jueves, 17 de febrero de 2011

CAFÉ GIJÓN: Pepe Bárcena, el ángel de los bohemios (I: Intelectual y trabajador)


Sobre estas lineas: Solapa del libro de José Bárcena, AQUELLOS BOHEMIOS DEL CAFÉ GIJÓN (editado por Huerga y Fierro, 2004), del cual recogeremos algunas anécdotas y comentarios en las dos siguientes entradas. 
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Cuando escribí hace un par de meses los capítulos de este Blog intitulados "FAUNA Y FLORA DE EL CAFÉ GIJÓN", desconocía la existencia de este libro redactado por Pepe Bárcena, en el que se narran historietas y sucesos referidos a muchos personajes de El Café Gijón  (de los que yo también incluyo varias anécdotas). Parece que la vida nos une a muchos en las ilusiones y en las intenciones; pues cuando leí las primeras páginas de AQUELLOS BOHEMIOS DEL CAFE GIJÓN, en las que se habla de tantas personas en común, quise entender que aún en muchos vivía el pasado intelectual de Madrid. Un pasado cultural, cuyo mas divertido y profundo "santuario" fué este Café; en el que día a dia, se llevaban a cabo reuniones, contubernios, tertulias (y se producían "hechos inimaginables").

Conocer y hablar con José Bárcena, es como tomar una lavado espiritual, en un balneario para el alma. Pues si es verdad que El Cielo y El Infierno, existen  en este Mundo ; no nos debe caber duda, de que ese Cielo, precisa de ángeles y arcángeles... Uno de ellos es  este, Pepe Bárcena. Y habiendo sido El Gijón, un paraíso durante decenios para los Bohemios y los Románticos; sin duda sus camareros y quienes allí trabajaron, fueron fieles servidores del Señor de aquel "Paraiso Hispano". Entre ellos, el que mas destaca hoy es, Bárcena; aunque la historia de este Café está plena de gentes que allí laboraron ayudando y queriendo a unos y a otros... Deseo, por ello, recoger la dedicatoria que me hizo en su libro, donde puede verse que tiene tanto cariño, como pulso, ritmo, letra y firma, de poeta. 

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SOBRE ESTAS LINEAS: Preciosa dedicatoria de José Bárcena, donde se observan todos sus rasgos humanos y humanísticos, dejando claro que tiene hasta la firma bella.
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Es Bárcena, un escritor comprometido; que como lo fueron Pio Baroja, Machado o Miguel Hernández; trabaja y trabajaron a diario. Así, si el primero, fué médico; igualmente era socio y laboraba para la pastelería madrileña, Viena Capellanes. Tanto como Don Antonio, era maestro en Castilla, lo que le permitía decirnos aquello de: -"Al fin y al cabo, nada os debo; // con mi trabajo pago // el lecho donde yago // y el lugar que habito. // Debéisme cuanto he escrito". Tanto como Miguel Hernández hubo de buscarse la vida con cabras en su infancia. Mientras soñaba "nanas" referidas al campo; versos dedicados a los "santos vegetales" que los hortelanos cultivaban y poemas sobre los "santos animales"  (cuyo sacrificio nos da de comer).
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Del mismo modo Pepe Bárcena, a nadie debe nada y cuando con aquel se habla, solo se piensa en cuantos cafés servidos por él mismo,  habrá  pagado de su bolsillo -encubriendo y ayudando, al artista que no llevaba dinero ese día-. Cuántos bocadillos, no habrá cobrado a los bohemios o a los pintores; colocándolos en su nómina, o en su dieta. Cuántas tapas o postres habrá apuntado a su cuenta, para regalarlos a sus amigos de El Gijón. Tanto como cuantos Menús habrá pagado, a quienes le pidieron que les fiara un día que no tenían para comer (quienes seguramente,la jornada siguiente, ni se acordaban del débito ni del "préstamo alimentario" , aduciendo "enajenación mental transitoria, por ingesta de alcohol"...). Ello se lleva en la cara, con un cartel invisible allí labrado que pone "soy un bendito". Pues fácil es ver y pensar, que este Bárcena, ha pagado muchas hambres y muchas copas a los mejores artistas de los años setenta en Madrid (aunque siempre con el advenimiento y bendición de El Café Gijón; donde llegaban a autorizar a los Bohemios de aquella época a usar sus aseos para lavarse a diario; pues vivían en pensiones que carecían de baño).
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Cual un rico "mecenas" (ayudando a unos y a otros), aquel Pepe Bácena, fue capaz de trabajar tanto con la bandeja, como con las letras y la pluma; dándose a conocer como escritor y sobre todo, como intrelectual y amigo. Amigo de todos y enemigo de nadie, es la memoria viva de El Café Gijón y allí labora, lamentando solo que sus cuadernos de diarios cargados anécdotas de este Café, se quemaran en un terrible incendio sucedido en su casa. No habla con tristeza porque se quemase su hogar, ni sus pertenencias; solo echa de menos aquellos apuntes, cargados de hechos ocurridos en El Gijón y que eran una gran parte de la Historia de la Bohemia y la Cultura de Madrid de los años setenta.
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BAJO ESTAS LINEAS: El Café Gijón, pintado en 1969 por Constantino Grandío. Creo recordar haber oido que es de las pocas cosas que Bárcena ha logrado salvar de aquel triste incendio. Tomado de la página 24 del libro AQUELLOS BOHEMIOS DEL CAFÉ GIJÓN.

