domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Para qué nos sirve la cultura?

Nos hacemos hoy una pregunta importante. Sobre todo si la planteamos frente a una Sociedad basada en el mercado y en el consumo (como la actual) en la que quizás ser una persona culta, pueda significar tener múltiples limitaciones -y hasta complejos-. Limitaciones en el plano personal, puesto que nada hay mejor que la seguridad del ignorante; quien sin temor a lo que dice, ni vergüenza de cuanto afirma, carece de complejos para manifestarse. Y para comprobarlo, solo hay que ver como sube de seguro y feliz al escenario aquel que nada sabe de música y piensa que canta (o toca un instrumento) maravillosamente. Mientras, muy por el contrario, quien ha estudiado y se ha preparado durante miles de horas (y en años), cada vez que ha de interpretar o cantar, está lleno de dudas, de miedos y de tensiones interiores. Puesto que su criterio le hace conocer los fallos que existen en su arte; y es que cuando alguien desea dar un arte de calidad, "nunca se es lo bastante bueno", ni perfecto. Estando obligado el buen artista, tanto como el hombre de cultura, en sentirse socrático a cada minuto y aplicar a diario aquel principio de: "Solo sé, que no sé nada".
.
Tanto es así, que fácil será escuchar a los grandes músicos despreciar sus propias grabaciones. Y aunque aquellos artistas sean los mejores de la Historia en su género, comúnmente les oiremos alguna crítica sobre ellos mismos. Como ejemplo me viene a la memoria Paco de Lucía, quien reconoce cómo solo una vez "se gustó" tocando. Fue aquella, cuando sin advertir que emitían en la radio una cinta antigua suya, pensó al escucharla: -"Qué bien toca este tío el Flamenco"-. A los pocos minutos, se dio cuenta de que aquella era una grabación de él mismo y con muchísimos años. Trás -lo que dice-, comenzó a ver "cuantísimos fallos" tenía y a plantearse lo mal que por entonces tocaba la guitarra... . Y es que ello es la obligación del buen artista: Ser cuanto más perfecto, mejor; sabiendo siempre además, que lo perfecto es contrario a lo bueno... . Un terrible dilema.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Joaquín Díaz: Músico (cantautor desde su juventud, y hoy catedrádico extraordinario y varias veces doctor honoris causa). Es folklorista, compilador y estudioso de romances medievales y artes populares. Experto en estética y costumbres del pueblo, tanto como coleccionista afamado; exhibe en Urueña un Museo de objetos donados por él mismo, que alberga la Fundación Joaquín Diaz. Posiblemente se trata de una de las personas más cultas que he conocido en mi vida. Seguramente si hubiera nacido en la España de finales del siglo XIX, o principios del XX; hubiese pertenecido a la Generación del 98 o a la del 27. Hoy, a mi entender, permanece como un faro solitario que desde "su castillo" de Urueña donde vigila y piensa... . Advirtiendo -quizás asombrado-, la enorme cantidad de datos y fuentes que nos proporciona la Sociedad informatizada. Aunque la cultura es algo muy distinto a la tecnología... .

.
.

Siguiendo con el tema, volvemos a planearnos si realmente hoy la cultura es útil. Puesto que en lo personal hemos podido comprobar cómo si carecemos de una absoluta formación musical, podemos subir al escenario con la facilidad de la gacela. Mientras que aquellos que llevan años de estudio y perfeccionamiento, lo hacen como si fueran al quirófano. Por lo demás, bien recordamos como de niño siempre me dijeron aquello de: "Si dejas esta guitarra y tomas una eléctrica, te pones un poco de melena y te animas. Con lo que tú sabes hacer y tocar.... ¡Es que te forras!". Tanto, que hacia mis veinte años llegaron a venir hasta mí personas muy agradables, a proponerme cambiar de estilo y promocionarme. Uno de ellos, recuerdo que se trataba de un mánager de famosísimas celebridades, quien me repetía que no me encasillara en el género clásico-flamenco y que me lanzara al "pop" y a lo "moderno", pues con él me podía "hinchar a vender discos". Le contesté que para ello prefería dedicarme a otra cosa, porque y aquella música que me proponía hacer, ni la entendía ni me era posible tocarla, pues no me gustaba (se trataba de los años de la movida de los 80, y había que hacer rock bastante durito). Se lo dije con tal rotundidad, que siendo aquel una persona muy conocida en el mundo empresarial de la música, creí que le iba a molestar. Pese a ello, la cara y la expresión de ese hombre al oírme estas palabras, fue de enorme alegría y solo me dio su enhorabuena por haber encontrado yo algo por lo que vivir y en qué trabajar -sin preocuparme de lo que me dijeran (ni en lo que por ello me pagaran)-.
