Querría
dedicar esta segunda parte del artículo a mis tíos paternos:
José
Mª Gómez Morán y Mª Dolores Albornoz
(recordando
siempre lo cariñosos que fueron).
ÍNDICE
GENERAL: Pulsando
el siguiente enlace, se llega a un índice general, en el que se
contienen los artículos de "Añoranzas, recuerdos y
semblanzas". Para acceder al índice haga "clik" sobre
esta linea:
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com.es/2015/04/pulsar-sobre-las-lineas-de-enlace-hacer.html
.
EL
ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo
las letras destacadas en rojo
o negrilla).
ESTE
CAPÍTULO SE COMPONE DE TRES ENTRADAS:
-Parte
primera (a la que podemos llegar pulsando el enlace:
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2018/08/tierra-de-las-gentes-libres-parte_19.html
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2018/08/tierra-de-las-gentes-libres-parte_19.html
-Parte
segunda (esta que leemos)
-DOCUMENTACIÓN
ADJUNTA; donde se recogen citas y documentos, página a la que
accederemos pulsando:
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al
lado,
uno de los libros de mi abuelo Luis Gómez-Morán. Como ya dije, él
y sus hermanos (todos juristas) fueron discípulos y muy cercanos a
los García-Alas; tanto que Ulpiano era el adjunto en la cátedra de
Leopoldo Ga.-Alas Argüelles. Fruto
de los conocimientos y de la magnífica preparación que obtuvieron
en la Universidad de Oviedo, dos de ellos fueron notarios (mi abuelo
Luis y su hermano Mario), el mayor profesor de Filosofía del Derecho
y Emilio presidió la Audiencia.
Como ejemplo de aquella gran formación que por entonces se daba en
las carreras de humanidades, recojo al lado la portada de alguno de
los más de veinte libros que escribió mi abuelo. Tratados
jurídicos publicados entre 1925 y 1951 (fecha en que fallece), cuyos
principios filosóficos aún se explican en universidades tan
importantes como Harvard. En la fotografía de
abajo:
Mi abuelo junto a los cinco hijos que tuvo en su primer matrimonio.
De derecha a izquierda: Luis Gómez-Morán padre (sentado), detrás
su segundo hijo, Arturo; a la izquierda el menor (Juan), a su lado el
siguiente en edad (Jose María, el tío “Chema”), el último a la
izquierda y de pié, mi padre (Mario); sentado también, el
primogénito Luis. La fotografía fue tomada hacia 1940, cuando
publicó LA ACTUALIDAD EN LA FE PÚBLICA (el libro que vemos en
imagen arriba); una fecha en la que Luis tendría dieciocho años, mi
padre unos diecisiete, Arturo quince, Chema unos catorce y Juan unos
trece años.
6-
ASTURIAS DE LOS HOMBRES LIBRES:
.
Asturias
lograba despegar económicamente durante el siglo XIX, mientras el
resto de nuestra “querida” España se dedicaba a despellejarse y
a matarse: Primero con Fernando VII, luego en las sucesivas
guerras carlistas; y finalmente, con las luchas internas de poder
isabelinas. Por el contrario, los asturianos aprovecharon la
oportunidad que les dio la vida con el “carbón”, mineral que
abundaba en su subsuelo y que tras la Revolución Industrial fue como
en nuestra época es el petróleo. Así se inicia desde fines del
siglo XVIII la minería a gran escala en la zona, apoyando el
progreso económico y promoviendo La Ilustración. Una ideología
de la que apenas hay rastro en el resto España; a excepción de
algunos filósofos católicos o “absolutistas” y que más bien
debemos considerar un neo-humanistas (no propiamente “ilustrados”).
Tan norteña fue La Ilustración, que ese movimiento impulsor la industrialización, se
extendió por nuestro país gracias a la idiosincrasia de las gentes
del Cantábrico -y al carbón que allí abundaba- divulgándose
principalmente en Asturias. Teniendo como figura inicial a Feijoo
(que vivió gran parte de su vida en Oviedo), aunque los
verdaderos ilustrados fueron: Campomanes y Jovellanos. Pese a que esta "ideología", que apenas tuvo seguidores en España, decayó aún más
cuando tras 1812 nuestro país se convirtió en una nación atrasada
y decimonónica. Con la llegada de Fernando VII, cuando los
ilustrados fueron tachados de afrancesados y vilipendiados como
traidores. Confundiendo de ese modo nuestro pueblo, el
pensamiento fundado en la ciencia y el estudio; con un deseo de
vender España al enemigo. Sin darse cuenta el ciudadano hispano, que
cuando sus gobernantes tildaban de traidores a sus sabios; era
tan solo para sumir a España en el atraso. Sin dejar que prosperase
nuestro país, fundamentalmente para poder gobernarlo mantenido en la
incultura y en el odio.
.
De
manera muy distinta, en Oviedo y en gran parte del Norte de España,
siguieron valorando esas nuevas ideas europeas durante el siglo XIX;
promoviéndose no solo filósofos, juristas, historiadores o
humanistas; sino también grandes empresarios y comerciantes. Hombres
del mundo del dinero y la industria, que atendían a este espíritu
ilustrado; entre cuyos principios aparecen por primera vez las
diferentes teorías económicas (como ciencia y como
pensamiento). Promoviéndose la banca oficializada, la organización
fiscal equitativa y gradual, los catastros y cientos de normativas
económicas; que para nosotros hoy resultan comunes, pero que hasta
el siglo XIX eran desconocidas. Todas ellas, consideradas desde 1812
“ideas afrancesadas” por los bárbaros que durante esas fechas
gobernaban la Península; aunque en el Norte de nuestro país
-de forma muy diferente-, se respetaban aquellas teorías que
luego fueron las bases de los Estados Contemporáneos.
.
De
ese modo, huyendo de las continuas guerras intestinas; buscando
refugio en el progreso y asimismo impulsados por las ganancias que
el carbón iba concediendo a Asturias. Se trasladan a vivir a las
cercanías de Oviedo algunos de los empresarios más valiosos de
nuestra Historia (al menos del siglo XIX). Llegando por entonces
figuras como Ignacio Herrero (padre de Policarpo), Ignacio Masaveu o
la famosa familia maragata de los Botas. A ellos hemos de sumar
conocidas sagas de industriales asturianos como los Cosmen, los
Figaredo, los Vigil Escalera, los Fierro, Rato, Acebal,
Caicoya y tantos otros que ya destacaban a mediados del siglo XIX
como empresarios. Asimismo, esa llamada económica generada por
Oviedo durante la mitad del siglo XIX; fue además impulsada por la
necesidad de huir que provocaba el resto de la España isabelina.
Donde todo era guerras, conflictos, corrupción y problemas. Debido a
cuanto se produce la gran ola de emigración hispana en este siglo
XIX; que conlleva el nacimiento de los “indianos”, quienes
regresan como grandes industriales tras haber dejado años atrás su
tierra (al “marchar para hacer las Américas”). Muchos de
ellos volvieron con fortunas incalculables, aunque hubo otros que
vinieron de vuelta con una pequeña hacienda y narrando que en el
otro lado del Atlántico tenían enormes posesiones; a los que en
Asturias se llamaba “americanín del pote”. Sobre estos “del
pote” recuerdo que mi padre hablaba de un conocido que para
presumir de millonario, bajaba a la playa de Luanco con Orquesta,
neveras y barman. Invitando a barra libre y a bailar a sus amigos;
aunque prohibía que los ajenos a su grupo bebieran de aquel bar, ni
menos bailasen con su música. Colocando a la orquestilla junto al
espigón del Gallo, donde aquel “americanín del pote” increpaba
a quienes se acercaban y no eran de su “grupín”; diciendo:
-¡Oye,
tú no bailes con mis canciones; que tú no “yes” mi amigo!-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos
fotografías
del panteón de los Masaveu, en el cementerio de San Salvador de
Oviedo. En la Historia económica de Asturias, destaca cómo hacia
1855 llegó desde Reus el empresario Ignacio Masaveu, para
establecerse en Cimadevilla.
Tras su muerte, ese hombre que había comenzado su andadura como un
pequeño industrial, deja una banca y un emporio inigualable (todavía
en pie). El
valor de aquellos que fueron capaces de crear empresas y dinero en
una España decimonónica y cainita, nunca ha sido del todo escrito.
Quizás porque para describir su verdadera valía, habría que narrar
la enorme corrupción y oscuridad en que vivía nuestro país por
entonces. Sumido
en guerras civiles, tramas de destronamiento e infinidad de
traiciones.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Otras dos imágenes del cementerio de San Salvador de Oviedo; en este
caso los panteones de las familias Caicoya Herrero y de los Herrero.
Ignacio Herrero (padre de famoso Policarpo) fue otros de los grandes
empresarios que emigran a Asturias a mediados del XIX. Su origen
parece maragato, como el de muchos otros importantes industriales que
marcharon hacia Oviedo, cuando se extiende el ferrocarril y los
arrieros pierden su negocio. El
recuerdo de los orígenes maragatos en muchas de estas familias
empresariales ovetenses, se hace presente en sus usos y costumbres.
Hace no muchos años descubrí que unos tíos míos originarios de
aquellas tierras maragatas, seguían veraneando en esa zona (junto a
sus hijos y nietos). Quienes pese a tener una gran casa en la playa
de Ribadesella, pasaban algunos de sus días de vacaciones en plena
maragatería. Donde Elías Caicoya Masaveu y su mujer Ángeles
Gómez-Morán (recientemente fallecidos) descansaban. En Castrillo de
los Polvazares, junto a su nieta que allí regenta un precioso
restaurante, cercano a Astorga y famoso por el cocido maragato.
7-
LA ECONOMÍA DE “PALABRA”; MARAGATOS, VAQUEIROS Y PASIEGOS:
.
Tal
como decíamos, desde mediados del siglo XIX muchas de las personas
más valiosas e inteligentes que habitaban nuestra nación se vieron
obligadas a dejar sus tierras: Unos escapando de la Corte y de la
capitales más importantes -donde la corrupción acabó con cualquier
mente sana-. Aunque una gran parte emigró a América o se refugió
en Europa (hartos de carlismo y de guerras); existiendo unos más
privilegiados y que lograron irse hacia zonas del Cantábrico -donde
la minería y el ferrocarril, cambiaron radicalmente la economía,
junto a las formas vida-. Llegaron de ese modo gran cantidad de
empresarios y comerciantes a las inmediaciones de Oviedo y Gijón; un
área en la que el liberalismo económico y el progreso social era un
hecho. No solo gracias a cuanto Jovellanos y Campomanes habían
sembrado con su ilustración; sino sobre todo por la riqueza que
proporcionaba el carbón. Pues las cuencas mineras gozaban de un alto
estatus económico; al menos, hasta la aparición del motor de
explosión y del petróleo. Lo que sucede hacia 1890, momento en
que aquella terrible profesión de extraer antracitas y hullas dejó
de estar bien pagada, provocándose por entonces los primeros
conflictos sociales que finalmente estallan a principios de siglo
(cuando los mineros son terriblemente explotados). Generándose
verdaderas tensiones desde que cae el precio del carbón; aunque en
Asturias hasta 1900 se había gozado de una gran estabilidad y
progreso -con una economía similar a la de los países hoy ricos en
petróleo-. Conflictos de comienzos del siglo XX a los que se unió
una nueva burguesía ovetense, compuesta por los propietarios de
minas, tremendamente conservadores; quienes no se correspondían con
las élites anteriores. Siendo aquella clase alta de fines del XIX
las gentes que describe La Regenta y que chocaban de pleno con “la
modernidad” que por entonces imperaba en el Principado. Pero -sobre
todo- con los verdaderos empresarios que allí se habían establecido
(tal como venimos refiriendo).
.
Pero
antes de que estos conflictos surgieran, Oviedo era una Sociedad muy
prospera y sana. Principalmente gracias a su simiente ilustrada;
que junto al progreso proporcionado por el ferrocarril y el carbón,
eclosionaron en una de las primeras economías contemporáneas, de la
cual nace la Banca privada española. A este caldo de cultivo de
enormes posibilidades comerciales, se unió la función de los nuevos
indianos. Algunos de ellos tan poderosos como los Escandón,
los Estrada o los Ibañez, con los que emparentó Basagoiti.
Industrial de origen vasco emigrado a México, que tras unirse
a algunas familias asturianas, se convierte en uno de los mayores
magnates mundiales; fundando junto a ellos el Banco Hispano Americano
(en 1901 y que dirigió hasta 1933). Siendo Antonio Basagoiti un
caso más de esta colaboración entre América y aquellos empresarios
del Norte de España; y cuya historia comienza tras asociase de
joven con Nicolás de Teresa (originario de Llanes) y con Manuel
Ibáñez (primo de su mujer), fundadores del Banco Mercantil Mexicano
en 1882. Logrando así crear dos decenios después el Banco
Hispano Americano, con la ayuda varias sagas de Asturias, como
eran: los Noriega, los Escandón, los Miranda -junto la su
familia de su esposa, Francisca Ruiz Ibáñez-. A su vez, otros
comerciantes asentados en El Principado, comienzan su labor como
prestamistas y pequeños banqueros; alternando esa función junto a
la de industriales. Ese sería el caso de personajes como Policarpo
Herrero o de los Masaveu; que en sus locales comerciales facilitaban
dinero a empresarios y particulares (al igual que hicieron otros
tantos como los Fierro, o los Vigil-Escalera).
.
Pese
a ello y a la prosperidad que el carbón regalaba; son esenciales los
emprendedores, para que florezca una economía en estas condiciones
-a la escala y envergadura que lograron las empresas y banqueros
asturianos-. De tal manera, el hecho fundamental que lo impulsó
-a mi juicio- fue el
origen “ancestral” como mercaderes de aquellos que lideraban la
economía asturiana por entonces. Nos referimos a la procedencia y
el trabajo de aquellas familias comerciantes, que llevaban a cabo las
operaciones de compra venta o de préstamo, durante este siglo XIX.
Siendo la gran mayoría asturianas, dedicadas desde hacía siglos
al transporte interior de mercancías, o a comerciar con América; a
las que se sumaban otras sagas leonesas, principalmente de origen maragato.
