viernes, 7 de enero de 2011

FAUNA Y FLORA DE EL CAFË GIJÓN (VI, La generación de los pintores; ideas e ideología de los sesenta)


Arriba: Mi hermano Mario, con unos trece años, pintando en calzones y delantal en Alemania  (hacia 1965). Abajo, un retrato expresionista realizado por él en 1968 (con solo quince años); soy yo con un pájaro, antes de cumplir los siete.


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Como ya dije, mi padre, en los años sesenta era "izquierdoso", tirando a algo rojizo. Sin ser marxista; sí era un moderno, progre, o comoquiérase llamar -por algo se había hecho arquitecto y se consideraba "un colegilla de Dios" ; expresión esta, última, que no es  mía,  ni de él;  pues de trata de un "dicho" muy arquitectónico-....-. 
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Mi madre, por su parte, recuerdo que decía que la política le espantaba y la cosa no era para menos, tras lo sucedido en su familia: Quienes fueron progresistas liberales "de izquierda", pero tristemente en la guerra les encarcelaron  los del bando republicano (haciendo "desaparecer" a mi abuelo -entre otros-). Para mas tristezas, después de la contienda, llegaron "los nacionales", pidiendo que los hijos, actuaran en el juicio contra los que le mataron -como parte acusadora- y por no querer hacerlo, también fueron "mal mirados"por los contrarios.... Pese a todo, mi madre siempre decía, que lo único bueno en  aquel horror, fué que siempre había dormido tranquila, sabiendo que ella y sus hermanos no hicieron nada por vengarse, de quienes acabaron con su padre.
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Por su parte, el primer recuerdo que tengo de mi hermano se relaciona bastante con la política y el arte. Era casi diez años mayor  que yo y debía tener yo cinco cuando él (que se llamaba Mario, como mi padre), pintaba a diario en calzoncillos... Su ilusión era ser pintor, pero había que "trabajar" en calzoncillos, tal como Picasso lo hacía. Mi madre, harta de verle pasear en calzones por la casa, le aisló en una terraza cubierta y le puso un delantal, cansada de comprar "gayumbos" para reponer los que decoraba "al oleo" cada vez que se inspiraba. Por cuanto digo, lógico es entender, que mi hermano era tan admirador de Picasso, que con trece años ya se había aprendido La Internacional en francés y la cantaba en calzoncillos, mientras pintaba frenéticamente (pues "la versión en español" estaba tan prohibido cantarla en nuestro país, como estornudar en un quirófano).
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Mi siguiente hermana, Tere, fué desde niña una persona mas seria que todos nosotros. Pese a ello, también recuerdo que de joven era "muy rojiza" de ideas y bastante progresista. Tanto que su íntimo amigo a los catorce años (un primo nuestro), terminó siendo el ministro más joven que tuvo Felipe González (algo que nos gustaba mucho, pues queríamos sacarle en el Guinnes de los Records, aunque no se dejaba). Por su parte, la siguiente hermana que tengo (Maria José), no se metía en política; le bastaba con tener para tabaco y para anís, que le echaba a un botijo en el colegio, para darle uin trago entre clase y clase. Fumaba pitillos Habanos, desde los once años y desde entonces, era difícil esconder su afición, ya que aquel era el tabaco mas fuerte que había en el mercado (olía a rayos). Por lo que decidió hacerse amiga del cura que vivía en casa, que también fumaba habanos y con el que compartía cajetillas, para echarle la culpa de los olores (o de las colillas) y  no tener problemas de control paterno...
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Yo, por mi parte, creo que vine al mundo como aparecía El Platanito en los Toros: De expontáneo, en el momento mas inesperado y en "lo último" de la faena (para que el morlaco estuviera cansado). Cogí a mis padre mayores y no pudieron conmigo; ni siquiera para regañarme, o educarme como era debido; de ello aún estoy por pulir (aunque me lo paso bastante bien en este estado de "asilvestramiento"). En lo que se refiere a la política, creo que soy el único de mi familia que nací de Derechas; aunque con la vida me, fuí "torciedo" (hacia el lado opuesto) y ahora son un tanto diferente. No sé si mi preferencia hacia el lado derechoso se debió a que hasta los seis años quería ser torero... Es muy posible,  pues no conozco aún un solo torero (de los clásicos), que haya sido de izquierdas... -Quizás, El Cordobés lo fue; pero hemos de decir que " ese, no era precisamente un clásico"-.