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Sobre este hecho tan terrible, de perder obras y recuerdos, yo comparto dos sucesos, muy similares: Hacia 1971, ardió el estudio donde pintaba mi hermano Mario, cuando él tenía unos diecinueve años. Se quemaron allí, gran parte de los cuadros que había pintado hasta esta edad y tristemente, la experiencia fue tan dura para él, que decidió dedicarse solo a la arquitectura... (una penosa decisión, pues hubiera sido muy feliz siguiendo en su mundo de pintor). De forma similar, en el año 1995 (cuando yo contaba treinta y cuatro años), tuve que ver mi biblioteca inundada hasta la altura de un metro. El agua destruyó, no solo la tercera parte de todos mis volúmenes (fundamentalmente sobre arqueología); sino   -además y sobre todo-, parte de lo que había escrito y compuesto hasta entonces. Aquello me supuso una depresión, pero la pude superar y a día de hoy sigo escribiendo y componiendo (tras un parón de algunos años, debido a aquel "tamaño daño" emocional).
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Sobre este hecho tan terrible, de perder obras y recuerdos, yo comparto dos sucesos, muy similares: Hacia 1971, ardió el estudio donde pintaba mi hermano Mario, cuando él tenía unos diecinueve años. Se quemaron allí, gran parte de los cuadros que había pintado hasta esta edad y tristemente, la experiencia fue tan dura para él, que decidió dedicarse solo a la arquitectura... (una penosa decisión, pues hubiera sido muy feliz siguiendo en su mundo de pintor). De forma similar, en el año 1995 (cuando yo contaba treinta y cuatro años), tuve que ver mi biblioteca inundada hasta la altura de un metro. El agua destruyó, no solo la tercera parte de todos mis volúmenes (fundamentalmente sobre arqueología); sino  -además y sobre todo-, parte de lo que había escrito y compuesto hasta entonces. Aquello me supuso una depresión, pero la pude superar y a día de hoy sigo escribiendo y componiendo (tras un parón de algunos años, debido a aquel "tamaño daño" emocional).

