Deseo dedicar este trabajo a Francisco Bustamante Alonso; cuyas importantes crónicas y libros sobre Colloto, han logrado recuperar gran parte del pasado ovetense. Quien entre sus muchas aportaciones a la Historia de Oviedo, ha conseguido revivir la memoria de mi bisabuelo, José Cima; manteniendo su recuerdo de un modo que ningún otro familiar hizo. Por cuanto, los sucesores de Cima y de los Fernández-Roces, deberemos agradecer siempre a Francisco Bustamante, esa enorme labor documental desarrollada durante años. Una obra y estudios que me llevan a considerarle el mejor descendiente de mi bisabuelo -José Cima- y de su sobrino -Pepín Rodríguez-; pues en Colloto, todos somos familia.
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ESTA ES LA SEGUNDA PARTE.
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EL ARTÍCULO puede leerse enteramente o bien de forma resumida (siguendo las letras destacadas en rojo y la negrilla).
SOBRE ESTAS LINEAS: fotografía de la plaza de la catedral de Oviedo, donde he marcado el lugar en que estaba situada la casa de José Cima, frente a la fachada del templo. En sus bajos también estaban las oficinas de Industrias Cima.
Al lado, otra imagen en la que vemos el edificio nuevo que se levantó en los años setenta, tras tirar la casa de José Cima.
Abajo, foto del nuevo inmueble que se construye hace unos cuarenta años, en lo que antes fue el edificio donde residía José Cima y su familia.
D) : OTRAS COSAS Y CAUSAS DE JOSÉ CIMA (la alcaldía de Oviedo; sus casas y obras filantrópicas; sus aficiones)
D – 1 ) Las excentricidades del anciano Cima:
Por lo que me narraron, mi bisabuelo era un hombre de mucho carácter; aunque tras la muerte de su hija Pepita (en 1927) aquellas malas pulgas empeoraron. En esos días había cumplido ya los ochenta y cuatro años; y según he sabido, desde entonces tenía por costumbre tirar cuanto tenía a mano a la persona que le enfadase. Pero en el momento en que los enseres cercanos se le acababan (ceniceros, candelabros, lápices, etc); sacaba la dentadura postiza y la arrojaba contra “el enemigo”. Tras ello, al parecer, profería una enorme risotada; como si al lanzar sus dientes artificiales, hubiera realizado un acto heróico y divertido... . Lo peor venía si aquella discusión se entablaba entre él y sus hijos; pues algunos habían heredado el “pronto Cima”. Sobre todo Isabel o Arturo; quienes tras esquivar los candelabros, ceniceros y hasta la dentadura, que el padre les había tirado. Viendo que el anciano enfadado, ya no tenía más “munición” en su poder; se agarraban a la lámpara de la habitación, haciéndola caer. Luego, con esa araña en sus manos, arrastrando los cables; perseguían al viejo padre por toda la casa, advirtiendo que se la iban a poner en la cresta (como corona de rey que rabia).
Recordaba la familia, que en una de esas discusiones; los hijos con quienes se enzarzó se pusieron junto a la ventana principal de la casa, abriéndola para que no tirase más objetos (advirtiendo que caerían a la calle). Debido a ello, aumentó el enfado del progenitor, que les arrojó con fuerza los dientes postizos, y los “piños” de baquelita salieron por el balcón. Con tan mala fortuna; que cayeron encima de una novia cuando entraba en la catedral, para casarse. En cuyo traje (blanco, con gran cola) quedó enredado ese “precioso recuerdo” de Cima; mientras el dueño de la prótesis, gritaba asomado a la ventana:
-¡Paren a esa novia, que se lleva mi dentadura!-
Ante este espectáculo dantesco, los invitados al enlace nada entendían; menos aún aquella pobre mujer que acababa de salir de un espléndido coche de caballos, e iniciaba su entrada nupcial al templo. Aunque pronto, algunos de los asistentes comenzaron a darse cuenta de la situación; advirtiendo que entre las sedas y la gran cola del traje, se veía algo extraño y asqueroso. Eran unos dientes plásticos, enredados en la parte trasera del precioso vestido blanco. Fue así como algún valiente cercano al cortejo matrimonial, se atrevió a recoger “ese regalo” que había caído desde el edificio colindante. Mientras; el viejo Cima reclamaba sus “piños”, desde lo alto de su casa... -se dice que este hecho fue recogido en los “ecos de sociedad” que describieron el referido enlace; aunque no hemos podido encontrar mención alguna en periódicos de la época-.
A cuanto hemos narrado, se une el amor de José Cima por la luz eléctrica y por trabajar durante la noche. Tanta era esta costumbre, que recibía y citaba a las personas a horas intempestivas. Llegando a mantener reuniones laborales o asambleas políticas, a las dos y tres de la madrugada. Ello, junto a sus malas pulgas; se consideraban suficientes impedimentos para que no llegase a la alcaldía; pese a los cinco decenios que había sido concejal del ayuntamiento ovetense. Pero aquellas excentricidades y su conocida costumbre de dormir después de las cuatro de la mañana, no fueron tenidas en cuenta cuando en 1930 salió elegido jefe del cabildo. Un cargo que -a mi juicio- le fue entregado para que sufragase con su dinero la remodelación de la plaza de la catedral (antes plazuela de Alfonso IV). En el siguiente epígrafe veremos qué hizo durante el mes que estuvo en el mandato; treinta días en los que logró llevar a cabo lo que se había aplazado durante años y en los que se peleó con cuantos contravenían sus deseos. Hasta que finalmente; tras numerosas broncas y líos, “logró” ser destituido... .
SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: De nuevo, fotografías de la plaza de la catedral de Oviedo, donde estaba situada la casa de José Cima, frente a la catedral.
Al lado, imagen donde se observa cómo bajo los balcones de ese edificio (antaño la casa de Cima), siguen aparcando los coches de los que bajan las novias, cuando se casan en la catedral.
Al lado, foto similar a la anterior; con coches de boda frente a lo que fue la casa de Cima, a la entrada de la catedral.
SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba, antigua postal (de los años sesenta) en la que se observa todavía en pié lo que fue la casa de Cima (junto a la catedral). Es el esquinazo, con soportales que en la siguiente copia he señalado Al lado, la misma imagen, donde he remarcado el edificio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: fotos de los años cincuenta, donde se mantenía el referido edificio, todavía en pié. Es de destacar que en este inmueble vivían él algunos de sus hijos; aunque los bajos se reservaron para las oficinas de Industrias Cima.
D – 2 ) Breve mandato como alcalde de Oviedo:
Valgan los párrafos anteriores, para conocer qué carácter tenía Jose Cima en los días que llegó a la alcaldía; a los ochenta y seis años de edad, con una verdadera tragedia familiar a cuestas (tras enviudar, fallecer dos de sus hijas y observar que su hijo Arturo no podría seguir sus pasos -ni menos, dirigir la fábrica-). Fue elegido, debido a que en octubre de 1929 fallece el anterior alcalde, Manuel Caicoya y Vigil- Escalera. Es de destacar que tanto Manuel Caicoya, como su hermano Antonio; fueron grandes amigos de Cima y tenían en Colloto una hacienda, que actualmente se conserva como un centro geriátrico. En nuestra cita (9) decíamos acerca de ello -recogiendo palabras de Bustamante-: “Desde 1929 a 1930 fue alcalde de Oviedo, Manuel Caicoya y Vigil-Escalera (fallecido el 18 de octubre de 1929). Los hermanos Caicoya tenían una enorme finca en Colloto, llamada La Agumosa y que había comprado su padre (Jose Antonio) -colindante con los terrenos de los Cima o los Fernandez Roces-. Gozaban de una gran amistad (…) Al morir Manuel Caicoya, el 18 de octubre de 1929, sin saber a quién elegir; decide el cabildo entregar su bastón de mando al mayor y más rico de todos sus concejales. Así es como llega a la alcaldía José Cima; que perdura aproximadamente un mes en el cargo, desde el 26 de febrero de 1930. Posteriormente entrará Víctor Cobián, que se mantiene desde el 25 de marzo de 1930, hasta 1931 (sustituido al proclamarse La República, con las elecciones municipales de abril del 31)”.
Sobre su nombramiento, también escribe Bustamante Alonso:
“Como alcalde, ni dos meses, pero nunca tan poco tiempo dio para tanto: Enfrentamientos con periodistas, concejales y algún otro miembro del ayuntamiento. Pero también muestras emotivas, como cuando se celebró la onomástica de Jose Cima y este se emocionó ante los presentes recibidos. Su mandato duró del 26 de febrero hasta el 25 de marzo de 1930; y coincide con una gran obra que cambiará el epicentro de Oviedo. La plaza de la catedral pasará a ser una gran plaza abierta que hoy conocemos, cuando todavía era una plazuela pequeña con soportales y similar a una plaza mayor.
Así lo recogió la prensa:
En cuanto se supo que ya no era alcalde, le esperaban algunos periodistas en la puerta del Ayuntamiento, el señor Cima les dijo nada más verlos:
- Quieren conocer Udes mi testamento (como alcalde de Oviedo)-
- Sí, señor. Contesto uno-.
- Pues allá va. Apunten ustedes. Se han dado las ódenes de pago de la casa número 1 de la plaza de la catedral, para proceder a su derribo. Las otras órdenes fueron para depositar ante Hacienda el valor de las casas 2, 3 y 5 de la misma plaza. El lunes próximo se hará el depósito, a fin de proceder al deshaucio y que comience a funcionar la piqueta-"
(Francisco Bustamente Citando a "La Voz de Asturias", febrero de 1930) (18) .
La mencionada obra consistía en derribar las casas con soportales que había frente a la catedral; un proyecto para el que -al parecer- no había dinero, aunque José Cima puso el suyo propio, con el fin de comprar aquellos edificios y tirarlos. Logrando así que la plaza de la catedral quedase amplia y el templo se viera con otra perspectiva. Pero si antes hemos afirmado que no nos gustaba la rehabilitación de la fábrica Cima, llevada a cabo hace apenas unos años. Ahora debo decantarme en juzgar el mencionado proyecto que hizo desaparecer las casas con arcos de esta plazuela ovetense; llevado a cabo gracias al patrocinio de mi bisabuelo. Aunque aquel proyecto nació de un acuerdo en Pleno del ayuntamiento de Oviedo; fue José Cima quien lo llevó a cabo (sufragando incluso su ejecución). Hablamos de ejecución, porque en mi opinión estas obras acabaron con bellísimas casas que rodeaban a la catedral, dándole antaño un precioso aspecto costumbrista a la zona. Una imagen “popular” que seguramente no gustaba a José Cima, imbuido en el carácter de modernidad y progreso tan preponderante por entonces.