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Con los años, se centró aún mas aquella preferencia mía,  hacia el lado en que los toreros ponen "las pilas del traje de luces" en la taleguilla. Pues terminé totalmente de derechas y un poco harto de "los progres", a los que tanto oía decir que todo lo hacían por el pueblo. Ya que lo único que yo les veía hacer, era venir a casa, a ponerse morados a whiskyes y a vino (del mejor). Mi padre y su grupo del Gijón eran geniales, pero no es lo que un niño de siete años puede entender como normal o adecuado; por lo que, sobre esa edad, decidí que aquellos que se proclamaban comunistas a golpe de Vega Sicilia con whisky y que para reunirse, tenían que viajar a Paris; eran mas bien de la "gauche divine", que del pueblo. Debido a que yo veía como la "gente normal", tomaba vino con casera y aceitunas, maldiciendo a Franco cuando les apetecía; en el bar de enfrente (sin tener que quedar en la ribera del Sena, ni abrir champán, para intrigar y preparar contubernios).
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Crecí y fueron esos los años en los que si no eras de izquierdas, no te ponían nota (en el colegio y en la universidad); por lo que me "escoré" definitivamente hacia la derecha.... Pese a ello, la vida fué torciéndome hacia el otro lado y a día de hoy, mi "espectro político" se podría parecer a uno de esos bonsais de raras ramas (que guarda el expresidente González), con un tronco; que al principio va a la derecha, luego gira a la izquierda, luego al centro y al final se retuerce como una morcilla recién frita. Gracias a ello, quizás he sabido apreciar con la edad como era "esa gente" de la tertulia de los pintores (de mi padre, en El Gijón). Pintores y artistas de los que  recuerdo muchas cosas y anécdotas.
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Decía mi progenitor que el grupo mas divertido en los años sesenta, era el de los pintores, pues los escritores se tomaban  la vida demasiado "en serio". Por ello y por su amor a la pintura, se integró mi padre en esa tertulia. En lo que se refiere a los literatos de El Gijón,, en mi memoria conservo uno, que era especialmente divertido, ameno y entretenido  (como ninguno). Se llamaba y se llama, Carlos Oroza y era quien mas se integraba entre los pintores; siendo mas bién un aedo, un bardo o un rapsoda de época homérica, que un poeta de la literatura convecional. Recuerdo que mi padre compraba sus cassetes, que él grababa con sus declamaciones (acompañadas de música) y alguna de ellas comenzaba diciendo:
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"Mis versos nacen oralmente y no los transfiero al papel, si no es solo, con verdadera repugnancia".
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Tras ello, la declamación solía tratar de la guerra del Vietnam, de Eva-me-Malu o de Natibel, como aquel hombre llamaba a sus personajes. Creo que aún conservo una de aquellas cintas de Carlos Oroza, que eran preciosas y se trataba de recitativos con decenas de minutos, dedicado a Terele Pavez (la hermana de Edma Penella). -Algo que es todo un triunfo, pues aquella cassete debe tener mas de cuarenta años, la oí por primera vez, cuando yo tenía unos seis o siete años y hacia los quince "se la robé a mi padre", para guardarla preservada envuelta en papel de aluminio-. Por su parte, me contaban, que los recitativos, al final de noche de Oroza, eran a veces apoteósicos. Sobre todo cuando el rapsoda se subía a las mesas para rasgarse los puños y las botonaduras, entre los aplausos del público.
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Pero no todo era felicidad en El Gijón... Las rivalidades a veces eran terribles. Asi también he oido de niño las peores críticas que unos se hacían de otros (en casa o por comentarios de los contertulios). Del genial Carlos Oroza, había un famoso pintor que no le tragaba y apostillaba siempre que era un poeta "que debía siempre avisar antes de comenzar a recitar,  de que sus versos nacían oralmente y no analmente; para que luego no hubiera confusiones con el papel...". Y es que "la mala baba" y la envidia, también a veces abundaba entre los contertulios de El Gijón.