.
Pero cuanto vamos narrando no hace más que acrecentar de nuevo la duda sobre si la cultura hoy en día puede llegar a ser un problema para adaptarse a una Sociedad en la que lo que se exige es formación. Ya que "la cultura" es a "la formación", lo mismo que "la enseñanza" es a "la educación". Y es que enseñar y aprender es algo que puede hacerse a través de los demás, mientras educarse suele solo depender del entorno, de los familiares y -sobre todo- de uno mismo. Tanto que aquello que se denomina ministerio (o consejerías) de educación, habían de llamarse, de enseñanza; pues la educación normalmente se toma a través de los padres, de los familiares o de los mas cercanos. No debiendo ser más obligación la del maestro -o del profesor- que la de enseñar; mientras que las familias y los cercanos son los que nos debieran de educar.
.
Algo muy similar a lo expresado arriba, existe entre los términos formación (que depende fundamentalmente de lo aprendido) y cultura. Siendo quizás la cultura aquello de cuanto hemos aprendido, que hemos logrado asimilar verdarderamente; tanto que lo hemos integrado en nuestro espíritu y en nuestra personalidad. Muy por el contrario, consideramos por formación casi un sinónimo de lo que son los conocimientos. Mientras a diferencia de aquello, la cultura se correspondería verdaderamente con nuestra vida y mundo interior, creados o hallados por nosotros mismos en base a esos conocimientos. De tal manera la formación es evaluable y mensurable, mientras la cultura sería solo valorable desde un punto subjetivo. -Para que mejor lo entendamos, pondremos el ejemplo de que tener formación sobre el pitagorismo sería dominar los datos sobre la vida de Pitágoras (conocida), tanto como saber aplicar su teorema y las teorías suyas con respecto al número. Mientras tener cultura sobre Pitágoras, es comprenderlo, y no consiste tanto en recordar todos los pormenores de su vida. En ello estriba en ocasiones la diferencia entre cultura y formación: Consistiendo la primera en comprender y la segunda en recordar-.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Tabla atribuida al pintor portugués Jorge Alfonso, que representa a Cristo apareciendo ante La Virgen (propiedad del Museo de Arte Antiguo de Lisboa, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). En el texto nos planteamos que conocimientos y cultura son dos conceptos bien diferentes; tanto como formación y cultura. De tal manera, considerar el más culto en un tema al que más conocimientos tiene de aquello, puede llegar a ser tan equívoco como decir que el mejor cristiano es aquel que más datos tiene (o conoce) sobre la vida de Cristo. Ello debido a que en la cultura se hace necesario que lo aprendido y recordado, no haya sido tan solo asimilado, sinó que además forme parte de nuestro Mundo Interior (de nuestra personalidad).

.
Claro está que sin formación, dificilmente habrá cultura; pero ello no significa que aquel que mucho sabe sea el más culto. No nos equivoquemos, que por aquel camino podremos llegar a pensar que el mejor cristiano es el que más datos conoce sobre la vida de Cristo. Y es que ambos conceptos son muy diferentes. Tanto como lo es la gracia y el humor; siendo lo primero aquello que procede de una intuición y del simple hecho de querer hacer reír, mientras lo segundo trata de una intención mucho más profunda. Pues no es lo mismo tener gracia y ni ser gracioso, que tener sentido del humor. Ya que la actitud del gracioso puede provocar la carcajada en un momento, mientras quien tiene buen sentido humor debiera hacer gracia por siempre y para siempre.