A mi juicio, este derribo de las antiguas casas que “tapaban” la perspectiva la catedral, fue una absoluta pena. Aunque debemos tener en cuenta que la demolición se llevó a cabo en 1930. Solo cuatro años antes de que la Revolución del 34 volase el recinto catedralicio, destruyendo hasta la Cámara Santa; derruyendo e incendiando prácticamente todos los edificios que la rodeaban. Por lo que no sabemos si la desaparición de estos edificios que faltan frente al templo, fue en su totalidad obra de la piqueta del ayuntamiento en 1930, o de los revolucionarios. Al no reconstruirse algunas de las manzanas de esta plazuela, tras las bombas e incendios que asolaron Oviedo en el 34. Por lo demás, en defensa de mi bisabuelo, hemos de pensar que había llegado a la alcaldía con ochenta y seis años. En un penoso estado de ánimo y en una situación que yo considero de “desencanto senil”. Un estado psíquico que he podido observar en muchas personas de gran éxito en su vida; quienes al llegar a la vejez plena, sienten cómo sus capacidades y su fortaleza va disminuyendo. Momento en que piensan que cuantos les rodean, se están aprovechando de ellos y que nadie les obedece como antes. Viviendo a disgusto con todo y con todos; peleándose a diario y llegando a montar los mayores líos por nimiedades. Es así como se entiende su actitud ante la prensa o en la alcaldía, con múltiples conflictos; tanto como el pleito con algunos collotenses, a los que cortó un camino de acceso pocos meses antes de morir.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes de la antigua plazuela de Alfonso IV, cuando estos edificios que vemos cerraban y se interponían tras la plaza de la catedral Al lado, foto de 1925 de estas casa porticadas que fueron derribadas en 1930.
Abajo, foto similar a la anterior, de la misma plazuela, antes de que se tirasen estas casas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, fotografía donde se observa claramente la esquina, con estos bloques porticados que “tapaban” la catedral. A los lados de la torre, vemos estas construcciones con soportales.
Abajo, los mismos edificios con sus soportales. Eran unas casa preciosas, a mi juicio del siglo XVIII y que adornaban magníficamente la plaza de la catedral (quitando majestuosidad al templo, pero concediendo humanidad al entorno).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, vista de la catedral de Oviedo en los años veinte; donde se observa las numerosas casas que rodeaban al templo.
Abajo, una de las preciosas casas tiradas en el proyecto de 1930, que tristemente patrocinó con su propio dinero mi bisabuelo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, plaza la catedral en la actualidad, sobre la que hemos reconstruido la antigua perspectiva, con las casas que se derribaron tras el mandato de mi bisabuelo en la alcaldía. Se observa que es mucho más bella esta estampa en la que uno se encuentra de pronto con la fachada gótica, sin poder observarla antes. Tal como sucede en León y en otros tantos lugares, en los que se accede al templo desde una calle pequeña; apareciendo sin que lo esperemos, la magnanimidad del edificio y sus torres (que de este modo han quedado “en exposición”, como si se tratase de un pabellón moderno).
Abajo, fotografía de José Cima en los días cercanos a los que dirigió el cabildo ovetense (con más de ochenta años). En la imagen (que también me hizo llegar Bustamante Alonso) se observa su extrema delgadez y su envejecimiento, a consecuencia de la edad y de los problemas familiares.
D – 3 ) La Sociedad Filarmónica de Oviedo, su colaboración como mecenas:
Poco fue el tiempo del que dispuso José Cima -empresario y político- para disfrutar de “hobbies”, aunque lo que más le atrajo fue la música. Era una pasión que compartió con su amigo Anselmo González del Valle, con Policarpo Herrero y con algunos de los Masaveu (colaborando con ellos a fundar la Sociedad Filarmónica). Según narraba mi padre, la cultura musical de los empresarios asturianos en aquella época inimaginable. Luego; terminaba diciendo mi progenitor: -“Tanta, como la afición que hoy tienen los hombres de negocios por el fútbol...-”. Dejando claro que las comparaciones nunca pueden ser más odiosas; añadiremos que aquello que narraba era verdad. Ya que la auténtica vocación de personajes como Elías Masaveu, era la música; quien no solo fue el continuador de una enorme saga de empresarios (comenzada por su tío Pedro Masaveu Rovira). Sino que, como musicólogo y mecenas, inició a sus hijos en este arte; logrando que hacer de ellos magníficos intérpretes y compositores. Así, su primogénito, Pedro Masaveu Masaveu (1886-1968), fue un genio del piano; por lo que el mayor lujo del Oviedo, a principios del siglo XX, era ser invitado por Elías Masaveu para asistir a un concierto en su casa palacio y escuchar a Pedro. Quien muy pocas veces interpretó un recital público; debido a que su humildad como músico, solo era equiparable a su tenacidad como empresario. Sin interés por tocar en teatros, tan solo los íntimos amigos lograron oír su piano. Llegó a ser considerado uno de los mejores intérpretes de su época, pese a que tan solo pudieron disfrutarlo los muy cercanos y algunos profesores de los más ilustres conservatorios del Mundo -que se acercaron a su casa-.
Cuanto hemos recogido en el párrafo anterior, era lo que narraba mi padre cuando le comentaba cuánto sufría yo al tocar en público; ya que no logré nunca superar el miedo escénico (dejándome el teatro en un 20% de mi capacidad). Sea como fuere, lo que deseábamos destacar, es la enorme cultura y preparación que tenían los empresarios y hombres de negocios en Asturias, a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Quienes en ocasiones eran personas “hechas a sí mismas”; o bien fueron sus padres y abuelos quienes comenzaron la gran empresa que regían. Pese a tan solo esas dos generaciones de preparación familiar; el grado cultural de la burguesía asturiana en aquel tiempo, era muy superior al resto de las élites españolas; e infinitamente más ilustrado y refinado que el de toda la nobleza hispana (iletrada y rancia por entonces). Esta enorme preparación entre los hombres de negocios asturianos de unos cien años atrás; fue tan solo comparable con la existente entre la burguesía Catalana del tiempo. Donde los empresarios también fueron grandes mecenas y contribuyeron a la creación de obras; como El Liceo, o las innumerables construcciones modernistas.
Solo así se entiende la función de mecenazgo que cumplieron en Asturias figuras como Elías y su hijo Pedro Masaveu; junto a Policarpo Herrero y otros muchos empresarios que les seguían en su contribución y patrocinio del arte. Constituyendo una Sociedad cosmopolita y de gran cultura; donde banqueros y comerciantes hablaban varios idiomas, viajaban, escribían, tenían grandes bibliotecas y se interesaban por el arte (coleccionando cuadros o patrocinando música clásica con sus fundaciones). Nada hay que decir de la colección y obras subvencionadas por las bancas Herrero y Masaveu; que a día de hoy siguen estando a la cabeza de quienes apoyan a la cultura y la ciencia. Aunque una mención muy especial debemos hacer a los que desde finales del siglo XIX crearon y promovieron las Sociedades Filarmónicas en Asturias; en su mayor parte proyectadas por un nieto de la collotense Bárbara Fernández-Roces. Nos referimos a Anselmo González del Valle y Gónzález-Carvajal, nacido en la Habana en 1852. Hijo de Anselmo Gónzalez del Valle Fernández-Roces; de quien ya dijimos, emigró a Cuba en 1840 casándose en 1851 con la heredera de la firma tabaquera Cabañas-Carvajal (Ma. Jesús Gónzalez- Carvajal). Tras su boda y después de que el marido comprase la fábrica, a la familia del suegro; el matrimonio se separa (hacia 1862 al morir su hija menor). Enviando a Asturias poco después a sus dos hijos, para que vivieran y estudiasen en nuestro país: Anselmo y Martín (González del Valle Carvajal).
Este Anselmo (el tercero de la saga), del que hablaremos más tarde cuando mencionemos a los empresarios de origen collotense; destacó en sus proyectos comerciales y hasta en sus excéntricas pruebas vitivinícolas. Aunque su profesión y pasión fue la música; llegando a convertirse en uno de los grandes pianistas de su tiempo, recopilando -como folklorista- cientos de canciones populares asturianas. Patrocinó las artes y apoyó la gran música con gran tesón; aportando enormes ayudas económicas, trabajando para que el pueblo asturiano se educase, conociendo los grandes compositores. Cuando termina sus estudios se dedica a promocionar un pequeño ateneo en su casa y cuando concluye su palacio (hacia 1885); reunió a sus amigos y a los intelectuales de la época en aquel enorme edificio, donde se celebraban conciertos y conferencias. Permitiendo la entrada de investigadores a su biblioteca; que guardaba más de veinte mil volúmenes musicales. Durante esos años logró fundar la Real Academia de Bellas Artes de Asturias (Academia de San Salvador de Oviedo); de la que fue presidente vitalicio. Consiguiendo en 1907 crear la Sociedad Filarmónica de Oviedo, nacida de las reuniones culturales celebradas en su palacio y patrocinada por sus amigos. También presidió esta Sociedad, ayudado por figuras como Pedro Masaveu Masaveu (el gran pianista); quien fue uno de los benefactores de La Filarmónica, al igual que Policarpo Herrero, el marqués de Valero, Plácido Álvarez-Buylla y otros tantos empresarios ovetenses.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, Pedro Masaveu Masaveu, famoso empresario y pianista; mecenas de las artes y promotor de la Filarmónica de Oviedo (sociedad que presidió durante años). Gracias a su patrocinio y a trabajo; esta asociación dedicada a promover conciertos en el Principado, sobrevivió durante decenios .
