Del mismo modo, recuerden que una de las mejores maneras de ayudar a Japón, es consumir sus productos (en especial su maquinaria y tecnología, que es inmejorable).
Muchas gracias a quienes así lo hagan.
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ARRIBA: Foto tomada en la fiesta de fin de curso de Santa Ma. de los Rosales (hacia 1970); en ella, aparecen -de izquierda a derecha-: Mi padre (en primer término); a su izquierda, Betsy Westendorp y al fondo, Jose Luis Pérez-Plá (cuñado de Betsy y padre de mi amigo Carlos, alias "El Caniche"). Mis hermanas -Tere y Ma-José-, fueron desde niñas compañeras de clase, de las hijas de Betsy (de Sylvia y Carmen). Por su parte, yo fuí casi catorce años compañero de "pupitre" de su sobrino y ahijado (Carlos Pérez-Plá Westendorp). La amistad que nos unió desde niños a la familia de Betsy (y la de los Pérez-Plá), hizo que fuéramos casi parientes. Cuando me quise dedicar a la cultura (la música y la Historia), fue esta pintora y sus hijas las personas que más me ayudaron y me apoyaron. Siempre con gran fé en mis dotes y mi persona, nunca han dejado de seguir mis andandas, trabajos y novedades (que desde hace dos décadas se suceden fundamentalmente en Japón). Betsy y sus hijas son un ejemplo de generosidad y cariño en modo extremo; tanto como del buen gusto, la bondad, "el saber ser y mejor estar".
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SOBRE ESTAS LINEAS Y BAJO ELLAS: Dos cuadros de la pintora holandesa Betsy Westendorp-Osiek (1880-1968), quien fuera tía abuela y madrina de Betsy Westendorp de Brias. La obra de la sobrina, está muy inspirada en la de la hermana de su abuelo, considerada una de las mejores pintoras del post-impresionismo neederladés. Arriba vemos el retrato de LIZZI ANSINGH (realizado por Westendorp-Osiek) artista que lideraba a las diez componentes de lo que se llamó la "escuela femenina de Amsterdam". Este grupo de pintoras (encabezado por Elizabeth Ansing y Betsy Westendorp-Osiek), bebió de las mejores fuentes del impresionismo y post-impresionismo centroeuropeo, siendo sus maestros directos: August Allebe, Geoges H. Breitner y Piet Mondrian. Se denominó en los Paises Bajos a estas ocho mujeres artistas: AMSTERDAMSE JOFFERS -Sobre su historia y significado entre los movimientos pictóricos, podemos consultar en internet varios potales; aunque les recomendaría este video de unos cinco minutos, en el que se recogen importántes imágenes de las artitas que componían el grupo de Amsterdam: http://www.youtube.com/watch?v=hwANoQ4KO54
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El marido de la tía abuela de Betsy (Karl Westendorp), era banquero y un conocido especialista de arte oriental. Ambos (Karl y Betsy Osiek), fueron adquiriendo en Asia una magnífica colección de antigüedades, que posteriormente donaron al museo para el cual el financiero era mecenas, curador y asesor (el Rijk Museum de Holanda, que recibió el legado Westendorp). Asimismo escribio este banquero una curiosa obra, el libro "Japan"; que trata sobre Japón y está ilustrado con setenta y cinco láminas en acuarela pintadas su mujer (Betsy). El hermano de Karl Westendorp, era diplomático y vino destinado a España a fines del siglo XIX, donde se casó con una española. De ellos nació Carlos Westendorp, el general que luego fué padre de Betsy (la pintora hispano-holando-filipina de la que hablamos).
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La mencionada madrina de Betsy (la pintora holandesa Westendorp-Osiek), pasó su vida viajando entre las costas de Holanda, las de China y el Japón (paises asiáticos que visita en varias ocasiones). Este contacto con Oriente dió un especial carácter a su pintura, que unen el buen gusto del impresionismo neederlandés, con la estética ("plana y flotante") de las obras en tinta y color, shino-niponnas. Esa fusión del mas alto post-impresionismo, unida a la estética oriental, es la fuente en la que se forma y se inspira también su sobrina (Westendop de Brias). Quien, igualmente, termina casándose en Asia y realizando obras en un estilo ecléctico; fusionando las técnicas y el sentido de la belleza europea, con la estética de Extremo Oriente. El resultado de la sobrina (Westendorp de Brias) es un eclecticismo asio-europeo, que "lo integra todo" en una obra cargada de fases y matices; que pudiera describirse como: "Preciosista-postimpresionista-costumbrista, de inspiración asiática". Influida también plenamente por el impresionismo-decó, el expresionismo y los movimientos asiáticos pictóricos, cada cuadro y etapa de la Betsy Westendorp de Brias, es una sorpresa (llena de buen gusto y feminidad). .