.
Por cierto, sobre cultura y humor, me viene a la memoria una famosa anécdota sucedida hace más de cincuenta años, entre un conocido ministro de Franco y las autoridades eclesiásticas de aquel entonces. Sobre la pude saber, que teniendo intención el ministerio de crear un nuevo sistema de enseñanza (en el que se eliminaban muchas horas de latines), habían de transmitirlo a los del clero. Franco, seguro de que la noticia del latín iba a sentar fatal en Roma y no sabiendo como hacerlo, parece que envió a hablar con el Primado al ministro suyo que "más cara y mas labia tenía" (del cual omitimos el nombre, por lo que a continuación escribimos). Así llegó este a Toledo y tras la charla consabida y las presentaciones, le expuso al Cardenal que era necesario suprimir muchas horas de latín semanales, en la enseñanza. Argumentando que ya, en aquellos días, esta lengua no servía prácticamente para nada (o casi nada). Se quedó muy pensativo el Primado y en tono muy sutil le dijo:
.
-"Señor ministro, el latín es ultilísimo. Mire, por ejemplo para usted; que ha nacido en el pueblo de Cabra (en Córdoba); pero que gracias a la lengua de Virgilio, le llamamos egabrense. Suprima el latín y verá cómo le denominamos en unos pocos años..."-. Dicen las malas lenguas que aquel ministro andaluz, al que le dió la risa en ese momento, le contestó: -"¿Ilustrísima, no me estará usted llamando cabrito?"-. A lo que parece ser, el Cardenal contestó: -"No, por Dios. Nada de eso; ni se me pasaría por la mente. Pero es que no es lo mismo ser egabrense, que ser un egabrón... . Y ello solo gracias al latín"-.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Entrada de la Colegiata de Villagarcía de Campos (entre Urueña y Medina de Rioseco). Fundada por Magdalena de Ulloa, madre adoptiva de Juan de Austria y esposa de Luis de Quijada; desde fines del siglo XVI se convirtió el lugar de España donde probablemente mejor se enseñaba y estudiaba griego (y latín). Las condiciones políglotas de sus seminaristas y estudiantes hizo que muchos de aquellos fueran eminencias en terrenos tan dispares como la ciencia, la empresa, la política y las matemáticas. Puesto que la memoria y el ejercicio de la mente tiene tanta relación con la cultura general, como el músculo y la gimnasia, con el deporte. Ya que cuanto más se disciplina y ejercitan ambos (mente y músculo), más fácil nos resultará después poder realizar aquello que deseamos con la cabeza, o con el físico. Tristemente, buscar el camino de "lo fácil" (en el deporte, o en el estudio), puede resultar condenar al cuerpo y a la mente a cubrirse de toxinas, de "grasas" que nos impidan vivir libremente y hasta de posibles enfermedades.
.


Continuando con cuanto exponemos, hemos de decir que quizás tanto supresión de cualquier dificultad en el ocio y en la cultura, proceda de que actualmente lo que más se valora es "lo fácil". Tanto es así, que todo pequeño problema ya se concibe como una traba insalvable, o una razón insuperable. Ello, seguramente debido a las facilidades y comodidades con las que vivimos, aquellos que hemos conocido el siglo XXI; entre las que ya parecen absolutamente necesarios artículos que hasta hace dos décadas a nadie le preocupaban (o, ni existían). No nos referimos al ordenador, ni al teléfono móvil como herramientas de trabajo -que lo son-. Estamos hablando del aire acondicionado, de los mandos a distancia, o de la cobertura en el móvil, para no tener que levantarse del sofa, ni salir a la calle a avisar al vecino. Evidentemente todo esa comodidad genera una Sociedad invadida por la pereza, que tristemente donde termina afianzándose más es en terreno intelectual. Puesto que se identifica lo bueno y beneficioso con lo fácil; algo que puede llevarnos a pensar que aquello que no tenga dificultades para cocinarse, guardarse, o para comerse, es lo mejor para alimentarse. Produciéndose de ese modo problemas como el de la "comida rápida", que llega a generar más mortandad en la Humanidad que algunas de las más graves enfermedades (cuyo remedio y cura se ha conseguido lograr).