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Pese a todo, algunas cintas conseguí salvarlas y con ello he logrado rehacer muchas obras  (pues el papel feneció entre las aguas). Eso, debido a que como vivía desde 1991, grandes temporadas en Japón, siempre se me ocurrió (por mis ausencias) envolver en papel de aluminio y de plástico, las cassettes y las copias que tenía como importantes. Entre esas que empaqueté así y que consideraba "muy importantes", estaban unas cintas de Carlos Oroza, recitando su "Natibel" y su "Malú" en 1967 (que hacia ese año, mi padre le compró al poeta-rapsoda). Siempre las conservaba como "oro en paño" porque la primera vez que oí a Carlos Oroza recitando en aquella cassette, se me erizaron los pelos. Debía tener yo unos siete años y no puedo olvidar aún la sensación que me produjo. A mi padre le extrañaba que escuchase día y noche las cintas de Oroza desde los ocho años y que las guardara entre mis enseres de música. Tanto fué así, que decidió dejarme que se "las robara" y cuando tuve unos quince de edad, las guardé en el recien inventado entonces "papel albal" (gracias a lo que se han "salvado")...
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Así llegaron hasta hoy casi en perfecto estado y felizmente este hecho ha sido conocido por el rapsoda que las recitaba. Pues hace algunos días, se puso en contacto conmigo el arquitecto Carlos Vilas, quien realiza la puesta en escena y dirige los recitativos que da Carlos Oroza. Carlos Vilas,  no daba crédito al hecho de que se hayan conservado casi en perfecto estado esas cintas de hace mas de cuarenta años; aunque ya no le cabe duda, pues le hice llegar una copia por mail de este "Malú", tanto como la cinta original, de 1967... -Me preguntó que si no quería tenerla, pero considero que en propiedad del autor, es donde mejor puede estar una obra así-.  En este contacto, creo que la mano de Pepe Bárcena ha debido ser providencial, dirigiendo hacia donde se encontraba esta cinta, a los que llevan la puesta en escena de Carlos Oroza. Puesto que poco ha transcurrido desde que Bárcena conoció mi Blog (donde comentaba el hecho de que conservaba cassettes del poeta, recitando hace mas de cuarenta años); hasta que Carlos Vilas, contactó conmigo.
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Por su parte, mi padre; aún en los últimos días de su vida, se preguntaba por dónde viviría Carlos Oroza, tras haberse ido de Madrid. Desafortunadamente, cuando falleció mi progenitor, aún no se había difundido tanto internet y con ello fué imposible saber dónde vivía el rapsoda que tanto le gustaba. Hubiera sentido una enorme alegría si se hubiese enterado de que al fin, dimos con él y que además le he podido entregar el original suyo, recitado hace mas de cuarenta años.... Pues mi padre siempre dijo que Oroza, era el último de los rapsodas celto-mediterráneos.
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De niño, nunca supe qué significaba aquello, pero de mayor, cuando estudié las Culturas Indoeuropeas, deduje que el "rapsoda celto-mediterráneo" era tanto como la unión del Bardo gaélico, con el Aedo heleno. Algo similar a Homero, hombre de la civilización Aquea (y por lo tanto, indoeuropeo); pero de cuna jónica (y por ello, unido al mundo eteocretense y preheleno). Rapsoda de quien se dice que era "ciego", por cuanto desde que sucedió la Guerra de Troya -que narran, La Iliada y La Odisea-; hasta que se "inventa" el alfabeto heleno, transcurren mas de cuatro siglos (desde fines del XIII a.C., a mediados del siglo VIII a. C.). Cuatrocientos cincuenta años en los que todos los poetas, bardos, rapsodas o aedos aqueos; hubieron de recordar frase por frase aquellos dos libros que son el Pilar de la Cultura de Occidente.
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Y todo cuanto digo, ya me suena a Carlos Oroza, quien llamaba a España en aquellos años sesenta: "La mancha negra, de la Cultura de Occidente". Y quien, previamente a narrar sus versos, gritaba desgarradamente, que sus aquellos poemas nacían "oralmente y no los transfería al papel, más que con verdadera repugnancia". Esta frase nunca la pude entender de niño;`pero cuando estudié el mundo del druidismo y las culturas indoeuropeas, supe que sus poetas odiaban la escritura. Entonces comprendí que esa frase de Oroza podía estar relacionada con los druidas, los bardos o los aedos ; quienes, para ejercitar la memoria y la inteligencia, guardaban toda la Historia y la sabiduría en poemas ágrafos. Un medio de crecer intelectualmente (para los sacerdotes celtas), quienes contenían en "libros memorizados" el compendio de su civilización y cuyos versos estaba prohibido escribir, bajo pena capital (mas de veinte mil poemas había de recordar el novicio, para llegar a ser druida).
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De forma parecida, los sacerdotes del Nilo, guardaban la sabiduría de memoria penando de manera similar a quienes la desvelasen. Ello, porque guardar los conocimientos en versos recordados, servía para ejercitar la mente. Pero, sobre todo, por el hecho de que los secretos de matemática y astronomía, así nunca salían del templo. Pues quien desconocía la matemática y la astronomía, jamás podía guiarse por el desierto; y quién no se guiaba por el desierto jamás alcanzaba las ciudades egipcias, mas que siguiendo el Nilo (un rio fuertemente custodiado). Así Oroza, quizás tenía una repugnancia por la escritura, que posiblemente era ancestral y se relacionaba con la de los celto-mediterráneos. de tal manera, el rapsoda de El Gijón,  posiblemente movido por "un asco atávico", desgarradoramente pronunciaba aquel. "Mis versos nacen oralmente y solo los transfiero al papel, con verdadera repugnancia" (como un "Homero celto-mediterraneo", un bardo, un aeda o un sacerdote de Heliópolis).
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En la siguiente entrada, narraremos la relación de José Bárcena con Carlos Oroza, a quien cita repetidamente en su libro.
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BAJO ESTAS LINEAS: Carlos Oroza, en los años que recitaba sus versos en Madrid. Foto tomada del libro de Pepe Bárcena AQUELLOS BOHEMIOS DEL CAFÉ GIJÓN (página 33). En el pié de foto el autor recoge una frase del poeta, para el cual el ocio era "el estado perfecto para los grandes acontecimientos". No está muy lejos Oroza de una verdad histórica que igualmente narra Heródoto, quien afirma en Euterpe (Lib.VII de Historia); que la geometría, la astronomía y la matemática, fueron inventadas en los templos del Antiguo Egipto, gracias al ocio en el que vivían sus sacerdotes (Heródoto, tanto como Aristóteles, narraban así los comienzos de la ciencia; en Babilonia y Egipto. Gracias al ocio....).

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