Abajo, Anselmo González del Valle González-Carvajal, fotografiado hacia 1903 (con unos cincuenta años). De origen collotense (nieto de Anselmo González del Valle y Fernández-Roces) fue uno de los hombres más cultos de su época. Se licenció en música y en Derecho; dedicando su vida a la cultura y su fortuna al mecenazgo. Su casa estuvo abierta a los musicólogos e investigadores; y en sus salones se celebraron las reuniones y conciertos que más tarde hicieron nacer la Sociedad Filarmónica de Oviedo (fundada por él, junto a varios empresarios, en 1907).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, palacio de Anselmo Gónzalez del Valle Carvajal (como finalmente firmaba, si duplicar el “González”) -imagen desde una litografía de la época-. En su interior se celebraron las reuniones culturales más importantes de la época; allí se reunían los grandes intelectuales (Alás “Clarín”, Palacio Valdés, Benito Pérez Galdós) junto a los pintores y músicos más destacados de este final de siglo XIX. Construido en 1885 y encargado por Anselmo Gónzalez del Valle al arquitecto J. Miguel de la Guardia; estaba enclavado en la Calle Toreno, frente al Campo de San Francisco. A la muerte de su propietario, fue comprado por Concepción Heres; conociéndose desde entonces este palacete como “el chalet de Concha Heres”. En 1978 fue vendido y demolido, con el permiso del ayuntamiento de Oviedo y la oposición de gran parte de sus habitantes. Actualmente, el solar lo ocupa un nuevo bloque como edificio del Banco de España.
Abajo, una litografía de Anselmo González del Valle Carvajal, en los días que terminaba sus licenciaturas y comenzaba su vida intelectual en Oviedo (hacia 1875; el dibujo original es de Jose Cuevas). Diez años más tarde, levantaría el palacete que hemos visto en imagen anterior, donde se llevaban a cabo las reuniones culturales más importantes de El Principado. Durante su etapa de universitario, ya mantuvo una casa abierta en Oviedo; donde organizó un pequeño ateneo con los compañeros de estudios más destacados. En esta época realiza el dibujo Juan Cuevas; cuando convocaba a Leopoldo Alas y a Palacios Valdés en su casa. Convertida en un hogar de filósofos y bohémios, que mantenía como una pequeña sociedad (donde los intelectuales y artistas podían estudiar o promover círculos de opinión).
Acerca de Anselmo González del Valle y Carvajal (como finalmente firmaba, para no reincidir con tantos González) escribía Fidela Uría en el centenario de su muerte -celebrado en el 2011- (19) : “puedo afirmar que fue uno de los personajes que más contribuyó al desarrollo de Asturias en la etapa que va de la segunda mitad del XIX a los primeros años del XX; especialmente a nivel cultural, pero también en lo social y lo económico. Es pues casi de justicia este merecido homenaje” (…) “se gradúa como Bachiller en Artes en 1869. En aquella época coincidieron en el Instituto de Oviedo con los escritores Leopoldo Alas (Clarín) y Armando Palacio Valdés. Tanto Clarín como Palacio Valdés relatan en sus obras como organizaron en la casa de los González del Valle una especie de ateneo cultural juvenil en el que hablaban de historia, literatura o arte, representaban obras teatrales, etc” (...) Se gradúa en Derecho Canónico y Civil por la Universidad de Oviedo (...) “En 1879 González del Valle es nombrado académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando” (...) “fue uno de los principales promotores de la Escuela Provincial y Elemental de Música de Oviedo, origen del actual conservatorio. La apertura de la Escuela de Música tiene lugar en el año 1884, en el seno de la Academia Provincial de Bellas Artes de Oviedo”
“González del Valle intervino en la creación en 1887 de la Compañía de Ferrocarriles Económicos de Asturias. También colaboró en el nacimiento de otras empresas como la Sociedad Industrial Santa Bárbara, la fábrica de cervezas El Águila Negra o la Unión Española de Explosivos. Paralelamente a la aparición de sociedades industriales se forman otras de tipo cultural y benéfico destinadas a paliar las necesidades de la nueva clase obrera. González del Valle era miembro de numerosas sociedades benéficas como la Sociedad Económica de Amigos del País, la Junta Provincial de Beneficencia Particular o la Sociedad Santa Bárbara, entre otras” (....) El excelente clima musical que vivía a principios del siglo XX la región terminará por cristalizar con la creación de la Sociedad Filarmónica de Oviedo en 1907, a la que seguirán la de Gijón en 1908 y la de Avilés en 1918. González del Valle fue una figura fundamental en el origen de la Sociedad Filarmónica de Oviedo y figuró como Presidente de honor de la misma en sus primeros años. -SIC (19) -.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, fotografía oficial de Policarpo Herrero. Empresario y fundador de numerosas firmas que perviven hasta nuestros días (entre ellos, el Banco que legó con su apellido). Fue uno de los hombres de negocio más destacados de la España del Siglo XIX. De origen ponferradino, se estableció desde niño en Oviedo, donde contribuyó como mecenas de las artes y de las letras, de un modo inimaginable. Gozaba de una gran cultura y humanidad; su poder y su generosidad, junto a una simpatía innata, obligó al resto de los hombres de dinero asturianos a adoptar un comportamiento similar. Debiendo ser agradables y sin manifestar un solo atisbo de tacañería o de antipatía; apoyando las artes y las letras (al menos si querían entrar en el círculo de Don “Poli”). Mi bisabuelo José Cima le tuvo una enorme admiración; repitiendo y copiando cuanto hacía o decía, ese genio de las finanzas y del buen humor.
Abajo, Dos imágenes de la casa de Policarpo Herrero en Oviedo, conocida como palacio del Marqués de Aledo. En este magnífico palacete perteneciente a la familia Herrero, también se llevaban a cabo grandes conciertos y reuniones de intelectuales. Tristemente, en el año 1976 fue vendido y derribado por su comprador (con el permiso de ayuntamiento). Es otro caso donde la “piqueta” ha hecho tanto daño como las bombas; robando a Oviedo uno de sus grandes edificios.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del Museo de Bellas Artes de Oviedo; al que agradecemos nos permita divulgaras. Al lado, mi mujer junto a una preciosa tabla de Pedro Berruguete (coronación de la Virgen), depositada en esta entidad desde los fondos de la antigua colección de Pedro Masaveu.
Abajo, vista de la subida en la escalera principal del museo. Al fondo, un retablo completo atribuido al Maestro de Palanquinos (identificado con Pedro de Mayorga). Fue adquirido en los años sesenta por Pedro Masaveu Peterson (hijo de Masaveu Masaveu) y hoy podemos disfrutarlo expuesto de este modo. Hemos de destacar que es una de las pocas obras completas del Maestro de Palanquinos; pues en Mayorga -su pueblo natal- se derribaron dieciséis iglesias (entre el siglo XVIII y el XX), quedando en pie tan solo una. La gran mayoría de tablas que las adornaban eran de este pintor (Pedro de Mayorga), y se perdieron o se vendieron por hojas, a particulares. Siendo este el único retablo entero que se conserva del maestro de Palanquinos, gracias a la compra y legado de la Fundación Masaveu.
Leyendo lo que nos dice Wikipedia sobre la Sociedad Filarmónica de de Oviedo, comprenderemos la importancia de aquellas asociaciones culturales; acerca las que esta enciclopedia virtual escribe: “La Sociedad Filarmónica de Oviedo (...) es una entidad sin ánimo de lucro fundada en 1907 con sede en la ciudad de Oviedo cuyo fin es la difusión de la música clásica, o pura como se decía cuando se fundó, es decir puramente instrumental frente a la música de libreto, óperas, zarzuelas, revistas, etc. El medio empleado para esta difusión es la organización de una temporada anual de conciertos (...)
Ya desde mediados del siglo XIX la naciente burguesía ovetense escogió la música clásica instrumental, o pura como se decía en aquellos tiempos, tanto como forma de ocio como forma de ejercer un mecenazgo. Los primeros conciertos públicos se celebran en el Teatro del Fontán. En 1886 se presenta Pablo Sarasate interpretando obras de Antón Rubinstein y suyas propias obteniendo un enorme éxito de público y crítica. No obstante el gusto del público no se inclinaba por la música instrumental y de cámara y se suceden los conciertos a los que únicamente asisten los promotores del mismo. Uno de estos promotores, Anselmo González del Valle, en una ocasión llegó a compar todo el aforo del teatro y regaló las entradas a amigos y familiares y aun así el teatro no se llenó (...)
A pesar de su centenaria historia, pocos han sido los presidentes que han regido la Sociedad Filarmónica. Estos han sido los siguientes: Anselmo González del Valle, presidente honorario (desde 1907 hasta 1911). Rafael Zamora y Pérez de Urría, marqués de Valero de Urría (desde 1907 hasta 1908; sólo pudo presidir la Sociedad durante su primera temporada por fallecimiento). Plácido Álvarez-Buylla González-Alegre (desde 1908 hasta 1955). Pedro Masaveu Masaveu (desde 1956 hasta 1968). Manuel Álvarez-Buylla López-Villamil (desde 1968 hasta 1999). El resto del texto lo recogemos resumido en cita (20) , debido a su enorme interés.
Algunos datos más, podremos encontrar en la página Web de La Filarmónica de Oviedo (21) ; en cuyo texto de portada no se cita -ni recuerdan- las aportaciones en dinero y el gran esfuerzo profesional realizado por sus grandes mecenas: Anselmo González del Valle, Álvarez- Buylla, Pedro Masaveu y otros tantos. Aunque en esta primera página recogen sus fotografías, como presidentes de La Sociedad; sin mencionar el enorme trabajo que realizaron, ni las grandes subvenciones económicas aportadas por ellos o por sus fundaciones. Tampoco existen referencias a otros patrocinios y mecenazgos menores, donados por numerosos empresarios y entidades, a lo largo de sus más de cien años de historia. Ese fue el caso de José Cima, quien en el año 1914 fue convocado ante la Junta de La Filarmónica, con el fin de comunicarle que la Sociedad entraba en quiebra y no podía seguir representando más actuaciones. Así transmitieron a los asociados que se cerraban las temporadas indefinidamente; debido a la crisis generada por la Segunda Guerra Mundial. Pero durante esta Junta, mi bisabuelo se levantó de la silla, afirmando:
- “Eso no será así; aquí está mi contribución, para que se lleven a cabo los conciertos del año 14 y del 15” -.
Tras proferir esas palabras; José Cima sacó un talonario y extendió un cheque a favor de La Filarmónica por valor de lo que costaban esas representaciones y los gastos de teatro etc.. Después, se giró y dijo a la persona que estaba a su lado:
- “Poli, ahora te toca a ti” -
El tal “Poli” era ni más ni menos que Don Policarpo Herrero; quien igualmente “tiro de talonario” y donó el resto de fondos que La Filarmónica necesitaba, para subsistir durante años (los que se esperaba durase esa Guerra Mundial).