.
Pese a ello, lo fácil parece hoy lo mejor y es una cultura tan inculcada que cualquier día en los colegios van a enseñar a los niños en educación física, como correr los 100 metros lisos por un atajo (para que sin esfuerzo, consigan todos bajar de los 10 segundos). En lo que respecta a mí y en un caso similar; recuerdo tristemente como fuimos la primera generación en la que los pedagogos se empeñaron en inculcarnos "unas nuevas matemáticas". Se llamaba "teoría de los conjuntos" y era una simple lógica ajena a todo concepto de la matemática verdadera -al menos, en mi opinión, y nunca pudiendo sustituir la aritmética, ni a la geometría-. El hecho cierto es que cuando nos dimos cuenta habíamos llegado hasta el ingreso (como entonces se llamaba) sacando buenas notas en matemáticas. Pero con diez o doce años, nos encontrábamos sin conocimiento alguno de geometría, ni de aritmética (porque hasta entonces todo habían sido conjuntos y chorradas).
.
Lo siguiente fué el consabido desastre al llegar en bachiller -que antaño se empezaba con once años- y enfrentarse a las verdaderas matemáticas, donde costaba terriblemente ponerese al dia (sin base alguna). Ello nos hizo aborrecer esta disciplina a muchísimos de nuestra generación. Aunque el tiempo me hizo conocer que las matemáticas no solo eran útiles, sinó preciosas desde el punto de vista filosófico y fundamentales para la comprensión de la teoría de la música. Eso sí, lo tuve que aprender solo, por mí mismo y después de los veinticinco años; pues gracias a "la monada esa" llamada "teoría de los conjuntos" para casi todos los de mi generación aquella asignatura era "la bestia negra" de los estudios.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Juego egipcio del Senet. Este tablero con fichas era como un parchís en Egipto Antiguo, pero más complejo pues en él se representaba el viaje del "mas allá", relacionando el calendario y el movimiento de los astros, con la vida y la muerte. Para los egipcios, las matemáticas estaban tan unidas a la religión y al sentimiento de lo sobrenatural y de lo bello, como actualmente puedan estarlo con la economía -no pudiéndose pensar hoy en una teoría económica, sin una base matemática que la demuestre-. En mi opinión, el éxito de la civilización egipcia (que mantuvo casi dos mil años de paz y de estabilidad), se basa en haber caminado siempre hacia lo difícil, dando una simbología y un significado complejo a cuanto nos rodea. Porque el intento por simplificar la realidad puede quizás llevarnos a la atrofia en nuestra percepción de aquella; produciendo incluso un desinterés en el hombre, hacia el significado la vida misma. Muy por el contrario, Egipto obligaba a imaginar tantos hechos relacionando la filosofía, con la ciencia, el arte y la religión; que quienes vivían en aquella civilización, eran rodeados un áurea y fantasía místicas, en las que la indiferencia hacia la existencia, no podía existir. Debido a que la vida del egipcio estaba llena de misterios, era bella y divertida; porque tal como decía Borges: "lo más bello son los enigmas y no sus soluciones" (en la foto: Senet procedente de la Tumba del Kha en Deir el Medina, fechado en el Imperio Nuevo, propiedad del Museo de El Cairo al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).
.
.