Quienes emigran hasta Oviedo al crearse la red de ferrocarriles y
perder su negocio de portes. Pues -como sabemos- los
maragatos fueron los transportistas, por excelencia; gozando de tanta
confianza entre sus clientes, que la Casa Real les había concedido
el privilegio de trasladar todos los caudales del reino. Siendo
los arrieros de Astorga y de sus entornos, quienes llevaban en carro
los impuestos recaudados por la Corona; algo que hicieron igualmente todos los banqueros y ricohombres de la mitad Oeste de España, que les
confiaran el porte de sus mercancías y de sus caudales. Llevando
esos maragatos, de un lugar a otro las más preciadas riquezas; con
tal cuidado y fidelidad, que respondían ellos mismos con sus bienes,
si eran asaltados por maleantes. Devolviendo al rey o a los
bancos (en su caso) cuanto les hubieran robado en los caminos. Un
hecho que se debía a la fiereza con la que defendían sus cargas,
pero también a que tejieron un entramado de “aseguradoras”, con
las que cualquier maragato que fuese asaltado, era ayudado por los
demás (reparando entre todos los de un mismo “clan” el coste
de la carga perdida). Ello supuso no solo una unión empresarial
inquebrantable entre la maragatería; sino además, la necesidad de
una endogamia absolutamente cerrada, con el fin de protegerse y
también para no perder tan pingües negocios. Finalmente, se hizo
evidente que la “palabra del maragato” era más valiosa que
cualquier papel firmado de otros; pues realizaban todos los portes y
transacciones sellándolos con un simple apretón de manos.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Castrillo de los Polvazares (cuna de la
maragatería). Al
lado, casa
solariega en Castrillo. Abajo,
mi
mujer en el “merendero” o lugar de juntas, del mismo pueblo
-hace algunos años-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Otras dos imágenes de la maragatería. Al
lado,
el bólido que utilizaban estos familiares míos para moverse por
Castrillo de los Polvazares (hace
apenas cinco años -desde que tristemente ya no están con
“nosotros”-). Abajo,
interior de una casa maragata, en Luyego (hoy convertida en un
magnífico restaurante micológico y casa rural). Para comprender la
importancia de La Maragatería,
hemos de tener presente que desde el sigo XIV había sido el pueblo
transportista de mercancías y de oro. Llevando sus portes por todos
los caminos de España; aunque se arruinan a fines del siglo XIX (con
la aparición del ferrocarril). Fueron olvidados desde entonces,
hasta el punto de verse obligados a colocarse como pescaderos en
Madrid y otras ciudades (a las que antes habían abastecido de
productos alimentarios -transportando asimismo los caudales de sus
hacendados-).
Recomendamos leer los trabajos de Isabel Botas San Martín, junto al
Magnífico
blog que a continuación referimos y del que damos enlace; con el fin
de entender lo que fue el pueblo maragato:
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Imágenes de Castrillo de los Polvazares, cuna de una de las sagas
más importantes de arrieros: Los Botas.
Una familia cuyos orígenes parece que se remontan a tiempos de Pedro
I; aunque es en el siglo XV cuando ya se documentan como hidalgos que
ayudan a la Corona en sus primeros negocios; manteniendo desde
entonces su mayorazgo. Entre
ellos destacaron algunos de los que marchan a Oviedo a mediados del
siglo XIX, llegando
a banqueros y logrando crear industrias de un valor incalculable.
Como
decíamos en las imágenes superiores, para comprender lo que fue
este extraño pueblo asentado en las proximidades de Astorga;
recomendamos los trabajos de Isabel Botas San Martín, junto al blog
antes referido. Asimismo,
en el siguiente link podremos conocer qué fue la famosa “saga de
los Botas”; de los que algunos lograron emigrar a Oviedo,
convirtiéndose en grandes empresarios (fundando los famosos
Almacenes Botas).
Ver:
.
Acerca
de aquellos maragatos, recoge Jose
Luis Martín Galindo
(en su libro ARRIEROS
MARAGATOS EN EL S. XYIll; Universidad de Valladolid 1956) la
descripción que da sobre ellos del escritor cubano A.C. Ferrer y
Herrera a comienzos del siglo XIX;
cuando aún no se había extendido el tren y todavía cumplían su
función de arrieros y transportisas. Narrando
Antonio Carlos Ferrer al verlos por Madrid en 1830:
“No
menos llama
la
atención los maragatos por su traje. Consiste en calzones anchos
como sacos, hasta las pantorrillas, donde se ajustan, de género
negro u oscuro, chaquetas del mismo, con mangas demasiado anchas
hasta el codo, y cayendo alrededor del cuerpo, como camisa de
pliegues; largas melenas y sombreros de pastor. Son
traficantes y generalmente los que transladan el dinero, por
su
crédito y formalidad.
Encuéntranse siempre en los mesones
de
la puerta de Segovia, sobre todo en uno que tiene su nombre.
Alguno
de estos traficantes suelen helarse en el rigor del invierno, pues no
los detiene el frío, ni llevan otro abrigo sino una ligera y mala
manta”.
Es
evidente, que la palabra “traficante” se debe entender en este
caso como “transportista”; un neologismo que Ferrer Herrera no
conoce, pues el texto pertenece a su obra PASEO POR MADRID (editada
en 1835).
BAJO
ESTAS LÍNEAS:
Una casa maragata, en Lucillo con su típico tejado empedrado.
Apenas
lujos como colocar lajas en su techo,
o traer granitos de Galicia para decorar sus hogares; eran los que se
permitían estos hombres que a veces transportaban centenares de
kilos de oro en sus mulas. Acerca
de los maragatos, también hablan otros viajeros extranjeros que
visitaron nuestras tierras siglos atrás; tal como recoge J.L.Martín
Galindo en la obra antes referida (pags 25 y ss). Mencionando a J.
Barrow, quien es su libro “LA BIBLIA DE ESPAÑA describe a estos
leoneses del siguiente modo:
“Los
hombres apenas se ocupan en las labores del campo abandonándoselo a
las mujeres que aran las pedregosas tierras y recogen sus menguadas
cosechas. Muy diferente es la ocupación de sus maridos e hijos
constituyendo un pueblo de arrieros y considerarían casi como una
desgracia emplearse en otros quehaceres. Por todos los caminos de
España, particularmente al Norte de la Cordillera divisoria de ambas
Castillas, pasan los maragatos en cuadrillas de cinco o seis;
dormitando o simplemente echados en el lomo de sus gigantescas y
cargadísimas mulas, bajo los rayos del sol achicharrante. En suma;
casi todo el comercio de una mitad de España está en manos de los
maragatos, cuya fidelidad es tal, que cuantos han utilizado sus
servicios, no vacilarían en confiarles el transporte de un tesoro
desde el Cantábrico a Madrid, en seguridad completa de que no sería
culpa suya si no llegaba a salvo e intacto a su destino; arrojados
han de ser los ladrones que intenten arrebatar sus mercancías a los
arrieros maragatos doquiera tenidos; aferrados a ellas mientras
puedan tenerse en pié, las defienden a tiros o con su propio cuerpo
si caen en la pelea”
Este
sistema maragato basado en la confianza y en la palabra; donde no
necesitaban firmar un solo papel para estar seguros de que las
mercancías llegaban perfectamente. Era -a mi juicio- heredero del
mundo comercial de la lana, que se extendería al de las mantas (con
las que sabemos, se cubrían los arrieros en sus viajes, mientras
dormían a la intemperie cuidando la carga). Aunque lo más probable
es que se establecen esos “laneros” en la zona de Astorga, en
tiempos de los Conversos; tras la expulsión de los judíos (cuando muchos de ellos no huyen, ocultándose en estas sierras cercanas a
Portugal). Siendo este final del siglo XV en el que las poblaciones
maragatas ya fabrican algunos de los mejores paños castellanos, una
tradición que aún continúa en Val de San Lorenzo; donde asimismo
conservan “la palabra” como fórmula trato (hechos que he
comprobado personalmente al exportar mantas de Pascual Domínguez a
Japón, quien no se preocupaba de recibir pagos y me las enviaba al
otro lado del mundo, tan solo con recibir una llamada de teléfono
dando el encargo). Esta honradez de los maragatos, les
proporcionaba a su vez la posibilidad de ser prestamistas; todo lo
que hicieron al llegar a Asturias, cuando abrieron allí sus
comercios -al quedar obsoleto su negocio de arrieros tras difundirse
el tren-. Así fue como muchos de los que se asientan en Oviedo,
terminan siendo grandes empresarios o banqueros (como los Botas o
los Herrero; fundadores del Banco Herrero y de los “Grandes
Almacenes, Botas”)
.
Otros
tantos que emigraron a Oviedo en esos años de prosperidad, venidos
principalmente de Cantabria o de León; eran también familias
dedicadas al mercadeo desde tiempos ancestrales (quienes
igualmente cerraban sus pactos “dando la mano”). Destacando
por entonces no solo honradez inquebrantable del maragato, sino
igualmente la del pasiego; que también comerciaba desde épocas
remotas, con cuanto lograban “pasar” en aquel Valle del Pas. A
ellos se sumaban algunos leoneses; también asentados en Oviedo como
comerciantes de lana -primero-, para luego abrir casa de préstamos
(llamados cazurros, cuya tozudez les hizo famosos como personajes
duros y de moral inquebrantable). Finalmente en este escenario
económico aparecieron los humildes “vaqueiros” asturianos; que
se incorporan más tarde a este carro de la prosperidad comercial
(desde principios del siglo XX). Personas unidas a las montañas de
Asturias y que antes de iniciar sus tiendas y empresas, trataban con
ganado; por lo que eran igualmente muy honestos. Todo ello, dio
lugar a un tipo de economía basada en “el pacto sin papel”;
nacido de una educación familiar, típica entre arrieros o pasiegos,
en la que se enseñaba que la palabra era oro y el oro era honor.
Donde un préstamo se sellaba con un apretón de manos; lo que
posibilitaba que cantidades ingentes de oro fueran transportadas con
absoluta seguridad y garantía (por carro, tren o barco).
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado,
retrato del gran empresario Suarez-Pola, por Ventura Alvárez-Sala.
Abajo,
vitrina
con piezas de loza de la fábrica gijonesa Suarez-Pola,
tal como se expone en el museo de Bellas Artes de Oviedo -al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-.
.
.
.
.
BAJO
ESTAS LÍNEAS:
Orinales del ojo, fabricados por Suarez Pola. El
sentido de la palabra como contrato era tal, que aún recuerdo una
anécdota contada por mi padre sobre un sucedido con su bisabuelo:
Santiago Gómez Azcona. Que era uno de esos llegados a Asturias hacia
1840, para crear su empresa; cuando al comenzar las guerras
carlistas, el progenitor de mi bisabuelo (de profesión médico, pero
de intención empresario), dejó el Valle del Pas al no interesarle
vivir en un lugar sumido en conflictos -que dividían a amigos y
familias-. Hacia 1850 se casó con una Morán de Labandera (o bien
Morán-Lavandera) perteneciente las más antiguas familias de Gijón,
por lo que hubo de presentar todo tipo de actas de nobleza e
hidalguía (que entregó y que recogemos en DOCUMENTACIÓN ADJUNTA a
este artículo -ver-). Debido a aquel desplante antes de su boda, mi
tatarabuelo tenía bastante manía a las sagas antiguas del
Principado y tras haber fundado sus Grandes Almacenes (a los que
llamó Gómez Morán) fue un día a realizar un pedido a la fábrica
de loza de Suarez-Pola. Aquel famoso empresario era de Luanco, donde
el padre de mi bisabuelo veraneaba y había conocido a su mujer (la
Morán-Lavandera), a quien antes cortejaba este Suarez-Pola. Ni que
decir tiene, que los progenitores de mi tatarabuela preferían al
heredero de la saga Pola, antes que a aquel apellidado Gómez y
recién llegado del Valle del Pas; por lo que había bastante
rivalidad entre ambos.
.
Así
que al verle entrar en su fábrica de loza, Suarez-Pola sentó a mi
tatarabuelo en el recibidor; donde le tuvo sin atender cerca de una
hora (seguramente por ver si se marchaba o para no tratar con él).
Tras aquella dura espera, apareció Suarez-Pola con su cara de
costumbre y una caja en la mano, diciendo:
-Perdona
Santiago; pero es que había antes un cliente pidiendo “una gruesa”
de cacharros como este y tuve que atenderle. Es que “una gruesa”
son doce docenas y la pieza que nos encargan no puede ser más
“delicada”...-
.
El
padre de mi bisabuelo, sin saber que se trataba de una broma sobre la
“grosería” que le estaban haciendo; harto de estar allí sentado
y sin mirar lo que aquel hombre llevaba en la mano, cerrado entre
cartones. Le contestó en tono molesto:
-¡Pues
yo vengo a encargar una gruesa de gruesas de estos mismos
cacharritos!-
Tras
ello el empresario de loza abrió la caja que portaba y mi
tatarabuelo quedó “pasmao”. Pues acababa de encargar doce
docenas, de doce docenas, compuestas por orinales con un ojo y en los
que ponía TEVEO (exactamente el que vemos en imagen abajo). Pero
como buen pasiego, dijo que la palabra era la palabra y así pagó
los 20.736 orinales que ya había dicho, compraba. Después de
aquello, ambos rivales hicieron las paces... . Y es que para eso
sirve tener “palabra”; para ganarse el respeto de todos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos preciosos cuadros de Ventura Alvarez-Sala
(tal como los exhibe al museo de Bellas Artes de Oviedo, al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). AL LADO,
“La Promesa” lienzo de unos cuatro metros de largo, por unos dos
de alto; donde se representa el mundo de los pescadores asturianos a
fines del siglo XIX. Abajo,
“Arando la tierra”, oleo de iguales dimensiones y pintado hacia
1910. En
ambas escenas costumbristas podemos ver cómo era aún la vida
cotidiana en Asturias hace unos ciento veinte años. Siendo evidente
que muchos de sus aldeanos y pescadores vivían de forma casi igual y
tal como lo hicieron sus antepasados, desde la Edad del Hierro
(incluso en la de El Bronce). De aquella pobreza y de
este estado preindustrial que se vivía a mediados del siglo XIX,
salieron los Asturianos gracias a su enorme esfuerzo; pero también
con la ayuda de unas élites empresariales que habían convertido a
Oviedo en uno de los lugares más ricos de Europa. Igualándose por
entonces las fortunas y los capitales que se movían en Asturias, a
los que había en Londres o en Nueva York.
Así
y gracias a estos empresarios de los que hablamos, nació a verdadera
banca española -ajena a aquellos bancos del siglo XVIII cuyo fin
era más imaginario que real-. Creando esos emigrados a Oviedo y a
Gijón, unas entidades capaces para asumir riesgos y dejar dinero a
los particulares; con el fin de que pudieran emprender negocios o
comprarse su propia casa. Generando con ello un cuarto estamento, al
que tristemente el marxismo llamó “burguesía”, pero que nada
tenía que ver con los burgueses; ya que vivían de su trabajo y no
explotaban más que a los miembros de su propia familia -pues en
sus inicios apenas tenían dinero para pagarse empleados-. Nos
referimos a panaderos (que terminan creando harineras), a herreros
(que culminan su vida al mando de industrias de forja o maquinaria),
a mesoneros (que fundan cadenas de hoteles), a carreteros-caldereros
(que inician la industria del automóvil). Y a un larguísimo
etcétera de profesiones, que compusieron e impulsaron lo que se
llama hoy la “Clase Media”. Un “cuarto estamento” que el
Krausismo buscaba con anhelo y que nace gracias al empuje y apoyo que
esos pequeños empresarios reciben de estas personas “de palabra”
que poblaron nuestro siglo XIX. Quienes se dedican a crear riqueza y
empleo, fundando bancos e industrias con enorme mérito. Pues lo
hacían en una España putrefacta; que cuando no se sumía en una
República de circo, se autoinmolaba en guerras civiles, viviendo
entre traiciones de Corte promovidas por militares que apoyaban
pronunciamientos (frente a reyes tan ineptos y corruptos, como Isabel
II o Fernando VII).
.
En
medio de esa vorágine, en pleno siglo XIX español -más negro
que el carbón de Asturias-; aunque parezca increíble, hubo
personas que lograron el milagro económico de hacer despegar a
España hacia el Mundo Contemporáneo. Gentes que principalmente
emigran desde sus tierras de origen (hacia América, Europa o al
Norte de España), para iniciar allí su aventura comercial.