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Recuerdo también, haber escuchado un "cotilleo tremendo", de esos que cuando uno tiene siete años no puede olvidar. Era sobre Sandra, una mujer que iba a diario al Gijón y "amaba" a todos los artistas. Dicen que se proclamaba "liberada" y que cambiaba el arte de su cuerpo, por el de los pintores o intelectuales que estuvieran dispuesto a ello. Incluso comentaban, que Sandra tenía una buena colección de cuadros, que había ido atesorando en esas "transferencias" artísticas. A veces vendía, pero mi padre no le compraba nunca cuadros, no solo por ser bastante carera (a juicio de los pintores), sinó porque le daba un poco de "repelús" la procedencia del objeto artístico (como pago de ese "cambalache de artes"). 
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En mi memoria tengo grabada sobre la menciondada Sandra, una historia que vino contando una noche el pintor Martín Saez a casa. Tendría yo siete años y oía unas risas tremendas a media noche, que venían del salón. Me acerqué hasta allí y vi que se trataba de mi padre y los que volvían del Gijón, narrando que a un famoso pintor le había "pescado" su mujer, haciendo "intercambios artisticos" con Sandra. Contaba Martín Saez, que la esposa del así encontrado en su propia alcoba, había arrastrado por los pelos a la pobre Sandra hasta el descansillo de la escalera y la había vepuleado allí. Luego, mientras esta se vestía como podía, la llamó "puta", una y mil veces, gritando. Tras conseguir vestirse y arreglarse el pelo, aquella que ya se veía libre y segura, ante la mirada de todos los vecinos (que habían salido de sus casas al oír el jaleo). Solo respondió:
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-"Puta....Sí. Pero tú barata"-. Tras ello, dicen que  bajó la escalera a toda prisa, seguida por la mujer que le había encontrado acostándose con su marido, mientras  le decía a aquella: -"No te enfades conmigo, ni me persigas. Es que tú por un revolcón, ni le cobras. Con lo feo que es..."-Ocurrido esto, parece que Sandra fue al Gijón a contar a todos lo sucedido y aquel pobre pintor hubo de estar largo tiempo si visitar el Café, ni poder entrar en su casa.
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Estas y otras conversaciones parecidas eran las que yo escuchaba de niño a veces tras una puerta, sin que nadie me viera que allí estaba. Sin poder comprender cuando las oí (hace mas de cuarenta años) por qué se reían tanto mis padres y sus amigos en ese momento. Pese a ello, algunas de las cosas que decían, las pude ir recordando y con el paso del tiempo entendí que aquel mundo y ese café, en los años sesenta, era "estrambótico".
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Como digo , aún recuerdo algunos nombres y algunas anécdotas de aquella tertulia de los pintores, en la que  además se integraban (entre otros y por lo común): Carlos Oroza, mi padre o Pepe Quereda (del que ya hemos hablado en el número II referido al Gijón de este blog). Pese a ello, muchos de los pintores que allí asistían (algunos de verdadera importancia) han quedado sin "catalogación" ni grupo. A algunos se les llama "los 20 pintores de Paris" a otros, los "pintores de los 60 de Madrid" o "de Bellas artes"; pero realmente no hay un término que aune a esta veintena o treintena de artistas, que allí se reunían semanalmente. Tanto es así que a día de hoy carecen de "grupo" o referencia de generación artística, pintores de la relevancia como: Cossio, José Diaz, Evaristo Guerra, Antonio Quirós, los hermanos Saez y etc etc.... Muy bueno sería poder englobarlos a todos con un nombre (entre el que quizás el mejor fuera "Los pintores del Café Gijón").
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Pues por mucho que nos empeñemos en calificarlos como los 20 de París, no nos encontramos a todos los que eran, ni eran todos los que nos encontraremos....