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AL LADO: Retrato del general de aviación, Carlos Westendop, pintado por su hija, hacia 1973. Pude conocer al padre de Betsy de niño y le recuerdo como un hombre mayor, encantador, agradable y educado. Abuelo de mi amigo Carlos, le íbamos a ver de pequeños para que nos enseñara sus aficiones de jubilado: La Filatelia y la horticultura (tenía un huertecito en casa, regalando a todos los que iban a verle, fresas y verduras). También nos narraba historias de su juventud, con lo que nos pasábamos horas escuchándole y aprendiendo sobre su vida y sus sellos. Era Carlos Westendorp (padre) "un hombre de otra época", con una educación especial: De los que nunca se quejaban. Recuerdo, día en el que cenando con él y sus nietas, teníamos de primero "huevos a la flamenca", pero a la cocinera se le había olvidado poner la cazuela de este señor en el horno. Así se lo sirvieron (totalmente crudo), y ninguno de los presentes se dió cuanta de ello. Él nada dijo; solo puso una cara rara, y nos miró a todos con extrañeza. Luego comento si "aquello" estaba realmente bueno; quedándose parado, preguntando si había que comerlo. Le dijimos sorprendidos que era evidente que había que comerlo y cuando comenzó a hacerlo, nos dimos cuenta que tenía todo crudo en el plato (huevos, verduras y etc)... . Tras la carcajada general, él ni se inmutó y solo nos dijo con rostro muy serio: -"Me parecía extraño. Esto estaba... . Un poco frio."-
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EN LA FOTO junto estas lineas: Sylvia Brias Westendorp, junto a mi hermano Mario, con unos quince años los dos; hace bastante tiempo (tampoco hace falta poner la fecha, por cosas de la edad...). Las tres hijas de Betsy eran de una belleza admirable. Aunque, lo guapas que son, solo se supera con la simpatía y bondad de las tres. Sylvia es una magnífica pintora que hacía preciosos retratos con solo veinticinco años, pero tuvo que dejarlo durante un tiempo, por estar obligada a atender a sus hijas. Ahora ha regresado a los pinceles de nuevo con fuerza; y es que, en estas profesiones del arte, como no te dediques al menos seis o nueve horitas, y a diario, de domingo a domingo (y en serio), no hay quien avance (son bonitas, pero duras). http://www.sylviabriaswestendorp.com/
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EN LA FOTO INFERIOR: Carmen Brías, en la Feria de Sevilla. Fueron a La Feria, ella y mi hermana Ma. José, donde los andaluces disfrutaron de su belleza y la fotografiaron mas que a La Macarena. Y es que, Carmen, fué de las mujeres mas guapas que había por España durante décadas; ahora es una señora "de lo mejorcito".... Igualmete, se dedicó a pintar, pero ella y el color del estilo en su corazón (y de su espIritu) son completamente: Naif.
http://www.carmenbriaswestendorp.com/
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Fue en esta época cuando que les conocimos, tras entrar sus hijas en el colegio donde todos nosotros cursábamos estudios. Recuerdo perfectamente el primer día que fui a casa de Betsy... . Tendría yo unos seis años (hacia 1967) y era la celebración de la Primera Comunión de su ahijado y mi compañero de pupitre (Carlos Pérez-Plá, quien dio la fiesta en su jardín). Desde entonces, no recuerdo cuantas veces habré podido ir a aquella maravillosa casa (que era una de las más bonitas de Madrid); seguro, miles... . Pero como íbamos diciendo, de la primera vez que allí fui, aún me acuerdo. Estuvimos toda la tarde los niños invitados, jugando a Indios y Vaqueros en unos montones de tierra que había en el exterior (luego supe que aquello eran las obras que estaba realizando en el jardín, Peter Bourgignon -uno de los mejores paisajistas de España-). En un momento, mi amigo Carlitos, me llevó a un lugar retirado y me dijo: -"Te enseño una cosa que tiene mi tía, si me prometes que no se lo vas a decir a nadie"-. Es evidente que si a los seis años te hacen tan interesante propuesta, todos hubiéramos jurado callar para siempre: Así lo hice. En un despiste, mientras nadie nos miraba, conseguimos colarnos al interior de la magnífica casa y llegar hasta el salón principal. Allí, mi amigo me hizo un gesto con la mano, para que callase y me acercara sigilosamente hasta una mesa-vitrina central que había en el centro de la gran sala.