Personajes, que llegan a crear emporios industriales inigualables y
que aprovechan su éxito para formar a sus hijos en las mejores
universidades de Alemania, Inglaterra o Francia. Unos jóvenes
que regresan entono a 1870 a España, con ideas (principalmente
krausistas); promoviendo una Sociedad sana y nueva. Componiendo una
generación ajena al odio y que sin rencores por el pasado, logran
que España dé el salto hacia el progreso; creando centros
educativos como la Institución Libre de Enseñanza -limpiando a
su vez las Universidades de enchufados ineptos, cercanos al poder-.
Finalmente, la élite empresarial que nace en Asturias desde fines
del siglo XIX, gozó de una enorme moral y formación; llegando a
mantenerse durante varias generaciones sucesivas, en las que unas
familias heredan o sustituyen a otras. Siendo ejemplo de ello ya a
mediados del sigo XX el de Ramón Areces o Pepín Fernández,
cuyos descendientes -a su vez- ejercieron con el mejor de los oficios
este arte del comercio.
.
Todo
ello fue logrado y promovido a fines del siglo XIX por quienes se
llamaron Regeneracionistas, que decenios más tarde serán tachados
como “señoritos”; vilipendiándose su proyecto de nación desde
1920 (pese a que habían
regenerado España). Siendo denostado el Regeneracionismo
por movimientos de Izquierdas radicales desde principios del XX, al
considerarlos “poco revolucionarios”; tanto como fue
odiado por las ideologías de extrema Derecha
-que les tildan de enemigos progresistas-. Un modo
maximalista de política; que
se impuso en el siglo XX y que en España provocará la
Guerra Civil, tras llevar las ideologías hacia los extremos. En
tendencias que nos llegan impuestas desde Europa; donde esos mismos
movimientos radicales (de Izquierdas y Derechas) incitaron al
enfrentamiento y a guerras genocidas, provocando centenares de
millones de muertos (primero en
la Revolución Rusa y luego en las dos Guerras Mundiales). Pese a
ello y aunque ya apenas se recuerde, la verdad es que El
Regenacionismo fue el bálsamo que durante unos sesenta años curó
España; liberándola de batallas, de odios y de miseria -desde 1875
a 1936-. Lográndose el milagro
de estabilidad y progreso a través de esta filosofía importada
desde Alemania, por pensadores que emigran hacia 1930; unas ideas de
concordia que siguió esta generación del olvidado exilio, y luego
promovidas por sus hijos (nacidos entorno a 1850). Quienes
fundamentan su ideología en el krausismo, logrando regenerar España
con éxito desde 1880. De tal modo fue importante ese movimiento -del
que hoy apenas hay testimonio-, que entre sus
representantes más destacados se hallan casi todos los intelectuales
desde mediados a fines del XIX, incluso la mayoría de componentes la
Generación del 98 (a excepción
de Valle-Inclán, que sigue tendecias belicistas, carlistas y
anarquistas). Encontrándose entre sus políticos más
importantes, Joaquín Costa y José Canalejas.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos fotografías del panteón los Gómez-Morán -en el cementerio de
San Salvador, de Oviedo-.
Se
trata de un conjunto
escultórico realizado por Víctor Hevia (amigo
y admirado por mi bisabuelo José) y considerado una de sus obras
maestras.
Este cenotafio fue encargado por José Gómez Morán-LaVandera, que
era el padre de mi abuelo Luis y quien a su vez fue hijo de Santiago
Gómez Azcona, médico del Valle del Pas que llega hacia 1840 a Gijón
para crear una empresa de importación y de coloniales.
Hace tiempo, pensaba que el padre de mi bisabuelo José, se llamaba
Santiago Gómez de Diego-Madrazo (tal como dicta en unas de sus actas
de nobleza). Pero posteriormente y gracias a la documentación que me
legó mi tío Jose María (Chema) y su hija Concepción (Conchita
Gómez-Morán); pude comprobar que su nombre era Santiago Gómez
Azcona y que era tío -no primo- del doctor Enrique de Diego-Madrazo.
Asimismo, en estas actas que menciono, se observa que sus abuelos
fueron los Gomez de Diego Madrazo y que su tatarabuelo era el
Justicia Mayor y abogado asesor de la corona a fines del siglo XVIII,
José Diego Madrazo (como dictan las actas de nobleza que también
encontré y que hago públicas a continuación, en DOCUMENTACIÓN
ADJUNTA a este artículo).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; detalle
de “La Piedad” por Víctor Hevia, en la tumba de los Gómez-Morán.
Observemos los daños que tiene debidos a la humedad y dilataciones,
que hacen necesario un mantenimiento y pronta restauración. Abajo,
el sepulcro de Víctor Hevia y familia; también en el Cementerio de
San Salvador de Oviedo y muy próximo al de los Gómez-Morán. Hace
unos años contactaron conmigo los descendientes de este escultor
para pedirme que por favor mantuviéramos bien la obra de su abuelo,
en nuestro sepulcro. Tuve que comunicarle que ya no estaba en nuestra
propiedad, sino en otra rama familiar; por lo que me solicitaron que
hiciera pública la petición de ser restaurada y bien mantenida. Lo
que aprovecho para transmitir a mis familiares lejanos desde estas
páginas.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; hoja
primera del acta notarial de testimonio de nobleza e hidalguía de
los Gómez (del Valle del Pas), que me hizo llegar mi tío Juan José
Albornoz (hermano
de Dolores Albornoz y al que desde aquí envío mi gratitud). En
DOCUMENTACIÓN ADJUNTA a este artículo publicamos el acta entera -de
unas 32 páginas-.
Este documento fue solicitado de nuevo en copia el año 1945, ante la
posibilidad de rehabilitar el título de marqués del Valle de la
Colina. Aunque originariamente fue el testimonio que obligaron a
presentar a Santiago Gómez Azcona (mi tatarabuelo), para contraer
matrimonio con mi tatarabuela (Agustina Morán-LaVandera; o bién
Morán de la Bandera).
Fruto de dicho matrimonio nació José Gómez Morán-Lavandera (padre
de mi abuelo Luis y quien encargó a Víctor Hevia el sepulcro que
antes hemos visto).
Abajo,
página
quinta, del 5 de diciembre del 2000, publicada por el diario ovetense
LA NUEVA ESPAÑA -al
que agradecemos nos permita divulgarla-.
Se trata de una hoja heráldica donde se explica el origen de los
Morán-Lavandera (o Morán de Labandera); cuyo tronco según
Jovellanos, son los caballeros de Gijón: Alvar Gónzalez Morán y
Garcí Morán. Para
saber más, consultar el siguiente enlace, pulsando sobre el link:
8-
MISTERIOS Y ORÍGENES DE MI FAMILIA PATERNA:
.
Contaba
un día mi tío Alfonso Gómez-Morán -notario jubilado, al que
enviamos un gran abrazo-; que de niño oyó hablar a su padre
acerca de nuestros ancestros cántabros. Fue solo una vez y
mientras mi abuelo recibía en su notaría de Torrelavega a un
cliente, quien le comentó en tono amistoso: -“Luis, no te quejes;
pero si vosotros también sois de Santander”-. Parece que al
progenitor le cambió el rostro y muy nervioso, replicó en tono
adusto: -“No digas esas cosas, que te puede escuchar mi hijo...”-
(refiriéndose a Alfonso). Nunca supimos por qué de tanta
ocultación, aunque lo más seguro es que escondiesen sus orígenes
pasiegos para integrarse mejor en la Sociedad de Oviedo (por
entonces muy cerrada). Así, apenas tuve más noticias directas
acerca del lugar de procedencia de esa parte de mi familia paterna;
a excepción de lo que me relataban en casa sobre el “Canuto”.
Aquel “canuto” era un pergamino de grandes proporciones, donde
se recogían los ancestros nobles de los Gómez, de la Vega del Pas.
Texto del que se conservó nueva copia en una notaría de Tineo y que
por fortuna me entregó mi tío Juanjo Albornoz (hace algunos
años). A ello pude sumar una genealogía que hizo mi tío Chema
(Jose Ma. Gómez-Morán) junto a su hija Conchita -a quienes
desde aquí doy nuevamente las gracias-; y con estos datos, al fin
llegué a poder esbozar de dónde surgía mi familia
(comprendiendo asimismo de dónde nacen gran parte de mis rarezas
virtudes y defectos).
.
En
el relato familiar, comenzaré primeramente por los Morán-LaVandera
y luego trataremos acerca de los Gómez (que precisan extenderse
más sobre el tema). Acerca de todo cuanto voy narrando, en
DOCUMENTACIÓN ADJUNTA a este artículo incluyo textos, fotos
documentos, actas y etc.; en las que se puede estudiar y comprobar
mejor lo que expongo. Así pues, empezaremos por la historia de
aquellos Morán de Gijón de quienes decía mi padre que
procedían de dos caballeros fieles al rey Pedro I, llamados Alvar
Gónzalez Morán y Garcí Morán. Dicha afirmación finalmente pude
testimoniar que no era tan solo de mi padre, sino que también la
suscribe Gaspar Melchor de Jovellanos; emparentado con los
Morán-Lavandera y quien había estudiado ya en el siglo XVIII la
genealogía de esta familia. Expresando que es irrefutable el origen
gijonés de ambos caballeros (tanto como el entronque de estos con
las familias antiguas de Gijón con mismo apellido). Todo lo que
posteriormente reafirman distintos historiadores; entre los que
destacan Julio Somoza y posteriormente, Ramón Alvargónzalez (tal
como podemos leer en los textos incluidos o resumidos en nuestra
DOCUMENTACIÓN ADJUNTA). Por todo ello y al ser los
Morán-Lavandera a quienes se considera el más antiguo e importante
linaje de los Morán; parece claramente que el título de Regidores
Perpetuos de Gijón que ostentaba mi familia, procedería de esos
caballeros y de esa época (de mediados del siglo XIV).
.
Acerca
de sus hechos y biografías, diremos que Alvar Gonzalez Morán
aparece ya en 1350 como hombre de confianza de Alburquerque (ayo de
Pedro I). Aunque tras enfermar el rey -que aún contaba solo quince
años- y sublevarse varios nobles, se postula hacia el bando del
monarca. Así fue como acompaña desde entonces al joven Don
Pedro, que decide un año después acabar con los traidores;
probablemente pensando que su enfermedad procedía de un
envenenamiento encargado y preparado para sucederle. Por este
motivo, aquel adolescente entronizado se persona con gentes de su
mayor confianza en Burgos y encarga a Alvar Gónzalez Morán que haga
prisionero a Garcí Lasso de la Vega. Tras ello manda Pedro I que
acaben con ese traidor y es así como González Morán da la orden
para que unos ballesteros matasen a Lasso de la Vega (el Viejo);
debido a que el rey le consideraba uno de quienes había urdido su
envenenamiento. Tras este duro episodio, vemos de nuevo a
Alvar Gónzalez Morán como caballero próximo al rey -en 1553-
acompañándole hacia Toledo. Aunque después de haber decidido
Pedro I no regresar más con su esposa Blanca de Borbón, Juan
Alfonso de Alburquerque manda como mensajeros a dos de los hombres
más cercanos al monarca, para hablar con él e intentar convencerle
de que debía seguir con la francesa. Así llegan en julio de 1553,
Alvár González Morán y Alvar Pérez de Castro, hasta las cercanías
de Olmedo; donde estaba Don Pedro junto a su favorita (María de
Padilla). Siendo la misma amante del rey, la que sale de la villa al
encuentro de ambos emisarios; para advertirles que el monarca estaba
tan enojado por la situación, que había mandado matar a ambos si se
atrevían a darle el consejo de volver con Blanca de Borbón.
.
En
este momento, ambos huyen rápido de las cercanías de Olmedo,
regresando Alvar González Morán a Salamanca -la villa que regía,
según varios historiadores-. Mientras Alvar Pérez de Castro se
dirige hacia los dominios del ayo del rey (Alburquerque) para
expresarle que Don Pedro no admite consejo de nadie. Siendo entonces
cuando Juan Alfonso de Alburquerque idea crear una “liga”, para
destronarle o hacerle obedecer; incluyendo a todos los enemigos del
rey en ella. Coaligándose para este fin con los hermanos
bastardos Trastamara, con los infantes de Aragón y con cuantos
pretendientes a la corona de Castilla encontraba. Tal fue la traición
que través de esa “Liga” -para ir contra la voluntad de Don
Pedro- que Alburquerque llega a ofrecer el trono al hijo del rey
de Portugal; pero cuando no encuentra el apoyo del país vecino,
decide atacar y rodear al monarca (que él mismo había criado desde
niño). Viendo el rey de Castilla que sus dominios podían entrar en
profundas guerras civiles, acuerda con los participantes de esa
“famosa liga” llegar a unos acuerdos, celebrando reuniones junto
a la ciudad de Toro (en lo que se llamó las vistas de
Tejadillo). Estas se llevan a cabo en 1354 sin éxito y en ellas
veremos de nuevo a Alvar Gónzalez Morán, participando entre los
caballeros unidos a Don Pedro (mientras Alvar Pérez de Castro ya
aparece junto al bando contrario, entre los coaligados). Ello hace
evidente que Gónzalez Morán permaneció entre los leales a Don
Pedro siempre; considerando los historiadores que gracias a ese
caballero, Salamanca -la villa
que se cree regía Alvargónzalez- también se mantuvo en
el bando real.
.
Tras
los hechos antes referidos, la Historia no vuelve a mencionar a
Alvar Gónzalez Morán, aunque sí habla de su hijo: El también
asturiano Garcí Morán (al que la gran mayoría de historiadores
supone nacido del anterior). Apareciendo en las crónicas y textos
de la época, justo antes del asesinato de Don Pedro; como alcaide
del castillo de Montiel (en campo de Calatrava). Siendo quien abre
las puertas de su fortaleza para acoger al rey, cuando le rodean las
tropas de sus hermanastros. Debido a ello, Garcí Morán es
calificado por todos los historiadores “fidelísmo hombre”; tanto
que Rendueles Llanos y Fermín Canella le consideran uno de los más
ilustres gijoneses (siendo posible que debido a cuanto narramos, la
familia Morán-Lavandera fueran los Regidores Perpetuos de Gijón).
Siguiendo con la protección que recibe Pedro I en el castillo de
Montiel, que gobernaba Garcí Morán; allí estuvo refugiado el rey,
resistiendo un fuerte asedio durante diez días. Hasta que el monarca
pensó salir del cerco, con la ayuda de Bertrand Duguesclin
(comprando la voluntad de aquel traidor). Un mercenario francés
que dirigía parte de las tropas de sus enemigos, comandando huestes
que apoyaban al bastardo Enrique; pero al que Don Pedro había
liberado en una batalla, tiempo antes. Así, creyendo que
Duguesclin le devolvería el favor -a cambio de prebendas y dinero-
pactó el rey con ese traidor salir a escondidas del castillo de
Montiel (abandonando la protección de su fiel Garcí Morán).
Aunque -como sobradamente sabemos- Duguesclín preparó una
emboscada a Don Pedro, cuando este se presentó casi a solas en la
tienda del traidor, con el fin de que le pasaran del cerco. Estando
allí escondido el bastardo Enrique; esperando a su hermanastro con
una daga en la mano, para matarle de varias puñaladas traperas y
luego cortarle cabeza, proclamándose de ese modo tan vil rey de
Castilla (tras mandar crucificar el cuerpo entre tablones y
colgarlo de las almenas del castillo de Montiel).
