sábado, 2 de abril de 2011

JULIÁN CORTÉS-CAVANILLAS: Psicoanálisis del olvido

Desde el pasado terremoto de Japón, comenzaremos cada entrada de nuestro blog con el recuerdo a los damnificados de este trágico suceso; solicitando ayuda para ellos. Hay múltiples formas de colaborar con la Cruz Roja o UNICEF (para enviar  dinero, objetos y hasta alimentos). 
Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.

SOBRE ESTAS LINEAS:  Primera página del libro Psicoanálisis, de Cortés-Cavanillas. Al abrirlo me he dado cuenta que Julián se lo dedicó una de las tardes que venía por casa en 1986, a mi hermana Tere y a su hijo (entonces, recién nacido: Enrique). El escritor en esta obra, recoge unha gran parte de las entrevistas a personajes de los años sesenta, que fueron apareciendo en los dominicales de ABC. Intituladas como PSICOANÁLISIS; la mayor parte de ellas fueron realizadas a amigos suyos, de los que a continuación recogeremos algunas anécdotas.
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SOBRE ESTAS LINEAS: Foto de Edgar Neville. Cineasta perteneciente a la generación del 27, hombre de gran cultura; artista polifacético y de profesión diplomático, fue quiza el amigo del que Cortés-Cavanillas conservaba uno de los mejores recuerdos. Hasta 1968 (fecha en que fallece Neville), parece que mantuvieron una magnífica relación. Cortés-Cavanillas siempre comentaba que era de las personas más divertidas y geniales que había conocido. De proporciones desmesuradas y amor descomunal a la belleza, el arte y la comida, estuvo unido en segundas nupcias a la "curiosa abogada" y actriz Conchita Montes. Julián narraba de ellos múltiples historietas y anécdotas, destacando el amor de Neville por la gastronomía (que le produjeron gaves problemas de salud y posiblemente terminaron con su vida).
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BAJO ESTAS LINEAS: Ava Gardner. Una de las más famosas musas y actrices de los años cincuenta y sesenta. Parece que se la presentó a Julián Cortés-Cavanillas, Edgar Neville; quien fué secretario de embajada en Estados Unidos en años cercanos en los que también trabajó (para Hollywood) con personajes como Charlie Chaplin. Durante los sesenta, contaba Julián que Ava Gardner, frecuentaba en muchas ocasiones su casa de Roma (sita en Piazza Navona), donde mantenían las más divertidas tertulias. Para conseguir que asistiera a sus tertulias bastaba con invitarle a una paella de Lhardy, aunque para hacer llegar el arroz hasta Italia, Cortés-Cavanillas había ingeniado un divertido sistema.
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Prefaccio:
Por ver si habíamos exagerado, cuando expusimos -hace unos días-  que la figura de Julián Cortés Cavanillas había quedado en un triste olvido, hicimos "propósito de enmienda". De tal manera, comenzamos por repasar internet (la fuente de nuestros nuevos archivos) y marcar en distintos buscadores su nombre. Apenas, salen referencias directas a su persona y todo cuanto se encuentra, son sus  obras: Libros a la venta en segundamano o "tramos" de sus entrevistas, "colgadas" en la red. Un nuevo repaso por internet, da solo como final ABC y las colaboraciones de quien fuera uno de sus directivos; llevando a tres artrículos más en la red y algunas anotaciones. Los artículos , algunos muy cariñosos, como el de Enrique González Fernández, tratando del centenario del nacimiento; al igual que otro de Santiago Castelo (y el ya mencionado, de Alfonso Ussia, que narra la "sonora anécdota" palaciega, que ayer recogíamos).

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Aunque, increiblemente, si buscamos Cortés-Cavanillas en libros a la venta (por ejemplo, en IBERLIBROS, portal que ofrece obras de segunda y primera mano), nos encontraremos con unos 350  ofertados. Ello no es fácil, pues son pocos los escritores fallecidos que consiguen mantener por encima de cien ejemplares en listado , máxime si son títulos de cuarenta y hasta sesenta años de antigüedad (mérito que se acrecienta por el hecho de haber muerto Julián hace casi dos décadas ya).  La conclusión es que verdaderamente, la memoria no ha sido justa con este hombre; tanto como no lo fueron algunas personas, al final de su vida. Creyendo que había sido yo "un raro" por escribirlo últimamente; he visto que su también amigo Enrique González Fernández, finaliza con la misma idea su artículo de ABC -dedicado al centenario del nacimiento de Julián-. Por esta razón, siento no poder rectificar mucho lo escrito, pues parece que hay varias personas que piensan casi igual, sobre este hecho.