En verdad; sentimos mucho que La Filarmónica ovetense haya vuelto a entrar en quiebra; una triste situación que publican los periódicos de Oviedo en nuestros días -octubre de 2020-. Pero quizás, si esta Sociedad recordase con más cariño a sus benefactores; muchas entidades y personas físicas, les reportarían las donaciones que precisa. Aunque lo esencial sería concienciar a empresarios y artistas de la importancia de este tipo de instituciones. Pues si esa quiebra fuera la de un equipo famoso de fútbol, seguramente recibiría la ayuda que precisa (desde firmas conocidas y de políticos). Pero al tratarse de una entidad dedicada a la cultura, hoy en día se califica como “improductiva”. Debido a que en este siglo XXI hemos llegado a considerar música a aquello que se vende en masa, aunque sea una cacofonía. Llamando concierto a todo “chunda chunda” que mueve a miles de jóvenes; logrando hacerles danzar como monos, “bien colocados” (espectáculos que solo se promueven sacarles el dinero o la salud). No digamos ya lo que se consideran artes espaciales (escultura o pintura); que son unas “instalaciones”, cuya fealdad estética no se consentiría en un patio de vecinos o en un garaje comunitario... .
Sea como fuere, los que se dedican al arte de verdad (como sucede con la Sociedad Filarmónica de Oviedo) van a la quiebra; mientras quienes “fabrican y distribuyen” marranadas a las que llaman música o pintura, ganan dinero y salen en las noticias de TV. A esta decadencia cutural, se suma que en la España de nuestros días, aquel que ha tenido dinero o éxito en el pasado, es cuasi sospechoso de crímenes. Triste hecho y peor circunstancia nacida en los últimos años, donde se enseña a la juventud a dudar de todo aquel que antaño fue empresario, o que creó algo de merecido valor. Generando que las familias -o los emporios- con riqueza, se escondan y no se atrevan a patrocinar nada relacionado con arte clásico (no sea, les identifiquen con ese “pasado sospechoso”). Dejando paso a quienes solo promueven horteradas y a los que organizan espectáculos que los jóvenes tanto quieren y necesitan: El “Chunda chunda” y el “porro-porro”. Así es como la Filarmónica de Oviedo cae en declive, mientras todo “concierto chunda-chunda” sigue en auge; promoviendo la barbarie y las costumbres más insanas, con algo a lo que llaman música y es peor que el ruido. Cultura basura, que como la comida basura; invade el interior humano, degradando nuestras defensas naturales y mermando terriblemente la salud (mental o corporal).
BAJO ESTAS LINEAS: Titular actual de un diario de Oviedo (13 de octubre) donde se expone que la Sociedad Filarmónica está en quiebra. La página me la envió Bustamente Alonso por whatsapp, expresando su honda preocupación por la situación. Asimismo, me recordó la anécdota de mi bisabuelo que antes hemos recogido, y que también narraba mi padre (cuando José Cima dijo aquello de: “Poli, ahora te toca a ti”).
D – 4 ) Su casa de Gijón:
También gracias a Francisco Bustamante Alonso pude conocer dónde se encontraba la casa de verano de José Cima, en la que descansaba junto a sus familiares; un edificio del paseo marítimo gijonense (hoy Calle Ezcurdia número 16). El inmueble, con más de mil metros cuadrados, fue vendido recientemente a una constructora para llevar a cabo su remodelación y convertirlo en apartamentos. Debido a ello, cuando fuimos a conocerla y tomar fotos, la fachada se encontraba cubierta por lonas, andamios y redes de obra. Aunque lo más importante para mí fue saber que en aquella casa de Gijón mi padre se aficionó de niño a la arquitectura; más concretamente, al urbanismo y a la vivienda social. Debido a que en su parte trasera se encontraba la urbanización popular que construyó Celestino Solar. Llamada Ciudadela de Capua; que fue una de las primeras promociones para viviendas sociales en Europa (lo que hoy en día llamaríamos “casas de protección oficial”).
Acerca de este conjunto urbanístico, nos dice la web oficial de su museo exposición:
“La Ciudadela de Celestino Solar presenta uno de los modelos de vivienda obrera existente en Asturias. Las ciudadelas fueron habitadas por la clase obrera gijonesa a finales del siglo XIX y durante gran parte del siglo XX. En Gijón llegaron a documentarse más de doscientas ciudadelas, siendo la más representativa la de Celestino Solar. Construida en 1877 en la calle Capua, estaba formada por 23 casas y permaneció habitada durante más de un siglo (....) La Ciudadela de Capua, como también se la conoció, fue construida por el indiano Celestino Solar en los terrenos del Ensanche de El Arenal, en un solar interior. Las viviendas que la componen siempre estuvieron ocultas a la vista desde la calle. Entre 1880 y 1890 dentro de un muro y, a principios del siglo XX, tras la construcción de los edificios que actualmente la rodean, en el interior de un patio de vecinos al que se accedía por el mismo pasillo que hoy da entrada al Museo. Más de cien vecinos compartieron espacio y vida en este patio gijonés” (22) .
Por cuanto leemos en la presentación del museo Celestino Solar, sabemos que esta “urbanización” construida para familias de pescadores hacia 1877; se levantó unos veinticinco años antes que los edificios posteriormente construidos a sus lados. Hasta la elevación de esas casas grandes -que después le rodearon-; la ciudadela se parapetaba con un gran muro. Evitando así la llegada hasta esas viviendas de lluvias, agua marina y las inundaciones procedentes de la ribera gijonesa. En 1900 construyen dos grandes edificios, donde antes se elevaba esta pared de separación con el mar; logrando que la barriada quedase completamente protegida. Quedando en orientación Sur pleno y cubriendo con aquellas dos enormes casas nuevas, el lado Norte (que daba a la playa; antaño varadero sin uso en invierno). Debido a estos altos bloques adheridos, el barrio de pescadores mejoró en sus condiciones de vida; quedando la “ciudadela” refugiada de vientos marinos, de aguas y de salitres que transportaba la brisa y las olas. Ello hizo que ese barrio continuase habitado hasta los años sesenta (después de casi cien años, desde su construcción); siendo el único que sobrevivió de los muchos que diseñó Celestino Solar. .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, paseo marítimo en Gijón, donde vemos la ubicación del edificio que fue residencia de verano de José Cima (hoy calle Ezcurdia Nº16).
Al lado, foto de la casa de José Cima, tal como estaba en marzo de 2019 (en plena remodelación)
Abajo, el edificio en su situación hace un año; en reforma para ser convertido en apartamentos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el edificio colindante a la casa de Cima, un precioso palacio del siglo XIX que perteneció a los Argüelles.
Abajo, foto de la época, en la que hemos marcado la ubicación de la casa de José Cima. Se aprecia perfectamente el modo en que estos grandes edificios protegían la ciudadela de pescadores; tapando su lado Norte, dejándola orientada al sur y evitando que el salitre, los vientos o las inundaciones marinas; llegasen a estas frágiles viviendas.
Llama la atención que José Cima construyese este edificio de veraneo precisamente junto a una barriada de pobres. Aunque según me dijo mi padre, el motivo de levantar allí aquellos enormes bloques fue que él no tenía complejo alguno y reconocía sus humildes orígenes; pudiendo tener contacto con cualquier persona y tratando a todos por igual (fueran ricos, pobres, poderosos o ciudadanos llanos). Asimismo, parece que el ayuntamiento de Gijón les cobraba muy poco por estos terrenos; ya que su construcción protegía la urbanización de pescadores. Habida cuenta, que después de elevar estas grandes casas, en el lado norte del barrio Celestino Solar podría prescindirse del malecón y del muro protector (que debía cuidar el cabildo; retocándolo anualmente). Siendo así, algunos hombres de dinero se pusieron de acuerdo con el ayuntamiento, para conservar la ciudadela y construir junto a ella estos edificios, separándola del mar -que tanto daña en invierno la casas frágiles, como eran estas de pescadores-.
Hablando sobre ello y observando la solución tan inteligente que lograron, con el beneficio que todos obtuvieron, al elevar esas construcciones altas en la calle Ezcurdia (frente a la playa). Mi padre parece que se aficionó al urbanismo y a la vivienda social. Así fue como años más tarde, cuando mi progenitor terminó la carrera de Arquitectura, se especializó en el tema; manteniéndose durante cuarenta años impartiendo la cátedra de Vivienda Social en la universidad de Madrid (siendo representante de España ante la ONU y la FIHUAT; como experto en política habitacional). Para terminar el epígrafe, mencionaré nuevamente a quien fue su “maestro” en “domología y urbanismo”: José Fonseca Lamedo; catedrático extraordinario de vivienda y sociología urbanística. Que también era de origen asturiano (aunque nacido en México) y se formó precisamente junto Celestino Solar, el constructor de estas casitas que vemos en imagen. Debido a ello, cuando mi padre fue su alumno de carrera; tras comentarle que vivió los veranos junto a esta Ciudadela de Gijón; quiso que trabajase con él. Llegando a admitirle pronto como adjunto a cátedra; y finalmente, dejando que le sucediera en el cargo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotos de la parte posterior del edificio casa de José Cima, tal como se encontraba hace un año y medio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: parte trasera del edificio casa de José Cima Al lado, imagen tomada hace un año; donde vemos la ciudadela que se halla en la parte trasera del bloque
Al lado, foto donde se observa la ciudadela y la fachada posterior del edificio.
Abajo, la misma ciudadela, todavía habitada en los años sesenta -foto bajada desde la página Web del museo Celestino Solar; al que agradecemos nos permita divulgarla-.
D – 5 ) Afición por la radio de los Cima:
De nuevo, ha sido Bustamante Alonso, quien nos habló acerca José Cima y su interés por el mundo radiofónico. Sobre ello, este cronista de Colloto publicó en septiembre de 2012 un artículo en LA NUEVA ESPAÑA, intitulado “La llegada de la radio a Asturias”; que recogemos a continuación en imágenes y nos va a servir de guía para desarrollar el epígrafe. Francisco Bustamante comienza el texto narrando que en 1925 apenas llegaban emisiones de radio hasta El Principado y tan solo unos pocos disfrutaban de ese medio de comunicación. Es en este momento cuando “la familia Cima, de Colloto (Oviedo), impulsa la creación de Radio Asturias S.A.” (SIC del artículo). Añade que la afición les llegó a través de Jose Ma. Vallaure, uno de los nietos de José Cima, quien introdujo en el hobbie a su abuelo y a su tío Arturo -el único hijo varón, del industrial famoso por su sidra-. Crearon esta Sociedad Radiofónica, con ayuda de otros entusiastas del medio, como Francisco Toyos y las primeras emisiones se realizaron desde el antiguo edificio del Banco de España, en la capital. Durante sus meses iniciales, su alcance tan solo llegaba a algunas calles de Oviedo; aunque en 1926 lograron los permisos para cubrir toda Asturias (incluso pudiendo “llegar hasta América”, tal como era su deseo inicial). Con el fin de comprobar la frecuencia y hasta dónde se escuchaban las emisiones; enviaron coches de caballos, con generadores eléctricos a gasolina para mantener receptores de galena en su interior, en los que se testaba la audición.