.
Tras
marcharse de allí el primogénito bastardo (ya como Enrique II),
parece que varios caballeros fieles a Don Pedro -que se habían
ocultado- recogieron sus restos profanados, llevándolos en secreto
hasta una iglesia en La Puebla de Alcocer (para darles cristiana
sepultura). Todo ello obliga a pensar que aquellos partidarios del
legítimo monarca, que habían permanecido asediados en Montiel;
pudieron escapar tras el asesinato y que luego regresaron para
recuperar sus restos. Algo que habla de la supervivencia a este
episodio de Garcí Morán; quien tras la muerte de Pedro I
probablemente regresaría a su tierra de origen (Gijón) -aunque
otros historiadores creen que se encaminó hacia Portugal; una
hipótesis que vemos menos probable, ya que el rey de este país
vecino no deseaba problemas con Castilla (pese a ser el abuelo de
Pedro I)-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; famoso
retrato de Jovellanos, pintado por Goya (tal
como lo expone el Museo de Bellas Artes de Oviedo, al que agradecemos
nos permita divulgar nuestra imagen).
Es este ilustrado, quien afirma que los Morán de Gijón (Morán de
la Bandera) descendían directamente de aquellos dos caballeros
fieles al rey Don Pedro
(tras haber estudiado las genealogías de las familias gijoneaas y
quizás al estar casada su hermana María, con Toribio
Morán-Labandera y Valdés; regidor perpetuo de Gijón).
Abajo,
un escudo fechado en el siglo XVI, con las armas de Labandera (en el
cuartel superior) y de Hevia (abajo). Estas
familias claramente están emparentadas desde hace al menos
quinientos años; tal como o muestra el escudo heráldico que se
exhibe en el Museo Arqueológico de Oviedo (al que agradecemos nos
permita divulgar nuestra imagen).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; portada
del estudio de Ramón Alvárgonzalez, sobre los dos caballeros
asturianos: Alvar Gónzalez Morán y Garcí Morán. Abajo,
una de las últimas fotografías de mi tío Jose Ma. Gómez-Morán,
tomada hace unos siete años en El Tenis de Oviedo.
En imagen: Él, a nuestra derecha; en medio, mi mujer; y a nuestra
izquierda, Javier Gómez-Morán (hijo del tío Chema). Este
tío mío, junto a su hija menor (Conchita), investigaron las
partidas bautismales de los Gómez-Morán hasta llegar a Toribio
Morán la Bandera (por el lado materno) y a la rama santanderina de
los Gómez Azcona (por el paterno). Desde
aquí mi agradecimiento y recuerdo para él y para mi tía “Dolo”
(Dolores Albornoz, su mujer); tanto como un abrazo con cariño y para
todos sus hijos.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; Fotografía
tomada en Torrelavega hacia 1930, en la Avda. Del Cantábrico y
Estaciones, publicada por El Diario Montañés.
Al lado derecho podemos ver un chalet nuevo y de paredes blancas, que
fue la casa de mi abuelo (construida poco antes de esta imagen). Allí
se estableció como notario en esa época de su vida, aunque ocultaba
-de algún modo- sus orígenes pasiegos; quizás al considerar que
sería mejor tratado si decía ser un notario llegado desde Oviedo.
Abajo,
varias fotos de mi padre junto a sus hermanos (Luis y Arturo) y la
“tata” Vicenta; en Torrelavega -hacia 1930-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; los
cinco hermanos Gómez-Morán Cima (hijos del primer matrimonio de mi
abuelo), en la playa de Luanco hacia 1953. De
derecha a Izquierda: Luis (hijo mayor), Arturo (hijo tercero),
Margarita (mujer de Luis), Juan (en el centro) quinto hijo de mi
abuelo y el menor tenido con Pepita Cima; al que vemos con mi madre,
del brazo. A continuación mi padre y a nuestra derecha José María
(el único de todos que se quedó a vivir en Asturias, y por ello
conservó sus apodos; siendo conocido como: Chema; o bien, Chemari).
Abajo,
otras imágenes en Torrelavega, hacia 1929. Mi padre con sus hermanos
Luis y Arturo; en la otra, mi padre y Luis junto a “tata”
Vicenta.
BAJO
ESTAS LÍNEAS:
Dos imágenes de Oviedo. A nuestra izquierda, mi padre en brazos de
“tata” Vicenta, llorando con unos dos años (hacia 1924). A la
derecha, mi padre y su hermano Luis, con unos siete y seis años y en
el tiempo cercano en que murió su madre. Las
modas de entonces marcaban vestir a los niños igual que a niñas,
con el fin de que estuvieran “monines” (que decían...). Contaba
mi padre, como uno de sus recuerdos cercanos a esta foto; que un día
de Reyes de estos año, le dieron más “leña” que a una chimenea
de viejos. Pues se fueron a ver la Cabalgata en Oviedo y allí salían
los Reyes Magos montados a caballo; sin camellos, ni otras novedades
posteriores... . Así fue como en pleno desfile, al caballo del rey
Melchor le gustó la yegua del rey Baltasar; y entre niños, regalos,
ofrendas o pajes, aquel equino se fue hacia la que le enamoraba
(sacando la espada de Damocles, intentando dejarla caer en “el
buzón” de su amada). Se organizó un gran escándalo -entre risas
y sustos de quienes participaban o presenciaban La Cabalgata-;
mientras los niños ni se enteraban de lo que pasaba realmente. En
ese momento, un gamberro empezó a gritar:
-¡¡Cabo
mamporrero!!. ¡¡Que avisen a un cabo mamporrero!!-.
Así
que mi padre, con unos seis años de edad y sin saber qué era
aquello -pero intuyendo que ese hombre que chillaba podía tener la
clave para arreglar el asunto-; comenzó a vocear junto a él:
-¡Cabo
mamporrero!. ¡Cabo mamporrero!.-.
Al
verle gritar así, sus tías quedaron espantadas y le preguntaron si
sabía lo que estaba chillando; a lo que mi padre contestó que no.
Tras ello, empezaron a soltarle collejas, diciendo: -¡Pues esto son
los mamporros del cabo ese; toma mamporros!-. Y así regresó a casa
aquel día de Reyes; de vuelta y a mamporrazos dados por “las
tiínas” (que era como llamaban a las hermanas de mi abuelo
-Ángeles y Lucila-, que cuidaron a mi padre y sus hermanos tras
quedar huérfanos).
.
.
.
.
9-
LOS GÓMEZ, DE LA VEGA DEL PAS:
.
Me
encontraba estudiando primero de BUP y pregunté al profesor de
literatura si Francisco de Quevedo y Villegas, no se
llamaba realmente Francisco Gómez de Quevedo; pues en mi casa habían
hablado de que era de origen santaderino y de nuestra familia. Aquel
que me enseñaba literatura, se sonrió y contestó con rotundidad
que no; que el único que tenía un escritor insigne en su familia
-por allí cerca- era él mismo. Ese maestro mío de lengua hispana,
en verdad era un magnífico docente y se apellidaba
Estébanez-Calderón (como el famoso literato); pero en este caso se
confundió. Pues como pude comprobar al estudiar el origen de los
Gómez en la Vega de Pas, lo que me había dicho mi padre era
totalmente cierto. Ya que Francisco de Quevedo era nieto de Pedro
Gómez de Quevedo y de María Saez de Villegas; quienes a su vez
fueron padres de Pedro Gómez de Quevedo, que se desposa con María
Gómez de Santibañez, con casa solariega ambos en San Vicente de
Toranzo (en pleno Pas). Asimismo pude comprobar que las armas y
familia, de los que luego se llamaron Gómez de Santibañez (apellido
verdadero del escritor) son iguales y descienden directamente de los
nuestros -Gomez, de Vega del Pas-. Cuyo emblema es un león rampante
y tres espadas debajo; escudo que unos siglos más tarde se
simplifica como un león rampante linguando -igual al del reino de
León-. Aunque el literato pasó a llamarse Quevedo y Villegas en
memoria de un ilustre antepasado suyo: Juan de Quevedo y Villegas;
que en 1515 emigró a Las Indias, donde realizó numerosas proezas.
Tantas que el único árbol genealógico que Francisco de Quevedo
se preocupó estudiar y mostrar, fue el de su abuela materna (tal
como con extrañeza expresa Menendez Pelayo). Quizás intentando
ocultar sus orígenes adscritos a una familia de escribientes; aunque
en verdad desde aquellos Gómez pasiegos, Don Francisco heredó y
aprendió su profesión literaria -pues eran y son escribanos-. Pese
a todo, el escritor parece que deseaba tan solo recordar a los
Quevedo Villegas, y creemos que en razón a ello escribió:
“ES
MI CASA SOLARIEGA,
MÁS
SOLARIEGA QUE OTRAS;
PUES
POR CARECER DE TEJADO,
DALE
EL SOL A TODAS HORAS”.
.
Pero
a decir verdad, la casa solariega de Francisco de Quevedo y Villegas
estaba bien mantenida en sus días (allí vivía su hermano mayor,
Pedro); tanto que permanece aún en pié y sujeta.
Aunque lo que sucede, es que en
vez de ser el “solar” de los Quevedo o los Villegas, es en verdad
el de los Gómez de Santibañez. Pues ya dijimos que su padre se
llamaba Pedro Gómez de Quevedo y su madre María Gómez de
Santibañez. Cuyos escudos y casona podemos ver aún en San Vicente
de Toranzo; lugar del cual el escritor sí que reconocía proceder.
Un hogar solariego de Francisco de Quevedo, que nos lo describe del
siguiente modo María del Carmen González Echegaray
(en su maravillosa obra
ESCUDOS
DE CANTABRIA; Tomo
III, pag. 202):
“SAN
VICENTE; Hay
en este pueblo un escudo magnífico, timbrado por una bonita celada
labrada con primor.
Lleva acolada cruz floreteada, y tiene adornos vegetales y
mascarillas. Bajo la punta una hermosa cabeza de mujer.
El campo es partido:
1)
Castillo
mazonado y donjonado sobre ondas de agua. Armas de Santibáñez.
2)
En jefe
león rampante
y debajo tres
espadas puestas las puntas hacia arriba. Armas de Gómez.
“Otros
muchos caballeros
y
personajes (entre ellos don Francisco de Quevedo) descienden de esta
estirpe, y
fundaron
numerosas obras pías en el valle. Fue precisamente la rama del
eximio escritor la que llevó unidos los apellidos Santibáñez y
Gómez, como los vemos en este escudo. Don Toribio Gómez de
Santibáñez vivía en San Vicente en el siglo
XVI,
así como su hermano don Pedro Gómez de Santibáñez.
Posiblemente
a uno de los descendientes de éstos debió pertenecer el escudo, en
el que se
da
preferencia a las armas de Santibáñez dejando en segundo lugar las
patronímicas”.
.
El
referido blasón (que podemos ver en imágenes más abajo);
deja claro que las armas y la casa descrita, son de los padres de
Francisco de Quevedo: Pedro Gómez de Quevedo y María Gómez de
Santibañez. Que tuvieron cinco hijos: Pedro (el mayor) y
Francisco (el tercero); al margen de otras tres mujeres, dos de ellas
fallecidas niñas. Aunque el tercero de sus vástagos se dió a
conocer como Francisco de Quevedo y Villegas; pues tal como se
acostumbró en El Pas, el apellido de componía o formaba, tal como
cada uno buenamente deseaba. Con tanta irregularidad, que bien
sabido es en el mundo de la heráldica, el problema que contiene
seguir las familias pasiegas; donde un hermano se llamaba Pedro Gómez
de Santibañez y el otro se hacía nombrar como Francisco de
Quevedo y Villegas. Quizás este último porque el padre de
ambos (Pedro Gómez de Quevedo) no era hombre de armas, sino de
profesión escribano; la que parece ser tuvieron la mayoría de esos
Gómez en el Pas y que luego derivó hacia notarios. Así pues,
la ascendencia del literato Quevedo fue de escribientes y no
caballeros batalladores -como él hacía ver-. Trabajando su padre
para la esposa de Felipe II, Ana de Austria; donde conoció a la que
luego se convertiría en su mujer, y quien era asimismo ayudante
camarera de la reina. Todo ello deja bien claro que no era
Francisco de Quevedo y Villegas aquel hombre descendiente de nobleza
guerrera, sino de hidalgos funcionarios; lo que quizás le lleva a
esconder sus verdaderos apellidos (Gómez y Gómez, Quevedo y
Santibañez). Aunque bien sabido es, que entre esos Gómez de la
Vega del Pas cuyo escudo es un león y tres espadas, lo común era
ser escribano. Tal como podemos leer en casi todas las actas antiguas
de la zona; firmadas por funcionarios apellidados Gómez y Gómez
de Diego Madrazo, o bien Gómez Madrazo (ver en DOCUMENTACIÓN
ADJUNTA LOS ESCRIBANOS Y NOTARIOS DEL VALLE DEL PAS)
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; maravilloso
retrato del insigne Francisco de Quevedo y Villegas (Francisco Gómez
de Santibañez), realizado por el suegro y maestro de Velázquez,
Francisco de Pacheco.
Vemos al genial escritor laureado y vestido de caballero de Santiago,
en un dibujo y grabado
perteneciente al libro de Francisco Pacheco: “Descripción
de verdaderos retratos, ilustres y memorables varones” (Sevilla
1618, Reeditado por la Junta de Andalucía desde ejemplar publicado
por Rafael Tarasco, 1881-1884 . Reproducción en facsimil del
manuscrito original: Sevilla, 1599; realizada por la Biblioteca de
Andalucía). Esta lámina, que carece de descripción biográfica en
manuscrito original del autor; la sitúa Francisco Pacheco antes que
la del rey Felipe II; al que dedica su capítulo 10. Como
hemos dicho; este literato conocido como Francisco de Quevedo y
Villegas, en verdad se llamaba Francisco Gómez de Quevedo Gómez de
Santibañez y fue originario de San Vicente de Toranzo. Aunque
como sus padres trabajaban en la Corte, nació en Madrid y fue
bautizado en la iglesia de San Ginés (en la castiza calle Arenal;
junto a la Puerta del Sol). Hoy
en día comienzan a nombrarle sus biografías como Francisco Gómez
de Quevedo; aunque ese era el nombre completo del padre. Se reconocen
así sus apellidos como descendiente de una familia de escribientes
de la Vega del Pas. Donde notarios y escribanos se apellidaron
durante siglos “Gómez” y cuyas familias eran la misma a los
Gómez-Morán; tal como demuestra el propio escudo de armas de
Quevedo (Gómez de Santibáñez) que vemos en imagen bajo estas
lineas.
Abajo,
Escudo solariego de la familia de Francisco de Quevedo, en San
Vicente del Toranzo, tal como lo reproduce en fotografía Ma. Carmen
González Echegaray en su maravillosa obra ESCUDOS DE CANTABRIA, TOMO
III (figura 407)
-agradecemos a la editorial y a quienes mantienen los Derechos de
Autor de esta gran obra de González Echegaray, publicada en cinco
tomos; nos permitan divulgar su imagen-.