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Todo ello, me ha llevado a reflexionar sobre aquello que muchos afirman, diciendo que ciertos escritores (o artistas), caen en el olvido por haber estado adscritos a una ideología "no izquierdista" (echando la culpa a "la progresía" de su falta de éxito, o del olvido del desaparecido). Ello, sintiéndolo mucho, es un absurdo, pues no es la izquierda la que debe preocuparse de mantener en el éxito o en la memoria, a personas que ha sido ajenas (o contrarias) a su ideología. Sinó, que son sus más cercanos en opinión o pensamiento los que deben cuidar y estudiar sus personajes de la cultura. Por esto, del olvido de muchos escritores (o artistas), considero que  solo se debe responsabilizar a quienes no conservan como merecen su recuerdo (o su obra). Algo que que en los que no son de izquierdas tiene quizás su razón en que casi todos los intelectuales "de Derechas" hayan sido bastante críticos con las altas esferas hispanas. De tal manera, escritores como: Muñoz-Seca, Jardiel Poncela, Alvaro de Laiglesia, Miguel Mihura, Wenceslao Fenandez Flores (o el mismo Julián Cortés-Cavanillas -en su medida-), se han visto en la obligación de huir de la Sociedad que les rodeaba (exiliarse de algún modo), pero esta vez por medio del humor.  Reírse de lo que les rodeaba, que a veces era patético.
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Por todo cuanto digo y escribo, muchos me preguntan cómo he sido "bastante" de Derechas hasta los veinte años; a lo que les contesto, que ello se debió a la intensidad con la que mis profesores (del colegio o la universidad) fueron intentando enseñarme sus "lecciones" y pensamiento -a veces "inculcados", más que enseñados-. Bien es sabido, que el gremio de los "maestros", en aquellos años de mi infancia, estaba compuesto por personas cultas y muy progresistas (al menos en donde yo estudiaba), lo que suponía incluir sus teorías sociales en todas las materias. De tal manera, como yo  en 1976, tenía solo quince años, las clases colegiales desde entonces, comúnmente comenzaron a tener un claro componente político (que en ocasiones se hacía pesadísimo). Fué sobre todo a finales de los setenta, cuando aquello resultaba "un rollo", pues no había asignatura importante en la que la política y la situación social, no se relacionara con cuanto aprendíamos. Las teorías del marxismo (o del progresismo antifranquista) siempre se mezclaban con la Historia, la Filosofía, la Literatura y hasta la Religión. Así, el cambio tan necesario que había dado España, hizo que (a veces) los profesores se pusieran verdaderamente pesados intentando inculcarnos sus pensamientos, que a muchos no nos interesaban (pues veíamos el marxismo como un hecho histórico). En la Universidad, "tres cuartas partes de lo mismo" y peor; a más de que cada jornada había "asambleas" y que la politización era la nota común (al menos entre fines de los setenta y principios de los ochenta)... .
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Entonces, la reacción lógica de juventud era llevar la contraria al maestro, lo que provocaba muchos problemas; o nos hacía acabar hartos de quienes hablaban de política una hora sí y otra también (cuando lo que queríamos era aprender la lección y salir del colegio, o de la carrera, cuanto antes). Después, me di cuenta que seguramente muchos de estos profesores de mi niñez intentaron darnos una magnífica y novedosa formación (entonces) y que lo hicieron con la mejor intención. Incluso recuerdo al de Historia  -quien era totalmente marxista-, como uno de los mejores maestros que tuve y he tenido. Pese a ello, el resultado que consiguó al insistir tanto en la exposición de la Historia, desde un análisis marxistas; fue que aunque yo me interesara mucho por los hechos históricos,  terminase "hasta el gorro" de lo que "le añadía"... . Como este ejemplo que expongo, hubo otros muchos; por lo que es fácil entender que algunos, hasta los veinte años, estuviéramos hartos "de políticas"; pues lo que deseábamos era solo tranquilidad y hacer nuestra vida.