Sigue Bustamante Alonso narrando cómo fue Colloto, el primer lugar de la provincia donde que se oyó la radio -fuera de las calles centrales de Oviedo-. Continúa su texto comentando los pormenores de la fundación de la nueva sede radiofónica, en agosto del año 1926. Inagurada por las autoridades civiles de El Principado; retransmitiendo un concierto. Aquel acto inicial resultó una fiesta para toda la ciudad, cuando numerosos vecinos colocaron altavoces en sus ventanas, con el fin de que los discursos y la música se escuchasen por las calles. Termina el autor escribiendo que tras los aplausos de los ciudadanos al terminar el recital, “había llegado a Asturias una fiel compañera de la soledad” (describiendo de este modo, el inicio de la radio en Oviedo). Al margen del artículo que resumo; gracias a Bustamante Alonso, también sabemos que dicha primera escucha radiofónica en Colloto, sucedió en el chalet de Arturo Cima. Edificio que, bajo estas líneas, volvemos a recoger en imágenes y donde aparece nuestro cronista (en el momento que nos narraba este hecho).
Abajo, el chalet de Arturo Cima en su estado actual (cerrado y en espera de rehabilitación)
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, el chalet de Arturo Cima en 1926; diseñado por Manuel del Busto, se inaguró este verano y allí se escuchó por primera vez la radio (en su primera emisión general para Asturias, 3 de agosto de 1926)
Abajo, Bustamante Alonso narra junto al chalet de mi tio abuelo Arturo Cima, cómo se inagura este edificio, con una audiencia general de Radio Asturias. A su lado, mi mujer toma notas sobre cuanto el cronista relata.
Acerca de la fundación de Radio Asturias, en la página Web de esta emisora, también se habla de ello con las siguientes palabras: “Un día, y concretamente el 20 de abril de 1925, la Tertulia de Don Alfonso ya se había "afincado" en el "Pabellón Bombé", en pleno corazón del Campo de San Francisco, de Oviedo. A través de sus cristaleras podía uno entretenerse "contemplando" el paseo que, en las tardes bonancibles, se organizaba en el paseo del Bombé, al que acudían ovetenses de todas las edades para "hacer piernas" antes de cenar, tempranito claro, como entonces se estilaba. Radio Asturias en la nostalgia En el Pabellón Bombé se servia un buen café y además el nuevo refresco que tenía muchas vitaminas y sabía riquísimo: la naranjada natural, que se "fabricaba" allí mismo. La Tertulia de Don Alfonso, como la llamaba Manolo, el atento camarero que les atendía asiduamente, estaba casi al pleno, sólo faltaba don Jaime, el joven oficial mayor del notario don Secundino de la Torre y Ordiz, del ilustre Colegio de Oviedo. Al poco tiempo; llegó el joven don Jaime, nervioso, excitado e interrumpiendo la conversación -cosa que no acostumbraba-. Soltó a bocajarro: ¡Hace unos momentos se acaba de constituir en la notaría de mi jefe, por escritura pública, "Radio Asturias, S.A. "Radio Asturias, S. A. Fundación del Radio Club Asturiano", sociedad anónima, domiciliada en Oviedo, calle de José Tartiere, número dos, bajo. Don Arturo Cima Fernández-Quirós, ingeniero; don Alberto Toyos López, empleado; don Manuel García Fernández, fotógrafo; don Armando González Abad Ojanguren, profesor; los cuatro casados; don Eugenio López Casielles y don José María Vallaure Cima, solteros, estudiantes, todos mayores de edad, vecinos de esta población, constituyen una sociedad anónima con sujeción a los siguientes estatutos. Con sujeción a lo prescrito en el vigente Código de Comercio, en el Reglamento de las estaciones radioeléctricas y en lo que se determina por estos Estatutos, se constituye una Sociedad Anónima que se denominará "RADIO ASTURIAS, S. A. La Sociedad tendrá su domicilio en Oviedo, calle de José Tartiere, número dos, bajo” (23) -el texto anterior también ha sido recogido por Antonio Castejón, en sus páginas sobre José Cima y su familia-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, Dibujo mío con una caricatura de Marino Gónzalez, director y cofundador de la marca Tierra Astur (que abrió una magnífica sidrería en Colloto). Antes de tratar sobre este lugar, que vio nacer a José Cima; en los párrafos iniciales del siguiente epígrafe, narraremos lo que ha significado para Colloto que allí se establecieran decenas de empresas de sidra y cervezas, desde finales del siglo XIX. Debido a ello, es uno de los barrios de Oviedo donde mejor se come y más grato se bebe. Lo que es “más que difícil”; pues el centro de la capital de El Principado es uno de los lugares con mejor gastronomía del mundo. Pese a todo, los restaurantes de Colloto, son difíciles de superar; habiéndose convertido sus calles en uno de los epicentros gastronómicos más importantes de España.
Al lado, foto tomada en el interior de la sidrería Tierra Astur (El Águila Negra); su mostrador y parrilla.
Al lado, el interior de Colloto y algunas de sus sidrerías. En este caso “Los Balcones” en la esquina de la Calle José Cima con C/ Real. Esta fue calle dedicada a José Cima, tras el homenaje que hicieron a mi bisabuelo; del que más tarde hablamos (en 1925).
Abajo, una preciosa fachada que data de los años en que vivía mi bisabuelo y que aún permanece, en un edificio de Colloto (antigua sidrería de principios del siglo XX). Este pueblo (o barrio de Oviedo) es uno de los lugares más divertidos de la ciudad y dónde mejores restaurantes típicos podemos encontrar. Su tradición centenaria como centro de fabricación de sidras, cervezas, licores y viandas; le convirtió desde el siglo XIX en un “parque temático” de la gastronomía ovetense.
D – 6 ) Colloto el divertido pueblo donde nació José Cima:
Antes de entrar a hablar de esta localidad a la que tanto quiso José Cima, haremos un breve bosquejo de lo que fue, y es hoy, este pueblo. Al referirnos a Colloto hablamos de “pueblo”, aunque ese lugar tan cercano al centro de la capital, es desde hace cientos de años un barrio ovetense. Pese a ello, sigue siendo un “pueblo” entrañable y nunca perdió el ambiente de aldea; con todas sus ventajas y con lo que significa la familiaridad y la cohesión entre sus habitantes. Pedanía o barrio ovetense; el hecho es que Colloto contiene un encanto especial, gracias a su historia y a quienes allí viven -famosos por su simpatía; quizás debido a lo “bien alimentados y mejor bebidos” que siempre estuvieron-. Además, su tradición como centro de fabricación de sidras, cervezas y de viandas; le convierte en uno de los puntos gastronómicos mas destacados de Asturias. Cuenta con más de doce restaurantes importantes; algunos de máxima calidad (El Llagar de Colloto, Alterna, El Calderu, Rincón Astur, El Nora, La Mina de Colloto y largo etcétera). Destacaré entre ellos, la sidrería Tierra Astur; que abrió en la zona de Águila Negra mi amigo Marino González; trabajador infatigable y hombre bueno, cuyo gran negocio bien merece la visita a Asturias. Aunque la calidad de la hostelería en todo el lugar, es inmejorable. Por cuanto ir a la capital de El Principado, sin comer y pasear por Colloto; sería como venir a Madrid, sin entrar en su Barrio de las Letras. Pudiendo encontrar en aquel pueblo -que apenas dista cuatro kilómetros de Oviedo-; menús clásicos y platos exquisitos, servidos en locales tradicionales (caso de El Calderu), populares (como El Nora) o en magníficos edificios del siglo XVIII, reconvertidos en sidrerías (entre los que destaco El Llagar, que antaño fue un lagar de los Fernández-Roces).
Acerca de su dilatada Historia; difícil es comprender lo que significó Colloto y otras tantas localidades que rodean Oviedo, situadas a menos de siete kilómetros de la capital -lo que antaño suponía una hora andando, o veinte minutos a caballo-. Nos referimos a pedanías y barrios ovetenses, como: San Claudio, Latores, Ules, Villamiana, Pedruño y largo etcétera. Cuyo significado urbanístico y su supervivencia como “aldea satélite” (sin ser absorbida por la gran ciudad), me explicó mi padre. Ya que él era especialista en el estudio sobre el buen crecimiento de las urbes. Habiéndome narrado qué función tenían aquellos numerosos lugares que rodeaban Oviedo -que aún le cercan-. Pequeñas localidades, entre las que se halla Colloto, que lograron evitar la expansión de la capital en “mancha de aceite”. Esta expresión es la que precisamente se usa en urbanismo cuando se habla de una proliferación de casas mal ordenadas y peor extendidas, cuyo crecimiento se lleva a cabo como el aceite ensucia una tela... . Un ejemplo de ello es Madrid; donde la urbe fue absorbiendo municipios, creando calles donde había carreteras y estrangulando el centro (salvo en los Montes del Pardo y la Casa de Campo, que pudieron taponar esa “mancha”). Así crecen las ciudades mal planteadas, hasta que el acceso a su núcleo se hace imposible; impidiendo además que en ellas existan bosques, campos o huertas (tan necesarios para la buena convivencia y para la felicidad de sus habitantes).
JUNTO ESTAS LINEAS: portada del libro Sociedad sin Vivienda, publicado por Editorial Foessa en 1972, fue obra de Mario Gómez-Morán Cima. Es un tratado sobre política habitacional urbanística, escrito por mi padre, en el que se explican algunas de las teorías que hemos expuesto.