En párrafos anteriores veíamos la descripción que la autora daba
de este blasón, que es partido y del lado derecho lleva las armas de
Pedro Gómez (un león rampante y tres espadas hacia arriba) mientras
en el otro vemos el de María de Santibáñez (un castillo mazonado
y donjonado sobre ondas de agua: Santibáñez). Decorado, con
"bordura general cargada de ocho escudetes,
y
en cada uno de ellos una contrabanda; lleva
acolada cruz floreteada, y tiene adornos vegetales y mascarillas.
Bajo la punta una hermosa cabeza de mujer" (todo lo que confiere
al apellido Gómez de Santibañez, ya compuesto; que fue el de los
hermanos de Francisco Quevedo y Villegas).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; armas
de los Gómez Muñoz en la casa solariega de Escobedo. Escudo
partido, en el lado izquierdo león (pasante o rampante) y bajo este
tres espadas en jefe. Abajo,
armas de los Gómez y Madrazo, en la casa de Juan Gómez Madrazo de
Vega del Pas. A nuestra izquierda el león rampante (linguado) y bajo
aquel, las tres espadas de punta. Este escudo que hoy se halla en la
antigua casa de Juan Gómez Madrazo, es de origen gótico y fue
trasladado hasta esta pequeña casita a las afueras de Vega de Pas
(su talla se fecha en el siglo XV). Es posible que proceda de
Espinosa de los Monteros; donde parece tener el solar más antiguo
esta familia Gómez, de Vega del Pas. Fotografías
del libro de Ma.Carmen González Echegaray ESCUDOS DE CANTABRIA, TOMO
III (figuras 298 y 299) -agradecemos a la editorial y a quienes
mantienen los Derechos de Autor de esta gran obra de González
Echegaray, publicada en cinco tomos; nos permitan divulgar su
imagen-.
.
Sobre
el blasón que vemos abajo, escribe Javier Gómez Arroyo, citando
textualmente a Ramón Antonio Arroyo del Prado:
“Me
interesaban de este escudo los cuarteles con un león y tras espadas
o cuchillos; que había visto también en una casa en Santa Olalla y
en Espinosa de los Monteros; en el primer cuartel existen las mismas
armas, además de las de Zorrilla y Villasante. Pregunté a mi
distinguido amigo Don Gonzalo Fernández de Velasco, uno de los
mejores genealogistas montañeses, conocedor como nade de las más
antiguas familias de Espinosa y me aseguró que se correspondía con
el de Gómez” (Arroyo
del Prado, Ramón Antonio; en su libro PIEDRAS ARMERAS EN PAS;
Altamira, Santader 1957). Cita tomada de los diferentes estudios de
Javier Gómez Arroyo.
Para
más información acerca de los escudos, ver DOCUMENTACIÓN ADJUNTA.
10-
LOS GOMEZ DE PELAYO Y EL SOLAR DE DON GÓMEZ:
.
Era
yo muy pequeño y siempre vi fiestas en casa de mis padres; tanto,
que yo también me aficioné a dar ágapes o cenas -como
por entonces se decía, pues lo del guateque era más de los
sesenta-. En ellas, a veces se juntaban mis amigos con los de mis
hermanos; y en verdad
organizábamos buenos jolgorios, a los que asistían algunos de los
madrileños de más alta alcurnia. A quienes se distinguía pronto,
pues entraban
por la puerta con cara de “ano”; mirando para todos los lados,
apretando los labios y entrecerrando los ojos -como si el sieso les
doliese-. Examinaban
la casa de arriba abajo, mirando todo objeto;
lógicamente pensando si aquello que destacaba, sería “algo”
comprado o heredado. Por lo que, pese a ser el hijo del dueño de
aquel hogar, no se atrevía uno a acercarse a tan alto dignatario (a
menos que se tuviera confianza con él). Así que tras observarle, si
no se le conocía; habíamos de preguntar al hermano que lo había
invitado, quién era aquel tan elegante. Comentando que deseábamos
saber quién podía ser este que miraba todo y a todos con tanta cara
de asco (como si tuviese una boñiga por corbata). No fallaba, pues
siempre solía tratarse del hijo de alguien importantísimo y de gran
familia; que además te hacía el gran favor de asistir a tu fiesta,
pese a que para él aquel ambiente resultase algo insuficiente... .
Por no valuarlo de muy deficiente; ya que al entrar solían decir
cosas tan graciosas como: -¿De dónde habéis sacado toda es esta
fauna?-. Preguntando así sobre el resto de invitados que le
rodeaban... .
.
Por
su parte, mi padre tenía como manía dar la “vara” con el origen
de sus apellidos cuando se tomaba dos copas. Narrando que su familia
era Gómez de Pelayo, procedente del Solar de Don Gómez; y por otro
lado, Morán de Lavandera (infanzones y regidores perpetuos de
Gijón). Mi madre decía siempre que cada vez que su marido empinaba
el codo, le venían a la cabeza ideas de grandeza, pensando que
descendía de la pata central del Cid. Todo lo cual resultaba un
cocktail explosivo, si se juntaba mi progenitor con aquel “nene”
invitado y que se creía el centro del universo, al ser sus
progenitores tan importantes como azules de sangre. Así sucedía
de vez en cuando; y en esas ocasiones en que un niño cursi
profesional -de estos- venía a casa, lo pasábamos fatal.
Generalmente llegaban invitados porque no tenías más remedio que
abrir la puerta al susodicho, so pena de ganártelo de enemigo (pese
a lo que te hacían el favor de asistir...). Era entonces cuando
mi padre, en plena fiesta y a eso de la una o las dos de la
madrugada, aparecía para charlar con los invitados (ya con buen
color, gracias al morapio). Así, mientras todos bailaban; veías
que tomaba del brazo al pedorro de turno, para intercambiar historias
familiares. Menos mal que entre la hora que era, el ruido de la
música y las copas que todos llevaban; normalmente el ínclito, ni
se enteraba de lo que le comentaba mi progenitor. Aunque si se
trataba de una “cursi damisela”, la situación cambiaba. Ya que
estas apenas bebían y además se situaban en zonas de poco jaleo
-escaleras o entradas a la cocina-; donde se enteraban de todo cuanto
mi padre relataba. Así le escuchaban, con cara de “coña
marinera”; haciendo que atendían las explicaciones acerca del
Solar de Don Gómez, de los Gómez de Pelayo y de los Morán de la
Bandera. Toda una conversación que luego era motivo de mofa y
chanza, para esos invitados tan elegantes. Quienes días más tarde
se cachondeaban de tus apellidos y familia; cuando regresabas al
colegio o te los encontrabas en otro lugar... . Un asunto de lo más
“agradable”.
.
Tanto
fue así, que yo -personalmente- le cogí asco al tema; creyendo que
era todo pura fantasía y
producto del morapio o del blanquillo -pues tanto “el tinto” como
“el blanco” hacen decir a las gentes, las mayores bobadas-. Así
pasaron los años, en los que nunca
me interesé por esos temas hasta que un día llegó a casa de mis
padres, mi tío, Chema -José
María, el hermano de mi padre que vivía en Oviedo-. Venía con
una hoja de periódico cuya
imagen hemos incluido antes -del 5
de diciembre del 2000, publicada por el diario ovetense LA NUEVA
ESPAÑA-; donde
se contaba la historia de los Morán y de los Lavandera (o La
bandera). Viendo la poca atención que le mostramos -mi hermano y yo-
junto a la incredulidad que sobre el tema manifestamos; nos dijo mi
tío que iba a dedicar su tiempo libre para hacer una genealogía y
demostrar que no eran fantasías del “morapio” aquello que nos
contaba mi padre.
Así fue cómo en un par de años realizó un “árbol” de los
Móran-LaVandera (con la ayuda de su hija Conchita); del que con todo
cariño nos enviaron copias. Pese
a todo, todavía faltaba saber qué era aquello de los Gomez de
Pelayo y del Solar de Don Gómez; del que nadie conocía nada y que
-por lo tanto- continuaba siendo objeto de cachondeos cada vez que mi
padre sacaba el tema.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Imágenes
de Pechón, entre Cantabria y Asturias. Estas
playas se encuentran en las cercanías de Tina Mayor, que se sabe fue
el puerto natural más importante de la zona durante la Prehistoria
(usado ya por los celtas y en tiempos de los romanos).
.
.
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Dos
imágenes de la playas de Pechón, entre Cantabria y Asturias.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; detalle
de la fachada del palacio de Selaya llamada casa del patriarca (hoy
convertida en hotel). Hemos podido comprobar que se trata de un solar
de los Gómez de Zorrilla. Acerca de este escudo, escribe Carmen
González Echegaray (ESCUDOS DE CANTABRIA TOMO III, PAG. 108):
“En
la casa llamada del `Patriarca´, calle del campo o Sopuente, hay dos
escudos idénticos, timbrados por yelmo y que llevan por soportes dos
grullas que con una pata sostienen una piedra y con el pico una
cinta que rodea el timbre con la siguiente leyenda: -VIVIR SE DEBE LA
VIDA DE TAL SUERTE, QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE-.
Apoyan
la otra pata sobre las cabezas de sendos tritones que tocan la
cuerna. El campo es partido de dos y cortado de uno:
1)Partido:
1) árbol arrancado y 2) tres contrabandas cargadas de tres armiños
cada una. Armas de Ábascal.
2)
Dos zorras atadas a un tronco de árbol. Armas de Zorrilla.
3)
Escaques en número de doce. ¿armas de Cuero?
4)
Cortado: 1) león rampante y 2) tres espadas con las puntas hacia el
jefe. Armas de Gómez.
5)
Arbol arrancado y bordura cargada de trece estrellas. Armas de
Rebollar.
6)
Mantelado: 1) tres flores de lis; 2) tres barras y 3) en el mantel
una cueva y un dragón que saca la cabeza por ella. Armas de Cueva.
Abajo y arriba,
dos imágenes de la mencionada Casa del Patriarca en Selaya; situada
junto a Villacarriedo y poco antes de llegar a Vega de Pas.
El escudo que luce en ambos lados de la fachada es el mismo, y se
corresponde con las armas de los apellidos: Gómez de Zorrilla,
Abascal-¿Cuero? y Rebollar de la Cueva.
Los Gómez de Zorrilla fueron creados marqueses de Casa Real. Ambos
apellidos -luego compuestos- proceden de Espinosa de los Monteros y
son el de las familias que más Monteros de Espinosa han llevado
hasta la Guardia Real (de noche). Como
veremos más adelante, estos Monteros eran quienes velaban el sueño
real; cuidando de los monarcas durante las noches (vigilando dentro
de su misma alcoba). De allí procede el lema -VIVIR
SE DEBE LA VIDA DE TAL SUERTE, QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE-; asimismo
las dos garzas a mi juicio
también simbolizan la vigilia; pues es sabido que estas aves
descansan de pié, en un duerme vela y sostenidas sobre una de sus
patas (despertando a cualquier ruido o ante el menor peligro)
11-
VISITA AL VALLE DEL PAS:
.
Tras
fallecer mi tía Marisa Gómez-Morán -única
hermana de mi padre- fue cuando despertó
en mí una verdadera curiosidad por conocer aquella Vega de Pas.
Valle cántabro sobre el que decían, era el lugar de procedencia de
nuestra familia. Por entonces hacía más una década desde la muerte
de mi padre y faltaban ya todos mi tíos (Gómez-Morán Cima); tras
desaparecer Chema y poco después, el hermano menor de todos -Juan-.
Así
fue cómo cuando murió mi la única hermana de mi padre, recordé el
momento en el que
-tras el funeral de mi progenitor- mi
tío Jose Ma. me tomó de un brazo y me dijo que desde aquel momento
yo era “el mayor” de los Gómez-Morán. Nunca lo había pensado;
y
aunque los hijos de mi desaparecido hermano fueran la linea mayor,
aquellos dos pequeños tan solo contaban con nueve y ocho años. Por
lo que de algún modo era verdad que yo era el “mayor” de linea
masculina y que
en esos años mí me correspondía comportarme como el “más
anciano” del clan familiar
(pese a haber sido siempre el hijo menor de la casa). De tal manera,
comencé a interesarme por los legajos que me habían pasado el tío
Chema y sus cuñados
-los Albornoz-. Por lo que, tras viajar a Oviedo para visitar a las
hijas de mi tía (recién desaparecida); decidimos
ir al Pas, parando antes en uno de los lugares más bellos de
Asturias, como es el límite con Cantabria. Allí
dormimos; en las playas de Pechón, después de visitar la preciosa
villa de Llanes y antes de llegar a la maravillosa de San Vicente de
la Barquera. Haciendo noche en la frontera entre las dos Asturias;
junto a las famosas “Tinas”, que no son más que rías cuyos
cauces crecen y decrecen de forma espectacular por efecto de las
mareas. Todo lo que convirtió a esas preciosas bocanas, en puertos
naturales inmejorables desde tiempos protohistóricos.
.
A
la mañana siguiente emprendimos camino hacia Vega del Pas y antes
de llegar a destino cruzamos Villacarriedo, Selaya y Llera. Fue
entonces cuando me quedé sorprendido al ver el Palacio de
Soñanes, en cuya entrada había un escudo familiar nuestro -al
parecer traído desde Bárcena- y que se correspondía con los
apellidos Gómez y Llamosa (luego Gómez de la Llamosa; ver
imágenes más abajo). Tras visitar la preciosa Villacarriedo,
seguimos en ruta y paramos en un gran caserón que se observa al
entrar en Selaya (llamado del patriarca). Volviendo a divisar
aquel león rampante junto a tres espadas en el escudo de su fachada;
aunque en este caso unía los apellidos Gómez, con los de Zorrilla,
Abascal, De la Cueva, Rebolledo. Todo lo que hacía ver que
seguramente aquella que llaman la casa del patriarca se trate de una
de las casonas solariegas de los Gómez de Zorrilla (de quienes
más adelante trataremos). Después de aquello, fuimos pasando por
Escobedo y otros lugares en los que seguían apareciendo blasones del
león con tres espadas, perteneciente a estos Gómez, adornado varias
casas solariegas. Así llegamos hasta Vega de Pas.
.
Allí
entramos en un restaurante y tras degustar el famoso cocido montañés,
pregunté
al
dueño del local si
sabía de algún cronista de la zona; puesto que había leído los
trabajos de Javier Gómez Arroyo, que me interesaron muchísimo. Con
sorpresa y alegría, aquel agradable empresario
-que regentaba el restaurante- me
comunicó que Javier Gómez Arroyo era su hermano; llevándome hasta
él. Así fue como conocí al que sin duda es el Cronista de las
Villas Pasiegas; un historiador cultísimo (además de empresario) y
que actualmente ocupa la función de alcalde de La Vega de Pas. Tras
una hora de charla y exponiéndole
los pocos conocimientos que tenía yo sobre los orígenes de mi
familia, tuve la fortuna de que fuera la misma que la suya. Lo que
supe cuando me preguntó si podía confirmarle que el escudo de mi
primer apellido era un león (pasante o rampante) con tres espadas en
jefe. Después de comprobarlo, nos llevó a visitar la casa de Juan
Gómez Madrazo
(cuyo blasón hemos visto unas fotografías antes)
y finalmente el lugar donde estuvieron los sanatorios y el hospital
del doctor Enrique de Diego-Madrazo.