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Recuerdo bien el nombre de algunos artistas, quienes  eran francamente importantes. Ya que  mi padre venía del Gijón dia si y dia también, con un cuadro bajo el brazo (muchos, los que fué regalando, a clientes, compromisos, hasta en bodas. cuando se hicieron famosos...). Por ejemplo, me acuerdo de que cada vez que Tino Grandío tenía que irse en moto hasta su pueblo de Lugo, le vendía un cuadro a mi progenitor. Se lo tenía preparado de antemano y para que se lo comprase, le tocaba el "Asturias patria querida" a la gaita.... La gaita de Constantino Grandío parece que era solo comparable al violín de Ingrés, aunque el pintor decía que no podía inspirarse sin tocarla; por lo que si se empeñaba en darle al roncón y soplar a las "pipas", mas valía comprarle el cuadro cuanto antes. -Por cierto; al parecer, contaban que una vez se empeñó en llevar a su villa natal de Lousada a Sandra (en moto como iba siempre). Tras las diez horas de viaje en una vespa, la pobre mujer dijo muy enfadada que se volvía en tren, porque el trayecto le había "deteriorado muchísimo la herramienta de trabajo"-.
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Antonio Quirós era otro de esos genios del expresionismo figurativo de los sesenta que paraba a diario por el Gijón. Tengo entendido que su carácter era fuerte y que terminó emigrado a Londres, diciendo que "Madrid era un poblacho"... De la Mancha, que yo recuerde, también iban dos continuamente a la tertulia: José Diaz (Pepe Diaz), al que me dijeron que llamaban "El Paleto", porque no se quitaba la bonia dentro del café (un maravilloso paisajista abstracto). Y Agustín Úbeda- Romero, cuyos lienzos surrealisto-naif son una verdadera preciosidad. Uno de los mas jóvenes que allí asistía era Evaristo Guera, un malagueño genio del Naif, que vino a Madrid "custodiado entre nabos", como siempre decía (pues llegó recogido en autostop por un camión de verduras).
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Pancho Cossio era otro de los asiduos. Junto a Lapayese del Rio, quien sí tenía un violín como Ingrés (pues estudio para músico y pintor, viajando pr toda Europa). De las pocas mujeres que iban estaba la paisajista María Carrera (entre las jóvenes) y Menchu Gal. Aunque Menchu Gal, tanto como Benjamín Palencia, Solana y Zabaleta, pertenecían a  un grupo de referencia: La llamada Escuela de Madrid. Grupo que apoyó la Institución Libre de Enseñanza y mas tartde fue admirado por las grandes figuras del 27 (como Lorca o Buñuel). Aunque al integrarse en él, Martinez Novillo, se terminó llamando a final de los años 30, La Escuela de Vallecas.
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Pero como digo, este grupo de pintores, que se reunían en el Gijón en los años sesenta, carece de nombre (agultinante) o de refencia concreta. Entre ellos, también estaban y se destacaban mucho, los hermanos Saez (Martín y Fernando, representantes del mejor expresionismo figurativo de mediados de siglo español). Estos eran casi de la casa, pues venía Martín prácticamente a diario a comer (o a cenar) as casa de mi padre. Fué ese pintor el que le enseñó a mi hermano que había que trabajar como Picasso, en calzoncillos;  y decía del genio malagueño exiliado, que solo le veía como defecto ser "un poquillo de derechas" (Martín se proclamaba "el mas rojo que un tomate,  entre los rojos"). En verdad lo debía de ser, pero le gustaba más la buena vida que al propio Picasso y cuado veía unas angulas era como si hubiera aparecido, la obra de arte mas maravillosa del mundo. Pues las comía en crudo, en tostada, en tortilla, en ensalada y (por fin, para acabar) en aceitito bien caliente y con pan... Tras ello afirmaba que un buen artista, lo que mas apreciaba era lo bueno y que lo mediocre, no tenía lugar en el mundo de los genios....