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Algo similar a lo sucedido en Madrid fue lo ocurrido en Brasilia; donde hacia 1960, sus arquitectos (Lucio Costa y Oscar Niemeyer), levantaron una capital solo con barrios para los que tenían dinero. Sin contar con a aquellos otros, que debían trabajar en Brasilia, pero no podrían pagar una casa en el centro de esta ciudad. Ello llevó a que nacieran enormes suburbios adheridos al casco urbano y sobre todo a la proliferación de las tristes “fabelas” (chabolas). Pero esto nunca pasó en Oviedo, porque hace unos doscientos años, los ilustrados asturianos ya sabían lo que sucedía con una urbe que crecía como mancha de aceite (al cortar las comunicaciones hacia sus aldeas colindantes). Así pues, generaron una capital en la que tan solo viviría la burguesía; pero respetando todas las poblaciones de alrededor; que la abastecían. Pueblos cercanos, donde podían habitar quienes no tuvieran dinero para hacerlo en el centro y donde -además- se construían casas para el descanso de muchos habitantes de la ciudad. Fue de ese modo, cómo diversas localidades cercanas a Oviedo (entre las que destacó Colloto); se delimitaron perfectamente -sin ser invadidas por el casco urbano-. Para que en ellas pudieran vivir con dignidad sus habitantes; pero a la vez, con el fin de permitir el cultivo y la ganadería que la urbe central necesitaba para su abastecimiento diario. Ello constituye un cerco a Oviedo, con infinidad de pedanías, en las que se asentaron los que trabajaban en la ciudad (pudiendo ir y venir a diario de sus trabajos). Pero también, donde habitaron hortelanos y ganaderos; que podían comerciar sus productos en los mercados ovetenses. Finalmente, esta simbiosis entre poblaciones como Colloto y Oviedo, eclosionó en un lugar dedicado a la industria de las bebidas (mantenido durante casi cien años). Aunque actualmente, Colloto es ya un barrio residencial junto a la capital; un pueblo lleno de lujosos chalets y con los mejores restaurantes.
Este cúmulo de poblaciones adheridas a la capital de El Principado, pero respetadas por el curso del progreso (sin absorberlas; ni menos, edificar en sus campos); facilitaron la vida en el exterior e interior de Oviedo. Aunque creó dos mundos muy diferenciados; naciendo así la sociedad ovetense del siglo XIX, como una “casta” endogámica donde los valores de la burguesía preponderaban (tal como Clarín recogió en su novela La Regenta). Tanto lo fue, que durante ese periodo decimonónico y hasta comienzos del XX; los ovetenses que querían divertirse o pasar una buena tarde (sin ser mirados, ni juzgados por la exclusiva Sociedad de “Vetusta”). Se veían obligados ir a un lugar como Colloto; donde sus habitantes eran tan entretenidos, como ingeniosos y acogedores -gozando allí de los numerosos lagares y fábricas de bebidas-. Sea como fuere; gracias al respeto urbanístico que la capital tuvo con las aldeas que la rodeaban; Oviedo se salvó de su expansión “en forma de mancha de aceite”. No sucedió lo mismo en Madrid; donde convirtieron en barriadas, las pedanías antiguas más cercanas al casco urbano. Ese fue el caso de Carabanchel, un lugar de veraneo similar a Colloto; antaño pleno de villas, chalets y campos; que desde hace ciento cincuenta años, fueron derribando y ocupando. Ello, sumado a que no hicieron llegar el ferrocarril, obligó a convertir en calles sus carreteras; absorbiendo finalmente a Carabanchel como un barrio y dejando de existir la preciosa aldea que fue en el siglo XVIII y XIX. Pues fue el tren bien gestionado, otro de los secretos que liberaron Oviedo de la “mancha de aceite”; cuando comunicaron las pedanías que cercaban a ciudad y que la abastecían. Mientras Madrid, llevó el ferrocarril hasta poblaciones lejanas (Aranjuez, Toledo, Tarancón, El Espinar); provocando la venida en masa de habitantes desde esas provincias -y su consecuente crecimiento en un urbanismo “aceitoso”-.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos de un homenaje a José Cima en Colloto, 1925. Al lado, imagen tomada desde un periódico donde se menciona el homenaje a José Cima llevado a cabo en 1925. He numerado las personas de primera fila de autoridades, que mi entender eran:
1- Mi abuela Pepita Cima (hija menor del industrial) // 2- José Cima (el homenajeado) 3- Uno de los protagonistas que llevan a cabo el homenaje; quizás alcalde de Oviedo // 4- Su yerno, Armando de las Alas-Pumariño // 5- Fermín Canella (apenas se ve esta persona) // P- En el centro - Un párroco o prelado; quizás el de Colloto por entonces // 6- Luis Vallaure (consuegro) // 7- Rogelio Jove (consuegro) // 8- Julián Vallaure (gran amigo y hermano de su consuegro) // 9- José Gómez Morán de Lavandera (consuegro, padre de mi abuelo Luis) // 10- No se aprecian los rasgos de esta persona que habla, pero creemos que sería Florentino Carreño (o bien el alcalde de Oviedo).
Abajo, La misma fotografía anterior, pero con mejor calidad. En la imagen de antes hemos localizados, quienes -a mi juicio- son los asistentes en primera fila de autoridades. De nuevo, nuestro agradecimiento a Bustamante Alonso que nos hizo llegar esta imagen.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, reseña noticia de la publicación Asturias Agraria, donde se menciona el homenaje del que hablamos (número de julio 1925).
Abajo, página 2 de e diario La Región, donde tenemos otra fotografía de este homenaje. En el centro de ella, José Cima y su hijo Arturo. Alrededor, algunos de los asistentes; muchos de los que hemos identificado anteriormente (recorte de periódico que también nos mandó Bustamante Alonso).
D – 7 ) Los más próximos a José Cima y su recuero en Colloto.
D-7 a) Sus mecenas:
Fue también este cronista (Francisco Bustamante), quien nos habló acerca de sus más cercanos amigos y los familiares que más le querían; tanto como nos mostró su memoria, que todavía permanece en el pueblo que le vio nacer. Hablábamos de algunos collotenses que tanto le ayudaron y apoyaron, en uno de nuestros epígrafes anteriores (C-3; intitulado “Familiares, parientes y cercanos a José Cima”) . Comenzando por mencionar a los González del Valle; primos lejanos de mi bisabuelo y tíos segundos de su mujer. Decíamos, que José Cima García era sobrino de Bárbara Fernández-Roces García; madre de Alselmo González del Valle. El gran empresario que emigró a Cuba en 1840 y que en 1951 contrajo matrimonio con la heredera de uno de los mayores productores de la isla (propietarios de Cabañas y Carvajal). A su vez, hemos de recordar que Pedro Fernández-Roces Cima (suegro de José Cima) era tío de su yerno y primo hermano de este Anselmo González del Valle Fernández-Roces. Por su parte, repetiremos que este “tío Anselmo” se llevaría a Cuba a mi bisabuelo en 1855; cuando tan solo contaba doce años. Al parecer, José Cima emigró no tanto para buscar fortuna en América; sino principalmente como huido de una terrible epidemia de cólera -tras un año de malarias, que también asolaron la cercanías de Oviedo-. Con estos antecedentes; después de haber convivido y trabajado para sus parientes González del Valle en el Caribe desde 1855 a 1871 (fecha en que regresa a Asturias). No es extraño pensar que entre sus mejores amigos y mecenas, se encontrasen los descendientes de su tío Anselmo -que le había recibido y cuidado en el otro lado del Atántico-. Nos referimos de nuevo a los dos hermanos Anselmo y Martín González del Valle Carvajal; nacidos en la Habana hacia 1853. A quienes su padre mandó para estudiar y educarse en España, después de separase de su mujer -cuando los chicos contaban unos diez años de edad-.
Así fue como al regresar a Asturias José Cima, se encontró a sus amigos de infancia -Anselmo y Martín- establecidos en Oviedo. Dos jóvenes estudiantes, cuya fortuna les permitía tener una gran casa, atesorando una magnífica biblioteca que abrieron a todos los interesados en la cultura. Recibiendo diariamente esos hermanos González del Valle, en sus magníficos salones a emprendedores y artistas; de esa forma y ya en su etapa colegial, se codearon con las más altas élites e intelectuales de toda España. En lo que se refiere a mi bisabuelo, sabemos que fue Anselmo González del Valle y Gónzalez-Carvajal el que más ayudó a José Cima; rescatándole cuando casi se arruina, realizando pruebas de champanización (entre 1872 y 1876). Prestándole por entonces grandes sumas de dinero y animándole a seguir en su proyecto. Asimismo, en el momento en que logró crear ese sistema de champanización nuevo; mi bisabuelo pudo vender y extender su sidra gracias a todos los contactos que les habían proporcionado los González del Valle -en Cuba, Estados Unidos e Iberoamérica-. Por cuanto narro, su gran benefactor fue este amigo Anselmo; cuya generosidad y filantropía ha quedado para los anales de la Historia. Pues gastó su inmensa fortuna, dedicando su trabajo y su gran formación, ayudando a toda buena causa cultural o artística; tanto como en rescatar o fundar empresas de interés. Hombre bueno como pocos, fue ese “San Anselmín” al que todos querían, quien más apoyó a mi bisabuelo y a su firma.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Diversas fotos tomadas en El Llagar de Colloto, el día en que celebramos una comida en este local, junto a Francisco Bustamante. Este precioso restaurante, frente a la antigua fábrica de Sidra Cima; es el antiguo Lagar del cuñado de José Cima. El hermano de su mujer, llamado Severino Fernández- Quirós. Acerca de su edificio, nos dice Bustamante: “Casa Severo, actual "Llagar de Colloto". Fue la casa de Severino Fernandez-Roces Quirós (Colloto 1861-1939). El inmueble seguramente lo reformaría por su padre, Pedro Fernández-Roces y Cima (1835-1903). El edificio es original del XVI, aunque se hundió su tejado en 1989. Afortunadamente se reabrió reformado como un restaurante. Los hermanos de este Severino fueron: Nicanor Fernandez-Roces (que se mantuvo como director de Industrias Cima hasta su muerte) y Josefa (mujer de José Cima; quien años más tarde pasó a llamarse Fernández-Quirós). Eran los tres, hijos de Pedro Fernádez-Roces Cima, concejal del ayuntamiento de Oviedo; primo y suegro de José Cima (25) .
Arriba, durante la mencionada comida; en primer término, Francisco Bustamante. Detrás, mi mujer y yo.
Al lado, el hórreo en el patio del antiguo Lagar de Severino.