Un recinto que él y su hermano habían adquirido para rehabilitarlo,
con el fin de que no desapareciese la memoria de tan ilustre médico
-nacido en Vega de Pas, y que instaló esos sanatorios en su lugar de
origen-. Tras
tan alegre encuentro (con los hermanos Gómez Arroyo) pudimos
regresar hacia Madrid, aunque sin cumplir el último consejo de
estos; que fue el de pasar por Espinosa de los Monteros para ver en
esta población los escudos de Gómez, Gómez de Zorrilla y
Villa-Gomez que (allí cuelgan). Pues -tal como comentaron- el lugar
de procedencia de nuestra familia Gómez; es seguramente Espinosa de
los Monteros (tal como sucede con otros muchos linajes del Valle del
Pas).
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; detalle
del escudo de los Gomez y Llamosa, en el interior del palacio de
Soñanes (Villacarriedo)
-foto del libro ESCUDOS DE CANTABRIA, Carmen González Echegaray,
Tomo III, figura 223; agradecemos a la editorial ó a quienes
mantienen los Derechos de Autor de esta gran obra de González
Echegaray, publicada en cinco tomos; nos permitan divulgar su imagen-
Abajo,
el mencionado palacio de Soñanes, en Villacarriedo.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; saliendo
del Hotel (casa rural) que regenta en Vega de Pas, Javier Gómez
Arroyo -en imagen, Javier junto a mi mujer-. Abajo,
la casa de Juan Gómez Madrazo en Vega de Pas (cuyo escudo hemos
visto antes y que nos explicó muy amablemente este cronista e
historiador). Según
narra Javier Gómez Arroyo, ese hidalgo del siglo XIX llamado Juan
Gómez Madrazo fue un famoso terrateniente de Vega, que tuvo por
desgracia que su hijo militase entre las tropas carlistas. Él murió
antes de que su vástago regresara de las últimas batallas y
finalmente todos los bienes les fueron incautados a su viuda y al
heredero; por haberse apuntado al bando de Don Carlos
-aunque
con los acuerdos de la Restauración les fueron restituidos los
bienes-.
Las armas y sus apellidos se corresponden con los nuestros; el de
Gómez -con el león rampante- y el de Madrazo (como
también se llamaban algunos miembros de nuestra familia; ver en
DOCUMENTACIÓN ADJUNTA, el acta de nobleza en notario de Tineo). Se
considera que es un escudo del siglo XV, trasladado a Vega de Pas
hacia 1830 y probablemente traído desde Espinosa de los Monteros
(de donde son originarios los Gómez y los Madrazo).
.
.
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; estatua
y monumento al doctor Diego-Madrazo, en Vega de Pas. Abajo,
el recinto donde Enrique de Diego-Madrazo situó su sanatorio y
hospital (por entonces, pionero en investigación y trato a los
pacientes). Estos
terrenos han sido adquiridos por los hermanos Gómez Arroyo, con el
fin de que no se pierda la memoria de Enrique Diego-Madrazo; para
poder restituirlos (construyendo en ellos algún centro donde se
desarrollen labores de interpretación de la figura del insigne
médico y con fines turísticos).
BAJO
ESTAS LÍNEAS:
El
Valle del Pas, visto desde el puerto que lleva hasta Espinosa de los
Monteros.
12-
EL SOLAR DE DON GÓMEZ Y LOS GOMEZ DE PELAYO:
.
Fue
así, como tras hablar con Javier Gómez Arroyo (en Vega de Pas),
comencé a creer que podría tener alguna base histórica lo que mi
padre comentaba acerca de los Gómez de Pelayo, e incluso lo del
solar de Don Gómez. Y aunque aquello me sonaba a “coña
marinera”; intenté buscar si tenía algún atisbo cierto. De
esta manera, para ir desvelando dónde estuvo nuestra familia y a qué
se dedicaron, se me ocurrió seguir sus escudos de armas en
Cantabria. Un método con el que -al menos- podríamos hacernos
una idea de los lugares en que se establecieron y las casas que el
mismo linaje tuvo; pues como es bien sabido, en el Cantábrico todo
individuo con algo de importancia, levantaba casa solariega. Tal como
escribía Manuel Llano (en 1931): “Aquí todos
son hidalgos. Aparceros y hacendados, pastores y trajinantes,
molineros y
leñadores. Todos son hidalgos, todos son señores
(...) Los ricos y
los pobres, los del compango áspero, los
de la alacena flaca, los de
alcancías repletas”. Palabras que recoge Ma. Carmen
González Echegaray en su magnífico trabajo ESCUDOS DE CANTABRIA;
una obra que nos ha ayudado a seguir esas casas que tuvo nuestra
familia en la zona. Documentación, que unida a los datos del ya
referido “canuto” -que recoge los apellidos y antepasados
hasta 1781- me facilitó comprender la historia familiar (al menos
hasta ese siglo XVIII). Pese a todo, tal como escuché de niño,
parece ser que hay otro “canuto”; también redactado a favor de
José Gomez Morán-Lavandera y seguramente conservado en actas del
mismo notario en Tineo. Ya que, al parecer, aquellos documentos
nobiliarios -llamados coloquialmente “canutos”- se expidieron
cuando algunos tíos lejanos nuestros pretendían solicitar el
marquesado del Valle de la Colina (que finalmente sería rehabilitado
por otro familiar más cercano al último marqués, fallecido en
Gijón hacia 1926 y sin descendencia directa).
.
Acerca
de los solares de Gómez en las “Asturias de Santillana”; pude
hacer una lista con al menos cuarenta y cinco casas antiguas de
Cantabria, donde en sus blasones aparece ese león rampante y las
tres espadas. Logrando saber que la mayoría de aquellos
escudos de nuestro Gómez, están en edificios cercanos al Pas y
más concretamente al tramo entre San Vicente de Toranzo, Escobedo,
Villacarriedo, Selaya y Vega. Todo lo que indicaba claramente el
lugar de procedencia familiar; aunque trazando un mapa más amplio,
podremos observar que: En Trasmiera hay unas tres casas con estas
armas; en las Asturias de Santillana, al menos veintisiete lucen el
mismo blasón; en Santillana y el Bajo Ansón hemos encontrado ocho
más; y finalmente, otros ocho (al menos) en los Valles del Soba,
Ruesga, Pas, Liendo, Guriezo y Liébana. Todos ellos suman unos
cuarenta y cinco escudos solares, encontrados en esta zona de donde
procede nuestra familia Gómez (que en Asturias se convierte en
Gómez-Morán). Lo que supone, si pensamos que se han conservado la
mitad de los blasones que se esculpieron originalmente; que hubo unas
noventa casas solariegas de este linaje en este área. Formando
apellidos como los Gomez de Zorrilla o Gómez de Santibañez, antes
citados. Aunque asimismo son de una igual linea los: Gómez-España
(que parece ser muy cercano a Gómez-Muñoz y a Gómez-Bustillo,
habiendo sido conocidos como Gómez de Villafufre); los Gómez de
Otero; los Gómez de Bedoya; los Gómez de Santibáñez y Gómez de
Barreda (de igual casa); los Gómez y Madrazo; los Gómez de
Helguera; los Gómez-Rucoba; los Gómez-Albo; los Gómez del Collado;
los Gómez de la Cotera; los Gómez de Colindres; los Gómez de
Cossio; los Gómez del Rivero; los Gómez de Bustillo (que proceden
de Villafufre y son Gómez España, mayorazgo de los que fueron a
Asturias); los Gómez de Villafufre (Gómez España); Gómez de
Liaño; Gómez de la Llamosa; Gómez del Arenal; Gómez San Salvador
o bien Gómez-Villa (ambos de una misma casa y formados en Santillana
del Mar).
.
Todos
estos apellidos, fueron posteriormente compuestos (al abrir solar o
establecer mayorazgo), tal como era normal en la zona. Y los que
hemos referido en la lista anterior, pertenecen a una misma familia o
linaje; cuyo escudo inicial es el del león rampante con tres espadas
en jefe. Que posteriormente distinguirá sus diferentes ramas de
Gómez, diferenciándolos con el lugar en que se establecían o por
el apellido de su mujer -añadido al patronímico, uniéndolo en
siguiente generación-. Pese a ello, existen otras mucha familias
Gómez, también cántabras; cuyo linaje y escudo no es el mismo.
Entre ellas las de: Gómez del Camino, Gómez de la Cuesta, Gómez de
la Torre, Gómez-Guerra, Gómez de Bustamante, Gómez-Lamadrid, Gómez
de Terán, Gómez-Rozas, Gómez de la Cortina, Gómez-Torices y
Gómez-Baro (entre muchos otros con linaje ajeno al nuestro). En
DOCUMENTACIÓN ADJUNTA podremos comprobar como los primeramente
recogidos son todos de la misma familia (con escudo del león y tres
espadas); mientras el resto de Gómez tienen orígenes muy distintos
y blasones muy diferentes. No siendo ni la misma familia, ni un igual
linaje.
.
Pese
a todo, parece que el apellido procedía originariamente de Espinosa
de los Monteros; un hecho que finalmente pudimos comprobar,
observando cómo esos Gómez más antiguos estuvieron establecidos
durante la Edad Media en esa zona Norte de Burgos. Siendo algunos de
los linajes más ancestrales, el de Gómez de Zorrilla,
que fueron creados marqueses de Casa Real en la figura de Francisco
Javier García Alonso, Gómez de Zorrilla y Huidobro (1697-1773);
hijo de Pedro García Gómez de Zorrilla y de Antonia Alonso de
Huidobro; por lo que formó nuevos apellidos, pasando a llamarse
Francisco García de Huidobro. Pese a ello, el escudo que conservó
fue el de Gómez de Zorrilla y más concretamente el de Gómez; al
ser este el linaje más antiguo de todos sus apellidos (ver imágenes
abajo). Por su parte, el
encuentro de este escudo Gómez de Zorrilla, nos hizo ver que
coincidía con otros como el de Fernández-Zorrilla; cuyo origen es
también de Epinosa de los Monteros. Por cuanto su lema es: “VELAR
SE DEBE LA VIDA DE TAL SUERTE, QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE”.
Un
“mote” que ya encontrábamos en la Casa del Patriarca de Selaya,
rodeando el escudo de los Gómez de Zorrilla (ver imágenes arriba).
Todo
lo que ya nos indicaba la unión de estos apellidos a los Monteros de
Espinosa; aquellos que velaban el sueño de los reyes y que vigilaban
por la seguridad del monarca y de los que hablaremos después de las
imágenes.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; armas
del marquesado de Casa Real; escudo partido, en el primer lado escudo
de Gómez (león y tres espadas); del otro en diferentes cuarteles,
Zorrilla, Huidobro y García. Abajo,
el primer marqués de Casa Real, en retrato propiedad del Museo
Nacional de Chile (al
que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). El título fue
concedido en 1760 a Francisco Javier García de Huidobro, que fue
tesorero real de Indias, logrando crear la Casa de la Moneda en
América del Sur. Vemos su escudo al fondo, a la izquierda del
cuadro; donde se observa que deseó destacar la línea de Gómez de
Zorrilla (apellido de su abuela paterna).
.
.
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; armas
de Gómez, en una casa solariega de un caballero de Santiago, en la
población de Villafufre, Escobedo (Cantabria). Creeemos que este
solar es el de quienes posteriormente fueron a Asturias y que
terminan componiendo el apellido como Gómez-Morán. Inicialmente se
les llamaba Gómez España o Gómez de España; derivando hacia Gómez
de Villafufre. Sobre
este escudo con mayorazgo de los Gómez, nos dice Ma. Carmen Gónzalez
Echegaray:
VILLAFUFRE
(Escobedo)
“En
la casa de Gómez España, sobre un hastial, aparece un escudo
timbrado por yelmo, sobre cartela de rollos y con cruz floreteada
acolada; el campo es cortado por una faja.
En
la parte superior un león, y en la inferior tres espadas con las
puntas hacia el jefe. Armas de Gómez. El apellido Gómez de
Villafufre, tuvo gran importancia en todo el valle, del cual
descendían los Gómez de Bustillo, que fueron notarios, y los
Bustillo que pasaron a Iruz, habiendo
caballeros
de distintas órdenes. Los colores para el escudo son en campo de
oro, león rampante,
gules
y
en campo de azur tres espadas con guarniciones de oro. Fofografía y
cita del libro de Gónzález Echegaray ESCUDOS DE CANTABRIA Tomo III;
(pag 129) y (Fig. Nº
231
g.) -agradecemos a quienes mantengan los derechos de autor de esta
obra, nos permitan divulgar nuestra imagen-.
Abajo,
escudo de los Zorrilla (Fernández de Zorrilla), con un lema igual al
que unen en Gómez de Zorrilla: “VELAR
SE DEBE LA VIDA DE TAL SUERTE, QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE”.
Esta leyenda manifiesta el origen Montero de estos apellidos;
asimismo -como hemos dicho- las garzas son símbolo de vigilia, por
cuanto estas aves parece que no duermen nunca (al mantenerse de pié,
en un duermevela, durante las noches). A
la izquierda, casona de los Zorrilla en Huérmeces (Burgos) y a la
derecha, fachada del palacio de los Zorrilla en Espinosa de los
Monteros (después
llamado del marqués de Chiloeches, cuando estos se casaron con los
Fernández de Zorrilla). Como
veremos, los Zorrilla y los Gómez fueron algunos de los más
destacados Monteros de Espinosa.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; portada
del libro de Pedro de la Escalera, ORIGEN DE LOS MONTEROS DE ESPINOSA
(publicado en 1735). En esta obra se explica el nacimiento de la
guardia compuesta por esos hidalgos, nacidos en Espinosa de los
Monteros; que desde Carlos V velaban el sueño de los reyes (una
guardia personal de corps creada al menos en 1208; y que se supone
que se instituye hacia el año 1006). Como veremos a continuación,
el
de Don Gómez era uno de los solares más antiguos que facilitaba
esos monteros a la Casa Real. Abajo,
el juramento o carta de Alfonso VIII, dictada en el año de la Era de
1246 (1208 Año del Señor), mandando el modo en que los monteros de
Espinosa deberán velar por su seguridad. El
documento es cuatro años anterior a la batalla de las Navas de
Tolosa e indica los solares de Espinosa, de los que deben proceder
aquellos guardianes de las noches del monarca. Marcando
un total de veintitrés guardas reales; firman el edicto por parte de
los ciudadanos de Espinosa: Pedro Ribero, Pedro Pumar, Almerçal
Roiz, Pelai Fajan, Roi Pérez, Don Gómez y Garcí Tamayo.
Representantes de los cinco barrios de Espinosa de los Monteros que
debían facilitar los guardias de la noche y alcoba real. En
el CAPÍTULO
X, Pedro de la Escalera especiifica quienes fueron estos primeros
Monteros, tanto como los puestos y honras merecieron de los reyes,
aquellos que cuidaron de su seguridad.
Habiendo
sido los cinco primeros Monteros de Espinosa:
-Nuño
Gudestioz, Mesnadero e infanzón de Castilla
-Fernán
Armentales, Mayorino , o Merino mayor de Campos.