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Pese a ello, tras integrarme en el mundo de la cultura, cambié mucho (hacia 1982). Tanto que comprendí como "las Izquierdas" tenían grandes valores, a veces inexistentes en otros ámbitos. Entre ellos me gustaría destacar el hecho de que siempre estudian, potencian y mantienen en la memoria, a sus intelectuales y artistas. Tristemente, muchos afirman aún, que algunos escritores y creadores, quedan en el olvido o viven en el "ostracismo", por no haber sido de izquierdas. Como si los "progresistas" pudieran ejercer un maleficio sobre aquellos que no lo son (obligándonos a todos a no leerlos y no recordarlos -allí están: Delibes, Cela, o Vargas LLosa ). La realidad creo que es muy distinta y en mi opinión son los de su misma ideología -los de Derechas, o los Liberales-,   quienes no se preocupan suficientemente por los intelectuales de su "órbita" (a veces, simplemente ni siquiera de leerlos...). -Es decir, que mientras "unos" estudian sin problemas la obra de Ortega y Gasset; hay "otros" a los que aún, comprar un libro de Federico García Lorca, les produce alergia-.
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Dicho lo dicho, no saben cuanto me hubiera gustado ser de izquierdas (incluso nacer de izquierdas); pero tristemente, creo en la economía de mercado y en la empresa privada. Pese a ello, no saben cuanto agradezco a tantos "progresistas" los proyectos a los que me han acercado, al igual que su interés porque me convierta a su "tendencia". De veras, gracias. Sobre todo por su respeto y por comprender además, que no tengo mucha opción de cambiar: En la vida, hay que ser horado con las ideas y con el pasado. Además, ya no es hora cambiar; porque hoy los de "un lado y los de otro"  -por suerte-,  ya somos casi los mismos (al menos, bastante parecidos).
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Psicoanálisis:
Centrándonos en el tema, que es Julián Cortés-Cavanillas: Hablaba no hace mucho con la hija de un amigo del rey (Cristina Caro, persona culta y encantadora  -hija de Ignacio, que falleció hace unos tres años-) y le exponía que los monárquicos debieran dejar de preocuparse tanto por tener trato cercano con los monarcas, para centrarse bastante más en intentar transferir la imagen personal de los reyes a todos. Ni que decir tiene, que si lo que hacen algunos es: Intentar acercarse cuanto más a "aquellos", y luego, despreciarnos "los demás" (sobre todo a los "no muy monárquicos"), pues la cosa va mal... . Porque dado que los reyes son los Jefes de Estado y ello es algo que no va a cambiar (a menos que deseemos más jaleos); para la estabilidad nacional, vale más que "su pueblo" les conozcamos bien -fundamentalmente en el lado humano-.
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Así le comenté también y en innumerables ocasiones a Cortés-Cavanillas, que los monárquicos debieran dedicarse (por ejemplo) a escribir sobre las anécdotas y lo cotidiano "de palacio"; olvidándose de esas biografías llenas de hechos históricos  (que muchas veces son solo un compendio de datos, que todos conocemos, pues en su mayoría se escriben en los periódicos). En referencia a la posibilidad de que Cristina pudiera aportar algo en este aspeco, me comentó la hija de Ignacio Caro, que en su poder tenía gran cantidad de cartas de la reina M.Victoria Eugenia y otros escritos personales de sus abuelos (de época de Alfonso XIII). Por lo que le animé a abrir un blog de este tipo, para que fuera recogiendo y comentando estos documentos. Papeles que a primera vista pudieran verse "sin importancia" por ella, pero que una vez explicados y comentados en un blog, a muchos les pueden interesar tanto o más que un libro (o que la revista Hola).
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Dicho lo anterior  pasamos a narrar otras anécdotas sobre Julián y sus amigos, pues bien recuerdo algunos de los que nos mencionaba historietas. Uno de los que mas hablaba y más valoraba, era Edgar Neville. Este personaje, que hoy no es muy conocido, antaño fue uno de los más famosos cineastas, estetas (y hasta gastrónomo), de nuestras latitudes. Nació a finales del siglo XIX, de ascendencia anglo-hispana, su niñez se desarrolló en los ambientes de gran gusto en de su familia. A principios del XX, ya rueda su primera película y poco más tarde (en Granada), entabla fuerte amistad con García Lorca y Manuel de Falla. Secretario de embajada en Wasington y Los Angeles, posteriormente, entra a trabajar con Charlot, quien le llega a dar papeles en sus películas (mientras establecía fuertes lazos con personalidades y diversos actores de la Metro Golden Mayer). Sobre la amistad entre Neville y Chaplin, contaba Julián el "mal chiste", de que Edgar al conocerle, le había dicho que le parecía muy lógico que "el rey del Cine Mudo" se llamara: "Charles" (pués al salir a rodar, bastaba para actuar bien, con hacer lo que le decía su mujer por las noches: -"No, charles"-).