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Cuando llegamos hasta ponernos sobre ella, me señaló algo que parecía una naranja de color oscuro, de la que colgaba un mechón de pelo. Tras ello, en un tono muy bajito me preguntó: -"¿Ves lo que es?"-. Yo nada veía, aunque aquello parecía una cara pequeña (con una coleta colgando), o una cabeza de muñeca muy sucia, oscura y de cabellos largos. Le contesté al anfitrión que no sabía qué podía ser aquello; pero entonces Carlos gritó en voz muy alta (con el fin de asustarme, seguramente): -"Es una cabeza de jíbaro. Una cabeza humana reducida"-. Tras ello, aquelchaval salió pitado (echando a correr). Yo, al ver que me quedaba solo frente a tal objeto, creyendo que me moría de miedo, salí despavorido; sin saber hacia qué lado ir -pues la casa era inmensa y no conocía ni entradas ni salidas-. Corriendo de un lado a otro, a los pocos segundos choqué contra una persona mayor, que al verme ir tan amedrentado, me paró y me preguntó qué me sucedía. Al comentarle que había visto una cabeza reducida, soltó una enorme voz a mi amigo (que se escondía entre las cortinas del cuarto para "disfrutar" observando el susto dado); gritándole: -"Carlos que sea la última vez que ´metes` miedo a tus invitados, con la cabeza"-.
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Desde este hecho -sucedido hace casi cuarenta y cinco años-, hasta hoy; es seguro que regresé miles de veces a aquella casa, que era preciosa. Donde Betsy situó entre jardines, estanques y balcones, su obrador con una luz que entraba desde los montes de la Zarzuela, entre vegetación y estanques.
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Nació Betsy hace algún tiempo -no vamos a decir cuanto, pues las mujeres si son bellas, no tienen edad- y la "apadrinó" su tía, la famosa pintora de la que ya hemos hablado. Quien era mujer de un banquero holandés y que por entonces parece que viajaba normalmente a China y a Japón. Prometieron por aquello y la lejanía, llamarla igual a la madrina (Elizabeth), aunque al ir a bautizarla, sus padres se dieron cuenta de que ya su primera hija -la hermana mayor de Betsy-, se llamaba Isabel (que es exactamente lo mismo, pero en castizo). Así, parece que como el padre de Betsy era un hombre muy agradable y no quería darle un disgusto a su tía, dedujo que lo mejor era ponerle a la recién nacida, el nombre de Betsy (directamente). Aunque parece que poco después, al enterarse la tía pintora de este hecho, les comentó que aquello era como si un holandés tenía dos hijos y al primero le llamaba Francis, mientras al segundo le bautizaba: "Paco".
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Practicamente nadie cree -realmente- en reencarnaciones, aunque sí sabemos como verdad ineludible que el Sol que cada día nace por el horizonte, es siempre el mismo. De igual manera, los brotes que surgen de semillas en una misma espiga, son muy similares; y que también lo serán a la planta que les dió "el ser". Así, como si de un "karma" japonés se tratara, la pequeña Betsy dicen que se parecía "en lo sumo" a su artista tía. Comenzó a tomar los pinceles desde niña, tanto como a viajar por cuantos países pudo. En ello fue que, siendo guapísima mujer y de gran carácter, conoció antes de los veinte años a un jóven considerado uno de los hombres más elegantes y "mejor plantados" de Filipinas -y parte del Planeta-: Antonio Brias. Por lo que decidió trasladarse y casarse en el mismo Manila, apenas cumplidos los veintiuno. Allí vivió en una etapa que en Filipinas era de "transición social" -no mucho después de la Segunda Guerra Mundial-; pudiendo completar su formación como artista, tanto como viajar por Asia y por Japón (donde estudió su arte y su cultura). Tres hijas tuvieron -a cual más bella- que junto a ella y su marido (Tony) parecían sacados de una pantalla de cine; porque no había gente así en aquella época, más que en Hollywood. Aunque, tristemente al los pocos años, su marido comienza a sufrir una esclerosis que le va mermando las condiciones físicas. De tal manera, en un intento por buscar una solución a la entonces incurable enfermedad, a mediados de los años sesenta se trasladaron todos a Madrid..
