad interactiva" del creador; generando instrumentos, sintetizadores y sistemas de componer a través de ordenadores. Por lo que la generación de idiotas (al menos musicales) ya ha nacido; de lo que no debe asustarnos la bajísima calidad que tiene todo lo que se viene haciendo nuevo en este arte -al menos desde hace un par de lustros-..
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ABAJO: Portada del libro sobre temperamentos históricos de Goldáraz Gainza. En este, podremos leer la complejidad que tuvo antaño la teoría de la música; que aunaba la matemática, la física, las astronomía y a la filosofía. Considerando que las distintas afinaciones (o los modos diferentes de regular las escalas) provocaban en el hombre alteraciones espirituales muy distintas. Partiendo de esa premisa, se estudiaba cómo regular los tonos con el fin de que aquellas notas modificaran el estado de ánimo y mejorasen la situación del alma. Generándose infinidad de teorías para explicar qué modos de cortar la escala -en base a "La Sección Áurea" o en razón de otros números y figuras geométricas- generaban sensaciones espirituales diversas.
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He explicando esta teoría musical ante personas jóvenes -que se suponen cultas (licenciados)- o en conferencias concierto; y me he visto obligado a escuchar comentarios tales como que aquella forma de ver la afinación no era más que "una masturbación mental"... . Muy alejados de la realidad y en una ignorancia plena, mucha gente de hoy en día no sabe por qué cuando uno se sitúa bajo a una cúpula cisterciense (o gótica) y canta o habla, aquella voz resuena de un modo celestial. Todo lo que parte desde esa ciencia musical, unida a la física, a la matemática y a la arquitectura; secretos que ya se ha perdido pero que ampliamente conocían los griegos y romanos (del modo como Vitrubio las describe -por ejemplo- en sus fórmulas de vasos acústicos, llamados vitrubianos). En la portada del libro de Goldáraz Gaínza vemos el "Sistema Perfecto" de afinación creado por Salinas, muy cercano ya al Bien Temperado (unos ciento cincuenta años antes de que se resolviera la raiz doceava de dos, como coeficiente de intervalos en cada nota). Viendo este precioso dibujo en que se explican los intervalos y su armonía; escuchando la música de hace siglos, junto a la de hoy; uno no tiene dudas de que "la generación de idiotas" ha nacido.

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5.- La generación de los idiotas y el puente hacia ninguna parte (1950-1980):
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Seguiremos recordando algo más de mis años de colegio: En sus últimos cursos tuve como mejor amigo a Blas; que tristemente murió poco tiempo después. Nuestra amistad nació principalmente por la afición que yo tenía a la guitarra y la música; junto a la suya hacia la poesía. Así, mientras yo le prestaba o le grababa discos y le buscaba entradas para conciertos (como el primero que dió Barenboim en El Teatro Real, de Madrid -hace ya unos treinta y siete años-); él me encontraba ejemplares, datos y libros sobre poetas. Pues su familia era de Granada (su abuela materna recuerdo, se llamaba Garcia-Valdecasas) y habían sido amigos de muchos de los mejores artistas del 27. Hablaba de Lorca, de Falla, o de Barrios y Albéniz; por boca de lo que escuchado en su casa. Narrando anécdotas de primera mano y hechos que sus padres o abuelos habían vivido junto a los representantes de esta Generación. Por su parte, a Blas también le encantaba mi guitarra y mientras hablábamos de lo divino y de lo humano, intercambiábamos anécdotas e ilusiones (poemas por música); le comentaba lo que en casa había oido sobre arte, o acerca del Regeneracionismo y el krausismo (tan ligado a mi familia materna y sobre todo, a los Canalejas).
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Muchas son las anécdotas que podría contar de este buen amigo con el que solo pude disfrutrar unos cinco o seis años -tres en el colegio y otros tantos en la carrera-. Pues un día de frío enero (en 1985), me llamaron para decirme que había muerto en un accidente de coche. Tenía él veinticuatro años; los que yo todavía no había cumplido. En su sepelio decidí dedicarme a la guitarra tal como él me aconsejaba siempre; para dejar la abogacía, que tanto y tan mal habíamos estudiado juntos. En aquellos días ya estaba yo trabajando con Carmen Conde (por entonces, primera y única mujer de la RAE) en el proyecto de poner música a sus versos. Un año después estrenábamos en París la obra a guitarra y canto con sus poemas; seis meses más tarde de presentar en Madrid un ballet con argumento de la poetisa y con música mía. Pero aquel fue el último tiempo en que las gentes se interesaban por la guitarra y por la poesía. Recuerdo que ya empezaba a dar igual la cultura, y cuando llamé a un amigo que presidía una de las empresas más importantes de prensa (propietaria de varios periódicos), para que cubriera la noticia del estreno; me enviaron al de "Sociedad" -el de bodas, bautizos y comuniones-. Carmen Conde se enfadó por tal afrenta y yo solo pensé por qué no me habrían mandado al de las esquelas, ya que por entonces se veía venir que la gente solo quería ya el "chunda-chunda", la discoteca y el fútbol. Se vislumbraba ya la agonía de la música.