A su regreso a España, continuó Edgar, con su labor de cineasta y se establece en una gran mansión de Marbella, llamada Malibú -que creo es la misma que adquiere Sean Conery  a los pocos años de  morir este-. Allí, en su gran chalet malagueño, pasó los últimos años junto a su segunda mujer: La curiosa actriz, Conchita Montes (añado el apelativo "curiosa", dado que fué una de las primeras licencidas en Derecho, de la Complutese en Madrid, tanto como "una mujer de carácter"). Entre sus amistades comunes estuvieron, a más de decenas de actores y directores de cine (extranjeros y españoles), diversos artistas. Algunos antes mencionados (como Falla o García Lorca), junto a numerosos miembros de la Generación del 27, entre los que destacaban especialmete: Dalí y Buñuel. Otros  amigos serían: Manuel Altolaguirre, Tono, Jardiel Poncela, Alvaro de Laiglesia, Miguel Mihura, Mingote y Cortés-Cavanillas; que igualmente, iban a verle cuando podían a su casa de Marbella. 
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Recuerdo que era muy normal escuhar a Julián narrar anécdotas sobre los Neville-Montes, algo que él compartía con mis padres, en conversaciones en las que yo casi no participaba, o muy poco entendía (dado que apenas había visto las películas, ni conocía mucho de la vida de estos dos personajes del cine).  Tristemente, no ha quedado en la memoria casi ninguna de ellas, aunque me acuerdo que comentaba Julián que un título nobiliario le era más útil que a nadie, a Edgar Neville. Narraba el director de cine, que tras casarse pudo reservar las mesas en los restaurantes (o llamar a los amigos) como el conde de Berlanga, comprendiéndole todos. Pues antes, los camareros, las secretarias o las personas que le atendían al teléfono, le tenían  horas "al aparato", repitiendo su nombre. Tanto era así, que los más listos, tras decir diez veces lo de Edgar Neville, acababan entendiendo:  -"Ah... Sí. ¿Es Ud. el francés... Claro?. Don Eduardo de Vil "-   (como si se tratara del mismo marido de Cruella de Vil, la de "Ciento-un dálmatas").
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Ello nos lo comentó Julián, tras algo divertido que (al parecer) sucedió pocos días antes, en casa de nuestra común amiga Betsy Westendop; cuando llamó a su hija -Isabel- uno de los Muñoz-Seca. Esa noche, la persona que atendió al teléfono (una chiquita filipina que apenas hablaba español) se acercó al comedor, donde estaban todos y en voz muy alta dijo:  -"Al teléfono; el Señor Coña-Seca-". Se produjo un momento de "silencio total" y alguien se acercó hasta aquella, para comentarle que no repitiera "esas palabras", explicándole el terrible significado de lo pronunciado. Tras lo que la confusa mujer, muy extrañada, exclamó: -"¡Qué nombre mas feo!"-.  Aunque eso no era nada comparado con la normal fórmula usada por las recién llegadas del extranjero y que no sabían mucho español;  quienes cuando se quedaban solas en la casa, atendían al teléfono diciendo comúnmente: -"No. Nadie. Aquí... .El Sr. está salido; la señora también salida; familia salidos. Todos salidos"-.
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Pero volviendo a Edgar Neville, desearía citar algunas palabras de este amigo de Julián, que recoge el escritor en su libro "Psicoanálisis". Donde a la pregunta de Cortés-Cavanillas sobre qué haría si le dijeran que solo le quedaba una hora de vida. El director de cine responde que entonces hay que realizar lo que la copla enseña:  "Cada vez que me doy cuenta    ///    que me tengo que morir   ///     echo la mantita al suelo    ///   y me harto de dormir". Por cierto, cuestionado el hispano-inglés, sobre cual era el peor vicio español; respondió literalmente que lo era: -"Esa manía que tenemos de hablar a gritos"-.  Algo que no explicó del todo bien Julián, en su entrevista; pues parece ser, que cuando se enteraban que el Sr. Neville era de origen inglés, le hablaban más alto de o común: "A grito pelao"; para que les comprendiera bien (pese a que la dicción y el lenguaje hispano del cineasta, eran mas claros y castizos, que los de "La Chata" con dolor de muelas; porque pese a llemarse Edgar Neville, era más español que Gibraltar...).