Fue en esta época cuando que les conocimos, tras entrar sus hijas en el colegio donde todos nosotros cursábamos estudios. Recuerdo perfectamente el primer día que fui a casa de Betsy... . Tendría yo unos seis años (hacia 1967) y era la celebración de la Primera Comunión de su ahijado y mi compañero de pupitre (Carlos Pérez-Plá, quien dio la fiesta en su jardín). Desde entonces, no recuerdo cuantas veces habré podido ir a aquella maravillosa casa (que era una de las más bonitas de Madrid); seguro, miles... . Pero como íbamos diciendo, de la primera vez que allí fui, aún me acuerdo. Estuvimos toda la tarde los niños invitados, jugando a Indios y Vaqueros en unos montones de tierra que había en el exterior (luego supe que aquello eran las obras que estaba realizando en el jardín, Peter Bourgignon -uno de los mejores paisajistas de España-). En un momento, mi amigo Carlitos, me llevó a un lugar retirado y me dijo: -"Te enseño una cosa que tiene mi tía, si me prometes que no se lo vas a decir a nadie"-. Es evidente que si a los seis años te hacen tan interesante propuesta, todos hubiéramos jurado callar para siempre: Así lo hice. En un despiste, mientras nadie nos miraba, conseguimos colarnos al interior de la magnífica casa y llegar hasta el salón principal. Allí, mi amigo me hizo un gesto con la mano, para que callase y me acercara sigilosamente hasta una mesa-vitrina central que había en el centro de la gran sala.
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Cuando llegamos hasta ponernos sobre ella, me señaló algo que parecía una naranja de color oscuro, de la que colgaba un mechón de pelo. Tras ello, en un tono muy bajito me preguntó: -"¿Ves lo que es?"-. Yo nada veía, aunque aquello parecía una cara pequeña (con una coleta colgando), o una cabeza de muñeca muy sucia, oscura y de cabellos largos. Le contesté al anfitrión que no sabía qué podía ser aquello; pero entonces Carlos gritó en voz muy alta (con el fin de asustarme, seguramente): -"Es una cabeza de jíbaro. Una cabeza humana reducida"-. Tras ello, aquelchaval salió pitado (echando a correr). Yo, al ver que me quedaba solo frente a tal objeto, creyendo que me moría de miedo, salí despavorido; sin saber hacia qué lado ir -pues la casa era inmensa y no conocía ni entradas ni salidas-. Corriendo de un lado a otro, a los pocos segundos choqué contra una persona mayor, que al verme ir tan amedrentado, me paró y me preguntó qué me sucedía. Al comentarle que había visto una cabeza reducida, soltó una enorme voz a mi amigo (que se escondía entre las cortinas del cuarto para "disfrutar" observando el susto dado); gritándole: -"Carlos que sea la última vez que ´metes` miedo a tus invitados, con la cabeza"-.
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Desde este hecho -sucedido hace casi cuarenta y cinco años-, hasta hoy; es seguro que regresé miles de veces a aquella casa, que era preciosa. Donde Betsy situó entre jardines, estanques y balcones, su obrador con una luz que entraba desde los montes de la Zarzuela, entre vegetación y estanques.