Abajo, foto de la terraza del restaurante, donde al fondo hemos marcado el edificio antiguo se Industrias Cima.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, las antiguas instalaciones del lagar de Severino. El restaurante conserva la maquinaria de prensado y sus depósitos. En este pequeño lagar, el cuñado de José Cima fabricaba sidra, haciendo cierta competencia a Industrias Cima.
Abajo, una imagen más del precioso restaurante El Llagar, donde podemos observar hasta las vigas centenarias, usadas antaño para el prensado de manzana.
D-7 b) Sus parientes y amigos:
En el mencionado epígrafe (3-C) también hablábamos de los familiares y amigos más cercanos de José Cima; partiendo de cuanto nos narró Bustamante Alonso. Desconocemos si tuvo hermanos y si sus padres vivían cuando regresó de Cuba (en 1870/71). Todo lleva a pensar que emigró ya huérfano a los doce años; habiendo fallecido sus progenitores a consecuencia de la epidemia de malaria de 1854 sucedida en Colloto (o del posterior brote de cólera que asoló la zona en 1855). Enfermedades que mermaron la población de estos pueblos colindantes a Oviedo, hasta en su mitad; en gran parte debido a los fallecidos y contagiados, pero principalmente por quienes huyeron a América (para salvarse de las infecciones). De tal manera, no hay constancia alguna de que José Cima tuviera hermanos; y menos, que sus padres vivieran tras su vuelta a Asturias -no habiendo referencia a ellos, siquiera en la nota de prensa de su boda-. Solo conocemos que tuvo dos cuñados; los hermanos de su mujer antes citados: Severino y Nicanor Fernández-Roces Quirós. Los nombres de estos hermanos de su mujer no eran comunes en la familia Fernández-Roces (que solían bautizarse como Antonio, Pedro o Manuel). Por cuanto hemos de suponer que llamarse Nicanor o Severino procede de los Quirós. Finalmente repetiremos que hay constancia de que Severino le “hacía la competencia” a su cuñado; fabricando y vendiendo también sidra, a muy pocos metros de las instalaciones de Cima. Mientras Nicanor trabajaba en Industrias Cima, como director general de la marca (tal como citan en numerosas ocasiones los periódicos)
Al margen de sus familiares directos (hijos o cuñados) los parientes a quienes más quiso José Cima, fue a sus consuegros y sus yernos. Especialmente a los Vallaure y a los Jove. En mi opinión; fruto de esa inquebrantable amistad, nacieron los matrimonios de sus hijas. Algo comprensible hace cien años, porque cuando se casaba a una mujer; el padre sabía que pasaba a formar parte de la otra familia -como una menor de edad-. Así pues, el mejor seguro para que aquella tuviera una buena vida y fuera respetada tras contraer matrimonio; era casarla con los hijos de tus mejores amigos. Esta costumbre, que hoy puede parecernos aberrante, tenía un único buen desenlace; debido a que los vástagos de grandes amigos, solían estar educados de forma muy parecida. Por cuanto, esos matrimonios no sufrían el choque común a la adaptación entre personas criadas con muy distinta escala de valores (es lo que en Japón se llama “Omiay”). Así es como creo que José Cima, fue eligiendo para sus hijas pretendientes entre las familias mas cercanas y queridas por él. En nuestro epígrafe (3-C) hablábamos de sus consuegros, que fueron personas de gran valor profesional y de un enorme prestigio social en su época. En primer lugar estuvo, Luis Vallaure Soteras (1845-1938); cuyo hermano Julio fue quizás el más unido a José Cima. Decíamos que Julio Vallaure a la vez era cuñado de Fermín Canella; el famosísimo historiador, cronista de Oviedo y rector de la universidad -que finalmente dirigió las escuelas de Pepín Rodríguez en Colloto-. Asimismo, el segundo yerno de José Cima fue otro sobrino de Don Fermín: Rogelio Jove Canella, que se casó con Cándida y era el primogénito de Rogelio Jove Suárez-Bravo (catedrático de la facultad de Derecho, fundador de El Carbayón y presidente de la Diputación). Como vimos, las dos hermanas del afamado Fermín Canella, estaban casadas con Luis Vallaure y Rogelio Jove. Al tiempo que los dos hijos mayores del Luis Vallaure y Rogelio Jove, contrajeron matrimonio con las mayoores de José Cima. Todo lo que hace comprender que los mejores amigos de Cima fueran los Jove, los Vallaure y el mencionado Fermín Canella.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, portada de uno de los tomos que recoge las obras completas de Fermín Canella. Este afamado cronista de Oviedo, que fue catedrático y rector de su universidad; accedió en 1917 a dirigir las escuelas de Pepín Rodríguez en Colloto, de modo altruista (una función que llevó a cabo hasta el final de sus días). Su generosidad solo fue comparable a su enorme valía y cultura. Era uno de los hombres más admirados por José Cima y un asiduo a las reuniones de mi bisabuelo en Oviedo; pero sobre todo, un incondicional de Colloto. No solo por ir periódicamente a revisar los exámenes y vigilar Las Escuelas de Pepín Rodríguez; sino desde mucho antes, cuando sus sobrinos se casaron con las hijas de Cima (Luis Vallaure Canella y Rogelio Jove Canella).
Al lado, retrato de militar (desconocido) pintado por el artista collotense, José Prado Norniella.
Al lado, retrato de mujer (desconocida) obra también de Prado Norniella.
Abajo, parte superior de la portada del libro de Bustamante Alonso “EL OLVIDO DEL RETRATISTA, biografía de un pintor asturiano (Prado Norniella)”; editado en Oviedo 2018. En la obra, Francisco Bustamante redescubrió la figura de este artista nacido en Colloto y cuya vida había quedado en el olvido. En mi opinión, la dedicación del pintor a los retratos, unido su estilo pos-romántico; no encajó con los gustos pictóricos de finales del siglo XX -donde los artista debían estar comprometidos, siguiendo ideologías y técnicas “progresistas”-. Así pues, la incultura crítica y cívica que predomina desde hace cincuenta años; llevó a que figuras como Prado Norniella casi desaparecieran del recuerdo. Dejando solo lugar a constructivistas, abstractos y otros tantos movimientos que no valoraban el retrato (un género pictórico tan difícil como valiente; que tristemente casi nadie cultiva, tras la difusión de la fotografía). Sea como fuere, la memoria de Prado Norniella se ha rehabilitado gracias al trabajo de Bustamante Alonso, que no solo nos ha dado a conocer nuevamente este magnífico artista de Colloto. Sino, además, rememora otras grandes figuras del este mismo arte nacidos en la Asturias coetánea. Entre ellos: Evaristo Valle, Tomás García San Pedro, Dionisio Fierros, Ventura Álvarez Sala, Augusto Junquera, Dionisio Muñoz de la Espada, Jose Ramón Zaragoza, Telesforo Cuevas, Juan Cuevas, Julia Alcayde, Carolina de Castillo, y otros tantos (al margen de aquellos que, como Sebastián Miranda o Víctor Hevia; permanecen en el recuerdo hasta nuestros días).
Destacamos que en el referido libro de Bustamante Alonso sobre Prado Norniella, se publican los retratos de Armando de las Alas-Pumariño y Rogelio Jove (consuegros de José Cima). Dos óleos de gran calidad, pintados por este artista de Colloto; que actualmente conserva el Museo de Bellas Artes de Oviedo. No reproducimos estas obras, por el respeto al cronista y a los Derechos de Autor de ambas fotos. Pero deseamos destacar esta circunstancia como un hecho fehaciente, que habla de la ayudas que el industrial de la sidra facilitó al pintor. Ya que los dos consuegros de Cima están pintados por Prado Norniella; quien realizó al tiempo un retrato a mi bisabuela Ma. José Fernández- Quirós de Cima (que tristemente permanece perdido).
No sabemos si mi bisabuelo también tuvo una gran amistad con el tercero de sus consuegros (Armando de las Alas-Pumariño y Troncoso de Sotomayor); antes de que se casara con Isabel, su hijo Armando (de las Alas-Pumariño y González-Muñoz). Aunque todo hace ver que también les unió una buena relación, previa a ese matrimonio; ya que -como hemos visto en imágenes anteriores- Prado Norniella realizó un retrato oficial de Armando de las Alas-Pumariño (padre). Lienzo que termina a la vez que otro muy similar de Rogelio Jove Bravo. Lo que nos hace pensar que ambos cuadros pudieran ser un regalo de José Cima a sus consuegros, ya que por la misma época encargó a este artista collotense un retrato de su mujer (Josefa Fernández- Quirós) -obra desparecida-.
Siguiendo con los parientes más cercanos a José Cima, tenemos constancia de una gran amistad con el padre de Florentino Carreño; casado con María Cima -la cuarta hija de mi bisabuelo-. Habida cuenta que estos Carreño eran personas muy afables y conocidas en Oviedo; pero sobre todo porque tenían grandes negocios en ultramar. Compañías que colaboraban con las de Cima en su distribución y venta, en el otro lado del Atlántico. Finalmente, con José Gómez Morán de Labandera (mi otro bisabuelo paterno) debió tener una gran relación comercial. Debido a que ese último consuegro suyo regentaba El Casino de Oviedo, abierto como gran local del primer piso en el palacio de Valdezcarana- Heredia (actual Tribunal de Justicia). En cuyos bajos la empresa Cima situó su primera tienda, en 1884. Ello nos lleva a pensar que desde esta fecha, José Cima y José Gómez Morán eran socios o amigos; ya que el local de licores y vinos que regentaba Juan Toral (en los referidos bajos), fue el primer centro de distribución de Sidra Cima. Momento en que se narra que mi bisabuelo José Gómez Morán, presentó a José Cima, a Leopoldo Alas “Clarín” (quien frecuentaba a diario este casino, para charlar y leer todos los periódicos). Fruto de estas continuadas visitas al mencionado Casino dicen que Don Leopoldo se enteraba de todos los cotilleos de Oviedo; anécdotas y sucedidos que plasmó en su novela La Regenta (como ya hemos dicho).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, fotografía de la tienda de licores y distribución de Industrias Cima desde 1884; sita en los bajos de El Casino (Calle San Juan 10). Estaba regentada por Juan Toral y fue el primer gran comercio abierto por José Cima en 1884 (imagen tomada del libro “Album Anunciador de Asturias; Luarca 1893 -imprenta La Económica- pag. 20).