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Como final contaré una anécdota absolutamente real que sucedió en casa, cuando yo era muy niño. Una noche como tantas,  vi que se abría la puerta y entraba mi padre consolando a alguien. Se trataba de Pepito Quereda, que se quejaba de una terrible escena que había vivido en el Café Gijón. Salimos todos a ver qué le pasaba a este hombre que llegaba, lamentándose tanto. Le traía del brazo de mi padre, tranquilizándole, mientras le decía que no se preocupara, que si hacía falta él le deaba el dinero que necesitaba. Ante la oferta y ayuda de nuestro padre, quiso demostrar lo buen hombre que era y Perpe Quereda, nos contó lo sucedido:
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Al parecer, en esos días, Quereda había contraído algunas deudas y estaba "apretadillo" de dinero, por lo que decidió pedir prestado a los amigos. Para ello, llevaba una libreta en la que apuntaba la cantidad que le dejaban, poniendo luego bajo ella, la fecha en la que debía devolver el dinerito. Resultó que Martín Saez, le había prestado diez mil pesetas (una cantidad similar a mil euros, hoy) y llevaba ya dos meses de restraso esperando que se los devolviera. Esa noche que yo digo, apareció Pepito Quereda en el Café Gijón con dos jovencitas preciosas que pidieron una botella de buen rioja, además de varias tapas (incluidas gambas). Estaba Martín viéndole y le dijo a mi padre: -"Qué buen momento, para pedirle las diez mil pelas que me debe.  Mira; allí está Pepe, ligando con dos mozas y tomando de todo. Hasta parece que le sobra el dinero.... Verás como si voy para allí, me  da las diez mil, antes de que esas dos chavalitas se enteren de que debe dinero"-.
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Ni corto, ni perezoso, se encaminó hacia Pepe, y delante de su dos nuevo "ligues" le dijo que le debía diez mil. Aquel pobre José Quereda quedó pálido y se llevó a Martín Saez hasta la barra del Gijón. Allí le enseñó la libreta en la que estaba apuntada la deuda y le dijo que por favor, que ese no era el momento. Martín, que medía un metro ochenta, pero pesaba mas de ciento veinte kilos, cmenzó a incomodarse.... Quereda, medía uno cincuenta y pesaba menos de sesenta kilos, y empezó  a tener miedo.... Una y otra vez le repitió que por favor, ante estas dos ninfas que había traído,  no le incomodase y le dejara en paz. Pero Martín le increpó  insistentemente, que debía pagarle la deuda. 
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La cosa terminó en una discusión  desagradable en la barra de El Gijón, en la que Pepe sacó la libreta y le dijo: -"Mira. Estás el segundo. ¿Ves?. Aquí pone: Martín Saez,  diez mil.... El segundo de la lista; así que en unos días, te pago las diez mil pesetas que te debo. ¡Déjame en paz!."-
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Martín que era muy impaciente, dijo que nada de eso, que en ese momento le diera la cantidad debida y Pepe Quereda, no sabiendo como reaccionar ante las dos mozas que había llevado al Gijón, sacó una goma de borrar, y con tono amenazante y le dijo : - "Mira Martín. Como te pongas así, te borrro, porque estás apuntado lápiz.... Seas el segundo o el primero. Pero te borro para siempre  y luego, vete tú luego a cobrar, porque para diez mil pelas que me dejáis, os apunto a lápiz...."-
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Martín Saez en ese momento, tomó en brazos a Pepe Quereda, lo puso sobre la barra del Café Gijón y le dio un beso de tornillo.... de minutos... De tantos minutos como necesitó para que las dos chicas que había traído Pepe, pusieran cara de extrañeza y salieran pitadas del café.... Al acabar tal extremo acto de amor y fantasía, Pepe Quereda miró hacia su mesa y al ver que las dos mujeres que traía habían huido, se dirigió a la de mi padre, a llorar las penas y así llegó a casa....
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Esas son las cosas que pasaban....




1 comentario:

  1. Hola Ángel, me llamo Eduardo y soy un musicólogo asturiano. Me han interesado mucho tus escritos sobre el Café Gijón. Precisamente quería contactar contigo para interesarme por las grabaciones de Carlos Oroza ¿Podrías escribirme a saluedu@hotmail.com para así tener tu correo y hablar? Muchas gracias de antemano.

    Eduardo G. Salueña

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