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Eran tiempos felices por aquel entonces (al menos para los niños) y Betsy solo pintaba por afición, regalando muchas de sus obras y retratando a los amigos. Aunque pocos años después, la vida le obligaría a ejercer duramente la profesión de pintora, pues su marido (Tony Brias) ya dijimos que cayó preso de una dolencia incurable -lo que le impide volver trabajar, necesitando de cuanta asistencia se pudiera-. Años de enfermedad de su esposo (al cual adoraba) y el dolor de ver como "se va" poco a poco, le llevan a sublimar esta terrible situación, con los colores y los lienzos, llegando a crear una obra de importancia. Así deciden los que le rodean que debe definitivamente comenzar a exponer y a promocionarse como artista. Ello lo realiza unos pocos años después, ya en madurez plena, mientras comienza a crear de manera casi cumpulsiva (quizás para olvidarse de la enfermedad de Tony). Tristemente, le va llegando el éxito a la vez que a su marido se le va marchando de la vida; y finalmente, viajan a Manila durante un tiempo, para que este viera la última luz en aquel lugar donde nació.
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Pintora de éxito por aquel entonces, habiendo solicitado ya sus retratos distintas personalidades del mundo de la política, la empresa o las artes; tanto como los diferentes Jefes de Estado (en España y Filipinas -de ellos y para sus hijos-). Queda tristemente entonces viuda y comienza la andadura a solas con sus tres hijas (Isabel, Sylvia y Carmen). Desde aquellos años, sigue creando en "actitud casi obsesiva" (quizás para olvidar); no pudiéndosela haber visto ya nunca más sin un pincel, una brocha, un lienzo (o un simple bote color, en la mano). Día y noche, sigue de forma titánica e incansable, pintado o diseñado obra. Retratando, haciendo paisajes o bodegones, viajando de un lado a otro, montando exposiciones en cualquier lugar del Mundo y trabajando (sobre todo, trabajando). Verla solo un rato, es acabar agotado; pues no para de moverse nunca y si no es un lienzo recién acabado, lo que está moviendo; lo que tiene entre manos, es otro nuevo que está pintando (o preparando). Sin parar nunca y -quizás-, sin poder dejar de pintar jamás.
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Recuerdo que una vez hablando con una de las íntimas amigas de Betsy (la francesa Ivi Quintanilla, que fuera amiga de Jaqueline y de Pablo Picasso), me dijo que el "problema" del genio malagueño, era que creaba de forma obsesiva. De tal manera, comentaba Ivi Quintanilla, que Picasso en el obrador se hacía hasta incómodo de ver; porque en los brochazos, en la manera de moverse sobre los cuadros y de trabajar incansablemente; se le veía como obsesionado. Casi, hasta "sufriendo"; siempre buscando algo nuevo tras la pintura. Mientras me lo contaba, le sonreí y le pregunté a aquella señora francesa (cuyo marido consiguió traer el Guernica a España): -" ¿ Oye Ivi: Picasso, cómo estaba de obsesionado con los pinceles y el trabajo?. Mas o menos... ¿Como Betsy?"-.
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Sean estos recuerdos y semblanzas de hoy; para nuestra incansable amiga y pintora: Betsy (tanto como para sus hijas y nietos).
Hace unos días me escribió un lector que al parecer había participado en alguna biografía de Betsy Westendorp, y en un estudio sobre la pintura impresionista de su tía (Betsy de Westendorp y Osiek). Transmitiéndome que tenía errores en mis datos; todo lo cual recojo más o menos como literalmente expresa (rogando disculpas por los posibles errores):
ResponderEliminar-1º El hermano del abuelo paterno de Besty Westendorp de Brias se llamaba Herman Karel Westendorp y se casó con Elisabeth Osieck, pintora -conocida tras su matrimonio como Betsy de Westendorp Osieck-
-2º: Este matrimonio no vivió largas temporadas en Asia pero sí viajaron con frecuencia a Oriente, especialmente a Japón, como coleccionista de arte Oriental. Por lo que el tio de la actual Betsy (de Brias) publicó un libro titulado JAPON con las magnificas ilustraciones de las acuarelas su mujer Betsy de W. y Osiek.
Sylvia Brías puede enseñarte el libro ue menciono.
Por lo demás:
-3º La actual Betsy Westendorp no se casa en Asia, sinó conoció a Tony Brias en Manila y me casó con él en Madrid (fuimos amigos de ellos aquí y en Filipinas).
Atentamente "...." . Me han divertido mucho sus notas sobre Betsy. Me despido de Ud. enviando estos datos, rogando no incluya mi nombre si expone que son correcciones solicitadas por un lector (dada la poca importancia de ellas).