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Siguiendo con el mismo libro "Psicoanálisis", y ya en otras entrevistas ajenas a la anterior, tiene algunas frases que son célebres y consideramos debiéramos recoger. Llamando mucho la atención la que realiza a José Martínez Ruiz (Azorín), en la que pregunta al gran escritor: -"¿Qué piensa de sí mismo, Maestro?"- .  A ello, el miembro de la Generación del 98 le responde:   -"Que no soy yo mismo, sino otro"-.  Tras aquello, le vuelve a cuestionar Julián algo tan personal como:   -"¿En qué consiste el éxito, para Ud.?"-.    Siendo la contestación de Azorín:  -"En la sinceridad"-. Para colmo, esta interesante entrevista termina con frases en las que el escritor de "El 98" describe el arte de Cúchares, diciendo literalmente Azorín:  -"Los toros son un espectáculo espiritualista. Un hombre sale de su casa; va a trabajar, pero nunca sabe si volverá. El torero juega con La Eternidad"-.
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Llama la atención también en este libro, el epitafio que expresa desear poner Ernesto Halfter, sobre su tumba. Un letrero que diga: -"Fué feliz, a pesar del Mundo"-. Durante ella manifiesta el compositor que el mejor músico de todas las épocas de España, fue Manuel de Falla (a lo que yo me atrevería a añadir, que  -quizás-  también Falla fue el mejor compositor del Planeta, en el siglo XX). Entrevista en el mismo libro, al escultor asturiano Sebastían Miranda, del que tanto hemos hablado. Quien, a la pregunta de Julián sobre lo que más detesta de la vida, aquel le responde que es:  -"Pensar que me tengo que morir. (pues) No hay palabra mas bella que: Vida"-.   Terminando Sebastián explicando, que si tienen que darle a elegir un epitafio para poner en su tumba, el que más le gustaría sería la frase:  -"Que me saquen de aquí, rápido"-. 
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Igualmente, muy entretenido es el "Psicoanálisis" con el escritor Miguel Mihura, quien manifiesta  que el primer recuerdo de su vida era el de una señorita que estuvo observado de niño, por el ojo de una cerradura (durante mucho tiempo), mientras ella tomaba "baños de Sol". Aunque aún le llamaba mucho la antención a Mihura, porqué aquello sucedió en un día totalmente nublado... . El comediógrafo, preguntado por "cual es el éxito, para una mujer", responde sin miedo:  -"Saber fingir, hasta el final; que ese hombre le parece inteligente"- . Para rematar la entrevista, añade Mihura, a la cuestión sobre "cual es el invento mejor de la Historia"; que lo ha sido: "El bikini".
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Siguiendo con Julián, parece ser que en Marbella y por mediación de Neville, conoció a Georges R. Hearst; el hijo del famoso William Randolph, magnate del periodismo en cuya vida se inspiraba la película "Ciudadano Kane". La entrevista que le hizo en Psicoanálisis a ese millonario, "es más que llamativa" y comienza hablando de  la finca que tenía este Hearst (en Saint Simon). Hacienda que era igual en extensión a la toda la provincia de Pontevedra; conteniendo un claustro románico español en su interior. A ello, añadimos que el mencionado claustro comprado y traido desde España en barco por Hearst (en catorce mil cajas), por el que pagó a principios del siglo XX cuatro cientos mil dólares. No es otro, más, que el famoso "Coto de San Bernardo"; construcción románica elevada hacia el siglo XIII, en Sacramenia (Segovia). Cuya iglesia y otras edificaciones, aún permanecen en pié en este pueblo y que -curiosamente-  fueron adquiridas (hacia 1990) como finca privada, por Sánchez Junco  -empresario también muy vinculado a los medios de comunicación, ya que era el propietario de la revista Hola-. 