-Don
Pelayo, Rico Hombre de Castilla, Gobernador de Vi-Juezes
-Don
Christoval de la Ponte; Mesnadero e infanzón de Castilla
-Don
Gómez, ricohomobre de Castilla, Mayorino Mayor de Campos
En
siguientes páginas, explicará qué funciones tuvieron los demás
firmantes en la carta de Alfonso VIII:
-Vela
Riencho o Vela Riezmilo; de la Cámara del rey Don Sancho el Mayor
Yerno del Conde Don Sancho.
-Miguel
Zidiz, Rico-Hombre de Castilla, Señor del Solar de Zidzides , quarto
o Alcayde de la Imperial Toledo
-Pedro
Joanes, señor del Solar de Pedro Joanes; Merino Mayor de Castilla y
el que pobló Sepúlveda por Orden de Alfonso VI.
-Tel
Tellez , Rico Hombre de Castilla , Merino Mayor en Burgos
-Illan
Ovekez , Mayordomo del Señor Rey Don Alonfoso el Bueno
-Ximen
Saravia , y Sancho de Logroño hermanos , Capitanes de infantería
(participaron en la conquista de Jerusalén, según dice Lope de
Vega)
-Rodrigo
Pelaez, valeroso Capitán
13-
LOS MONTEROS DE ESPINOSA Y LA FAMILIAS PASIEGAS:
.
Quizás
el cuerpo de guardia más antiguo y especial de toda la Historia fue
el de los Monteros de Espinosa; uno de los más extraños y
ancestrales por sus función y fundación. Tan solo comparable
con soldados como la Guardia Suiza del Papa; estos Monteros
destacaron no solo por lo vistoso de sus vestimentas y la época en
que fueron creados, sino también por la misión final que se les
encomendó: Velar el sueño de los reyes, junto a su cama. Pues según
conserva la tradición, nacieron en el año 1006, cuando
el conde de Castilla (Sancho García; nieto de Fernán
González) fue salvado por un montero suyo, originario de Espinosa.
Quien le advirtió que su propia madre, instigada por un califa al
que amaba, pensaba envenenarle para contraer nupcias con aquel rey
moro. Tras descubrir el conde Sancho ese intento de acabar con su
vida, nombró al montero guardia personal suyo e instituyó el
privilegio por el cual sus más cercanos vigilantes habrían de ser
hidalgos nacidos en aquella villa de Espinosa. Esta leyenda
histórica en verdad muestra la razón por la que aquellos monarcas
precisaban de un cuerpo de vigilancia como el de los Monteros:
Especial, especializado y “extraño”. Pues no podían fiarse ni
de su madre.... . Así se constituyó la guardia personal de los
reyes de Castilla, que pasaron luego a ser los del monarca de España;
cuando Isabel la Católica mantuvo estos Monteros, que por entonces
se componían de doce hombres (todos nacidos en Espinosa). Aunque
poco después se amplió el número hasta veinticuatro y tan solo con
la llegada de Felipe el Hermoso, fueron sustituidos por otra guardia
personal (en su caso flamenca).
.
De
tal manera, tras Felipe y Juana I, la misión de vigilancia de los
Monteros quedó tan solo para las noches; velando el sueño de los
monarcas y debiendo estar presentes en la cámara real mientras estos
dormían. Con iguales funciones los mantuvo Carlos V, como guardia de
corps nocturna; ampliando su número a cuarenta y ocho, para enviar
la mitad a su madre (reina cautiva en Tordesillas). Así, desde el
emperador Carlos su función comenzaba cuando les entregaban las
llaves del palacio (a la caída del sol), debiendo los Monteros sacar
a todo sirviente o extraño de las zonas en que dormían los reyes.
Guardando de los monarcas hasta que despertasen y dejasen sus
habitaciones. Desarrollando esa labor de vigilia desde las ocho
de la tarde (cuando hacían su aparición en los aposentos) hasta las
ocho de la mañana; dividiendo la noche en tres turnos de cuatro
horas cada tercio. Siendo otra de las funciones esenciales la que
tenían cuando los reyes caían enfermos o morían; sin separarse de
su lado en la cama mientras se encontraban convalecientes. Y en caso
de que fallecieran, era obligación de los Monteros permanecer
siempre al lado del cadáver; mientras lo amortajaban o lo exponían,
hasta que fuera enterrado. Así lo hicieron, al menos desde el
año 1208 en que lo ordenó un edicto de Alfonso VIII de Castilla;
aunque se cree que su fundación es de tiempos del Cid, siendo
instituidos por el conde Sancho García -como ya dijimos-. Pensándose
que aquellos Monteros de Espinosa que velaron desde entonces por la
seguridad de los reyes; fue una costumbre que Don Sancho García
trajo desde la zona de Babia, próximo a Luna. Paso de montaña
en el que “veraneaban” a comienzos de la Reconquista los reyes
astur-leoneses; donde parece que tenían un cuerpo particular de
guardia, llamado “Monteros de Babia”.
.
Acerca
de ellos, nos dice Pedro
de la Escalera y Guevara en
su libro
ORIGEN DE LOS MONTEROS DE ESPINOSA ...
-Madrid 1735-;
que
debían ser hidalgos de padre y abuelos conocidos y nacidos en la
villa de Espinosa de los Monteros. En el capítulo segundo de esta
obra muestra el privilegio otorgado por Alfonso VIII en el año 1208,
señalando los solares de los que debían proceder aquellos Monteros
que velarían por ellos:
“En
el Barrio de Quintaniella el Solar de Fernando Amiéntales de la
Poza, el Solar de
Armenter Tellez y
el Solar de Michael Ovekez,
y de Tedro Ovekez
y el Solar de Michael Tezeder
y el Solar de Nuño
Ovekez,
y de Martin Ovekez,
y el Solar de Martín Salvadores, y de Flarcin Armentales y de
Flavides y de Nuño Nuñez, y Don Pelayo, el Solar de Tello Tellez, y
de Pedro Tellez, y el Solar de Vela Rezmillo y de María Nuñez, y
el Solar de Tero Michaelez de las Fuentes; y el Solar de Armenter
Michaelez; y el Solar de Pero Joan de la Revilla ; el Solar de Nuño
Flamez.
En
el Barrio de Berrueza; Solar de Martino Flamen; y
el Solar de Zidzides y el Solar de Don Gomez; y el Solar de Munio
Vicente y el Solar de Pero Christóvalez, y el Solar de Johanes
Elaver;
y de Marta Romanez
y el Solar de Pero Pérez y de Roi Pérez;
y el Solar de Pero
Joanes, y de líllana Joanes y el Solar de Don Christoval de la
Ponte” (Pedro
de la Escalera y Guevara ORIGEN
DE LOS MONTEROS DE ESPINOSA, pags.
137 y 138).
.
En
este edicto de Alfonso VIII leemos ya los nombres de los primeros
Monteros y sus solares, entre los que vemos el de Don Pelayo y el de
Don Gómez; apellidos cuyos escudos heráldicos posteriormente
encontraremos profusamente en El Pas. Aunque también los veremos
extendidos por toda Cantabria (como sucede con los del resto de
familias de Monteros); pese a que serán los de Pelayo y estos
Gómez, familias especialmente pasiegas. Destacando en la carta del
rey Alfonso VIII, que se cita aquellos dos solares, con nombre y
apellido de forma unida; denominando Don Gómez y Don Pelayo a estos
dos. Lo que nos lleva a pensar que quizás por su antigüedad y
procedencia, pudieran venir los Gómez y los Pelayo de los Monteros
de Babia (y de allí el nombre de Pelayo o el escudo de Gómez, que
prácticamente coincide con el de León). Pero ciñéndonos a hechos
históricos, acerca de los Pelayo, sabemos seguro que fueron como
Monteros a la Navas de Tolosa con Alfonso VIII; tanto que el linaje
de los Conde y Pelayo, procedente de Espinosa, fue uno de los que se
establece repoblando y gobernando la recién conquistada Baeza en
1227. Tal como recoge en sus estudios Javier Gómez Arroyo, quien
asimismo explica que otro miembro de esa familia Conde-Pelayo, fue el
primer alcalde de Vega del Pas; donde vivió también su hijo, hacia
1725, que tuvo el cargo de síndico en Burgos y caso con María
Zorrilla, procedentes ambos de Espinosa de los Monteros (lugar natal
de todos ellos).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; de
nuevo el escudo de los Zorrilla en el palacio de los marqueses de
Chiloeches, en Espinosa de los Monteros. Aquí vemos los blasones y
las garzas, pero la escena heráldica carece del lema común a los
Zorrilla que velaban el sueño real: VELAR
SE DEBE LA VIDA DE TAL SUERTE, QUE VIVA QUEDE EN LA MUERTE. Quizás
porque ya como marqueses y ricohombres podrían pagar los cuatro mil
ducados de oro que valía en tiempos de Alfonso VIII liberarse de esa
obligación de guardar las noches del rey.
Abajo,
una de las bellas casa solariegas de Selaya.
Continuando
con los datos que aporta Pedro de la Escalera acerca de aquellos que
cuidaban de los
reyes; tras referir los solares de los debían proceder los
guardianes, recoge el
resto de la carta de Alfonso VIII y
que dicta:
“De
los arriba sobredichos mis Monteros deben venir a mi Corte y quando
embiare por ellos todas las vezes que Yo los llamaré; y soy obligado
Yo a a proveerles de mantenimientos , y vestidos de un color,
mientras que conmigo estuvieren y les absuelvo perpetuamente
absueltos de toda obligación y tributo mío. Y si alguno quere
quebrantar o presumiere contavenir esta carta, incurra peniariamente
en la Ira de Dios, todopoderoso; y a la parte del Rey, pague cuatro
mil dcados de oro, en coto y los daños a ellos hechos se les
restituyan doblados. Fechado en La Era 1246, en Castro Ordiales, a
cinco días antes de las calendas de Septembre, YO EL REY DON
ALFONSO” -Pag.
138, Op. antes citada; la datación es 1209, Año del Señor-.
Finalmente, ya vimos que aquel edicto lo ratificaban y firmaban como
representates de Espinosa los dignatarios, del siguiente modo:
“Tomado
juramento sobre ello á Don Martin de Barcenas, Don Pedro Ribero ,
Don Pedro Pumar , Armencal Roiz , Pelai Fajan , Roí Perez , Don
Gómez , y Garci-Tamayo y hecha la diligencia necestada , que de los
cinco Solares , que havia poblado , y criado el Conde Don Sancho en
el principio de esta Guarda, quatro en el Barrio de Quintaniella,
y uno en el Barrio de Berrueza (ya pusimos los nombres de fus dueños
en otra parte)- Se havian propagado a veintitres, y que estos eran
los Solares a cuyos nobles dueños tocaba continuar en el exercicio
de este privilegio”. Acerca
de los arriba firmantes, en imágenes anteriores se definían los
cargos que en su día ocupaba cada uno de ellos, tanto como el hecho
de ser considerados los primeros Monteros conocidos.
.
Por
todo lo expuesto, parece que
en Espinosa de los Monteros ciertas familias debían guardar los más
aguerridos hijos, para mandarlos a cuidar del rey (aunque desde 1498
se limitaron a vigilar del sueño real). Una función que llevaron a
cabo durante casi un milenio, sin que se conozca traición alguna, ni
menos un solo monarca asesinado mientras dormía. Todo lo que
confiere a estos Moteros de Espinosa una categoría e historia
inigualable; pues de ese pequeño pueblo y de un puñado de familias,
salían los veinticuatro hombres que velaban la seguridad real. Un
número que Monteros que durante el reinado de Carlos V se amplian al
doble, para poder cuidar también a la madre del emperador; función
que luego pasaron a desempeñar con el resto de las reinas.
.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado; una bonita casa de Selaya, en este caso no es de los Gómez. Abajo, frente a esas casonas existen lugares de reunión y diversión; usados desde antiguo para jugar a los bolos, pero también para dictar leyes y justicia (donde tomaban las decisiones corporativas). Suelen situarse bajo grandes árboles; algo común entre los pueblos de origen celta que realizan sus juntas y ceremoniales bajo enormes tejos y robles.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado; una bonita casa de Selaya, en este caso no es de los Gómez. Abajo, frente a esas casonas existen lugares de reunión y diversión; usados desde antiguo para jugar a los bolos, pero también para dictar leyes y justicia (donde tomaban las decisiones corporativas). Suelen situarse bajo grandes árboles; algo común entre los pueblos de origen celta que realizan sus juntas y ceremoniales bajo enormes tejos y robles.
.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; de
nuevo una foto del Valle del Pas, en su camino hacia Espinosa de los
Monteros. Abajo,
Plaza de Vega de Pas. Acerca de las familias de Monteros de Espinosa,
que más tarde se asentarían en el resto de Cantabria; diremos
que entre
los apellidos que Pedro de la Escalera cita como Monteros en época
de Felipe II, estaban principalmente varios hermanos llamados Ruiz
Azcona. En la etapa de Felipe III destacan: De Villa-Gómez; Vivanco
y Tobar. En
época ya de Felipe V (cuando escribe el libro) habían pasado a ser
Monteros los Escalera, los Pelayo, los Escalera, los Porras, los
Madrazo Escalera y los Zorrilla. Todo
lo que lleva a pensar en un cambio de familias de Monteros tras la
entrada de la nueva dinastía francesa. Algo que quizás obligó a
los Gómez, a los Conde-Pelayo o a los Azcona, a dejar esta
dedicación para pasar a residir en Cantabria; desarrollando
otras labores relacionadas con la Casa Real (como la de recaudador,
jueces, notarios, escribanos etc).
14-
LOS GÓMEZ Y LA VEGA DE PAS:
.
Aquellos
Gómez, originarios de Espinosa debieron establecerse hacia 1700 en
la zona del Pas. Es algo que decimos con fundamentos, pues fue lo que
sucedió con otras tantas familias de Monteros, que vemos ya en
Cantabria a partir de esta fecha -en la que entra una nueva dinastía
a reinar; alejados de la profesión de guardias y relacionados
con la de funcionarios-. Siendo aquel cambio dinástico lo que
probablemente provoca que antiguas sagas de Monteros (como los
Conde-Pelayo, los Gómez y los Azcona), se alejasen de Espinosa,
para ir dedicándose a oficios relacionados con el funcionariado y la
política. Por su parte, nuevas familias como los Madrazo o los
Escalera pasan a realizar esta función de guardias reales en el
siglo XVIII; así los vemos en gran número vigilando el sueño real
junto a los Zorrilla o a los Porras (algunos Gómez y Porras). Todos
ellos nombrados luego marqueses, cuando Felipe V y sus sucesores,
comienzan a titular a estos quienes guardaban sus alcobas. Familias
asentadas en Espinosa para cumplir la función de Montero y que antes
habían compuesto sus apellidos, convirtiéndolos en:
Madrazo-Escalera; Gómez de Zorrilla, Fernández de Zorrilla, Gómez
de Porras o Fernández de Porras (entre otros).
.