Pero, regresemos al tema del cual partíamos y en el que nos plantaébamos para qué sirve la cultura. Pregunta que tras realizar el pequeño periplo anterior (entre párrafos y fotografias), podemos quizás contestar de algún modo. Al menos, sí deducir que aquella es fundamentalmente útil para producir un reflejo de lo aprendido y sentido, sobre nuestro interior. Ello porque la cultura no son solo conocimientos, sinó que -como dijimos-, afecta fundamentalmente a nuestro Mundo Interno. Generándose gracias a la formación, las vivencias y experiencias que la cultura nos da, una personalidad y sensaciones, tan solo dependientes de aquello que intuimos y que pensamos. Siendo a través de la cultura cuando nos conocemos a uno mismo, y con ello, cumplimos esa máxima que se encontraba en los lugares más sagrados de la Antigüedad: El famoso "conócete a tí mismo", que lucía la entrada del Templo de Apolo de Delfos. Que evidentemente, podemos interpretar de mútiples maneras; más si pensamos en lo que es la cultura verdadera (la cultura propiamente dicha), llegaremos a la conclusión de que es el modo más auténtico de conocernos a nosostros mismos. Consecuentemente a ello, el matemático o el científico podrá transcender a través de su disciplina y con ello, en su fuero interno quedará lo que se llama cultura. Al igual que el artista deberá realizar el salto hacia sí mismo, pudiendo transmitir y generar cultura, comunicando lo más íntimo con lo exterior.
.
De cuanto expresamos, se da el hecho cierto de que cultura y filosofía, cultura y religión, cultura y ciencia, o cultura y arte; sean términos que hubieran de ir muy juntos. Ello porque cuando van completamente unidos, se produce aquello que llamamos civilización plena. Ya que como siempre hemos mantenido, la civilización completa, nace cuando la tecnología y la cultura se aúnan (entiéndase la conjunción plena de las artes, las humanidades y de las ciencias etc). -Siendo fácil de comprender cuales son los conceptos que definen y diferencian: Cultura, civilización y tecnología. Algo que se explica con el ejemplo de un poema; el cual se escribe valiéndose de una tecnología (a mano, a máquina o en ordenador), se redacta por medio de una cultura (un idioma, unos valores y un sentido estético), pero pertenece a una civilización (la egipcia, la romana o la nuestra)-.
.
Llegados a este punto y habiendo quedado muy claro que cultura y Mundo Interior (lo que comunmente se llama espiritualidad) están plenamente unidos. Podemos contestar para qué puede servir aquella. A lo que quizás su primera respuesta sea: Para tener un mundo interno y propio sólido, que de algún modo sea totalmente ajeno a la realidad que la vida quiera imponernos. Pudiendo facilitarnos ello una espiritualidad y una capacidad interior mayor, para afrontar los problemas de la vida. De tal manera, esa capacidad de evadirnos de la "cruda realidad" seguramente nos llevará a no necesitar ni depender tanto de los demás, ni de "sustancias", ni de psicólogos... . Pero sobre todo, si tenemos solidarimente cultivado ese "fuero interno" donde la imaginación, los conocimientos y la creatividad viven a sus anchas; el impacto de la vida sobre nosotros, el del paso del tiempo y el de los problemas cotidianos, harán menor mella. Tanto que es muy posible afirmar que el que tiene una sólida cultura será mucho menos propenso a depender de los demás y hasta a no necesitar sustancias que le evadan de la realidad. Siendo cierto que para alguien con buena cultura, abrir un libro interesante, soñar con un personaje histórico, admirar una maravillosa obra de arte, o viajar; le liberan absolutamente en su interior. Mientras que para aquellos que carecen de cultura precisan de grandes emociones, fiestas, reuniones, sustancias o cambios; para llegar a liberarse. Sin necesitar las personas con mayor cultura ni del consumo compulsivo, ni menos de verse rodeados de muchos otros; y sobre todo, sin precisar tanto de "sustancias" y hechos magnificados, que le evadan de la realidad.
.
Por cuanto decimos, la cultura sirve para ser verdaderamente libres. Tanto que podríamos sustituir en la famosa frase (de San Juan) la palabra Verdad, por cultura, dejándola como: "LA CULTURA, TE HARÁ LIBRE".

No hay comentarios:

Publicar un comentario