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En la entrevista a Hearst (hijo), Julián le pregunta:   -"Cual es el colmo de la imbecilidad humana"-. A lo que el ciudadano estadounidense le responde (sin cortarse) que lo es:   -"El comunismo"- . Tras ello, le cuestiona cual es para él, el personaje histórico preferido y el magnate de la comunicación americana replica: -"Mi padre"-  (desde luego, las respuestas no pueden ser mas "claras"). Tras explicar que editaba treinta millones de periódicos al dia, le dice a Julián, sin reparos, que la ciudad más bonita del Mundo en el extranjero era Madrid... (sin comentarios). En el tramo final de su "Psicoanásis", le vuelve a cuestionar a quién le elevaría una estatua; el entrevistado  responde con contundencia que: -"A mi padre"-. (como podemos observar en toda esta entrevista, puede verse que este era un hombre verdaderamente seguro de sí mismo).
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Pero pasemos y sigamos con los amigos de Julián en el mundo del cine, de los que muchos, había conocido a través de Neville. Entre ellos destacaba a Ava Gardner, mujer de Frank Sinatra. Sobre ella, nos comentaba que para conseguir la asistencia a la casa romana de Cortés-Cavanillas (sita en Piazza Navona), lo mejor era invitarla paella de Lhardy allí mismo (algo que en principio parecía difícil, pero que el escritor consiguió resolver a "módico precio"). Parece que a la famosa actriz, le encantaba la paella; pero aún más fría y sobre todas, las del restaurante español: Lhardy. Así, que para asegurarse de que asistiera a su casa, le encargaba un arroz al restaurante, con un sistema infalible (y barato) para hacerla legar en perfectas condiciones hasta Piazza Navona. Todo lo realizaba a través de los camareros de Lhardy y las azafatas de Iberia (amigos y amigas suyas). De tal manera la paellita  (una vez terminada), era llevada hasta Barajas en la fecha de la fiesta, donde una amiga azafata la trasladaba hasta Roma, dentro de la cocina del avión (con paella -o paellera- incluida). Luego, los amiguetes de Julián, se iban al aeropuerto, donde recogían el arroz llegado desde España y pagaban a la azafata el total que le había cobrado Lhardy (más un regalo, o bien la invitación para comer con la actriz). Con ello, decía Cortés-Cavanillas que conseguía la visita de una de las mas famosas divas del cine a su casa, siempre que esta iba a Roma (lo cual resulta más que curioso).
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Pero, para curioso, lo que nos sucedió un día que pusieron Vacaciones en Roma por la televisión. Debió ser hacia 1986 y nos advirtió el escritor en fechas previas, que una de esas noches emitían (en la primera cadena), una película donde actuaba él, junto a Audrey Hepburn. Se lo comenté a mis padres y ellos la habían visto, recordando que en esta salía Cortés-Cavanillas  -aunque nosotros (jóvenes amigos y algunos hermanos) no la conocíamos aún-. Así, quedamos todos (para animarle y celebrarlo un poco), a cenar en casa con el actor del film (Julián) y sobre todo para ver "Vacaciones en Roma". Comenzó la película, que para quien no lo sepa, trata de una princesa que se escapa del séquito real y huye veraneando secretamente por Roma, con un italiano (que encarna Gregory Peeck). Al rato largo, ya todos le preguntábamos a menudo al periodista cuando comenzaba su papel, a lo que él decía: -"Más adelante, luego; casi al final"-.  Así, esperamos casi una hora y media, mirando todos el televisor (con total atención) y ya justo al término,  cuando se descubre en la película que Audrey Hepburn es una princesa (huida por Roma); se sucede una rueda de prensa con periodistas. Es en este momento, cuando en breves segundos, aparecía el escritor amigo, diciendo textualmente:  -"Julián Cortés-Cavanillas.  ABC, de Madid"-.  Tras ello, besaba la mano a la protagonista y poco después acababa la película.
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Al fin de ella, Julián  -que estaba pletórico por volver a verla (esta vez repuesta en TVE)-, se volvió hacia nosotros y nos preguntó, qué nos había parecido. En verdad, tras aquello estábamos todos extasiados por la espera de casi dos horas -aguardando que él apareciera en la televisión-. Además, aquellos pocos segundos en los que salía su imagen, nos habían dejado un tanto atónitos. Así que alguno de los presentes a la reunión, se atrevió a decir con poca educación y voz algo tímida:   -"Hombre, tu papel. Un poco breve"-.
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Julián, ni se inmutó y con su educación acostumbrada le respondió: -"Hombre, ya lo decía Gracían: Lo bueno, si breve. Dos veces bueno"-.

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