Pero
regresando a nuestra familia,
en el “Canuto” que recojo en DOCUMENTACIÓN ADJUNTA podremos ver
que el bisabuelo se
apellidaba Gómez Morán-Lavandera; su padre Gómez Azcona; su
abuelo, Gómez Oria y sus tatarabuelos Oria Gómez y Diego-Madrazo;
mientras los otros eran Gómez Madrazo. Mencionando
la pagina 23 al abuelo del tatarabuelo, del que fechando su acta de
nobleza en 1781, se dice que desciende de Jose Diego Madrazo; que
suponen se trata de alguien de la familia de Diego Madrazo Escalera,
marqués del Valle de la Colina. Aunque este Jose Diego Madrazo era
principalmente el Justicia Mayor, tal como podemos ver en las
diferentes actas que el Museo de las Villas conserva. Donde se
contiene la firma de este regidor, citado repetidamente como “Don
Josef Diego Madrazo Alcalde Hordinario, y Justicia Mayor en esta
Villa de Nuestra Sennora de la Vega montes de Pas; Assesor Abogado
de los Reales Consejos”
(VER DOCUMENTACIÓN ADJUNTA E IMÁGENES). Con
ello podemos obtener los ocho apellidos que se precisaban para
“probar nobleza” y que eran: Gómez, Azcona, Oria, Gomez, Diego,
Madrazo, Diego-Madrazo. Todos ellos pasiegos y Monteros de Espinosa;
pues, en lo que se
refiere a los Azcona, sabemos que es el nombre común de esos que
velaban el sueño de los reyes Felipe II y Felipe III. Por su parte,
los Oria se documentan en Espinosa de los Monteros ya en el siglo XVI
(como Monteros), creyéndose que son originarios del Pas -no vascos,
como muchos opinan-. Tanto que el Padre de la Sota opina que es un
apellido hispano romano de esta zona cántabra. Tal como recogen los
estudios de J.J. Ruiz-Oria, que describe asimismo como en la
parroquia de Santa Cecilia (de Espinosa); fue bautizado un hijo de
Pedro Oria y María Azcona -el 19 de junio de 1581-, cuyos padrinos
fueron un Montero de su majestad y la esposa de otro. Lo que lleva a
pensar a J.J. Ruiz-Oria, que los Azcona y los Oria eran también
guardias de Felipe II.
.
Los
mencionados apellidos, se repiten entre los que vemos en el canuto
(Gómez, Oria, Azcona, Diego y Madrazo); haciéndonos ver que tanto
los Gómez, como los restantes antepasados velaron las noches de los
monarcas (al menos hasta el cambio de dinastía y la llegada de
Felipe V). Por lo demás, parece seguro que este servicio de
vigilancia nocturno realizado por los Monteros, debió asimismo crear
lazos afectivos entre los reyes y quienes les guardaban el sueño.
Todo lo que seguramente hizo que estos guardias buscasen amas de cría
a las reinas. Proporcionando mujeres de gran confianza en pueblos
cercanos a Espinosa y quizás entre sus familiares “venidos a
menos”. Algo que explica perfectamente el extraño hecho de la amas
pasiegas; nodrizas que comenzaron por alimentar a los príncipes y
terminan por ser buscadas por toda la nobleza española.
Procediendo del Valle del Pas aquellas amas de cría más
importantes; lo que se ha justificado por la buena salud, que
entonces gozaban las jóvenes pasiegas. Aunque en verdad
habría que buscar más el motivo de esas ayas reales, en la
confianza de las familias reinantes; quienes tenían plena
tranquilidad al introducir en sus habitaciones y aposentos a gentes
del Pas o de Espinosa. Pues
desde el sigo XIII (al menos) venían cuidando de ellos esos
Monteros; durante la noche y el día, sin conocerse traición ni
problemas. Todo lo que indica la esencia de este carácter pasiego,
que más parece “paciego” (de paz) y “palaciego”. Ya que
procediendo de aquellas duras montañas, eran capaces de vivir en los
aposentos del rey, cuidando de ellos en todas las circunstancias.
Ganándose la confianza plena de muchos reyes; tanta como para poder
escoger las nodrizas reales (que actuaban como la segunda madre de
los monarcas).
.
Finalmente
y sobre el carácter de los pasiegos hay muchos rasgos que podemos
ver aun entre los Gómez-Morán. No solo por ser noctámbulos, quizás
debido a los cientos de años despiertos en las cámaras reales; sino
también en su enorme memoria, que les ha llevado a hacerse
notarios o jueces con cierta facilidad. Sobre esta enorme
capacidad de retención de datos de los pasiegos habla en sus
estudios repetidamente Javier Gómez Arroyo, mencionando al
doctor Conde-Pelayo; esperantista, que hablaba varios idiomas y se
licenció en diferentes carreras, con una enorme facilidad (entre
ellas, la de médico). Siendo muy de destacar la memoria del cardenal
Herrera Oria, que tras apenas año y medio de preparación, aprobó
las oposiciones de Abogado del Estado -con la mejor nota, hasta ahora
conocida-; aunque a los siete meses de ejercer la profesión, pidió
la baja. Asimismo es común entre los pasiegos una enorme
capacidad de adaptación, debido a la dificultad del medio; pues
aquel Valle es tan duro, como cerrado y aislado. Todo lo contrario
que sus habitantes, que son abiertos y muy amables; logrando con ese
modo de ser abrirse comercio en lugares tan distintos como distantes
-gracias a su inteligencia y simpatía-. Todo ello, unido a una gran
capacidad intelectual; no solo les ha convertido en grandes
profesionales, sino también personas muy polifacéticas.
Siendo común que además de ejercer una profesión, a la vez sean
negociantes, se ejerciten en las artes, escriban o tengan un oficio
como afición. Aunque sobre todo es normal entre los
pasiegos, que continúen estudiando y “experimentando” distintas
profesiones a lo largo de toda su vida.
JUNTO
ESTAS LÍNEAS:
Auto
notarial del 1790 sobre el testamento de juan Cobo del Prado, firmada
por Jose Diego Madrazo “Alcalde
Hordinario, y Justicia Mayor en esta Villa de Nuestra Sennora de la
Vega montes de Pas; Assesor Abogado de los Reales Consejos”.
El acta está levantada y firmada por el notario Santiago Diego
Madrazo.
Ambos son en linea directa antepasados de Jose Gómez Morán-Lavandera
(es decir, de los Gómez-Morán).
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; las
escuelas creadas en Vega de Pas por el doctor Enrique de
Diego-Madrazo. Abajo,
plaza de Vega de Pas; con la casa natal del marques del Valle de la
Colina. Asimismo en este edificio nació el doctor de Diego-Madrazo
-de los que a continuación hablamos-.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; el
doctor de Diego-Madrazo en una operación quirúrgica. Abajo,
Enrique de Diego-Madrazo junto a varios intelectuales de la época.
Los
estudios de este médico fueron tan innovadores que influyen hasta en
la pastelería de la zona; creando hasta un método moderno de
fabricar los sobaos pasiegos. Elaborados de forma muy diferente
gracias a los nuevas recetas que la clínica de Diego-Madrazo
recomendó (establecidas por la jefa de cocinas de esta institución)
.
Acerca
de los pasiegos ilustres, hay en Youtube una divertida conferencia de
Javier Gómez Arroyo (de la que abajo damos link); donde narra los
pormenores de las personas que vivieron en Vega de Pas. Entre ellos
hemos de destacar primeramente al marqués del Valle de la Colina;
título que fue concedido a Diego Madrazo Escalera, quien emigró
de escribano a México hacia 1670 y que allí fue creciendo
económicamente, gracias varios y sucesivos negocios. Comerciando
primero con harinas y empresas de transportes arrieros; para luego
pasar a comprar ganado, vendiendo sus carnes y cueros, montando
grandes tenerías en México. Más tarde logra exportar productos a
España, enviando tabacos, llegando a organizar una pequeña banca,
realizando préstamos y logrando la concesión de minas. Se casó con
una riquísima viuda; tras lo que fue nombrado marqués del Valle de
la Colina de Orizaba en 1690 y murió diecisiete años después, sin
descendencia. Le sucedió uno de sus sobrinos (Antonio Madrazo
Porras) que se trasladó desde Valle del Pas hasta México, para
continuar allí el mayorazgo; pero al fallecer este también sin
herederos, pasa el título a su hermano. Aunque años después
llegaría el mayorazgo a otro de sus hermanos, ya que ninguno tuvo
hijos. Así siguió finalmente una linea de sucesión, hasta que en
1826 se extinguen los títulos en México y es rehabilitado por una
linea familiar española. Cuyo sucesor (José Madrazo-Escalera) en
1926 se encontraba en Gijón -probablemente asociado con los
Gómez-Morán-, donde también muere sin descendencia directa.
.
Otros
muchos personajes destacan en el Valle del Pas, tal como podemos ver
en la mencionada conferencia de Javier Gómez Arroyo; siendo quizás
el más significante el Doctor Enrique de Diego-Madrazo,
hijo de Manuel Diego-Madrazo y de Juana Azcona (sobrino de Santiago
Gómez Azcona, el padre de José Gómez Morán-Lavandera). Que nace
en 1850 y estudia medicina en España y Francia, llegando a trabajar
con figuras como Pasteur; trasladándose luego a Alemania. A su
regreso oposita en sanidad militar y en la cátedra de patología;
obteniendo el número uno en ambos casos, pero debido a su ideología
liberal no le conceden la cátedra, ni ingresa en el ejército.
Decide entonces extender sus conocimientos médicos a través de
canales no oficiales, creando una clínica propia en Santander, que
fue declarada una de las mejores de Europa. Mantuvo una gran
relación con los intelectuales de su época, siendo amigo de
personajes como: Miguel
de Unamuno, Benito Pérez Galdós, José Mª de Pereda, Augusto
González Linares, Matilde de la Torre, Emilia Pardo Bazán, Nicolás
Salmerón, Niceto Alcalá-Zamora, Indalecio Prieto, Giner de los
Ríos, Hildegart Rodríguez, Santiago Ramón y Cajal, Marcelino Sanz
de Sautuola y Marcelino Menéndez Pelayo. En 1884 inaguró su
sanatorio en Vega de Pas y poco después crea las escuelas.
Tristemente años después fue maltratado por la vida, cuando en 1934
pierde su sanatorio tras
diversos procesos
judiciales y posteriormente es encarcelado por sus ideas
republicanas. Saliendo de prisión en 1941, con más de noventa años
y ya ciego; muriendo poco después.
.
Finalizaremos
este extenso artículo, recordando que hay una DOCUMENTACIÓN ADJUNTA
en una entrada tercera, donde quienes lo deseen pueden hallar
referencias históricas y datos que en los que se basa el presente
capítulo (compuesto
por dos partes). Aunque
antes de terminar deseo narrar una curiosa anécdota, referida a mi
abuelo Luis Gómez-Morán. A quien -al parecer- mientras estaba de
notario en Torrelavega, quisieron presentarle a un empresario, del que
decían quizás era un primo lejano suyo. Se trataba de Francisco
Gómez Cobo, que llegó a ser una de las mayores fortunas de Francia;
con un capital de tal magnitud, que le concedieron la Legión de
Honor. Pese
a ello, dudando mi abuelo de que fuera un familiar, preguntó a
algunos parientes lejanos de Santander quién era aquel al que
querían presentarle
(como cliente de la notaría). Con
sorpresa aquellos amigos santanderinos le dijeron que se trataba
del famoso “Haga Pan”;
el hombre más rico del Cantábrico... . Era Francisco
Gómez Cobo, que emigró a Francia como panadero y logró levantar
las fábricas mayores harineras de aquel país; por lo que en
Santander capital se le conocía como el “Haga Pan”... .
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; portada
del libro de Javier Gómez Arroyo, VEGA DE PAS, UNA CASA UNA HISTORIA
(con dibujos de Aberto Quevedo). Recomendamos
escuchar el video en Youtube sobre la presentación de este libro.
Pulsar: https://www.youtube.com/watch?v=72UthZIH8x4
.
.
.
.
ARRIBA: Javier Gómez Arroyo y Chiho (mi mujer); en la plaza de Vega de Pas.
Al lado izquierdo, la casa natal del marqués del Valle de la Colina
y del doctor de Diego-Madrazo.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al
lado; casa
de los Conde-Pelayo en vega de Pas. Abajo,
antigua casa de la tesorería, hoy estanco.
.
JUNTO
Y BAJO ESTAS LÍNEAS:
Al lado; Casa de los Oria, en Vega de Pas. Fue edificada por el bisabuelo de Angel Herrera Oria (hacia 1800) y es la casa natal de este cardenal, cuya memoria se considera un caso superdotado. Pues -como dijimos-, aprobó en unos meses las oposiciones a Abogado del Estado con la nota más destacada hasta ahora conocida; aunque a los siete meses de ingresar en el cuerpo, dejó su plaza. Estas rarezas de los Oria parecen ser muy normales; ya que el bisabuelo del cardenal, tuvo veintiún hijos con su mujer y al enviudar también se metió a cura (cantando misa frente a sus veintiún vástagos). Fue este quien levanta sobre su solar, la casa que vemos en imagen. Por su parte, entre los de a familia pasiega Oria se encuentran en la misma época: Un famoso general y abogado (Tomás Oria y Ruiz de Oria), y su hermano Marcos, que fue también abogado y senador del reino. Habiendo sido curiosamente una de las Oria de Vega de Pas, la nodriza de Alfonso XII.
Abajo, interior de la iglesia de Santa Ma. de Pas; donde fueron bautizados en el siglo XVIII muchos de los Gómez, antepasados de los Gómez-Morán (agradecemos a la parroquia nos permita divulgar la imagen del interior del templo).
Al lado; Casa de los Oria, en Vega de Pas. Fue edificada por el bisabuelo de Angel Herrera Oria (hacia 1800) y es la casa natal de este cardenal, cuya memoria se considera un caso superdotado. Pues -como dijimos-, aprobó en unos meses las oposiciones a Abogado del Estado con la nota más destacada hasta ahora conocida; aunque a los siete meses de ingresar en el cuerpo, dejó su plaza. Estas rarezas de los Oria parecen ser muy normales; ya que el bisabuelo del cardenal, tuvo veintiún hijos con su mujer y al enviudar también se metió a cura (cantando misa frente a sus veintiún vástagos). Fue este quien levanta sobre su solar, la casa que vemos en imagen. Por su parte, entre los de a familia pasiega Oria se encuentran en la misma época: Un famoso general y abogado (Tomás Oria y Ruiz de Oria), y su hermano Marcos, que fue también abogado y senador del reino. Habiendo sido curiosamente una de las Oria de Vega de Pas, la nodriza de Alfonso XII.
Abajo, interior de la iglesia de Santa Ma. de Pas; donde fueron bautizados en el siglo XVIII muchos de los Gómez, antepasados de los Gómez-Morán (agradecemos a la parroquia nos permita divulgar la imagen del interior del templo).
ESTE
CAPÍTULO SE COMPONE DE TRES ENTRADAS:
-La
primera parte, anterior a esta; a la que podemos llegar pulsando el
enlace:
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2018/08/tierra-de-las-gentes-libres-parte_19.html
http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2018/08/tierra-de-las-gentes-libres-parte_19.html
-La
segunda parte; que es la que hemos leído.
-DOCUMENTACIÓN
ADJUNTA; donde se recogen citas y documentos, página a la que
accederemos pulsando: http://recuerdosyanoranzas.blogspot.com/2018/08/documentacion-adjunta-los-dos-capitulos.html
Interesantisimo y precioso esta historia.
ResponderEliminarGracias Angel por dedicárselo a mis padres.
ResponderEliminarUn abrazo.
José Mari.