Al lado, anuncio en El Carbayón de la apertura y venta de la sidra en esta tienda de los Bajos del Casino; Calle San Juan 10.
Al lado, anuncio de a tienda en los bajos del Casino; allí se servían las bebidas y también se servían “lunchs” (tal como escriben los periódicos de la época); aunque creemos que los almuerzos de daban en la parte llamada “fonda del casino” que gestionaba José Gómez Morán.
Abajo, postal de los años cuarenta, donde vemos el exterior del palacio donde se situaba el referido “Casino de Oviedo” (planta primera). En los bajos, se situaba la primera tienda de José Cima, regentada por Juan Toral (en imágenes anteriores)
D-7 c) Sus admiradores y personas a quienes ayudó:
A través de los estudios y publicaciones de Bustamante Alonso, podremos conocer las obras filantrópicas de José Cima; tantas que sería imposible recogerlas, pues muchas de ellas ni se mencionan en sus biografías. Destacan muchos la famosa donación a La Filarmónica de Oviedo, en su primera quiebra de 1914 a consecuencia de la Primera Guerra Mundial; poco después de que hubiera fallecido su creador y mecenas (Anselmo González del Valle Carvajal). Asimismo fue famosa su ayuda a las escuelas de Pepín Rodríguez (de Colloto) cuando en 1917 ofreció el tendido eléctrico y pago a su costa. Llevándolo desde su fábrica hasta estas aulas; que gracias a la conexión, se convierten en uno de los primeros colegios con electricidad -ver cita (7) pag.36-. Pese a ello, en este año de 1917, los mineros de a cuenca asturiana llegaron hasta Colloto, donde promueven una huelga general. Dejando en paro Industrias Cima casi un año; generando numerosos altercados, con actos vandálicos contra el domicilio y las instalaciones del empresario -ver cita (24) -. Durante esa Huelga General sufre un infarto Ma. José Fernández-Quirós (mi bisabuela) muriendo poco después; pensando la familia que fue a consecuencia de sus preocupaciones por la Primera Guerra Mundial (porque pudiera extenderse a España) y tras lo sufrido en su casa de Colloto.
Pero continuando con quienes sí agradecieron las ayudas de José Cima, mencionaremos un famoso homenaje que recibió en el año 1925, en Colloto. Tras restaurar la iglesia e inagurar las nuevas instalaciones de las Industrias. Un proyecto de novación en la fábrica que había quedado suspendido después de 1917; al morir su mujer y sufrir esa huelga durante más de diez meses. Al año siguiente, tampoco pudo retomar la mejora de Industrias Cima, ya que la Guerra Mundial continuó, produciéndose la Revolución en Rusia. Expandiéndose además la llamada “gripe española”, que provocó la muerte a una de sus hijas. Todo lo que dejó desolado al industrial, que tardó al menos siete años en retomar la idea de levantar el nuevo edificio; un momento en que aprovechó para restaurar la parroquia de Santa Eulalia. A la vez, mejoró a su costa el camino existente entre esa parroquia y el centro del pueblo; convirtiéndolo en una calle que hoy lleva su nombre. Debido a ello le rindieron en 1925 un homenaje, del que hay numerosas reseñas en periódicos; que en nuestras imágenes anteriores hemos recogido.
A nuestro juicio, otro de los beneficiados por las ayudas de este industrial debió ser el pintor collotense coetáneo, José Prado Norniella. Del que sabemos gracias a los estudios de Bustamante, que pintó a Ma. José Fernández-Quirós y a dos de sus consuegros (Armando de las Alas-Pumariño y Rogelio Jove Bravo) -ver cita (24) -. Al menos hay constancia de estos tres cuadros de Prado Norniella pintados para los familiares de Cima; dos de ellos en el Museo de Bellas Artes de Oviedo. Pero sabiendo que el retrato de mi bisabuela se perdió, hemos de pensar que pudo retratar a muchos más parientes o amigos del industrial (que desconocemos). Obras, que -en mi opinión- pudieron encargarse por mi bisabuelo, para regalar a personas cercanas. Pues como Bustamante deja ver en su libro acerca de Prado Norniella, parece que uno de los mecenas de este pintor de Colloto debió ser José Cima; al que le unían tantas cosas: Nacer en el mismo pueblo, una dura infancia, su interés por las artes y su gran inquietud por la cultura (26) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: dos imágenes de un artículo de Luisma Murias, sobre la iglesia de Santa Eulalia de Colloto. Arriba, podemos ver su estado interior actual; cuya conservación se debe principalmente a la restauración llevada a cabo por José Cima, en 1925. Se observa que inicialmente fue una iglesia con planta de basílica (de tipo prerrománico); pero sufrió varias reconstrucciones en el siglo XVII y XIX, desvirtuando su figura inicial, llegando a reconvertir el templo al estilo neoclásico. Unas tristes restauraciones, pues en sus orígenes pudo ser un edificio del tipo de Santa Cristina de Lena o de San Miguel de Lillo. Me atrevo a escribir las anteriores palabras, porque sabemos que por su culto (Eulalia de Mérida) contiene la advocación a una de las santas más antiguas de la Hispania Romana. Por cuanto podemos suponer que su fundación se debió a cristianos que vendrían desde Mérida por la Ruta de la Plata llegando hasta Villaviciosa (punto final de esta Vía y calzada). Sea como fuere, en 1925 parece que ya estaba en muy mal estado y que cuanto quedaba de su etapa prerrománica, había desaparecido.
Abajo, el artículo completo de Luisma Murias.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: varias imágenes de Santa Eulalia de Colloto, restaurada por José Cima en 1925. Bustamante Alonso menciona que mientras se llevaba a cabo aquella rehabilitación, “Jose Cima costeó la reparación de calzada que desde el Camino Real, lleva a la iglesia. También crea en dicho mes la Sociedad del árbol de Santa Eulalia, cuya fiesta era el día de San José y cuyo fin era proteger el árbol, junto al templo” (27) . Al lado, la zona de su ábside
Al lado, la fachada lateral norte
Abajo, su entrada principal. En estas fotografías podemos comprender que la restauración realizada por el arquitecto Casariego, tuvo más de reconstrucción, que de rehabilitación. Dejando el templo en un estilo “popular racionalista” al que este técnico estaba adscrito. Si observamos la estructura exterior del edificio y su aspecto general; nos recordará más a un hórreo o a una casa de pueblo asturiana, que a una iglesia. Lo mismo sucede con la fábrica Cima, que levantó el mismo arquitecto. En un estilo ecléctico popular, muy común a comienzos del siglo XX. Cuando los aires de la Institución Libre de Enseñanza y las filosofías krausistas, promulgaban que no había nada más bello que el gusto por lo auténtico; y por ende, disfrutar de lo rural, estudiar el folklore y seguir los parámetros estéticos de los pueblos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Fotos de una placa de La Collotense, entregada como homenaje a José Cima, nombrándole presidente honorario de esta compañía de seguros.
Al margen de cuanto citamos, también fueron conocidos sus donativos de ayuda a Cuba, cuando en esta isla se producían catástrofes o hambrunas. Algunas de ellas incluso se mencionan en los periódicos de la época, destacando la generosidad de José Cima con aquellos que sufrían calamidades en tierras a otro lado del Atlántico (que mi bisabuelo consideraba también su patria). En imagen, sobre estas líneas, podremos ver una nota de prensa donde se habla de estas donaciones en favor de los que sufrieron terribles ciclones de septiembre del año 1926. Asimismo, se contiene la contestación por carta de la presidencia de la República de Cuba; agradeciendo el envío de ayudas de José Cima. Debido a estas obras filantrópicas, fueron numerosas las condecoraciones y galardones que le entregaron; por sus aportaciones a causas caritativas o culturales. Entre los que conservo uno de “La Collotense” (aseguradora que le rindió homenaje en 1912, nombrándole presidente honorario); placa de plata, cuya fotografía me es muy grato divulgar en estas páginas y que podemos ver en las imágenes anteriores.
Para finalizar este apartado, hemos de añadir que en su pueblo natal, tuvo sus instalaciones industriales, pero también su casa (junto a la fábrica). Necesitando más tarde, comprar miles de metros de terreno para realizar cultivos y crear el emporio que finalmente logró. Embotellando un millón de botellas en el año 1900 y exportando más de ochocientas mil, en 1912 (tiempo en que se calcula facturaba más de dos millones de botellas). Algunos de estos inmuebles, llegaron en herencia a sus nietos; principalmente terrenos en Villameana, en Roces y en Colloto. Miles de metros fueron expropiados, para hacer el parque central de este pueblo (fundamentalmente en 1994). Aunque todavía quedan como legado dos parcelas, que mantienen una vivienda del siglo XVIII; que la familia considera, fue la casa natal de Pedro Fernández-Roces Cima (el suegro del industrial). En imágenes, a continuación, incluimos lo que queda en Colloto de las instalaciones y propiedades de Cima (al margen del edificio fábrica); y de los terrenos que mencionamos:Los que fueron expropiados para hacer el parque y los que se mantienen como casa natal de los Fernández-Roces Cima.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, entrada a la calle “Caleyuca” (Colloto) donde se conserva un hórreo en su lado derecho y la fábrica de Cima (rehabilitada) en el izquierdo.
Abajo, detalle del bonito hórreo que adorna esta entrada a Caleyuca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, edificio que ha quedado en pié, de los que había junto a la fábrica de Cima. Nos informó Bustamante que esta casa del siglo XIX, antaño se usaba principalmente como comercio (para vender sidras y productos fabricados en Colloto).
Abajo, el mismo edificio de la imagen anterior, en su zona lateral. Se observa el mal estado de las galerías posteriores. Es un precioso inmueble que debería rehabilitarse; tiene un jardín y un muro que le rodea. Al parecer, estos muretes pertenecieron a lo que fueron las instalaciones de Cima.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, placa de la “Avenida José Cima”, en Colloto. Se trata de un antiguo camino que recorría desde su fábrica a la parroquia de Santa Eulalia; que fue restaurado por él en 1925, convirtiéndolo en calle.
Abajo, imágenes del parque central de Colloto, en terrenos que fueron de Industrias Cima. Al fondo, preciosos hórreos junto la que se supone casa natal de Pedro Fernández-Roces Cima (suegro de José Cima).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, otra fotografía del parque central de Colloto.
Abajo, de nuevo, imagen de la misma parcela (hogar de los Fernández-Roces Cima).
CITAS:
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