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Desde aquellos días (hablamos de 1985) hasta hoy, la cosa ha ido de mal en peor. Tanto que el Pop y el Rock (cuyos líderes habían sido autores de grandes melodías), quedó superado. Siendo sucedido por movimientos tan "raros" como el Punkie, el Heavy, el Metal y largo etcétera... . Por lo que "eso" que antes era cosa de marginales y que se oía solo por los "más colgados", pasó a escucharse en todo lugar y toda fiesta. Llegando a parecer algo normal a un padre (educador o a un profesional con hijos) que sus vástagos escuchasen aquella música estridente, ruidosa, cacofónica y sin sentido. La degradación progresó y a día de hoy ya un chaval no es capaz de escuchar a Mozart, porque una vaca tiene más sensibilidad acústica. Lo que digo lo afirmo con plena seguridad, pues sabido es que en las lecherías se hace sonar de contínuo música clásica (preferentemente de Mozart), con el fin de que los animales produzcan más litros. Curiosamente si se cambia a otras melodías más rápidas, las vaquitas pueden dar menos leche; pero si se les hace escuchar Punkie, o Metal y Heavy, se ha probado que se les corta. Algo de eso creo que me pasa a mí... .
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Por lo demás, el oir de contínuo música de baja calidad, estridente o cacofónica degrada el oído y el gusto, del mismo modo que lo hace el consumo de comida basura. Bien sabido es que si un chaval se alimenta solo de chuches, patatas fritas y refrescos, tendrá en pocos años el paladar destrozado y las hormonas machacadas. Dado que la degradación del gusto que provoca esa mala alimentación, no es solo preocupante por un motivo estético. Sino lo es sobre todo porque la persona así educada, tendrá siempre propensión a alimentarse mal y por ende, a sufrir obesidad, junto a muy diferentes enfermedades. Lo mismo sucede con la música (y con el resto de la cultura), debido a que aquellos que se acostumbran a consumir cultura-basura sufren procesos de degradación emocional (por no decir espiritual). Tanto que les será mucho más fácil caer en la droga o el alcoholismo, habida cuenta que se hace imprescindible acompañar con "determinadas sustancias" esos sonidos tan fuertes como duros (en decibelios y en estridencias). Pese a ello, nada se hace por educar a la juventud en la música clásica, en la poesía o en la literatura; potenciándose tan solo que asistan a espectáculos o a ver deportes de estadio -especialmente el fútbol-.
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Frente a la situación antes descrita y viendo lo que sucede con la música o la literatura desde hace algunos años, podemos afirmar (sin temor a equivocarnos) que la "generación idiota" ya ha nacido. Pero esta se engendró, vivió y creció así, por culpa de sus antecesores -la nuestra-. Ya que fueron aquellos (los de mi edad) los que en los años ochenta y noventa decidieron que el mundo intelectual era un rollo patatero y que lo divertido era el fútbol y el chunda-chunda. Unos padres o educadores que no han sabido inculcar a los jóvenes que les sucedieron, el amor hacia el verdadero arte y a la cultura; algo que sí nos fue enseñado a nosotros (con gran esmero). Al decir nosotros, me refiero a los de mi "quinta", que nació con mucho, que fue la primera en no vivir una sola guerra y que no tuvo prácticamente problemas.
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De tal modo, si por generación se toman unos treinta años, concretamente habremos de señalar a los nacidos entre 1950 y 1980; quienes no tuvieron que soportar la posguerra, no vivieron un país de hambre y pobreza, no lucharon contra una dictadura, ni contra el comunismo, ni contra el fascismo, ni a favor de nada. Y que, en definitiva, lo tuvieron casi todo hecho. Porque esta generación mía ha sido la primera que se ha educado con la televisión y el cine (sin necesitar leer ni escribir, para divertirse). Un grupo que en verdad creo, ha sido un puente hacia ninguna parte; dejando romos de cultura y posibilidades económicas a los que le siguen. Por lo que no puedo más que terminar diciendo que quizás la pronosticada por Einstein "generación de idiotas" (culturales) ya ha nacido. Pero si lo hizo fue porque sus antecesores se empeñaron en crearla, no porque la tecnología haya acabado con las posibilidades del humanismo, ni del arte.
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ARRIBA: Junto a Carmen Conde, en una noticia publicada en ABC; verano de 1985. En esta se comentaba las obras que íbamos a estrenar (con letra o argumento de la poetisa y música mía). Hoy en día, las noticias culturales apenas existen; y las que se dan, en su gran mayoría hablan de espectáculos celebrados en estadios... . No se refieren por lo tanto a cultura, sino a un Show.
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ABAJO: Tocando la guitarra en público, en Japón (foto tomada hace unos seis años). Todavía recuerdo que cuando estrenaba obras con Carmen Conde se me acercaron algunos productores de música para comentarme que si trabajaba para grupos "modernos", podría ganar mucho más que haciendo esa "música aburrida" (tal como literalmente algunos pronunciaban, advirtiendo que había unas grandes posibilidades de forrarse si cambiaba mi orientación). A todos ellos les dije lo mismo: -Yo hago la música que me gusta; y para hacer otras cosa, me dedico a la abogacía-. Alguno, al oir esas frases mías se tocó la sién, señalando que estaba yo "mu pirado; pero que mu pirao". Tenían razón porque no sé si saben Uds. lo difícil que es subirse a un escenario con una guitarrita clásica, ante cientos de personas; y además, no cobrar casi nada. Pese a ello, lo seguiré haciendo (hasta que el cuerpo aguante). ¡Porque nosotros, los de la música de siempre, esos sí que somos los modernos; no los que tocan por dinero o por la fama!.
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